Capítulo 5: Un llamado a la separación

 
Hemos trazado brevemente la historia de la introducción y aceptación general de la música instrumental en la adoración y el testimonio cristiano. Hemos visto que fue aceptada de muy mala gana por la iglesia y no logró aprobación general hasta después de la Reforma. El carácter de estos acompañamientos en sus inicios fue comparativamente simple, siendo limitado al órgano, como vimos en el obsequio de Constantino a Pepino en el año 775 d. C.
Mas hoy día nos vemos rodeados por un espectáculo extraño. La música instrumental en multiplicadas formas no tan sólo ha sido generalmente aceptada por la iglesia profesante, sino que también ha desplazado en gran escala a la lectura de la Palabra de Dios, y la sana y sólida predicación de ésta. Citamos a continuación un párrafo del folleto titulado Music in the Assemblies [Música en las asambleas]:
“Estamos en la era de la himnología. Hoy se pone la dependencia sobre la música religiosa con el fin de pulsar las emociones. Se da el segundo lugar a la Palabra de Dios; la Espada del Espíritu está envainada durante un cincuenta por ciento, sesenta o aún más de los programas radiales. Se pone en lugar primordial a la música y se la presenta de manera tan atractiva, que cuando por fin se predica la Palabra, el auditorio ha perdido todo su deseo por ésta”.
Citemos ahora, de 400 Questions and Answers [400 Preguntas y Respuestas]1 recopiladas por H. B. Coder: “Cuando la realidad de Cristo sale del alma, el ritualismo toma su lugar, y las formas sin vida se levantan. Ello ha crecido hasta un extremo tal que aun el mundo va perdiendo el respeto a un cristianismo que aparentemente tiene por propósito más divertir que tratar de convertir a los hombres. Creemos, por tales motivos, que cualquier uso de música instrumental en la adoración de Dios, del principio al fin, ya sea en la Escuela Dominical, en las reuniones de evangelización, o en cualquier otro culto... tendrá la tendencia de rebajar el carácter mismo de la cristiandad” (págs. 212-213).
Quedamos persuadidos de que el último siglo de la historia eclesiástica se ha manifestado con declinación acelerada en el tono de la adoración y el testimonio. Nuestra convicción bien madurada es que el énfasis cada vez más creciente del uso de instrumentos musicales, aunado a una himnología de carácter secular, ha sido la mayor contribución de tal movimiento hacia abajo.
Esperamos no cometer una injusticia contra el muy bendecido evangelista, el querido Dwight L. Moody, cuando le citamos como a uno que de manera definitiva alentó los métodos modernos en los esfuerzos evangelizadores. John Nelson Darby conoció personalmente al Sr. Moody y trató de ser una ayuda para él. La evaluación por J. N. Darby de los métodos de Moody en sus trabajos evangelísticos ha sido decisivamente profética. Citamos aquí algunos fragmentos de sus comentarios publicados en sus cartas:
“Me regocijo, tengo que regocijarme por cada alma convertida —debo hacerlo— y salvada para siempre. No dudo del celo de Moody, porque lo conozco muy bien. Veo que Dios está utilizando medios extraordinarios para despertar a Sus santos dormidos, ... pero no me siento arrebatado por tales medios. En cuanto a sus resultados como un todo, no durará... Juzgo plenamente que alentará la mundanalidad en los santos... Las personas como individuos pueden ser convertidas; debemos regocijarnos de ello; mas su efecto sobre la Iglesia de Dios será perjudicial” (Letters [Cartas], volumen 2, pág. 30). “La obra de Moody ... de manera manifiesta mezcla el cristianismo con el mundo y sus influencias, y las utiliza porque hablan en favor de sus trabajos, alentando la mundanalidad y las perversiones del cristianismo” (volumen 2, pág. 394). “Combina sus actividades con lo que es de la carne, perjudicando a los cristianos, y confundiéndoles con el mundo” (volumen 2, pág. 428).
Aunque el Sr. Moody sentó precedentes con grandes coros y acompañamientos musicales, todo era muy modesto en comparación con la pompa actual del testimonio “cristiano”, así llamado. Aquellos que se han alzado en la generación posterior a la del Sr. Moody se han mostrado insaciables en sus esfuerzos para lograr que el cristianismo apareciera “atractivo” para el hombre en la carne y especialmente hacerlo llamativo para los jóvenes.
