Quinta Conferencia (Daniel 2) El Progreso Del Mal Sobre La Tierra

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Hemos hablado hasta aquí de la unión de Cristo y de la Iglesia, hecha semejante a Él; de la venida misma de Cristo, y de la resurrección de la Iglesia, por la que ella tiene parte en esta gloria de Cristo como coheredera.
El tema que nos ocupará esta tarde no está igualmente lleno de gozo y de felicidad, pero es necesario que conozcamos el testimonio que da Dios acerca del mal que hay en el hombre. Espero, queridos amigos, que la consecuencia será la de volvernos sinceramente serios. La contemplación del progreso del mal, y del juicio que este mal atraerá, tiene como efecto, de entrada, llevarnos a evitar este mal; luego, convencernos del poder de Dios, el único que lo puede eliminar. «Mirad que no desechéis al que habla», etc. (Heb. 12:25-2925See that ye refuse not him that speaketh. For if they escaped not who refused him that spake on earth, much more shall not we escape, if we turn away from him that speaketh from heaven: 26Whose voice then shook the earth: but now he hath promised, saying, Yet once more I shake not the earth only, but also heaven. 27And this word, Yet once more, signifieth the removing of those things that are shaken, as of things that are made, that those things which cannot be shaken may remain. 28Wherefore we receiving a kingdom which cannot be moved, let us have grace, whereby we may serve God acceptably with reverence and godly fear: 29For our God is a consuming fire. (Hebrews 12:25‑29)). Veamos pues el pensa­miento del apóstol acerca del gran cambio que tendrá lugar cuando sea destruido el poder del mal.
Lo que os quiero presentar esta tarde será para mostraros que, en lugar de esperar un progreso continuado del bien, tenemos que esperar, bien al contrario, un progreso del mal; y que la esperanza de que la tierra vaya a quedar llena del conocimiento del Señor antes que Él ejerza Su juicio y la consumación de este juicio sobre la tierra constituye una esperanza falsa.
Tenemos que esperar que el mal progrese, hasta que se vuelva tan flagrante que demande que el Señor lo juzgue.
Primero, os mostraré que el Nuevo Testamento nos presenta constantemente que el mal va creciendo hasta el fin, y que Satanás lo impulsará hasta que el Señor destruya su poder. En segundo lugar, trataré de exponeros el carácter que asumirá este mal, en cuanto a su forma externa, como poder secular. En otras palabras: lo que tengo que deciros puede quedar reducido a estos dos encabezamientos.
Primero: La apostasía que tiene lugar dentro de la misma cristiandad. Segundo: La formación, caída y ruina del poder mundano del anticristo, en el sentido de un poder visible.
La Parábola De La Cizaña
Comenzaré por Mateo 13:36, la parábola de la cizaña. Sabéis que nos presenta esta circunstancia: que mientras los hombres dormían, el enemigo sembró cizaña dentro del campo del padre de familia; y que, al preguntarle los siervos si tenían que arrancar la cizaña, les responde que no, que el trigo y la cizaña tienen que crecer juntos hasta la siega. Ésta es, entonces, la sentencia del Señor: que el mal que ha hecho Satanás dentro del campo donde ha estado sembrada la semilla buena de la Palabra permanece y madura hasta el fin. Se trata de una declaración explícita de que los esfuerzos de los cristianos no servirán de nada para quitar el mal, que permanecerá hasta el día del juicio. «Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega.»
«La siega» es el fin del siglo, esto es, de la actual dispensación.
Lo que está en acción actualmente en el reino de Dios es la gracia, no el juicio; no estamos para juzgar el mundo. Incluso si pudiéramos decir con certeza de alguien que es hijo de Satanás, por este mismo hecho quedaría fuera de nuestra jurisdicción. Tenemos que ver con la gracia; esto es, no puedo tocar el mal que Satanás ha producido, pero puedo actuar como instrumento de la gracia, por cuanto Dios nos permite sembrar buena semilla.
