La conclusión tranquila de Nehemías al asunto es: “Así construimos el muro; y todo el muro estaba unido a la mitad de él, porque el pueblo tenía ánimo de obrar” (Neh. 4:66So built we the wall; and all the wall was joined together unto the half thereof: for the people had a mind to work. (Nehemiah 4:6)). La confianza de Nehemías en Dios se refleja en la disposición del pueblo a trabajar. La unidad en una obra no se produce de común acuerdo; la unidad se produce al tener una mente, y esa mente es la mente de Dios. “Ruego a Evodías, y suplico a Síntico, que sean de la misma opinión en el Señor” (Filipenses 4:2). Pablo no los está exhortando a reunirse y llegar a un acuerdo, sino más bien, como encontramos anteriormente en esta carta: “Cumplid mi gozo, para que seáis semejantes, teniendo el mismo amor, siendo unánimes, uniánimes” (Filipenses 2:2). ¿Y qué mente sería esa? “Sea en vosotros este sentir el que también estaba en Cristo Jesús” (Filipenses 2:5). Sólo cuando tengamos la mente de Cristo habrá concordia y unidad.
A pesar de la oración de Nehemías, este no fue el final del problema. Aunque hubo un respiro inicial, los ataques del enemigo se renuevan. ¿Fue incompleta la respuesta de Dios a la oración de Nehemías? ¡No! La liberación de Dios no siempre es para sacarnos de nuestras circunstancias; a veces Él debe llevarnos a través de ellos.