Hasta principios del Siglo XX la iglesia profesante reconoció una línea demarcatoria entre lo que se consideraba como “mundano” y lo que era propio de un cristiano. Pero en los días actuales la iglesia ha rivalizado con aquella gran corruptora llamada “Hollywood”, buscando atraer a las multitudes. Hace tiempo, el teatro fue considerado como perteneciente al mundo, y expresamente señalado como algo que los creyentes debían rehuir. Mas en los días presentes las representaciones teatrales forman parte definitiva de actividades supuestamente cristianas. Las llamadas escuelas “fundamentalistas” publican atractivos llamamientos dirigidos a sus presuntos estudiantes dando a conocer las facilidades excepcionales para la enseñanza del arte dramático. Títulos atractivos y también significativas ilustraciones de películas “cristianas” aparecen en los anuncios de las revistas. Aquellos creyentes que antes pensaban que el teatro pertenecía al mundo ahora se arremolinan en los locales populares para presenciar “Martín Lutero” o películas parecidas. Es por demás decir que todas estas obras histriónicas son acompañadas de elaboradas presentaciones musicales que cautivan las emociones y la imaginación, pero no conducen al asistente a la presencia de Aquel que tan fielmente dice en Su Palabra: “Las armas de nuestra milicia no son carnales” (2 Corintios 10:4).
Hojeando las páginas, por ejemplo, de una publicación actual fundamentalista, Christian Life [Vida Cristiana], [publicado en los EE. UU.] nos vemos sobrecogidos por el gran porcentaje de páginas repletas de anuncios y que hacen resaltar las pretensiones de competentes compañías, que ofrecen variados y complicados instrumentos y auxiliares musicales referentes a la himnología. El llamamiento es definidamente sensual.
¡Oh, santos de Dios! ¡ Despertémonos que estamos a la deriva! La cristiandad, triste es decirlo, y el fundamentalismo a su lado, han alcanzado su “cúspide” en la imitación de las diversiones mundanales, y su “abismo” en poder espiritual. Los actores y actrices procedentes de “Hollywood” actúan como atracciones principales en los esfuerzos llamados evangelísticos, y aun se llega hasta solicitar la actuación de los héroes de la televisión en el reino animal mudo. ¡ Qué parodia resulta de la norma que nos ha sido dada en la Palabra de Dios! “Y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, mas con demostración del Espíritu y de poder” (1 Corintios 2:4).
En muchos casos la infatuación de exhibiciones musicales ha llegado hasta tan lejos que ensayos elaborados de ingenio puramente musical han sido ofrecidos desde las plataformas de las iglesias. En lugar de los ruegos serios y solemnes de las buenas nuevas de Dios acerca de Su bendito Hijo, a cargo del predicador lleno con el poder del Espíritu de Dios, uno puede oír el repiqueteo del xilófono, el rasgueo de unas guitarras, el gemido quejumbroso del violín, o el estruendo de unas trompetas y saxofones. ¡Y todo esto en el nombre de Cristo!
Llegados a este punto, citemos de nuevo de 400 Questions and Answers:
“No somos enemigos de la música instrumental. La amamos cuando se encuentra apartada de las inmoralidades que muy a menudo se asocian a ella, y cuando permanece en el lugar que le pertenece, en su propio ámbito de la vida hogareña y social. Pero en el círculo cristiano —el de un pueblo celestial que conoce a Dios y se acerca a Él en toda la realidad de lo que Él es— la consideramos no apropiada y fuera de lugar. Ha sido el medio, así lo creemos, de haber degradado mucho a la cristiandad.
Miremos sus efectos en las congregaciones cristianas: en un principio, era para ayudarles a cantar; ahora ellas, mudas en alabanzas a Dios, se entretienen con el arte musical. ¿Es de maravillar si después ellos asocian el teatro con la iglesia? Un lugar les proporciona placer y el otro hace lo mismo.