Así, la cizaña no son simplemente hombres malvados, o los paganos, por cuanto estos últimos no han estado sembrados entre el trigo. La cizaña es todo mal concreto sembrado por el enemigo después que Jesucristo ha sembrado la buena semilla. Lo que yo puedo llamar herejía, corrupción de la verdad, quedará entonces hasta la siega; el mal que Satanás ha producido mediante la religión corrom­pida se mantendrá hasta el fin; todos nuestros esfuerzos tienen que tender no a la destrucción de la cizaña, sino a recoger a los hijos de Dios, a reunir a los coherederos de Jesucristo.
Los Postreros Tiempos
1 Timoteo 4:1: «Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios, por la hipocresía de mentirosos ... ».
No puede esperarse el progreso universal del Evangelio propiamente dicho. Podrá haber, y desde luego habrá lo necesario para la reunión de los miembros de la familia de Dios; pero lo que debemos esperar es lo que está encerrado en estas palabras como cuadro de los últimos tiempos: que «algunos apostatarán de la fe» (cp. 2 Pedro 2:1-3).
2 Timoteo 3:1-5: «Porque debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos ... ». ¿Debemos acaso atenernos a lo que nos digan los hombres? No, sino a lo que nos dice Dios. Observemos el lenguaje que emplea Jeremías con Hananías (Jer. 28:66Even the prophet Jeremiah said, Amen: the Lord do so: the Lord perform thy words which thou hast prophesied, to bring again the vessels of the Lord's house, and all that is carried away captive, from Babylon into this place. (Jeremiah 28:6) ss.). Se nos responderá que el conocimiento de Jehová llenará la tierra como las aguas cubren el fondo de la mar. Y yo creo que indudablemente el conocimiento de Jehová llenará la tierra, pero no es de esto de lo que estamos tratando aquí. La cuestión es ésta: ¿Cómo se cumplirá esto? Yo respondo que mediante los juicios de Dios. «Luego que hay juicios tuyos en la tierra, los moradores del mundo aprenden justicia.»
Volvamos a nuestro pasaje en 2 Timoteo: «Porque habrá hombres amadores de sí mismos ... » (3:2). No se trata de los paganos, sino de los cristianos, de los cristianos nominales; porque se dice de estos hombres «que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella.» Los caracteres que indica el apóstol como pertenecientes a los que profesan el cristianismo son los mismos que los de los paganos, tal como se les describe en el más bajo nivel de su envilecimiento al comienzo de la epístola a los Romanos, y en términos muy parecidos. Y se añade, acerca de estos hombres de los postreros días, que «irán de mal en peor».
Vemos la misma expectativa del mal en 2 Timoteo 4:1-4: «Te encarezco delante de Dios», etc.
Algo que debemos destacar es que la cizaña ya había estado sembrada en los tiempos de los mismos apóstoles, lo que es cosa buena para nosotros. Si tal cosa hubiera venido con posterioridad, no tendría­mos el testimonio de la Palabra a este respecto para advertir­nos, para dirigirnos cuando llegaran estos aconteci­mientos peligrosos, y para comunicarnos la perfecta luz de Dios acerca de este estado de cosas.
1 Pedro 4:17: «Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios.» Comparemos estas palabras con Hechos 20:28-31: «Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre. Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño. Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos.» Éste estado de cosas comenzó ya en vida de los apóstoles.
1 Juan 2:18. Vemos por este pasaje que «el último tiempo» no significa el tiempo de Jesús, sino el tiempo del anticristo. Ha habido precursores del anticristo. Lo que caracteriza a los últimos tiempos no es el Evangelio extendido por toda la tierra, sino la presencia del anticristo.
La Apostasía
Judas. Esta epístola es propiamente un tratado sobre la apostasía, y encontramos en el versículo 4 una sucinta descripción de su carácter. El apóstol anuncia que encuentra necesario exhortar a los creyentes a que contiendan por lo que ya habían recibido; que entre ellos se deslizaban, ya entonces, gentes que propiciaban la apostasía; y que ello debía proseguir hasta el juicio de Jesucristo; porque vemos que después de haber descrito su carácter con mayor detalle, añade, en el v. 15, que es esta misma clase la que será objeto del juicio del Señor cuando Él regrese; esto es, que el mal, que se ha manifestado en la Iglesia desde el principio, tiene que persistir hasta la venida de Cristo. En el v. 11 tenemos las tres clases de apostasía, y a los hombres caracteri­zados por su espíritu: la apostasía natural, la apostasía eclesiás­tica, y la rebelión abierta, sobre la que caerá el juicio. Tenemos en primer lugar el carácter de Caín: la apostasía de la naturaleza, odio, injusticia; en segundo lugar, el carácter de Balaam: enseñar el mal por recompensa; se trata de una apostasía eclesiás­tica; y en tercer lugar, el carácter de Coré, esto es, de aquel que se levanta contra los derechos del sacerdocio y de la realeza, la realeza de Cristo en los tipos de Moisés y Aarón.
