Capítulo 2: Instrumentos musicales en la Iglesia post-apostólica

 
[El material de este artículo está entresacado mayormente de la obra comprensiva de M. C. Kurfees: Instrumental Music in the Worship [Música instrumental en la adoración], 1911, publicado por Gospel Advocate Co., Nashville, Tennessee, en 1950].
Estamos seguros de que muchos de los que han de leer estas líneas se sorprenderán al saber que pasaron muchos siglos antes de que los instrumentos musicales fueran introducidos en la Iglesia.
Los apologistas de la música en la Iglesia difícilmente han podido hallar mención alguna de tal innovación durante los primeros siete siglos de la era cristiana. Se han hecho cuidadosas tentativas para incluir a Clemente de Alejandría como primer testigo a favor de la música instrumental en la Iglesia. Clemente fue un doctor griego que enseñaba en la ciudad de Alejandría y fue figura prominente en los asuntos eclesiásticos desde el año 192 d. C. hasta su muerte alrededor del año 215 d. C. Citamos del libro de Kurfees, Instrumental Music in the Worship, páginas 125-134, lo siguiente: “Joseph Bingham, el eminente autor de Antiquities of the Christian Church [Antigüedades de la Iglesia Cristiana], dice sin vacilar: Clemente más bien argumenta que la música instrumental, como la del laúd y del arpa, no era utilizada en las iglesias públicas” (Antiquities, vol. 2, pág. 485).
Johann Caspor Suicer, célebre escritor latino del siglo XVII... cita algunos fragmentos de Clemente, y entre ellos tenemos el siguiente: “Música superflua debe ser rechazada porque degrada y hace variar mucho la mente”... Suicer infiere esta conclusión directa: “Clemente no ha escrito nada por lo tanto que pudiera favorecer al órgano y a su uso en los días presentes, pero sí ciertamente ha abogado por todo lo contrario”.
Los mismos apologistas de la tesis del uso de la música instrumental en la iglesia recurren a otro supuesto testigo: Ambrosio, obispo de Milán (340-397 d. C.). Pero M. C. Kurfees, quien ha hecho un estudio minucioso de esta materia, especifica: “Sólo enfatizamos aquí que la evidencia aducida en favor de estas pretensiones, no solamente no es decisiva, sino señala convincentemente la conclusión de que Ambrosio de ninguna manera la introdujo. En verdad, la McClintock and Strong Cyclopedia [Enciclopedia de McClintock y Strong] dice: ‘Ni Ambrosio, ni Basilio, ni Crisóstomo en sus nobles panegíricos pronunciados sobre la música, hicieron mención alguna de la música instrumental’ (vol. 6, p. 756, Art. Música)” (Kurfees, págs. 123-124).
M. C. Kurfees cita después diversas autoridades musicales y costumbres eclesiásticas. Primeramente cita al Dr. Ritter, director de la Escuela de Música del Vassar College, en su History of Music [Historia de la música], p. 144: “No poseemos ningún conocimiento del carácter exacto de la música que formó parte de la devoción religiosa de la primera congregación cristiana. Aquélla fue, sin embargo, puramente vocal. La música instrumental fue excluida, puesto que había sido utilizada por los romanos en sus festivales depravados; y todo cuanto pudiera recordar al culto pagano no podía ser tolerado por los nuevos religionarios”.
Edward Dickinson, profesor de Historia de la Música del Conservatorio de Música del Oberlin College, cita de Juan Crisóstomo, doctor de la iglesia de Antioquía y el más renombrado de los Padres griegos, que vivió desde ~347-407 d. C., lo siguiente: “David en tiempos pasados cantó con salmos; con él nosotros hoy cantamos también; él tenía una lira con cuerdas inanimadas, la iglesia tiene una lira cuyas cuerdas son vivientes. Nuestras lenguas son las cuerdas de la lira, con tono distinto, ciertamente, pero con piedad más concordante” (pág. 145).
El mismo profesor Dickinson también hace notar acerca de San Agustín (354-430 d. C.), obispo de Hipona en África del Norte: “Conjuró a los creyentes que no volvieran sus corazones a los instrumentos teatrales. Los guías religiosos de los cristianos primitivos sentían que sería una incongruencia ... si usaran ... sonido instrumental en su ... adoración.... La expresión puramente vocal era la expresión más apropiada de su fe” (Music in the History of the Western Church [La música en la historia de la Iglesia Occidental], págs. 54-55).
Al llegar a este punto, permítasenos inquirir lo siguiente: si todo el testimonio de los primeros padres fue contrario al uso de instrumentos en la iglesia, ¿cuándo tuvo efecto el cambio de actitud hacia la introducción de instrumentos musicales? The American Cyclopedia [La enciclopedia americana] dice: “El Papa Vitaliano es tildado de haber introducido por vez primera el órgano en algunas de las iglesias de la Europa occidental, alrededor del año 670 d. C.; pero el primer relato más digno de fe es aquel que se refiere al regalo de un órgano enviado por Constantino Coprónimo, emperador griego, a Pepino, rey de los francos en el año 775” (vol. 12, pág. 688).
Pepino, a su vez, donó el órgano a la iglesia de Saint Corneille, en Compiegne (New International Encyclopedia [Nueva enciclopedia internacional], vol. 13, pág. 446).
