Capítulo 9

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"¿No soy apóstol? ¿no soy libre? ¿no he visto a Jesús el Señor nuestro? ¿no sois vosotros mi obra en el Señor? Si a los otros no soy apóstol, a vosotros lo soy; porque el sello de mi apostolado sois vosotros en el Señor" (vvss. 1-2).
Cuando el Señor está obrando, el diablo siempre levanta oposición. Pablo escribió a los corintios desde Éfeso y les dijo: "se me ha abierto puerta grande y eficaz, y muchos son los adversarios" (cap. 16:9). También en la ausencia del Apóstol Pablo de Corinto, se habían levantado en ésta maestros falsos que insinuaban de que él quería aprovecharse de los bienes de los creyentes y que no era un verdadero Apóstol ; pero en 1ª Corintios 4:12 él dice: "Trabajamos, obrando con nuestras manos;" y en 2ª Corintios 11:9 dice : "Y estando con vosotros y teniendo necesidad, a ninguno fui carga; porque lo que me faltaba, suplieron los hermanos que vinieron de Macedonia: y en todo me guardé de seros gravoso, y me guardaré." A causa del estado espiritual de los corintios y la influencia mala que ciertos maestros falsos ejercitaban sobre ellos, Pablo no quiso aceptar ninguna ayuda material de Corinto. Y en cuanto a su apostolado, podía ser (dijo él,) que no era Apóstol a otros cristianos, pero en cuanto a los corintios fue él mismo quien les predicó la palabra vivificadora del evangelio: "aunque tengáis diez mil ayos en Cristo, no tendréis muchos padres; que en Cristo Jesús yo os engendré por el evangelio" (cap. 4 :15) . "Pues buscáis una prueba de Cristo que habla en mí [...] examinaos a vosotros mismos si estáis en fe; probaos a vosotros mismos" (2ª Co. 13:4, 5). Si los corintios se hubieran dado cuenta de que estaban en fe (o en la fe), y lo estaban, entonces habrían tenido que reconocer el apostolado de Pablo, pues ellos habían oído la voz de Cristo hablando en Pablo como instrumento escogido. Ellos eran el sello de su apostolado y no podían negarlo.
Era un Apóstol; estaba libre para servir al Señor por dondequiera; además— ¡hecho maravilloso! —él había visto al Señor Jesucristo cara a cara; y ellos, los corintios, (tan olvidadizos de su amoroso padre espiritual), eran sus propios hijos en la fe.
"Esta es mi respuesta a los que me preguntan [o que me examinan]: qué, ¿no tenemos potestad de comer y de beber? ¿No tenemos potestad de traer con nosotros una hermana mujer también como los otros apóstoles, y los hermanos del Señor, y Cefas?" (vvss. 3-5). Es la regla, y no la excepción, que los siervos del Señor se casen, como ya hemos visto al meditar en el capítulo siete de esta epístola. Pablo y Bernabé, las excepciones, no se casaron. Aun Simón Pedro (Cefas, véase Juan 1:42) era hombre casado (compárese Mateo 8:14). Mas Pablo y Bernabé, para poder servir al Señor con más libertad, no cedieron a sus instintos naturales.
"¿O sólo yo y Bernabé no tenemos potestad de no trabajar? ¿Quién jamás peleó a sus expensas? ¿quién planta viña, y no come de su fruto? ¿o quién apacienta el ganado, y no come de la leche del ganado? ¿Digo esto según los hombres? ¿no dice esto también la ley? Porque en la ley de Moisés está escrito: No pondréis bozal al buey que trilla. ¿Tiene Dios cuidado de los bueyes? ¿O dícelo enteramente por nosotros? Pues por nosotros está escrito; porque con esperanza ha de arar el que ara; y el que trilla, con esperanza de recibir el fruto" (vvss. 6-10).