¡Ay! Lo que reunirá al mundo no será el Evangelio, sino el mal. «Y vi salir de boca del dragón, y de la boca de la bestia, y de la boca del falso profeta, tres espíritus inmundos ... », etc. (Ap 16:13,14). Se puede discutir para decidir a quién se aplican los rasgos de estos tres espíritus inmundos, pero desde luego que no es al Evangelio, sino al mal.
Pero se nos dirá que se ve la desaparición del poder de la cristiandad corrompida por medio del juicio, y se pretende que la destrucción de su influencia dará lugar al Evangelio. Pero el Espíritu dice: «Y los diez cuernos [reyes] que viste en la bestia [el Imperio Romano], éstos aborrecerán a la ramera [el poder eclesiástico], y la dejarán desolada y desnuda; y devorarán sus carnes, y la quemarán con fuego; porque Dios ha puesto en sus corazones ejecutar lo que él quiso: ponerse de acuerdo, y dar su reino a la bestia, hasta que se cumplan las palabras de Dios» (Ap 17:16,17). Esto es lo que los cristianos desearían: la destrucción de la influencia de la ramera sobre el mundo. Pero, ¿acaso si se destruyera su poder exterior, pasarían los reinos a ser reinos de Jesucristo? Al contrario, los reyes darán su poder a la bestia. La gran ramera ha dominado por mucho tiempo a la bestia. Al final le serán arrebatados su dominio y riquezas, pero sólo para que los diez cuernos den su poder a la bestia, a fin de que se disipe toda incertidumbre, y para que su voluntad y carácter blasfemos se manifiesten totalmente en su última apostasía. Y el poder de la corrupción y de la seducción dará paso al poder de la rebelión abierta contra Dios.
2 Tesalonicenses 2:3-12: «No vendrá [este día del Señor] sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición, el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios».
En el pasaje citado tenemos lo que tiene que llegar antes que venga el día del Señor. Y tenemos que tomar las cosas tal como nos las dice la palabra de Dios. Los cristianos, habiendo visto en las Escrituras la promesa de que la tierra ha de ser llena del conocimiento de Jehová, han dicho: «Bien, pues la llenaremos de este conocimiento». Pero en las Escrituras este logro se atribuye a la gloria de Cristo.
El aliento de Su boca, mediante el que el Señor destruirá al hombre de pecado, no es el Evangelio, sino la fuerza y el poder de Cristo en juicio. Véase Isaías 11:4: «Con el espíritu de sus labios matará al impío»; Isaías 30:33: «El soplo de Jehová» enciende el juicio.
Veremos que este anticristo reunirá los caracteres de maldad que han aparecido desde el comienzo. En primer lugar, el hombre en Edén quiso hacer su propia voluntad; en segundo lugar, quiso exaltarse como Dios; en tercer lugar, se puso bajo el dominio de Satanás. Ahora bien, estas son las tres cosas que veremos aparecer en el anticristo: toda la energía humana exaltándose contra Dios. Esto es lo que sucederá al final bajo la última forma del Imperio Romano, o la cuarta bestia. Es el fruto madurado del corazón humano, que es en sí mismo un anticristo.
La Cuarta Bestia
Sabéis que han existido tres bestias sucesivas: el imperio de Babilonia; luego el imperio de Persia; a continuación el imperio de Grecia, o especialmente el de Alejandro, y que el cuarto es el Imperio Romano. Pero este último tiene un carácter totalmente peculiar.
