Los Sellos
(Apocalipsis 6)
Con este capítulo nos volvemos del cielo para aprender el comienzo del curso de los acontecimientos que tendrán lugar en la tierra desde el tiempo del arrebatamiento de la iglesia hasta la manifestación de Cristo, y luego a través de los días mileniales hasta el estado eterno.
Mirando retrospectivamente a los siglos pasados, desde la introducción del cristianismo, vemos a lo largo de los siglos la actitud impenitente de los judíos acerca de Cristo; la creciente corrupción de la Cristiandad y la creciente quiebra del gobierno en manos de los gentiles. También vemos que en medio de la creciente violencia y corrupción Dios ha tenido a Su verdadero pueblo que, a lo largo de las edades, ha tenido que hacer frente a veces a acerbas persecuciones y padecimientos.
Además, es evidente que a lo largo de este día de la gracia, mientras Dios está por encima de todo y trata de manera providencial por una parte en juicio sobre el mal, y por la otra cuida de Sus criaturas y de manera especial de la familia de la fe, sin embargo no ha intervenido públicamente en juicio sobre los malvados ni para liberación de Su pueblo sufriente. Sin embargo, esto no significa que Dios se haya mostrado indiferente al mal, a las injurias amontonadas sobre Cristo ni a los sufrimientos de Su pueblo, porque al mirar al futuro tal como está revelado en Apocalipsis, se nos permite ver que llega el momento en que Dios intervendrá de forma directa con juicio sobre los malvados, juicio con el que quedará vindicada la santidad de Dios, mantenida la gloria de Cristo y asegurada la bendición de Su pueblo.
Los hombres sueñan en vano con un nuevo orden, y se ocupan con sus planes para acabar las guerras y establecer un mundo distinguido por la paz y la seguridad. Pero bien lejos de que el mundo vaya mejorando por los esfuerzos de los hombres, aprendemos por estas profecías que los males del mundo aumentarán hasta que toda la masa meramente profesante caiga en la apostasía bajo el Anticristo, y el gobierno del mundo quede corrompido de una manera absoluta bajo el gobierno de la bestia energizada por Satanás.
Al tratar de conseguir provecho de este maravilloso desarrollo del futuro, es importante, al leer las Escrituras, reconocer que Dios no registra los acontecimientos históricos ni desarrolla eventos futuros a fin de dar satisfacción a una curiosidad ociosa. Todo lo que se registra, sea en historia, sea en profecía, tiene a la vista un fin moral y es para nuestra bendición espiritual, y por tanto ha de tener un efecto práctico sobre nuestro andar y caminos. Si Dios predice el progreso del mal y los juicios que se avecinan sobre los hombres, esto debería de cierto tener el efecto de guardar al creyente en santa separación de un mundo que se precipita a la condenación. Si se nos habla de la manera en que Dios apoyará y sustentará a Sus testigos en medio de estos juicios venideros, ello es para darnos una mayor confianza en Dios en presencia de cualquier prueba que podamos sufrir al tratar de ser fieles al Nombre de Cristo. Si desarrolla ante nosotros la bienaventuranza de la ciudad celestial y del estado eterno, ¿no es acaso para elevar nuestras almas por encima de las ligeras aflicciones de las cosas vistas y temporales, llevando a fijar nuestros afectos en las cosas invisibles y eternas?
Desde el cuarto capítulo hasta el versículo dieciocho del capítulo 11, tenemos el desarrollo de los acontecimientos que tendrán lugar en la tierra durante el período entre la venida de Cristo a por Sus santos, y Su aparición con Sus santos. Estos acontecimientos son presentados en la apertura del libro con los siete sellos. Al tratar de aprender el significado de la apertura de estos sellos, recordemos que los símbolos se emplean para expresar grandes verdades, o para representar personas o acontecimientos. Tenemos que buscar el significado de los símbolos empleados y guardarnos de emplearlos en un sentido literal. Si Juan ve un caballo y un jinete, esto no significa que en el futuro aparecerán un caballo y jinete literales, sino que aquello que representan ambas cosas sucederá.
