Número 153: Mateo 6, Hechos 27, Israel y la Iglesia, Disciplina, Matrimonio, y más…
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Un himno nuevo: HMAD número 484
Este himno nuevo, TU PRECIOSO AMOR, viene del original, THY LOVE ON US BESTOWED, escrito por S. P. Tregelles. Se halla solamente en el “Himnario Mensajes del Amor de Dios” (Núm. 484). Es de metro 8.7.8.7.D. e impreso aquí con la melodía preferida, ROOM FOR JESUS (Lugar para Jesús), compuesta por C. C. Williams.
1. Padre Dios, Te alabamos
Por Tu tan precioso amor;
“Génesis”, Te confesamos,
De abundancia de favor.
¡Oh qué amor Tuyo excelente
Que a Jesús diera en la cruz!
¡Oh qué gracia sorprendente:
Él dejó Tu hogar de luz!
2. Libres por Su sangre estamos,
Y esperando ir a Tu hogar;
En el yermo sustentados,
Nos amparas sin cesar;
Por Tu Espíritu enseñados,
(Que “arras” es del porvenir,)
Cada día así alentados,
Ya anhelamos Su venir.
3. Peregrinos sólo somos,
Ya que hogar no hay sin Jesús,
Cual cansados ¿estaremos
Al mirar Su rostro en luz?
¡No! Su grey ya redimida
Gozo espera, al consumar
Cristo en gloria Su venida;
Pronto oiremos... Su llamar.
Los pensamientos expresados en las estrofas del himno se hallan en las siguientes Escrituras y en muchas otras: Efesios 1:3; Juan 3:16; 2 Corintios 8:9; Números 10:29; Deuteronomio 8:2-4; Juan 16:13; Colosenses 1:11; Hebreos 11:13-14; 1 Pedro 1:8; 1 Tesalonicenses 4:16.
Registrado © 1958 “EMAD” en el “HIMNARIO DE LOS MENSAJES DEL AMOR DE DIOS”. Registrado internacionalmente. Quedan asegurados todos los derechos.
Mateo 6:1-13
J. H. Smith
(continuación del número anterior)
Como ya hemos mencionado, en Mateo capítulos 5, 6 y 7 tenemos el anuncio del Señor Jesús acerca de los principios de su reino, principios que ponen de manifiesto que el reino de Cristo no es en su carácter y naturaleza parecido a los reinos de los hombres. Continuemos, pues, con el capítulo 6: “Mirad que no hagáis vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos de ellos: de otra manera no tendréis merced de vuestro Padre que está en los cielos. Cuando pues haces limosna, no hagas tocar trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las plazas, para ser estimados de los hombres: de cierto os digo, que ya tienen su recompensa. Mas cuando tú haces limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha; para que sea tu limosna en secreto: y tu Padre que ve en secreto, Él te recompensará en público” (versículos 1-4).
No conviene que la vanagloria humana dé motivo al creyente cuando hace sus buenas obras, mas bien que las haga para gloria de su bendito Dios Creador y Redentor, como ya hemos leído en Mateo 5:16: “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras obras buenas, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”.
“Y cuando oras, no seas como las hipócritas; porque ellos aman el orar en las sinagogas, y en los cantones de las calles en pie, para ser vistos de los hombres: de cierto os digo, que ya tienen su pago. Mas tú, cuando oras, éntrate en tu cámara, y cerrada tu puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en secreto, te recompensará en público. Y orando, no seáis prolijos, como los gentiles; que piensan que por su parlería serán oídos. No os hagáis, pues, semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis” (versículos 5-8).
Tampoco conviene que la vanagloria humana se manifieste en el santo que ora, mas bien que ore en secreto a su Padre que ve en secreto. Además, no conviene orar al Omnisciente de manera extensa y redundante; Él escucha la petición que ya lo sabe antes de que salga de los labios.
“Vosotros pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea Tu nombre. Venga Tu reino. Sea hecha Tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. Danos hoy nuestro pan cotidiano. Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal: porque Tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén” (versículos 9-13).
Consideremos un poco este modelo de oración, comúnmente llamada “el Padre nuestro”. No se hace en el nombre de Cristo (véase Juan 14:13-14; 16:23-24). Fue enseñada por el Señor Jesús a los Suyos cuando se esperaba el establecimiento de Su reino en este mundo con la capital en Jerusalén, “la ciudad del gran Rey” (Salmo 48:2). Es muy importante notar que la Iglesia aún no había sido anunciada, mucho menos existía. Era el “misterio escondido desde los siglos en Dios” (Efesios 3:9). Entonces “el Padre nuestro” no es propiamente una oración cristiana basada en esperanzas celestiales en los cielos, mas bien se solicita el establecimiento del reino de Dios aquí abajo en este mundo: “venga Tu reino”. Pero el cristiano ora así: “Ven, Señor Jesús. Sácanos de este mundo puesto en maldad antes de que lo juzgues con tus juicios” (compárese Judas 21; Apocalipsis 3:10; 22:20).
