Un siglo de cambios en las constituciones y los gobiernos de las naciones desde que se pronunciaron estas conferencias no ha dejado obsoleta su utilidad. Porque su tema es la historia de una pequeña nación, elegida en la sabiduría y el propósito de Dios para traer a este mundo a Su único Hijo, su Salvador. Su primera venida ha establecido la gloria de Dios, quitando el pecado por el sacrificio de sí mismo, y en su segunda venida la justicia y la paz se mostrarán universalmente bajo su reinado benéfico.
Una nueva generación está en deuda con el autor de estas conferencias por el despliegue de “los grandes principios de la verdad divina que nos encuentran al sopesar la historia” (página 147), principios que dan comprensión de los propósitos misericordiosos de Dios, elevándose sobre el fracaso del hombre en todas las épocas. “El hombre es tan débil y errante como Dios es poderoso y bueno” (página 144). El beneficio para nuestras almas no está en espiritualizar lo que le sucedió a Israel, sino en el humilde estudio de su ejemplo, con lo que se escribió antes acerca de ellos “para nuestro aprendizaje, para que por medio de la paciencia y el consuelo de las Escrituras tengamos esperanza” (Romanos 15.4).
Que Dios conceda que estas Conferencias introductorias al estudio de los libros históricos anteriores puedan ser usadas nuevamente por el Espíritu de Dios para la gloria presente del Hijo en la edificación de Su Iglesia.
H.H.