Con referencia a estos juicios preliminares, se observará que la apertura de los cuatro primeros sellos está conectada directamente con los cuatro seres vivientes, de los que no tenemos mención en los últimos tres sellos. Como hemos visto, los seres vivientes parecerían exponer de manera simbólica el ejercicio de los tratos gubernamentales de Dios en caminos de providencia. Esto indica que por terribles que sean los juicios bajo los cuatro primeros sellos, no habrá nada que indique una intervención milagrosa de Dios. Así, los juicios bajo los primeros cuatro sellos no serán diferentes de otros acontecimientos que han sucedido muchas veces en la historia del mundo, aunque desde luego rebasarán en intensidad cualquier cosa que haya sucedido en el pasado.
(Vv. 1-2) Los juicios sobre la tierra que siguen a la apertura de los sellos serán el resultado directo de la intervención en el cielo. Fue cuando el Cordero en el cielo abrió uno de los sellos que Juan oyó de inmediato una voz como de trueno, cuando uno de los cuatro seres vivientes dijo: «¡Ven!» (V.M.) En respuesta a este grito acude «un caballo blanco» y comienzan los juicios sobre la tierra. Los hombres pueden pensar que están llevando a cabo su propia voluntad, pero Dios está detrás de todo lo que hacen los hombres, y no hay nadie detrás de Dios.
Se reconoce generalmente que en la expresión «Ven y ve» en la apertura de los primeros cuatro sellos, las palabras «y ve» no pertenecen al texto original. «Ven y ve» implicaría un llamamiento a Juan, pero difícilmente es probable que un llamamiento al apóstol fuese con voz como de trueno. La palabra «Ven» sería un llamamiento a los caballos y sus jinetes, y con esto sería bien acorde la voz como de trueno.
Parece por otros pasajes de las Escrituras que el caballo se emplea para representar un poder imperial usado por la providencia de Dios para cumplir Sus propósitos, sea en juicio, sea en bendición. En Zacarías 1:10, se le manda de manera concreta al profeta acerca de los caballos que vio en su visión que «Éstos son los que Jehová ha enviado a recorrer la tierra». Cuando el Señor viene a reinar, se emplea el símbolo del caballo blanco (Ap 19:11). Así parece, tanto si es en relación con el Señor como con otros, que el caballo blanco es emblema del progreso del jinete en victoria. Aquí el jinete tiene un arco, lo que se ha sugerido que indica que, en contraste con la espada, puede hacer sentir su poder a distancia sin combate cuerpo a cuerpo o derramamiento de sangre. Además, se le permite conseguir lo que emprende, porque «salió venciendo, y para vencer». El hecho de que «le fue dada una corona» puede indicar que no será un monarca hereditario sino alguien como Napoleón y otros dictadores, que surge de entre las masas.
El primer sello indicaría que después del período de la iglesia, el primer juicio que caerá sobre el mundo será el alzamiento de algún líder de entre las masas al que se le dará una posición regia, que emprenderá una campaña de agresión, y que por un tiempo irá de victoria en victoria sobre las naciones alrededor con un poder irresistible.
(Vv. 3-4) Con la apertura del segundo sello, Juan ve salir un caballo rojo y que es quitada la paz de la tierra. Esto indica de cierto que el resultado de la carrera victoriosa del jinete sobre el primer caballo será un levantamiento general de las naciones que conducirá a guerras intestinas y derramamiento de sangre, con el resultado general de que la paz será quitada de la tierra.
(Vv. 5-6) Cuando se abre el tercer sello, Juan ve un caballo negro con un jinete que sostiene una balanza. Esto indica claramente que la guerra mundial será seguida de un hambre en la que las masas se verán privadas de lo necesario para la vida, aunque los ricos puedan seguir obteniendo sus artículos de lujo.
(Vv. 7-8) Con la apertura del cuarto sello sale un caballo pálido con el nombre de Muerte sobre su jinete. Esto nos dice de cierto que la peste seguirá al hambre. De este modo, una cuarta parte de la población de la tierra morirá por la espada, el hambre, la peste y las fieras de la tierra.
