¡Qué grande e “inefable don” el Padre al mundo dio!,
Cuando Él mostró su corazón, que a su Hijo Él entregó;
Quiso al hombre rescatar de su miseria y mal,
Sus pies del fango así sacar … de inferno cenagal.
Yo vil en mis pecados fui con rumbo a perdición;
Hacer me plugo siempre así el mal en mi pasión,
Hasta que ese buen Pastor, el Redentor Jesús,
Ya me hizo conocer su amor, tornó mi noche en luz.
Ähora puedo yo invocar cual mío, al Salvador,
Sin merecerlo, en paz gozar de todo su favor;
Pues su sangre de valor por siempre me lavó;
Ya nada puede el tentador, que Cristo le venció.
Vengamos, pues, y del Señor ya sëa nuestro hablar,
Notorio hagamos tal amor … ¡qué gozo Él puede dar!
Demos gracias, pues, a Dios por “su inefable don”;
Unánimes y en alta voz alcemos la canción.
Traducción ©1958 Messages of God's Love Multilingual. Todos derechos reservados. Usado con permiso.