Es generalmente aceptado que el Libro de Josué consta de dos secciones. El primero, Josué 1-12, da el registro de la conquista de la tierra; el segundo, Josué 13-24, de la distribución de la tierra entre las tribus.
La primera sección comienza con una exhortación a poseer, y después de las palabras: “Y la tierra descansó de la guerra”, termina con la numeración de victorias. La segunda sección comienza con la palabra del Señor: “Todavía queda mucha tierra para poseer”, y termina con la advertencia de Josué al pueblo, y con el relato de su muerte. El primero es vigoroso con la energía divina. Es poder, fortaleza en el Señor y en el poder de Su poder; y los fallos registrados en él, son fallos en acción. El segundo es principalmente la inacción, y la inacción es en sí misma un fracaso, sin embargo, se encuentran ejemplos de celo por el Señor. Este ascenso y caída cuenta, en pocas palabras, la historia de cada época, en la que la responsabilidad de mantener su posición ha sido confiada al pueblo de Dios, quien, por desgracia, después de comenzar su curso lleno de celo, abnegación y espíritu de victoria, a menudo se ha hundido en un descanso prematuro; y, como consecuencia necesaria, se han vuelto indiferentes y mundanos.
Y si, en este estado de indiferencia, el espíritu de confianza en sí mismo gana un lugar, la restauración, si se efectúa, es realizada por Dios a través de la disciplina.
Que recibamos y seamos energizados por la saludable instrucción que contiene este Libro, porque sus enseñanzas están especialmente preparadas para nuestro lujoso día.