Sabéis que al comienzo, o más bien antes del comienzo de estas cuatro monarquías, el trono de Dios sobre la tierra estaba en Jerusalén. El Señor manifestaba Su presencia por encima del arca donde estaba Su ley, en Su templo, de manera sensible. Pero al comienzo del período actual, que es el de los gentiles, el trono del Señor fue quitado de Jerusalén. Veréis esto descrito bien claramente en los capítulos 1-11 del profeta Ezequiel. La gloria del Señor que había visto el profeta junto al río Quebar, en el primer capítulo, la ve salir de Jerusalén en el undécimo; de la casa, 10:18,19; y de la ciudad, 11:23. Es un hecho destacable que la gloria del Señor haya abandonado Su trono terrenal. Además, al mismo tiempo este poder terreno fue transferido de Jerusalén a los gentiles (el gobierno de los hombres). Esto es lo que vemos en Daniel 2:26-3826The king answered and said to Daniel, whose name was Belteshazzar, Art thou able to make known unto me the dream which I have seen, and the interpretation thereof? 27Daniel answered in the presence of the king, and said, The secret which the king hath demanded cannot the wise men, the astrologers, the magicians, the soothsayers, show unto the king; 28But there is a God in heaven that revealeth secrets, and maketh known to the king Nebuchadnezzar what shall be in the latter days. Thy dream, and the visions of thy head upon thy bed, are these; 29As for thee, O king, thy thoughts came into thy mind upon thy bed, what should come to pass hereafter: and he that revealeth secrets maketh known to thee what shall come to pass. 30But as for me, this secret is not revealed to me for any wisdom that I have more than any living, but for their sakes that shall make known the interpretation to the king, and that thou mightest know the thoughts of thy heart. 31Thou, O king, sawest, and behold a great image. This great image, whose brightness was excellent, stood before thee; and the form thereof was terrible. 32This image's head was of fine gold, his breast and his arms of silver, his belly and his thighs of brass, 33His legs of iron, his feet part of iron and part of clay. 34Thou sawest till that a stone was cut out without hands, which smote the image upon his feet that were of iron and clay, and brake them to pieces. 35Then was the iron, the clay, the brass, the silver, and the gold, broken to pieces together, and became like the chaff of the summer threshingfloors; and the wind carried them away, that no place was found for them: and the stone that smote the image became a great mountain, and filled the whole earth. 36This is the dream; and we will tell the interpretation thereof before the king. 37Thou, O king, art a king of kings: for the God of heaven hath given thee a kingdom, power, and strength, and glory. 38And wheresoever the children of men dwell, the beasts of the field and the fowls of the heaven hath he given into thine hand, and hath made thee ruler over them all. Thou art this head of gold. (Daniel 2:26‑38): «Éste es el sueño; también la interpretación de él diremos en presencia del rey. Tú, oh rey, eres rey de reyes; porque el Dios del cielo te ha dado reino, poder, fuerza y majestad ... ».
Veréis que por la destrucción del último rey de los judíos, el dominio humano pasó a los gentiles en persona de Nabucodonosor. Este rey comenzó estableciendo una falsa religión por la fuerza; hizo una estatua para que todo el mundo la adorara, y se enorgulleció; es por esto que se volvió como una bestia durante siete años. Es decir, que en lugar de comportarse como hombre, humilde delante de Dios, como delante de Aquel que le había dado el poder, por un lado se exaltó a sí mismo, y por otro se dedicó a devastar el mundo para satisfacer su voluntad.