“Sea hecha Tu voluntad... en la tierra”. Tal como fue en los días de Noé, hoy en día la tierra está llena de violencia y de corrupción. Para que la voluntad de Dios sea hecha en la tierra, Él primero tendrá que juzgarla. El Juez será el Señor Jesús, “porque el Padre a nadie juzga, mas todo el juicio dio al Hijo” (Juan 5:22). ¿Cómo, pues, podemos pedir juicio para la tierra cuando la palabra de Dios dice: “... rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios” (2 Corintios 5:20)? Hoy es aún “la dispensación de la gracia de Dios” (Efesios 3:2).
“Danos hoy nuestro pan cotidiano”. Es un pedido, pero el cristiano tiene una promesa: “Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a Sus riquezas en gloria en Cristo Jesús” (Filipenses 4:19).
“Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores”. La medida del perdón esperado de Dios es la que se ofrece al prójimo, o sea una proposición recíproca. Pero el perdón judicial de Dios otorgado al pecador arrepentido no depende del pasado del pecador: él es perdonado todo: “perdonándoos todos los pecados” (Colosenses 2:13). Después el agradecido hijo de Dios ha de mostrar la naturaleza nueva y de perdonar al prójimo, y no sólo él, sino también al enemigo.
“No nos metas en tentación, mas líbranos del mal”. Siendo “la carne” tan débil, conviene orar así:
“Guárdame, Señor, en santidad...
Guárdame puro y fiel, en verdad”.
“La carne” es el enemigo dentro; pero hay los enemigos fuera: “que oréis... que seamos librados de hombres importunos y malos” (2 Tesalonicenses 3:1-2).
(seguirá, Dios mediante)
Una pregunta sobre 1 Corintios 15:29-32
UNA PREGUNTA: “¿Cómo se entiende el pasaje de 1 Corintios 15:29-32?”
UNA RESPUESTA: El versículo 29 se conecta con el versículo 19: “Si en esta vida solamente esperamos en Cristo, los más miserables somos de todos los hombres... De otro modo, ¿qué harán los que se bautizan por los muertos, si en ninguna manera los muertos resucitan? ¿Y por qué nosotros peligramos a toda hora?”
Los versículos 20-28 inclusive tratan de la certidumbre de la resurrección de Cristo; de Su venida para recoger del mundo a los Suyos; de Su reinado de mil años; de Su triunfo sobre todos los enemigos de Dios, incluida la muerte misma; y, finalmente, el reino entregado por el Hijo al Padre, ya que no existirá nada más que sujetar, y Dios será “todas las cosas en todos”.
Ahora bien, el cristiano en este mundo ha de sufrir, algunos aun “hasta la muerte” (Apocalipsis 2:10). Si Cristo no resucitó, ¡cuán triste es la suerte del cristiano! Según la carne, es el más miserable de todos los hombres en este mundo, habiendo dejado todo por amor a Cristo; y no teniendo nada en el otro mundo si no ha de haber resurrección. ¿Para qué, entonces, bautizarse a Cristo?, quiere decir: ¿para qué reclutarse en las filas del ejército del Señor, haciéndose un candidato para la muerte, llenando el lugar dejado vacío cuando otro soldado del Señor fue matado por los enemigos de Cristo? Eso es lo que quiere decir, “bautizándose por los muertos”. Es alistarse en las filas del Señor, tomando el lugar de otro ya muerto por su testimonio fiel. Es una expresión figurativa.
Los hombres, con sus ideas falsas, han torcido completamente el significado del pasaje. Por ejemplo; los mormones (cuyo fundador fue un mentiroso acabado, un falso profeta, y un polígamo con cincuenta mujeres, llamado Joseph Smith) enseñan que si una persona muere fuera de la iglesia mormona, y por lo tanto es perdida (según dicen ellos), un pariente puede bautizarse en lugar de la persona difunta (pagando, por supuesto, una cantidad de dinero al sacerdote mormón), y el finado será salvo. Es mentira: “Está establecido a los hombres que mueran una vez, y después el juicio” (Hebreos 9:27).
En cuanto al bautismo con agua, una persona que profesa ser cristiano no se puede considerar como tal, a menos que se bautice. Pedro lo llama la “demanda de una buena conciencia delante de Dios”; y la buena conciencia estriba en la “resurrección de Jesucristo; el cual está a la diestra de Dios, habiendo subido al cielo; estando a Él sujetos los ángeles, y las potestades, y virtudes” (1 Pedro 3:21-22).