La McClintock and Strong Cyclopedia dice: “Más los estudiantes de arqueología eclesiástica están generalmente de acuerdo en que la música instrumental no fue utilizada en las iglesias hasta una fecha mucho más posterior (que la del Papa Vitaliano en 670 d. C.); ya que Tomás de Aquino (famoso teólogo italiano, 1225-1274 d. C.) escribió estas interesantes palabras en 1250 d. C.: ‘Nuestra iglesia no utiliza instrumentos musicales, tales como arpas y salterios, para loar a Dios, a fin de no caer en similitud alguna con el judaísmo’. De conformidad con este fragmento, tenemos plena evidencia de que no existía uso eclesiástico de órgano en el tiempo de Tomás de Aquino. Se alega que Mariano Sanuto, que vivió alrededor de 1290, fue el primero que introdujo el uso de órganos de viento en las iglesias” (vol. 8, pág. 739).
La Concise Cyclopedia of Religious Knowledge [La enciclopedia sucinta del conocimiento religioso] en su artículo “Organo”, dice: “En tiempos de la Reforma, los órganos fueron descartados, por ser considerados como los remanentes más viles del Papismo” (pág. 683).
Quizá pueda ser una sorpresa para muchos lectores saber que la Iglesia Ortodoxa Oriental (la cual según el Almanaque Mundial de 1955 cuenta con 125 millones de miembros) jamás a través de toda su historia ha introducido música instrumental.1
Juan Bingham, autor de Antigüedades de la Iglesia Cristiana, erudito miembro de la Iglesia de Inglaterra, comenta: “Nunca fue recibido (el órgano) en las iglesias griegas, no habiendo mención del mismo en su liturgia antigua o moderna” (Words [Palabras], vol. 2, págs. 482-484, Londres, Ed.).
La McClintock and Strong Cyclopedia dice: “Nunca ha sido empleado el órgano u otro instrumento en la adoración pública en las iglesias orientales, ni tampoco se hace mención de música instrumental en toda su liturgia antigua o moderna” (Vol. 8, pág. 739).
El profesor Juan Girardeau, un miembro de la Iglesia Presbiteriana, en su libro Music in the Church [Música en la Iglesia], señala: “Apelando a los hechos históricos, se ha comprobado que la Iglesia, a pesar de deslizarse cada vez más y más lejos de la verdad y caer en corrupción de la práctica apostólica, no tuvo música instrumental en un período de mil doscientos años [J. Girardeau quiere decir que su uso no llegó a ser general durante este lapso], y que la Iglesia Reformada Calvinista rechazó su uso en los cultos por ser un elemento del papismo, y también la Iglesia de Inglaterra ha llegado muy cerca de su apartamiento en sus cultos de adoración. El argumento histórico, por esta razón, se une al escriturario para alzar un solemne y poderoso repudio a su empleo en la Iglesia Presbiteriana. Usarla en la esfera de la adoración es una herejía” (pág. 179).
Adam Clark, el comentarista metodista, dice: “Creo que el uso de tales instrumentos musicales en la iglesia cristiana no tiene la sanción de Dios y va contra Su voluntad; los instrumentos pervierten el espíritu de la verdadera devoción.... Nunca supe que produjeran algo de bueno en la adoración de Dios. Yo estimo y admiro la música como ciencia; pero abomino y rechazo por completo los instrumentos musicales en la casa de Dios” (vol. 4, pág. 686).
John Wesley, el más conocido de los ministros metodistas, se oponía al uso de los instrumentos en la iglesia.
Juan Calvino, el gran reformador, en su comentario al Salmo 33, dice: “Los instrumentos musicales para solemnizar las alabanzas de Dios no serían más apropiados que la quema de incienso, el uso de luces y velas, y la restauración de otras sombras de la ley”.
Charles Haddon Spurgeon, el célebre ministro bautista del Tabernáculo Metropolitano de Londres, no utilizaba instrumentos musicales en sus cultos. (Véase Instrumental Music in the Church [Música instrumental en la Iglesia], por Girardeau, pág. 176).
Alejandro Campbell (1788-1866), fundador de los “Discípulos de Cristo”, rechazaba firmemente el uso de los instrumentos musicales en la iglesia (Véase Kurfees, pág. 210). Un año después de haber fallecido Campbell, uno de sus más conocidos seguidores, el Dr. H. Christopher, lanzó un conmovido llamamiento contra el uso de los instrumentos musicales en las iglesias. He aquí parte de lo que dijo: “Por tales razones, no puedo encontrar ante mí un solo hecho, argumento, razón o alegato que pudiera sernos de justificación para que utilicemos los instrumentos musicales en la adoración de la iglesia.... Es una innovación de la práctica apostólica.... Aprendamos de las experiencias de otros y contentémonos con aquello que Dios ha ordenado, y dejemos que la música instrumental y todas sus concomitancias permanezcan allá donde nacieron, o sea entre las corrupciones de la iglesia apóstata” (The Lord’s Quarterly [El trimestral del Señor], octubre de 1867, págs. 365-368).
A la vista de todas las pruebas que acabamos de citar relativas a la ausencia de música en los primeros setecientos años de la historia de la iglesia; a la vista de la turbulenta oposición encontrada durante los siguientes setecientos años; y a la vista de la piadosa oposición a su uso que existió hasta mediados del siglo XIX, ¿acaso no podemos justamente llegar a la conclusión de que la historia de la iglesia de Dios sobre la tierra se ha manifestado de modo incontrovertible contra la introducción de los instrumentos musicales en la adoración y el testimonio de la Iglesia?
 
1. Alrededor de 1900 pareció que las Iglesias Ortodoxas griegas existentes en los Estados Unidos de América empezaban a utilizar estos instrumentos, pero no así en las iglesias europeas.