Dejando de momento a un lado las monarquías segunda y tercera, que de momento no tienen una importancia tan directa, y siguiendo el carácter de la cuarta, descubriremos algunos rasgos dignos de atención. Los judíos se encuentran en cautiverio desde los tiempos de Nabucodonosor hasta el día de hoy. Es cierto que hubo un regreso de este pueblo del cautiverio, pero sin que cesara de estar bajo el poder de los gentiles; y desde luego el trono de Dios no fue restaurado. Y si Dios permitió que los judíos regre­saran temporalmente a su país, ello se debe a que quiso que Su Hijo apareciera al principio de la cuarta monarquía. Y, en efecto, es precisamente en el momento en el que la cuarta monarquía, bajo su forma imperial, se había convertido en el poder mundial, que les fue presentado el Hijo de Dios, el legítimo Rey de los Judíos y de los gentiles. ¿Y qué es lo que ellos hicieron? Lo crucificaron. Los principales sacerdotes, que eran los representantes de la religión terrenal dada por Dios, y Poncio Pilato, el representante del poder terrenal, se unieron para rechazar y dar muerte al Hijo de Dios. Así tenemos a la cuarta monarquía culpable de rechazar los derechos del Mesías. Los judíos, como veremos de manera detallada en una posterior conferencia, son echados a un lado, y es entonces que tiene lugar el llamamiento de la Iglesia para los lugares celestiales. Pero por lo que respecta al estado de la Iglesia sobre la tierra, la hemos visto alterada por la semilla del Maligno, y por la apostasía que resulta de la misma; hemos visto a continuación que la corrupción de la cristiandad dará lugar a una rebelión más abierta y pronunciada, la de la misma bestia: esto es, de esta misma cuarta monarquía, bajo una forma nueva y última que está todavía por venir. Esto es lo que dará lugar a su juicio (Dn 7:9-11,13,14). «Estuve mirando hasta que fueron puestos tronos, y se sentó un Anciano de días, cuyo vestido era blanco como la nieve, y el pelo de su cabeza como lana limpia; su trono era llama de fuego, y las ruedas del mismo, fuego ardiente. Un río de fuego procedía y salía de delante de él; millares de millares le servían, y millones de millones asistían delante de él; el Juez se sentó, y los libros fueron abiertos. Yo entonces miraba a causa del sonido de las grandes palabras que hablaba el cuerno; miraba hasta que mataron a la bestia, y su cuerpo fue destrozado y entregado para ser quemado en el fuego.» Versículos 13 y 14: «Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él. Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido.»
Aquí tenemos, pues, el reino dado al Hijo del hombre una vez que la cuarta bestia sea destruida. Sin embargo, este juicio y esta destrucción de la cuarta monarquía no han llegado todavía. Como prueba citaré Daniel 2:34,3534Thou sawest till that a stone was cut out without hands, which smote the image upon his feet that were of iron and clay, and brake them to pieces. 35Then was the iron, the clay, the brass, the silver, and the gold, broken to pieces together, and became like the chaff of the summer threshingfloors; and the wind carried them away, that no place was found for them: and the stone that smote the image became a great mountain, and filled the whole earth. (Daniel 2:34‑35): «Estabas mirando, hasta que una piedra fue cortada, no con mano, e hirió a la imagen en sus pies de hierro y de barro cocido, y los desmenuzó. Entonces fueron desmenu­zados también el hierro, el barro cocido, el bronce, la plata y el oro, y fueron como tamo de las eras de verano, y se los llevó el viento sin que de ellos quedara rastro alguno. Mas la piedra que hirió a la imagen fue hecha un gran monte que llenó toda la tierra.» Esto es, que antes que la piedra cortada no por mano se extienda y llene toda la tierra, destruye por completo a la estatua; oro, plata, bronce, hierro y tierra son barridas como el tamo por el viento. Desde luego, esto no está cumplido en absoluto. Con la acción de la piedra lo que se consigue no es un cambio de carácter de la estatua; se trata de un golpe, de un golpe repentino; es un golpe que quebranta, que destruye, y que no deja ni rastros de la existencia de la imagen, tal como lo dice aquí: «Sin que de ellos quedara rastro alguno.» El Imperio Romano, los pies, y, junto con los pies, todo el resto, desaparece. Con este solo golpe queda todo pul­verizado, destruido, aniquilado, y, después de este juicio, la piedra que golpea la imagen llega a ser un monte que llena toda la tierra.
Queridos amigos, ¿acaso el cristianismo golpeó la cuarta monarquía cuando comenzó a extenderse? Al contrario, el Imperio Romano siguió existiendo, y llegó a cristianizarse; además, los pies de la estatua no existían en este tiempo. El acto de destrucción señalado mediante la caída de la piedrecita contra los pies de la imagen no representa en absoluto la gracia del Evangelio, ni tiene relación alguna con la obra que efectúa el Evangelio. Además, no es hasta después de la destrucción total de la estatua que comienza a crecer la piedra, es decir, que el conocimiento de la gloria del Señor, que tiene que llenar toda la tierra, no comenzará a extenderse hasta después que la cuarta bestia sea juzgada y destruida.