Generalmente se ha reconocido que estos primeros cuatro juicios se corresponden con los que el Señor designa como «principio de dolores». Hablando a Sus discípulos de los futuros juicios que caerían sobre la tierra profética, se refiere en primer lugar a «guerras y rumores de guerras», y luego a luchas intestinas: «Se levantará nación contra nación, y reino contra reino»; finalmente, el Señor predice hambres, y finalmente pestilencia (Mt 24:6-8).
(Vv. 9,11) Aunque no hay ningún juicio específico conectado con la apertura del quinto sello, abre el camino para una serie más terrible de juicios bajo los sellos restantes—juicios que ya no tienen simplemente un carácter providencial sino en los cuales los hombres se ven obligados a reconocer la mano de Dios.
Se manifiestan dos hechos con la apertura de este sello. En primer lugar, aprendemos que durante el período de los primeros cuatro sellos Dios tendrá Sus testigos sobre la tierra que darán testimonio de la palabra de Dios y que como consecuencia sufrirán el martirio a manos de «los que moran en la tierra». Son una clase particular que encuentran su porción en esta tierra y que querrían eliminar todo reconocimiento de Dios y de Su Cristo, y por ello tienen una mortal enemistad contra los testigos de Cristo. Son mencionados una y otra vez en el curso de Apocalipsis (véase 3:10; 11:10; 13:8, 12, 14; 14:6; 17:8).
En segundo lugar, aprendemos que los juicios que siguen serán una respuesta al clamor a Dios del remanente martirizado para que vengue su sangre. En la actualidad el testimonio de la iglesia es celestial, pero en el tiempo de estos juicios el testimonio de los testigos de Dios estará totalmente ocupado con la tierra, y con las demandas de Dios sobre la creación como herencia de Cristo. Evidentemente, este testimonio los traerá a un conflicto directo con «los que moran en la tierra». Opuestos y sufriendo martirio, clamarán con razón a Dios para que vengue su sangre, porque las bendiciones del Reino venidero que ellos proclaman sólo pueden ser conseguidas por medio del juicio del mundo. No forma parte del testimonio de la iglesia clamar por el juicio, porque nuestras bendiciones pertenecen al cielo y son alcanzadas con la venida de Cristo.
Su clamor, «¿Hasta cuándo?», indica que saben que hay un límite a la persecución del pueblo de Dios. «Bajo el altar» parece sugerir, como símbolo, que estos santos serán ofrecidos como sacrificio aceptable a Dios como el primer grupo de santos martirizados después que la iglesia ha sido llevada. Hay otros que seguirán antes que termine el tiempo del juicio, por lo que se nos manda que esperemos todavía un poco de tiempo hasta que se cumpla el martirio de sus hermanos. Las vestiduras blancas son el testimonio de su justicia práctica y por ello de la aprobación de Dios. Ellos dieron testimonio de Dios como el Santo y el Verdadero, y los hombres se opusieron a ellos y los martirizaron, pero Dios los aprobó y vengará la sangre de ellos.
(Vv. 12-17) Con la apertura del sexto sello, los juicios adoptarán una forma más terrible, de modo que todos, desde los más altos a los más humildes, serán azotados por el terror, al verse obligados a contemplar una revolución destructora y abrumadora totalmente más allá de todo lo experimentado por los hombres en la historia pasada del mundo. Los terremotos indicarían como símbolo la rotura de todo orden social, religioso y político. Las declaraciones acerca del sol, de la luna y de las estrellas simbolizarían el total derrumbe de todos los que ejercen el gobierno desde lo más alto hasta lo más bajo. La remoción de sus lugares de los montes y de las islas muestran el desmoronamiento de los imperios. Tan terribles serán estas convulsiones del mundo para los hombres que se sentirán heridos en sus conciencias al ver la mano de Dios obrando, y temerán que ha llegado el gran día de Su ira. Pero, por cuanto han rechazado el testimonio de los testigos de Dios, dirán: «¿Y quién podrá sostenerse en pie?»