Salmo 40:6-10: La perfección de la obediencia de Cristo

Psalm 40:6‑10
Seguramente has compartido la palabra de Dios con otros, ¿verdad? Ahora bien, ¿por qué lo hiciste? Sin lugar a dudas la pregunta suena algo rara, pues queremos agradar a Dios en todo lo que hacemos; pero muchas veces podemos tener en el fondo otro motivo. Por ejemplo, puede ser que comparta el evangelio para luego regresar a mis amigos creyentes y jactarme ante ellos de mi servicio a Dios. Él merece nuestro servicio pero también quiere que nuestros motivos sean puros. La Biblia trata sobre casos de la misma índole, como leemos en Salmo 51:16-17: “Porque no quieres sacrificio, que yo lo daría; no quieres holocausto. Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado no desprecias tú, oh Dios”.
Dios siempre busca la realidad en nuestras vidas y por eso no tiene interés en la mera forma de actos religiosos, puesto que podemos asistir a las reuniones bíblicas sin el menor deseo de obedecer a Dios. Las acciones pueden ser muy buenas y la verdad es que no queremos desanimar a nadie en su labor para el Señor; pero debemos reconocer que Dios también exige que el motivo del corazón sea bueno. El ejemplo perfecto de esto lo vemos en la vida de Cristo.
“Siervos, obedeced a vuestros amos terrenales con temor y temblor, con sencillez de vuestro corazón, como a Cristo” (Efesios 6:55Servants, be obedient to them that are your masters according to the flesh, with fear and trembling, in singleness of your heart, as unto Christ; (Ephesians 6:5)). En este versículo leemos una inflexión del verbo “obedecer” que aquí significa “escuchar atentamente”. Un siervo debe escuchar con atención a su amo, para estar seguro que en su servicio está obrando con cuidado y de tal forma que sea agradable a su patrón; pues no se trata simplemente de cumplir con una lista de quehaceres, sino que es imprescindible que de corazón quiera realizar los deseos de su amo. Cristo obró de esta manera en todo su andar cuando estuvo aquí en la tierra, pues en la encarnación vino para hacer la voluntad de Dios.
En el Salmo 40:66Sacrifice and offering thou didst not desire; mine ears hast thou opened: burnt offering and sin offering hast thou not required. (Psalm 40:6) leemos: “Has abierto mis oídos”; esto se refiere a Él cuando tomó un cuerpo a fin de realizar con perfección y pureza la voluntad de Su Padre: así nos ha dejado el ejemplo perfecto de un siervo que obra con corazón puro. El Salmo 40:88I delight to do thy will, O my God: yea, thy law is within my heart. (Psalm 40:8) dice: “El hacer Tu voluntad, Dios mío, me ha agradado; y Tu ley está en medio de mi corazón”. De manera que no fue un trabajo forzoso, sino un deleite el hacer la voluntad de Su Padre; jamás se quejó, ni siquiera en Su corazón, pues allí moraba la ley de Dios, esto es, las instrucciones para vivir la vida como a Dios le agrada.
En ningún otro podemos ver una vida de tanto honor para Dios el Padre. Aunque Dios el Hijo, Jesús, tomó forma de siervo y cumplió este oficio de una manera excelente y admirable, el hacer la voluntad de Su Padre en obediencia no era algo inconstante, sino en todo tiempo: “En el rollo del libro está escrito de mí” (Salmo 40:77Then said I, Lo, I come: in the volume of the book it is written of me, (Psalm 40:7)). En aquella época, los libros que se utilizaban eran rollos que podían medir 40 metros de longitud. Era difícil abrirlos y tenían la costumbre de escribir un resumen de los contenidos al principio del rollo, algo semejante a nuestro índice de contenidos. El contenido de la vida entera de Cristo se puede resumir en la verdad que hizo la voluntad de Su Padre. ¡Y cuando lo contemplamos solo podemos maravillarnos!
La obediencia perfecta produjo el oprobio de un mundo sumido en la desobediencia: “No oculté Tu misericordia y Tu verdad en grande asamblea” (Salmo 40:1010I have not hid thy righteousness within my heart; I have declared thy faithfulness and thy salvation: I have not concealed thy lovingkindness and thy truth from the great congregation. (Psalm 40:10)). Esta transparencia Le causó mucho dolor porque Su propio pueblo Le rechazó; pero jamás se desvió de Su camino de rectitud, justicia y obediencia. Él nos puede ayudar a seguir Sus pasos, pues en ese camino experimentamos comunión con Él y por su propia experiencia entiende cada situación por la que pasamos.