Queda una dificultad que se puede presentar en la historia de esta bestia. Se puede alegar que el Imperio Romano no existe en la actualidad. Pero esto es una prueba adicional de lo que estamos diciendo. Apocalipsis 17:7,8: «La bestia que has visto, era, y no es», esto es, que el Imperio Romano dejó de existir en tanto que imperio; pero, ¿qué sigue de ello? Que «está para subir del abismo e ir a perdición; y los moradores de la tierra, aquellos cuyos nombres no están escritos desde la fundación del mundo en el libro de la vida, se asombrarán». La bestia existía; luego deja de existir; luego saldrá del abismo. Tendrá un carácter propiamente diabólico, siendo la expresión del poder de Satanás.
Así, lo que aprendemos de manera general acerca del carácter de esta bestia es que, (1) desde su inicio el Imperio Romano ha sido culpable del rechaza­miento de Jesús como Rey de la tierra; (2) que posteriormente, en el seno de esta cuarta monar­quía, aparece un cuerno pequeño que habla grandes cosas; y, finalmente, (3) que esta cuarta bestia, después de haber dejado de existir durante un tiempo, saldrá del abismo para existir una vez más, y ser luego destruida, a causa de las grandes palabras proferidas por el cuerno pequeño. Esto se relaciona con 2 Tesalonicenses 2:9, en cuanto a la venida del hombre de pecado, que es «por obra de Satanás, con gran poder y señales y prodigios mentirosos». La destrucción de este hombre se encuentra en el versículo 8.
Hay aún otra descripción de la última cabeza de la bestia (véase Ap 17:11), que es la bestia misma.
El Anticristo
Daniel 11:3636And the king shall do according to his will; and he shall exalt himself, and magnify himself above every god, and shall speak marvellous things against the God of gods, and shall prosper till the indignation be accomplished: for that that is determined shall be done. (Daniel 11:36), etc. La relación entre este pasaje y 2 Tesalonicenses 2:9 está reconocida. Vemos en ambos pasajes la misma exaltación de sí mismo contra Dios. Esta última epístola añade el poder de Satanás, por cuanto el Inicuo es presentado en su carácter de apostasía e iniquidad, mientras que en Daniel 9 aparece en su carácter terrenal y regio. En cuanto al tercer carácter de iniquidad que hemos observado, aparece con claridad la voluntad humana: «El rey hará su voluntad.»
Deseo observaros también lo que está descrito en Juan 5:43. La nación judía recibirá a aquel que vendrá en su propio nombre. Vemos pues como la iniquidad del corazón humano llega a su punto culminante bajo la última cabeza de la cuarta monarquía.
En Isaías 14:13-15 tenemos la descripción del mismo bajo el título de rey de Babilonia: «Tú que decías ... ». Son precisamente todos los privilegios y todos los derechos de Cristo los que este rey se atribuye a sí mismo. «Subiré al cielo»; esto es lo que hizo Cristo. «En lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono»; el trono de Cristo está por encima de las potestades. «El monte del testi­monio ... a los lados del norte» es el palacio del gran rey, el rey de Israel en Jerusalén. «Sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo.» Cristo ha de venir con las nubes; él es la imagen del Dios invisible. «Mas tú derribado eres hasta el Seol, a los lados del abismo.»
El Progreso Del Mal No Impide La Presentación Del Evangelio
Esta tarde me temo que he herido muchas ideas queridas, queridas para los hijos de Dios; me refiero a la esperanza de que el evangelio se vaya a expandir por toda la tierra durante la actual dispensación. Era precisamente la tarea de la Iglesia de Cristo pro­clamar por todas partes la gloria de Cristo; pero en realidad, si nos expresamos en conformidad a la Palabra, veremos en acción todo lo que es eficaz y poderoso en el mundo, pero sin tener a Dios en cuenta. Se exhibirán de una manera asombrosa todos los medios humanos, todas las facultades, y todos los talentos y conocimientos del hombre. Todo lo que pueda seducir el corazón y dominar el espíritu, todo lo que exista de recursos dentro del carácter y naturaleza del hombre, pero sin con­ciencia alguna, asombrará al mundo, y lo atraerá tras las huellas del anticristo, haciéndole reconocer a la bestia, porque la tendencia natural del hombre es la autoglorificación, exaltarse contra Dios, y no el servicio a Cristo, ni humillarse bajo Él. «Todo el que se exaltare, será humillado.»
