Romanos 3:1-24

Romans 3:1‑24
C. Stanley
(continuado del número anterior)
El Judío tenía grande ventaja en todos sentidos. Tenía los oráculos de Dios; también tú. ¡Qué ventaja poseer la Palabra inspirada de Dios! Les habían sido confiados los oráculos de Dios.
Versículo 3. Vamos a notar aquí cuan admirablemente es introducida la fe otra vez. La justicia de Dios siempre ha sido sobre el principio de la fe. “¿Pues qué si algunos de ellos han sido incrédulos? ¿la incredulidad de ellos habrá hecho vana la verdad de Dios?” Aunque la mayor parte de la nación no había creído, sin embargo su incredulidad y su injusticia no había cambiado a Dios. Él permanecía lo mismo; Él permanece fiel a los inmutables principios del bien y del mal; de otra manera ¿cómo juzgará Él al mundo? Al hacer a un lado la ley como un medio de adquirir justicia, esto podría pervertirse, como algunos lo hicieron y afirmaron que el apóstol enseñaba que podríamos de esa manera hacer el mal y que vendría el bien. Esto es condenado fuertemente, el juicio de Dios habiendo sido mantenido en el juicio de todos los malhechores. El apóstol ahora apela a las mismas escrituras de los Judíos y de ellas prueba que todos somos culpables: “Como está escrito: No hay justo, ni aun uno; no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios”.
Versículo 19. No podemos negar que estas palabras fueron escritas a aquellos que están bajo la ley. Qué descripción tan terrible del hombre bajo la ley. Toda boca es tapada, y todo el mundo es culpable delante de Dios. Sí, notemos, esto no es como el hombre aparece delante de sus compañeros los hombres, sino lo que él es delante de Dios. Y si todos bajo la ley, y todos los que no están bajo la ley, son culpables, ¿qué puede hacer la ley por el culpable? Su misma perfección como una regla perfecta para el hombre, puede solamente condenar al infractor de la ley. Si un hombre tiene pesas falsas en su taller ¿qué podría hacer el examen de las pesas establecidas sino condenarle? Las pesas establecidas le demostrarían cuanto le faltaba; pero si le faltaba, esto demostraría que no eran pesas justas. La ley hizo esto exactamente, “Porque por la ley es el conocimiento del pecado”. Desde entonces todos son culpables, es evidente: “Porque por las obras de la ley ninguna carne se justificará DELANTE DE ÉL”.
Versículo 21. El hombre de esta manera es hecho a un lado y todos sus esfuerzos y pretensiones de justificarse por las obras de la ley. “Mas ahora, sin la ley, la justicia de Dios se ha manifestado, testificada por la ley y por los profetas”. Esto es enteramente nuevo y diferente de todo lo que es del hombre. No es la justicia del hombre, porque él no tiene ninguna. ¡Qué realidad, que en todo este mundo no se halló ni uno justo! No hay ni aun uno. Es la justicia de Dios enteramente y aparte de la ley, lo que Dios es en Sí Mismo, y lo que Él es para el hombre. Dios no podía ser justo en justificar al hombre por la ley, porque la ley podía únicamente condenar al hombre. El hombre era culpable. Dios era ciertamente siempre justo en Sus tratos con el hombre —perfectamente consistente con Su misma gloria—. Pero esto es ahora manifestado aparte de la ley, aunque testificado por la ley y los profetas. Esta, entonces, es la revelación, “La justicia de Dios, por la fe de Jesucristo, para todos los que creen en Él; porque no hay diferencia; por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:22-2322Even the righteousness of God which is by faith of Jesus Christ unto all and upon all them that believe: for there is no difference: 23For all have sinned, and come short of the glory of God; (Romans 3:22‑23)).
¡Cuán claramente la fe de Jesucristo ahora toma el lugar de la ley, y esto para todos, tanto judíos como gentiles! La justicia de Dios, entonces, es lo que Él es en Sí Mismo, y lo que Él es para nosotros. Es aparte de la ley; porque no había ni podría haber ninguna ley o mandamiento a Dios. Todo es absolutamente de Dios. Él amó de tal manera; Él dio de tal manera a Su amado Hijo para que, por medio de Su sacrificio sobre la cruz, Él pudiese ser eternamente justo en justificarnos, o tenernos por justos.
Versículo 24. “Siendo justificados gratuitamente por Su gracia”. Sí, contados como justos, gratuitamente, sin nada de nuestra parte, solamente creer en Él —y aun la fe es el don de Dios— es por Su favor gratuito, por gracia. Pero ¿cómo es Dios justo en justificarnos gratuitamente por Su favor gratuito “por la redención que es en Cristo Jesús”? No meramente (bendita como lo es) justificados de todo cargo de pecados; no meramente abrigados del juicio, como Israel en Egipto, por la sangre del Cordero; sino redimidos, completamente rescatados —redención por medio de Su sangre preciosa.
Bueno, podrá decir, eso es muy bendecido todo, pero ¿cómo voy a saber que yo tengo parte en ello? ¿Cómo voy a estar seguro de que se me aplica a mí?
Bueno, como Dios es justo en justificarnos gratuitamente, por la redención que es en Jesucristo, vamos a investigar lo que es la redención, y cómo podrás saber que es para ti y que se aplica a ti. ¿Qué es la redención? La emancipación, o redención de todos los esclavos en las Indias Occidentales, hace algunos años, ilustrará lo que es la redención. Una suma grande fue dada, votada por el gobierno inglés por la redención completa de los esclavos. Fueron ellos, por decirlo así, redimidos para siempre —para siempre emancipados, rescatados de la miserable esclavitud.
Ahora, cuando la proclamación, o buenas nuevas de su redención llegó a las Indias Occidentales, cómo iban ellos a saber que se aplicaba a ellos? Supongamos que un esclavo anciano, con muchas cicatrices del látigo y de la cadena sobre él, hubiese preguntado en las palabras siguientes: “Sí, y no tengo ninguna duda de que tantos millones han sido pagados, no tengo ninguna duda de que la proclamación de redención, emancipación, y rescate eterno es bueno y glorioso pero cómo voy yo a saber que se aplica esto a mí?” ¿Qué le hubiera dicho Ud. “¿Cómo? ¿no eres tú esclavo? ¿no son esas cicatrices una prueba de ello? ¿No naciste tú un esclavo? Si tú fueses un hombre libre, esto no se aplicaría a ti, pero como tú eres un esclavo, debe aplicarse a ti; la proclamación es para ti. Al creer la proclamación en este momento tú estás, en justicia perfecta, libre para siempre”. ¿No le diría Ud. así?
(para continuarse, mediante la voluntad de Dios)