Hechos 27:10-13
(continuación del número anterior)
“Pablo amonestaba, diciéndoles: Varones, veo que con trabajo y mucho daño, no sólo de la cargazón y de la nave, mas aun de nuestras personas, habrá de ser la navegación” (versículo 10).
Pablo se vio obligado a advertirles, pues, divinamente inspirado, discernió el peligro inminente. Esto nos hace recordar su amonestación dada a los ancianos de la iglesia en Éfeso: “Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al ganado; y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas, para llevar discípulos tras sí” (Hechos 20:29-30). ¿Nos damos cuenta, queridos santos de Dios, que si abandonamos la doctrina de Pablo, si rehusamos andar en la verdad, la cual Dios entregó a la iglesia por medio de él, entonces vamos a naufragar como esa nave? Hay muchos cristianos que leen los cuatro Evangelios y el libro de los Salmos, pero que no estudian las epístolas de Pablo que contienen las instrucciones necesarias para la iglesia. Acordémonos de la exhortación, “Retén la forma de las sanas palabras que de mí oíste, en la fe y amor que es en Cristo Jesús” (2 Timoteo 1:13). No sólo hemos de retener estas cosas como doctrinas —lo cual es muy necesario— sino también “en la fe y amor”; porque la verdad que conocemos debe manifestar su poder en nuestras vidas para gloria del Señor.
“Mas el centurión creía más al piloto y al patrón de la nave, que a lo que Pablo decía” (versículo 11). A pesar de la prevención oportuna de Pablo, los encargados de la nave llevaron las cosas conforme a su antojo y rechazaron a Pablo, como aquellos de Asia (“me han sido contrarios todos los que son en Asia, de los cuales son Figello y Hermógenes”; 2 Timoteo 1:15). ¡Cuán verídico fue eso después de la muerte de los apóstoles, y aun en gran medida antes de su muerte!
“Y no habiendo puerto cómodo para invernar, muchos acordaron pasar aún de allí, por si pudiesen arribar a Fenice e invernar allí, que es un puerto de Creta que mira al nordeste y sudeste” (versículo 12).
El lugar “Buenos Puertos” no fue considerado “cómodo” (es decir, espacioso y conveniente). Leemos que “muchos acordaron pasar aún de allí”. Por analogía, no se puede esperar nunca que la verdad de Dios sea bastante “cómoda” para la muchedumbre. Si escudriñamos las Escrituras, veremos claramente que la mayoría jamás ha escogido el camino de la obediencia. ¿No es verdad que sólo unos cuantos en todo tiempo quieren obedecer? Cuidémonos de no seguir a la muchedumbre, antes con un ojo sincero hagamos de Cristo el Objeto de nuestros corazones, y de Su Palabra la guía para nuestros pies. En tal camino gozaremos de dulce paz, aunque la compañía sea pequeña.
Por algún tiempo después de haber dado su palabra de amonestación, Pablo quedó sin hablar. La historia de la Iglesia nos muestra que “la doctrina de Pablo” y el llamamiento celestial de la iglesia fueron perdidos por muchos siglos después de la muerte del apóstol. Pero Pablo aún estaba a bordo, y así las preciosas verdades de las cuales hemos hablado quedaban ignoradas en la Biblia por muchísimos años, no entendidas y no puestas por obra.
“Y soplando el austro, pareciéndoles que ya tenían lo que deseaban, alzando velas, iban cerca de la costa de Creta” (versículo 13).
Mientras tanto, la nave zarpó y con rumbo a Fenice —un puerto espacioso y conveniente— ¡el centro del comercio! Tal es el gusto de muchos cristianos: una iglesia “a lo Fenice”, una iglesia mundana. Y, extrañamente, el austro soplaba suavemente. Parece que Dios les daba lo que habían deseado. ¿No oímos a muchos cristianos (mientras andan en caminos de desobediencia) hablar del “austro que sopla”, de la bendición que reciben? Tal vez parece así, como en aquel entonces cuando la iglesia primitiva se deslizaba hacia el mundo, pero (como ya hemos mencionado) el tiempo pone las cosas a prueba, y así fue en nuestra narración. Era su propio propósito lo que ellos pensaban haber obtenido. Preguntémonos a nosotros mismos, ¿queremos nuestros propios planes y propósitos, o los de Dios? ¿Sabemos que tenemos la verdad porque tenemos la Palabra de Dios para lo que intentemos, o en realidad estamos siguiendo solamente nuestras propias ideas y suponemos que tenemos la razón? ¡Qué bueno poder decir, “Así ha dicho el Señor”, y andar en el camino que Él nos ha señalado!