Tan apremiante fue la misión de los doce apóstoles, que el Señor Jesús—en los días de Su ministerio en este mundo—llamólos que dejasen sus ocupaciones diarias, y los envió instruidos de esta manera: "No aprestéis oro, ni plata, ni cobre en vuestras bolsas; ni alforja para el camino, ni dos ropas de vestir, ni zapatos, ni bordón; porque el obrero digno es de su alimento" (Mateo 10:9, 10). Y Pablo en esta carta a los corintios apela primeramente a tres costumbres universales conocidas. Un soldado no pelea a sus propias expensas; otros le proveen de lo necesario. Un labrador disfruta de las uvas de su viña. Un pastor bebe de la leche de sus vacas. Además, el Apóstol se refiere seguidamente a la ley de Moisés: "No pondrás bozal al buey que trilla." Lleno de entendimiento espiritual, Pablo pudo sacar de este mandamiento (dado literalmente a los israelitas) una instrucción espiritual para los cristianos: el que trilla para que otros tengan pan, tiene derecho de comer del trigo también. De paso, observemos aquí, también más adelante, cómo los apóstoles citaban del Antiguo Testamento para dar apoyo a las enseñanzas del Nuevo.
"Si nosotros os sembramos lo espiritual, ¿es gran cosa si segáremos lo vuestro carnal? Si otros tienen en vosotros esta potestad, ¿no más bien nosotros? Mas no hemos usado de esta potestad: antes lo sufrimos todo, por no poner ningún obstáculo al evangelio de Cristo" (vvss. 11, 12).
Nos parece que otros aprovechaban de los bienes materiales de los corintios; ¡cuánto más derecho a ellos tenía el Apóstol y padre espiritual de los corintios! Sin embargo, él y Bernabé no habían usado de esta potestad o derecho, sino por amor del evangelio de Cristo habían sufrido privaciones, como hemos leído ya en 1ª Co. 4:10, 11: " [...] vosotros nobles, y nosotros viles. Hasta esta hora hambreamos, y tenemos sed [...]"
"¿No sabéis que los que trabajan en el santuario comen del santuario, y que los que sirven al altar del altar participan? Así también el Señor a los que anuncian el evangelio, que vivan del evangelio" (vvss. 13, 14). En muchos pasajes del Antiguo Testamento está escrito que los sacerdotes, hijos de Aarón, también sus familias, comían de ciertas ofrendas al Señor. Véase Levítico, capítulos 2, 6 y 7, por ejemplo. Ahora bien, anunciar el evangelio de la gracia de Dios es un servicio sacerdotal lo más elevado, (compárese Ro. 15:16 y 1ª Pedro 2:9), y los que son llamados del Señor y se dedican a Él son dignos de sostén material. Así mandó el Señor Jesús cuando estuvo aquí en el mundo (véase Mateo 10:10).
"Mas yo de nada de esto me aproveché; ni tampoco he escrito esto para que se haga así conmigo; porque tengo por mejor morir, antes que nadie haga vana esta mi gloria. Pues bien que anuncio el evangelio, no tengo por qué gloriarme, porque me es impuesta necesidad; y ¡ay de mí si no anunciare el evangelio! Por lo cual, si lo hago de voluntad, premio tendré; mas si por fuerza, la dispensación me ha sido encargada. ¿Cuál, pues, es mi merced? Que predicando el evangelio, ponga el evangelio de Cristo de balde, para no usar mal de mi potestad en el evangelio" (vvss. 15-18).
Por el llamamiento directo del Señor Jesús, Pablo fue obligado a predicar el evangelio: "¡ay de mí si no anunciare el evangelio!" No pudo gloriarse en hacerlo, porque el Señor le había encargado que llevase Su "Nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel" (Hechos 9:1515All their wickedness is in Gilgal: for there I hated them: for the wickedness of their doings I will drive them out of mine house, I will love them no more: all their princes are revolters. (Hosea 9:15)). Su merced o premio, entonces, era que predicase el evangelio de balde. A la vez, de este modo Pablo les quitó a los que lo buscaban, oportunidad de acusarle. Es de notar que aun en los días apostólicos Satanás no dejaba de meter sus instrumentos en medio de los santos; por consiguiente no hemos de esperar mejores cosas en el siglo XX, cuando la venida del Señor está a la puerta (véase 2ª Ti. 2:13).