Miremos también sus efectos en el evangelismo moderno. Lo ha hecho una especie nueva de entretenimiento, y en vez de llorosos convertidos verdaderamente arrepentidos por su pecado, y plenos de oración y devoción a Cristo, ha formado en ellos una mente frívola y amante de los placeres, destructiva del verdadero cristianismo” (págs. 212-214).
Cuando, en sus días, Moisés habiendo descendido del monte halló el campamento de Israel en una devoción libertina hacia un dios falso, “tomó el tabernáculo, y extendiólo fuera del campo, lejos del campo, y llamólo el Tabernáculo del Testimonio. Y fue, que cualquiera que requería a Jehová, salía al tabernáculo del testimonio, que estaba fuera del campo” (Éxodo 33:7). El Espíritu de Dios se vale de este ejemplo para darle una aplicación cristiana: “Salgamos pues a Él fuera del real, llevando Su vituperio” (Hebreos 13:13).
En la primera parte del siglo pasado el Espíritu de Dios movió a miles de creyentes que actuaran de acuerdo con este texto de las Escrituras y se apartaran de un campamento cristiano judaizado para encontrar a Cristo en medio de dos o tres reunidos en Su nombre. Actuaron con una fe completa en la promesa de Mateo 18:20. Dios les bendijo de una manera harto maravillosa y les abrió las Escrituras de un modo tal como jamás habían sido abiertas desde los días apostólicos. Estos creyentes dejaron tras sí títulos religiosos, sacramentos, vestimentas, edificios, órganos, coros, libros de oración y confesionarios. El Nuevo Testamento les instruyó, y ellos en sus reuniones ofrecían gozosamente a Dios preciosos himnos de alabanza dictados por el Espíritu. Ellos hubieran aborrecido la introducción de cualquier ayuda mecánica. Su testimonio del Evangelio fue dado con sencillez mas con poder. Ningún embeleso mundano acompañaba su trabajo personal de alma a alma en el evangelio. Examinándose a sí mismos, procuraron verdaderamente conformarse a la mente del Señor, como queda indicado en Apocalipsis 3:8: “Tienes un poco de potencia, y has guardado Mi palabra, y no has negado Mi nombre”.
Queridos hermanos, como herederos de tan santo testimonio, ¿podremos nosotros traicionar nuestra fe y condescender a la presión y corriente del día actual, viciando así aquella preciosa herencia? Más bien escuchemos lo que el Espíritu de Dios nos habla: “Te mando delante de Dios, que da vida a todas las cosas, y de Jesucristo, que testificó la buena profesión delante de Poncio Pilato, que guardes el mandamiento sin mácula ni reprensión, hasta la aparición de nuestro Señor Jesucristo” (1 Timoteo 6:13-14).
Nuestro Señor anunció a la mujer samaritana de Sicar (Juan 4:23-24), que Dios el Padre busca adoradores que le adoren en espíritu y en verdad. Tal no sucedía en el judaísmo. Que nuestras almas sean profundamente ejercitadas ante el Señor para que respondamos a su llamado y seamos hallados verdaderos adoradores, no por medio de órganos u otros instrumentos musicales, sino de corazón y alma. ¡Él viene pronto! Entonces nos uniremos al coro celestial, y cantaremos Sus alabanzas en la casa del Padre. “Sea así. Ven, Señor Jesús” (Apocalipsis 22:20).
DIOS Y PADRE, TE LOAMOS
Dios y Padre, Te loamos
Con alegre corazón,
Por la dicha que gozamos
En Tu santa bendición;
A Jesús nos enviaste
Los perdidos a salvar;
Al Espíritu encargaste
A los pródigos llamar.
Tu bendito Mensajero
Muy lejanos nos halló;
Tu mensaje tan sincero
A nosotros entregó.
Con esfuerzos incansables
Con llaneza, con amor,
Incita a los miserables
A llegarse al Salvador.
A través de las tinieblas
Hace penetrar Tu Luz;
Dice que la gloria pueblas
De los salvos por Jesús.
Nos tenemos por deudores,
Nuestro Padre Dios, a Ti;
Y son tema Tus favores
Siempre de loor aquí.
Himnario Mensajes del Amor de Dios, no 207
 
1. 400 Questions and Answers, Loizeaux Bros., Nueva York, 1928.