¡Oh cuánto significan esas palabras, “alzando velas”! ¡Qué día más triste en la historia de la iglesia primitiva cuando ellos dejaron “Buenos Puertos” para llegar a “Fenice”! Notemos también cómo “iban cerca de la costa de Creta”. No toda la verdad es abandonada de golpe. Los cristianos dirán que casi no hay ninguna diferencia entre una compañía y otra, pero preguntemos: ¿Han alzado velas? Sea un metro, sea un kilómetro, se está alejando. Geográficamente, Fenice no está lejos de los Buenos Puertos, y a menudo parece sólo un paso de la asamblea cristiana al mundo, pero ¡qué peligroso es tal paso!, como aquel viaje cargado de peligros. Pero no arribaron a “Fenice”, porque el Señor ama tanto a los suyos que no les permite estar cómodos en este pobre mundo.
(seguirá, Dios mediante)
Preguntas y respuestas sobre la disciplina
(Adaptado)
UNA PREGUNTA: “¿Cómo debe ser el trato para un hermano en Cristo al que se le haya aplicado la disciplina por motivo de cualquiera de los casos de 1 Corintios 5:11-13?”
UNA RESPUESTA: Lo primero es que la iglesia, o sea la asamblea local con la cual la persona culpable está identificada, se humille. En contraste, léase 1 Corintios 5:2. El Nombre del Señor Jesucristo, Cabeza de la Iglesia, ha sido deshonrado. El pecado de un miembro es el pecado de todos. “Israel ha pecado”, dijo Jehová a Josué, cuando “Achán” pecó. Israel había sido derrotado en la batalla por cuanto la maldad no había sido juzgada entre ellos (léase Josué 7).
En segundo lugar, una vez puesto fuera “ese malo” (no se le llama “hermano”, pues no se considera que un hermano en Cristo cometiese tal pecado; léase versículo 11), hay que dejarle apartado, para que se arrepienta más profunda y sinceramente, pues el propósito de toda disciplina es la plena restauración del individuo disciplinado. No conviene ni siquiera comer con el tal.
Comer los unos con los otros es una expresión de amistad y comunión. Por supuesto, dentro de la familia misma del culpable, hay que adaptarse a los parentescos que la rigen. La esposa no va a negar su comida al marido, el cual es su cabeza (véase 1 Corintios 10:3), tampoco a un hijo no casado que mora en el hogar. Léase Levítico 21:1-3, el cual pasaje nos da un principio que la mente espiritual pueda aplicar al caso. Pero entre la hermandad no conviene tratar al culpable como si no hubiera sucedido nada.
OTRA PREGUNTA: “Si el hermano que está en disciplina no confesó todos sus pecados, sino que dejó algo sin confesar, ¿qué debemos hacer en tal caso los hermanos responsables cuando se va a considerar la restauración?”
UNA RESPUESTA: Levítico 13:12-13 nos da instrucción muy significativa: “Si brotare la lepra cundiendo por el cutis, y ella cubriere toda la piel del llagado desde su cabeza hasta sus pies, a toda vista de ojos del sacerdote; entonces el sacerdote le reconocerá; y si la lepra hubiere cubierto toda su carne, dará por limpio al llagado; hase vuelto toda ella blanca; y él es limpio”. El significado de este pasaje bastante sorprendente se expresa en las palabras: “se ha vuelto toda ella blanca”. “La carne viva” ya no aparece; la fuerza de la lepra ha dejado de obrar. Desde la mollera hasta la planta de los pies todo ha salido a la superficie; nada queda oculto.
Así que una persona que confiesa sólo una parte de sus pecados que deshonran al nombre del Señor en medio de la congregación, y sigue ocultando otros tantos, no se ha mostrado verdaderamente arrepentido y por lo tanto no se halla de ninguna manera digna de ser restaurada a su lugar entre la congregación. El Salmo 32:1-5 nos enseña que no es posible ocultar de Dios el pecado; hay que confesarlo todo de una vez. Después de que la lepra se haya vuelto toda ella blanca, hay perdón, y restauración.
OTRA PREGUNTA: “¿Puede ministrar en la asamblea el hermano excomulgado tanto en la Palabra (de Dios) como en el trabajo de diácono aun después de ser restaurado?”