Pero se nos dirá que esto significa desalentar todas las empresas que pudieramos mover para la propagación del Evangelio sobre la tierra, si todo lo que van a conseguir es este resultado. Pero la verdad es que si se conciben falsas esperanzas, ya estamos engañados. En efecto, si se esperan grandes cosas, no es muy alentador ver todas las esperanzas frustradas. Es bien cierto que esta perspectiva del progreso del mal parece ofrecer bien poco aliento para nuestros esfuerzos: pero esto se debe a que nuestras esperanzas se han basado en nuestras propias ideas. Sin embargo, el verdadero efecto de estas perspectivas es exactamente el contrario. ¿Acaso el hecho de que Dios le dijera a Noé que iba a destruir el mundo, y de que Noé estuviera totalmente convencido de la inminencia del juicio de Dios, le impidió predicar a sus contemporáneos? Bien al contrario, esto es lo que le impulsó a ganar a aquellos que tuvieran oídos para oír. La convicción de que el falso cristianismo se mostrará más y más refinado y corrompido en el mundo debería dar aún más energía y acción para el amor de aquel que cree; y la proximidad de los juicios de Dios, en lugar de paralizar nuestros esfuerzos, nos impulsará con tanta más fuerza, más energía, más fidelidad, para presentar el Evangelio, que es el único medio para evitar a los hombres los justos juicios que les amenazan.
Cuando digo que la cizaña continuará creciendo, en lugar de disminuir, ¿digo acaso con ello que no pueda aumentar también el trigo? Naturalmente que sí puede aumentar. Si el mal ha de empeorar con vistas al juicio, Dios da al mismo tiempo eficacia al testimonio que debe separar el bien. Creo que siempre es así como procede Dios. Si viéramos la conversión de tres mil almas en Ginebra en un solo día, habría quien diría: Llega el milenio; el Evangelio va a extenderse por toda la tierra. Bueno, pues puede que al año siguiente no haya más de trescientos convertidos. ¿Qué es lo que demostró la conversión de miles de personas en Jerusalén, sino que Dios iba a juzgar aquella ciudad, y que de aquella generación perversa sacó a los que debían ser salvos? Todas las veces que veamos crecer el mal, y a Dios actuando para apartar a los que creen, se trata sólo de una señal de que el juicio de Dios está cercano. No se puede negar: Dios actúa de manera patente en nuestros tiempos, y debemos darle gracias de todo corazón; y esto me demuestra tanto más que se acerca el momento en el que Dios arrebatará a los suyos del mundo.
Hay dos señales de inminencia del juicio: Una es que el mal aumenta, que la impiedad crece, que todos los recursos del hombre se desarrollan de una manera maravillosa; la otra, que los cristianos se retiran de este estado de cosas. En todo caso, nada hay que nos impida trabajar en la obra de Dios. Veo que se hace el bien, que se extiende y profundiza, y que Dios separa a Sus hijos del mal; por otra parte, veo como todos los principios del Maligno se desarrollan de manera clara; veo en la palabra de Dios una declaración expresa de que la actual dispensación llegará a su fin, y que el mal llegará a su culminación, hasta que el Inicuo sea destruido por la venida de Cristo.
Romanos 11:22. Aquí tenemos, para concluir, la advertencia que nos da el Señor: «Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios; la severidad ciertamente para con los que cayeron, pero la bondad para contigo, si permaneces en esta bondad; pues de otra manera tú también serás cortado.»
¿Se ha mantenido la Iglesia en esta bondad de Dios? La Cristiandad está totalmente corrompida, los gentiles se han mostrado infieles a las dispensaciones de Dios en favor de ellos. ¿Puede la dispensación gentil ser restaurada? No, es imposible. Así como la dispensación judía fue cortada, también lo será la dispensación cristiana. ¡Que Dios nos dé la gracia de mantenernos firmes en nuestra esperanza y de apoyarnos en Su fidelidad, que jamás fallará!