Romanos 4:24-25

Romans 4:24‑25
C. Stanley
(continuado del número anterior)
Pero podrá preguntarse: ¿No confían muchos todavía para la salvación de su alma en las promesas? ¿Qué diría Ud. si una esposa confiase en la promesa anterior de su esposo como una evidencia de que ella era su esposa? ¿No demostraría esto que ella estaba dudosa en cuanto si el matrimonio realmente se había efectuado o era válido; o, a decir lo menos, que ella no lo entendía? ¿No es algo así como esto cuando procuramos descansar en las promesas? Debe haber en nuestras mentes alguna duda o mal entendimiento acerca de estos dos hechos efectuados. Indudablemente hay muchas promesas preciosas en las cuales hacemos bien en confiar. ¡Pero esto no es ahora una promesa! La justicia es atribuida a nosotros, creyendo en Aquel que levantó a Jesús, Señor nuestro, de los muertos. Es atribuida: eso no es una promesa. No, si somos creyentes, la justicia de Dios está sobre nosotros. Somos contados como justos. Además, también, la resurrección de nuestro Señor no es ahora una cuestión de promesa. Dios le ha levantado de los muertos. Si no, no hay evangelio, y estamos aún en nuestros pecados. (Véase 1 Corintios 15:14-1714And if Christ be not risen, then is our preaching vain, and your faith is also vain. 15Yea, and we are found false witnesses of God; because we have testified of God that he raised up Christ: whom he raised not up, if so be that the dead rise not. 16For if the dead rise not, then is not Christ raised: 17And if Christ be not raised, your faith is vain; ye are yet in your sins. (1 Corinthians 15:14‑17)).
Vamos entonces a proseguir muy cuidadosamente aquí. Solamente fijémonos que hay un cambio en el lenguaje. No es ahora la visión propiciatoria de la muerte de Cristo, como en el capítulo 3:22-26. Allí, esa muerte ha glorificado primeramente a Dios. La sangre ante Él, Su justicia es sostenida, establecida en Su trono, el propiciatorio; y así de esta manera la misericordia hacia todo sin infringir en la justicia de Dios. Pero aquí (Romanos 4:24-2524But for us also, to whom it shall be imputed, if we believe on him that raised up Jesus our Lord from the dead; 25Who was delivered for our offences, and was raised again for our justification. (Romans 4:24‑25)), Cristo es el Sustituto de Su pueblo, respondiendo al segundo macho cabrío de la expiación. Los pecados de Israel eran trasladados a ese macho de cabrío —puestos sobre él y llevados lejos—. “Después tomará los dos machos de cabrío, y los presentará delante de Jehová a la puerta del tabernáculo del testimonio. Y echará suertes Aarón sobre los dos machos de cabrío; la una suerte por Jehová, y la otra suerte por Azazel. Y hará allegar Aarón el macho cabrío sobre el cual cayere la suerte por Jehová, y ofrecerálo en expiación. Mas el macho cabrío, sobre el cual cayere la suerte por Azazel, lo presentará vivo delante de Jehová, para hacer la reconciliación sobre él, para enviarlo a Azazel al desierto ... . Y cuando hubiere acabado de expiar el santuario, y el tabernáculo del testimonio y el altar, hará llegar el macho cabrío vivo: y pondrá Aarón ambas manos suyas sobre la cabeza del macho cabrío vivo, y confesará sobre él todas las iniquidades de los hijos de Israel, y todas sus rebeliones, y todos sus pecados, poniéndolos así sobre la cabeza del macho cabrío, y lo enviará al desierto por mano de un hombre destinado para esto. Y aquel macho cabrío llevará sobre sí todas las iniquidades de ellos a tierra inhabitada: y dejará ir el macho cabrío por el desierto” (Levítico 16:7-10,20-227And he shall take the two goats, and present them before the Lord at the door of the tabernacle of the congregation. 8And Aaron shall cast lots upon the two goats; one lot for the Lord, and the other lot for the scapegoat. 9And Aaron shall bring the goat upon which the Lord's lot fell, and offer him for a sin offering. 10But the goat, on which the lot fell to be the scapegoat, shall be presented alive before the Lord, to make an atonement with him, and to let him go for a scapegoat into the wilderness. (Leviticus 16:7‑10)
20And when he hath made an end of reconciling the holy place, and the tabernacle of the congregation, and the altar, he shall bring the live goat: 21And Aaron shall lay both his hands upon the head of the live goat, and confess over him all the iniquities of the children of Israel, and all their transgressions in all their sins, putting them upon the head of the goat, and shall send him away by the hand of a fit man into the wilderness: 22And the goat shall bear upon him all their iniquities unto a land not inhabited: and he shall let go the goat in the wilderness. (Leviticus 16:20‑22)
). Exactamente lo mismo sucede aquí: “Quien fué entregado por nuestras ofensas”. ¿Fue Él entregado por los pecados del mundo entero como Substituto, para quitarlos y llevarlos? Entonces claramente habrían sido llevados lejos; porque Dios ha aceptado al Substituto. Esto es cierto, porque le ha levantado de los muertos. Esto enseñaría el error fatal de la redención universal. De aquí la necesidad de fijarse cuidadosamente que estas palabras son limitadas claramente a los creyentes. “Si creemos” o “creyendo”. Abraham creyó a Dios, y le fue atribuido a él como justicia. Nosotros creemos a Dios de que “levantó de los muertos a Jesús Señor nuestro, el cual fué entregado por nuestros delitos, y resucitado para nuestra justificación”. El capítulo siguiente también demostrará que esto debe limitarse a los creyentes. “Justificados pues por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo”. Aplicar estas palabras, entonces, a todos, es destruir su efecto para todos, o enseñar lo que es falso en la faz de ello, que todos serán salvos.