UNA RESPUESTA: Depende de varios factores:
1. La gravedad del pecado cometido.
2. La actitud del hermano restaurado.
3. El círculo de acción.
4. El paso del tiempo.
1. Un pecado grave, públicamente conocido, que horroriza hasta los inconversos, exige que la persona restaurada ande muy humilde y calladamente. Hay varios grados del pecado. La reincidencia, por ejemplo, siempre es un agravante. El Señor en medio de la congregación dará discernimiento espiritual (eso es lo que figura “el sacerdocio”).
2. Así que la actitud de la persona restaurada demostrará hasta qué grado haya reconocido su pecado. Un hermano que todavía muestra algo de orgullo, resentimiento u otra actitud negativa, no sirve para la obra del Señor.
3. El círculo de acción, o sea la esfera de influencia, del hermano será limitado. Pecados graves dejan sus cicatrices. En este respecto, léase Levítico 21:17-23. Las muchas faltas físicas enumeradas tienen su significado espiritual. Cuando un hermano ha cometido un pecado grave, se habla de él como “un sacerdote cojo”: pero el pasaje no sólo habla de “cojo”, sino también de “ciego”, etc. A veces el resultado de un pecado es que un hermano pierde discernimiento espiritual: queda “ciego”. De todas maneras, aplicando este pasaje del Antiguo Testamento, hay que atenernos al espíritu de la gracia de nuestro Señor Jesús, y no al de la ley de Moisés. “La letra mata”.
4. Con el paso del tiempo, un hermano verdaderamente restaurado, que ha seguido al Señor sin resbalar otra vez, adquiere la confianza de sus hermanos; también la ofensa ocasionada por su pecado se olvida paulatinamente. Lo que conviene, en todo caso, será comprendido por el que es humilde.
En resumen, no conviene establecer reglas fijas. Hay que guiarnos por los principios expuestos en la Palabra de Dios. Desgraciadamente, si no conocemos la Palabra de Dios, entonces no estamos en condiciones para servir de vasos, no sólo limpios, sino útiles en la casa de Dios. Finalmente, tenemos la promesa fiel del Señor en el Salmo 25:9: “Encaminará a los humildes por el juicio, y enseñará a los mansos Su carrera”.
Contrastes entre Israel y la Iglesia: Parte 2
J. H. Smith
(continuación del número anterior)
El sacerdocio
En Israel el sumo sacerdote, o pontífice, era de la tribu de Leví, de los descendientes de Aarón. Fueron hechos sacerdotes “sin juramento”. Tenían que ofrecer sacrificios primero por sí mismos, luego por el pueblo, repitiéndolos a menudo. Servían conforme “a la ley de mandamiento carnal”. en la tierra. “Por la muerte no podían permanecer”. Siendo “hombres flacos” todos murieron.
Entrada a la presencia de Dios
En Israel nadie podía entrar en la presencia de Dios sino solamente el sumo sacerdote, y éste solamente una vez al año, no sin sangre ajena, la cual ofrecía por sí mismo, y por los pecados de ignorancia del pueblo (léase Hebreos 9:7). Ningún otro israelita tenía libertad para entrar en la presencia de Dios.
¡Qué contraste con el privilegio y la libertad de entrada que todo cristiano tiene! ¿Por qué? ¡Oh, porque “la sangre de Jesucristo” ha sido derramada! “Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el santuario por la sangre de Jesucristo, por el camino que Él nos consagró nuevo y vivo, por el velo, esto es, por Su carne” (Hebreos 10:19-20).
El sumo sacerdote
El de Israel era un hombre pecador; tenía que ofrecer sacrificio por sí mismo; y con el tiempo había de morir. En cambio, nuestro pontífice, Jesucristo, fue “santo, inocente, limpio, apartado de los pecadores, hecho más sublime que los cielos; que no tiene necesidad cada día, como los otros sacerdotes, de ofrecer primero sacrificios por sus pecados, y luego por los del pueblo; porque esto lo hizo una sola vez, ofreciéndose a Sí mismo. Porque la ley constituye sacerdote a hombres flacos; mas la palabra del juramento, después de la ley, constituye al Hijo, hecho perfecto para siempre” (Hebreos 7:26-28).
La muerte puso fin a la intercesión sacerdotal del pontífice en Israel; pero nuestro Pontífice resucitado de entre los muertos, no muere jamás; “por lo cual puede también salvar eternamente a los que por Él se allegan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos” (Hebreos 7:25).
El sacerdote en Israel desempeñó las funciones de su sacerdocio en la tierra; pero nosotros los cristianos “tenemos tal pontífice que se asentó a la diestra del trono de la Majestad en los cielos” (Hebreos 8:1).