Vamos, entonces, a tomar los hechos en su orden. Dios nos está hablando a nosotros aquí. ¿Podemos creer que Él levantó a Jesús de entre los muertos? Eso no fuera suficiente, los demonios saben que es así, y muchos hombres inconversos no dudan de eso. Pero note el siguiente hecho: “el cual fué entregado por nuestros delitos”. Si hubiera dicho por “nuestras rebeliones”, no hubiera incluido a los gentiles, los cuales no estaban bajo la ley; pero ésta es una palabra que toma todos nuestros pecados bajo la ley como transgresores, o pecadores sin la ley. Ahora ¿Ud. en verdad cree que Jesús fue entregado en manos de hombres crueles, si, clavado a la cruz, y allí, para llevar, y llevó, la ira de Dios, a causa de sus mismos pecados? Antes de que lea otra línea, le imploramos que conteste esta pregunta en la presencia de Dios. ¿Puede Ud. ver hacia atrás, y ver al Santo de Dios llevando sus pecados, tan real como si no hubiera otro por el cual Él llevara sus pecados en la cruz? ¡Oh, qué escena, y su substituto!
Y, si podemos usar la palabra, no sólo Su muerte hizo el infinito pago que la infinita justicia demandaba, sino que Él “fué resucitado para nuestra justificación”. Así Dios demostró Su aceptación de nuestro rescate —la muerte de nuestro substituto—; pero no pudiera más claramente haber demostrado nuestra eterna disculpa que haber levantado al Substituto para nuestra justificación. ¡Oh, qué maravilloso! Él fue levantado de entre los muertos para que, creyendo en Dios, fuéramos justamente considerados, contados justos delante de Dios; nuestros pecados tan realmente quitados, nunca mencionados a nosotros, como si nunca hubiéramos pecado —justificados, considerados justos delante de Dios nuestro Padre, y por Él.
Así es que tenemos más que promesa —todo es un hecho cumplido—. Todos nuestros pecados —porque eran todos futuros en aquel tiempo— han sido llevados por Jesús. “El cual fué entregado por nuestros delitos”. Dios le resucitó para nuestra justificación. Creyendo en Dios, somos justificados, considerados justos. Note, “resucitado para nuestra justificación”, no puede en ninguna manera significar porque éramos justificados; este pensamiento pone a la fe enteramente a un lado. Es evidentemente “para”, en el sentido de, por el propósito de nuestra justificación: esto es, cuando, por gracia, creemos. “Justificados pues por la fe” —siendo considerados justos por el principio de la fe— “tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” (Romanos 5:11Therefore being justified by faith, we have peace with God through our Lord Jesus Christ: (Romans 5:1)). Muchas almas están en perplejidad de si tendrán la verdadera fe —“justificados por la fe”—. Si separamos este verso del fin del capítulo anterior, nos ocupamos de la fe como algo abstracto; y verdaderamente hacemos de la fe eso que, de alguna manera, merece justificación, y muy pronto se hace una cuestión de examinar nuestros propios sentimientos. Y se puede decir, que ¿no creyeron muchos “en Su nombre, viendo las señales que hacía; mas el mismo Jesús no se confiaba a Sí mismo de ellos, porque Él conocía a todos”? (Juan 2:23-2423Now when he was in Jerusalem at the passover, in the feast day, many believed in his name, when they saw the miracles which he did. 24But Jesus did not commit himself unto them, because he knew all men, (John 2:23‑24)). Exactamente así pero ¿qué creían? No hay duda de que creían que era el Mesías, cuando veían las maravillas que hacía. Pero ese es un asunto muy diferente del que tenemos aquí nosotros. “Bueno”, Ud. dice, “yo estoy seguro de que quiero tener paz con Dios, pero no estoy seguro de tenerla”. ¿Cómo es esto? Ud. dice, “en parte porque me pregunto a mí mismo, ¿tengo ya la verdadera fe? Pero el hecho es, mis terribles pecados e iniquidades vienen delante de mí, y me oprimen, hasta que casi concluya que no tengo parte en Cristo. Mi conciencia también dice que todo es así”.
(para continuarse, Dios mediante)
Fija tus ojos en Cristo,
Su rostro sin velo al mirar,
Y las cosas terrestres se desharán
A su luz que siempre ha de brillar