Para la Iglesia el pontífice es el Hijo de Dios. Según la carne era del linaje de David de la tribu de Judá. Fue hecho sacerdote “con juramento”: “Juró el Señor, y no se arrepentirá: Tú eres sacerdote eternamente según el orden de Melchisedec”. Él es “santo, inocente, limpio, apartado de los pecadores”. No tuvo que ofrecer primero sacrificios por Sí mismo, porque jamás pecó de pensamiento, palabra u obra. Para los pecadores ofreció un “solo sacrificio para siempre”, cuando se ofreció “a Sí mismo”. Sirve cual sumo sacerdote “a la diestra del trono de la Majestad en los cielos”, y “según la virtud de vida indisoluble”. No muere jamás. “Por lo cual puede también salvar eternamente a los que por Él se allegan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos”. (Léanse Hebreos capítulos 7, 8, 9 y 10).
En gloria se sienta a la diestra del gran Dios,
Jesús, nuestro sumo Pontífice en paz,
Alzando Sus manos allí por nosotros
En real simpatía y amor que es tenaz;
Cual sumo sacerdote es potente—
Ya que en la cruz redención consumó—
Para mandar socorro fielmente,
Las misericordias que Él por nos logró.
(Himno 751 del “Himnario Mensajes del Amor de Dios”)
(seguirá, Dios mediante)
Las aves: Criaturas milagrosas: Sus plumas
Fred John Meldau
(continuación del número anterior)
Cada pluma es una maravilla de la mecánica. El cañón es fuerte, ligero, hueco, resistente, elástico y se ahusa con precisión geométrica hasta terminar en una punta fina.
Se ve el milagro de las plumas de un ave en otro aspecto: “Las plumas, el rasgo más distintivo y notable del ave, son adaptadas magníficamente para batir el aire, para aislamiento contra el tiempo, y para peso mínimo. Se afirma que —en relación a su peso— son más fuertes que cualquier estructura de ala inventada por el hombre ... Cuando un ave aterriza o levanta el vuelo, sus fuertes aletadas hacen apartarse las extremidades de las plumas primarias grandes, formando así las ranuras que ayudan a evitar el desplome. Es de notar que el hombre aprendió tan lentamente los principios fundamentales del diseño aerodinámico que aun el simple gorrión demuestra a perfección”.
(Traducido e impreso con permiso, de WHY WE BELIEVE IN CREATION, NOT IN EVOLUTION [POR QUÉ CREEMOS EN LA CREACIÓN, NO EN LA EVOLUCIÓN], por Fred John Meldau, páginas 153-154).
La institución del matrimonio (Parte 20): Una relación nueva
Paul Wilson
(continuación del número anterior)
Con la llegada al hogar de un precioso hijito viene un nuevo vínculo. La pareja joven ya no se ocupa solamente de sí mismos; ahora son padre y madre de una criatura. Se ha efectuado en el hogar un gran cambio. Con el nacimiento del primogénito se formó un círculo enteramente nuevo de afectos. Es en verdad un tiempo de regocijo, y nos hace pensar en el regocijo que hay en el corazón de Dios cuando los pobres pecadores se vuelven a Él y con fe viva creen en el Señor Jesucristo, ya nacidos como hijos en la familia de Dios Padre.
Los padres jóvenes tienen ahora un objeto común para sus afectos. Para unir más sus corazones, no hay nada comparable al nacimiento de su primogénito. Ciertamente ellos amarán a todos y a cada uno de sus hijos que engendren después con el mismo amor de padre y de madre; pero el advenimiento del primogénito es lo que les abre un nuevo interés, despertando el afecto paterno y a la vez dando un sentimiento de responsabilidad. Cuando por primera vez la madre tiene en sus brazos a ese infante querido, su misma carne y sangre, siente los afectos de madre. El joven padre de la misma manera se siente verdaderamente un padre cuando con cariño tiene a su propio hijito o hijita en sus brazos.
Estos benditos afectos son de Dios; fue Él quien los puso en el corazón humano. No poseerlos sería en verdad evidenciar un vacío triste, y demostraría cuánto hemos embebido del espíritu malo de los “postreros días” cuando los hombres serán “sin afecto” natural, sea paterno o filial.
Es normal que los padres estén solícitos por sus hijos y que deseen darles buenas cosas. El Señor se refirió a esto cuando dijo: “Pues si vosotros siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos, dará buenas cosas a los que le piden?” (Mateo 7:11). Muchos padres deben recordar esto cuando buscan lo mejor para sus hijos.
Aunque hay padres que tienen poco de los bienes de este mundo, no obstante pueden mostrar afecto para con sus hijos, y el afecto puede verse y sentirse cuando tal vez no haya manera de dar regalos. No es el niño que tiene “todo lo que el corazón pueda desear” siempre el que es feliz; a menudo los niños más felices y contentos son aquellos que poseen pocos juguetes y otras cosas atractivas.
Los padres deben ser sabios en su afán amoroso de dar. El pensamiento y el interés en el bienestar y las actividades de sus hijos y regalitos pequeños que manifiestan su amor, significan más para los niños que el gasto de mucho dinero en baratijas, o en juguetes caros que se olvidarán mañana.
Hay dones también de valor inestimable, cosas que el dinero no puede comprar, que los padres cristianos pueden y deben darles: los tesoros de la sabiduría de la Palabra de Dios, el consejo sabio y la educación moral.
Los padres amorosos deben cuidar de no hacer un ídolo del heredero que Dios les ha dado. Algunas veces Dios se ha llevado con Él a un hijo amado cuando veía que los corazones de los padres estaban idolatrando al hijo.
El nuevo parentesco de primogénito podrá trascender a otros: probablemente estos padres jóvenes tengan padres y madres que por primera vez lleguen a ser abuelos y abuelas. El ser abuelitos tiene sus propios goces y compensaciones, porque ellos también tendrán la oportunidad de mostrar afecto a “los hijos de sus hijos”. Los abuelitos pueden ser una verdadera ayuda e influencia para bien, pero tal vez haya una tendencia mayor aun con ellos que con los padres, de echar a perder a los nietos por la demasiada indulgencia en su trato. Se necesitan la gracia y la sabiduría para ser buenos abuelitos.
(seguirá, Dios mediante)
Notas misceláneas: Número 153
Suyo para siempre
Todo aquel que sinceramente y de corazón cree en el Señor Jesucristo es hechura de Dios. Dios lo ha creado de nuevo en Cristo Jesús. Por lo tanto es cierto que no existe razón alguna para poner en tela de juicio su aceptación con Dios, ya que Dios no puede nunca desconocer Su propia obra. Él no desacreditó Su obra de la antigua creación, tampoco lo hará con Su nueva creación. Cuando Dios miró Su obra de la primera creación, no fue para juzgarla, sino para anunciar que era muy buena (léase Génesis 1:31). Asimismo, cuando ahora Dios mira al creyente más débil, ve en él Su propia hechura, y ciertísimamente no va a repudiar Su propia obra. Dios es como una roca, Su obra es perfecta, y el creyente es hechura de Dios; y por cuanto él es Su hechura, Dios le ha sellado con el Espíritu Santo.
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EXTRACTO: Haciendo las cosas que sabemos que son gratas al Señor, estamos cumpliendo con los mandamientos de Cristo.
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PUNTO: La medida del amor divino obrando en el alma se puede estimar por la medida de amor que mostramos para con el hermano más desagradable y pendenciero que conocemos.
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PUNTO: Sin el juzgarse a sí mismo, se interrumpe la comunión con Dios.
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PUNTO: Cada deseo del corazón del Señor Jesús tendrá la fuerza de un mandamiento para aquel cuyo corazón está tocado por el amor del mismo Señor.
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Una comprobación singular de la profecía
Un coronel del ejército de Turquía demandó del Dr. Cyrus Hamlin una evidencia de que la Biblia es la Palabra de Dios. Sabiendo que el oficial era un caballero que había viajado mucho, el Dr. Hamlin le preguntó, —¿Acaso ha visitado Ud. el sitio de la antigua Babel?
—Sí—, le contestó—, y le contaré un incidente curioso acerca de ese sitio. Abundan animales de caza y una vez contraté a algunos árabes para que me acompañasen a cazar allá por una semana. Me dejaron asombrado, porque antes de la puesta del sol el primer día insistieron en volverse. Protesté, pero sin resultado.
—Aquí hay peligro—, me dijeron. —Ninguno de nosotros se atreve a pasar la noche aquí, porque fantasmas saldrán de las cuevas y nos llevarán cautivos. ¡Ningún árabe se queda cuando anochece en Babel!
Enterado de eso, el Dr. Hamlin tomó su Biblia y leyó en Isaías 13:19,20: “Y Babilonia, hermosura de reinos ... será como Sodoma y Gomorra, a las que trastornó Dios. Nunca más será habitada, ni se morará en ella de generación en generación; ni hincará allí tienda el árabe”.
El coronel estaba asustado. —Ud. está leyendo historia.
—Sí—, le replicó el Dr. Hamlin—, pero esas palabras fueron escritas dos siglos antes de la destrucción de Babilonia.
“Yo anuncio nuevas cosas: antes que salgan a luz, Yo os las haré notorias” (Isaías 42:9).
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PUNTO: Satanás no puede permanecer de pie ante la Palabra pura de Dios.
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PUNTO: El orgullo es una cosa terrible, tanto que condujo a la caída de Satanás.
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PUNTO: El mundo es un sistema engañoso que Satanás ha introducido para hacer creer al hombre que es feliz sin Dios.
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PUNTO: Cuando la voluntad propia esté obrando, el pecado entra y echa a perder la comunión entre los creyentes.
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PUNTO: Todo creyente —aun el más joven— debe someterse a la voluntad de Dios.
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PUNTO: No hay doctrina falsa que no ataque, de una manera u otra, a la Persona de Cristo.
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PUNTO: Si juzgáramos lo que nuestros hermanos no ven, entonces no tendríamos que juzgar lo que ellos sí ven.
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EXTRACTO: La propiciación es ese aspecto de la muerte de Cristo que ha vindicado el carácter santo y justo de Dios, y Le da derecho de ser misericordioso con todo el mundo.
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EXTRACTO: La sangre de Cristo me ha quitado mis pecados; la muerte de Cristo me ha quitado a mí mismo; y la cruz de Cristo me ha separado del mundo. Si me junto con el mundo, estoy despreciando la cruz.
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PUNTO: El Espíritu de Dios toma de la Palabra de Dios y la aplica a los hijos de Dios según su necesidad en cada etapa de la jornada.
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EXTRACTO: Estamos inclinados a pensar que cierta medida de orgullo es necesario, pero en las Escrituras el orgullo es condenado. Si estamos andando en toda la dignidad verdadera de un hijo de Dios, no vamos a hacer caso del orgullo.
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PUNTO: La carne se opone al Espíritu; el mundo al Padre; y el diablo al Hijo. (Léase Gálatas 5:17; 1 Juan 2:16; Juan 13:2).
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“Gozo inefable”
El bondadoso Señor tuvo a bien visitarme ayer en mi soledad. Hoy, Su palabra, “para que vuestro gozo sea cumplido”, está profundizando en mi corazón. Él nos exhorta a gozo —a PLENO gozo—: “Estas cosas os he hablado, para que Mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido”. “Hasta ahora nada habéis pedido en Mi nombre: pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido”. “Hablo esto en el mundo, para que tengan Mi gozo cumplido en sí mismos” (1 Juan 1:4; Juan 15:11; 16:24; 17:13). ¡Que abramos nuestros corazones a esa influencia santificadora y procuremos experimentar “gozo inefable” (1 Pedro 1:8)! ¿No nos ha dado amplia seguridad de ello? ¿En Cristo no somos ya los propios hijos de Dios? Somos amados como lo es el Señor Jesús, el Hijo de Su amor eterno; Él piensa en nosotros de día y de noche, sin interrupción, y todos Sus pensamientos son siempre pensamientos de amor (véase Jeremías 29:11). Su ojo nos mira continuamente, como si no tuviera otra cosa con que ocuparse. Sus brazos poderosos nos rodean, protegiendo a cada uno de nosotros tan cuidadosamente como si fuéramos el único tesoro de Su corazón amante.
¡Oh mi alma! ¿no crees esto? Si no, ¿por qué dices que tienes fe, cuando no la practicas? Pero si lo crees, entonces créelo con una convicción que es más fuerte que la evidencia ocular (véase Hebreos 11:1).
(Extracto de una carta de Juan Dickie).
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PUNTO: Una de las primeras evidencias de la nueva naturaleza es la obediencia a la Palabra de Dios.
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PUNTO: Las cosas que estorbaron la comunión son aquellas de las tinieblas.
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PUNTO: Si no vemos a Cristo en las Escrituras es porque hemos perdido el significado principal de ellas.
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PUNTO: “Lot” es figura de un cristiano quien se ha metido en la mundanalidad. Lot no cambió el pensamiento de Sodoma, pero la gente de Sodoma cambió el de Lot.
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PUNTO: Si el mundo me aplaude y comprende, entonces hay algo defectuoso en mi profesión cristiana.
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PUNTO: Es una ofensa muy grave causar tropiezo a uno de los hijos de Dios.
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PUNTO: El sistema entero del mundo está bajo la dirección de Satanás, el dios y príncipe de este mundo.
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PUNTO: El Espíritu Santo morando dentro del creyente siempre presentará y ensalzará a la Persona de nuestro Señor Jesucristo.
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Núm. 153. — Para marzo y abril de 1975. —1 de enero de 1975. Palabras de Edificación, Exhortación y Consolación. — Publicación bimestral. — Oficinas editoriales y de impresión, Tipográfica Indígena, Domingo Diez 503-M, Cuernavaca, Mor., México. — Director, A. Farson A. — Reg. artículo 2a clase, 28 enero de 1963. — Consta de 32 Páginas. — Tiro 4000.