"Por lo cual, siendo libre para con todos, me he hecho siervo de todos por ganar a más.
Heme hecho a los judíos como judío, por ganar a los judíos; a los que están sujetos a la ley (aunque yo no sea sujeto a la ley) como sujeto a la ley, por ganar a los que están sujetos a la ley; a los que son sin ley, como si yo fuera sin ley, no estando yo sin ley de Dios, mas en la ley de Cristo [o como legítimamente sujeto a Cristo] por ganar a los que estaban sin ley. Me he hecho a los flacos flaco, por ganar a los flacos: a todos me he hecho todo, para que de todo punto salve a algunos. Y esto hago por causa del evangelio, por hacerme juntamente participante de él" (vvss. 19-23).
Como el Señor Jesús que aquí tomó "forma de siervo" (Flp. 2:7), Pablo quiso hacerse siervo de todos por ganar más almas para Cristo. Dotado de "sabiduría" de lo alto, supo amoldarse en su presentación del evangelio, ora al judío, ora al pagano, conforme a la manera de pensar y a los conocimientos religiosos de sus oyentes, por ejemplo: en Hechos 13:16-41 tenemos un modelo de su presentación del evangelio a los judíos; y en Hechos 17:22-31 a los sabios griegos. Compárese también su relato de su conversión a Dios dado a los judíos en Hch. 22:1-21 con su relato ante el rey romano, Agripa, en Hch. 26:2-29.
Cuando presentamos el evangelio de la gracia de Dios al pecador, precisamos de un espíritu dependiente, rogando al Señor que nos dé sabiduría, la palabra en sazón, acompañado de un espíritu cariñoso y humilde.
Cuando Pablo dijo, "a todos me he hecho todo," no quería decir que comprometía los santos reclamos de Dios con las costumbres o cosas mundanas; ya les había escrito a los corintios: "no me propuse saber algo entre vosotros, sino a Jesucristo, y a éste crucificado" (cap. 2:2). En nuestros días hay cristianos que están haciéndose amigos de los hijos de "Jezabel" (véase Ap. 2:20; 17:1-6) y aceptando ayuda de ellos en promulgar el santo evangelio de Cristo. Esto no es hacerse todo a todos, sino comprometer irremediable y trágicamente el testimonio de Dios. ¡Que Él nos guarde de semejante infidelidad!
Pablo también planteó bien claro que no estaba sujeto a la ley mosaica; sin embargo, supo amoldarse al pensamiento religioso de los judíos por ganarlos. Por otra parte, cuando escribió, "a los que son sin ley, como si yo fuera sin ley," inmediatamente agregó una explicación de esto, para que nadie pensara que él hacía lo no recto por ganar almas; dijo: "no estando yo sin ley de Dios, mas como legítimamente sujeto a Cristo" (otra traducción). Él personificó al evangelio y quería ser colaborador con él. ¡Qué espíritu de humildad y abnegación de sí mismo!
"¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, mas uno lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. Y todo aquel que lucha, de todo se abstiene: y ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible; mas nosotros, incorruptible. Así que, yo de esta manera corro, no como a cosa incierta; de esta manera peleo, no como quien hiere el aire; antes hiero mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre; no sea que, habiendo predicado a otros, yo mismo venga a ser reprobado" (vvss. 24-27).
En este pasaje Pablo no está de ninguna manera abogando por competencia en juegos deportivos de parte de los cristianos; sólo apela a costumbres bien conocidas para ilustrar cómo el siervo del Señor debe actuar en la lucha espiritual que lleva. Ha de sujetar su cuerpo, con sus deseos carnales, como un luchador sujeta el cuerpo de su adversario, inclusive no comer o beber al exceso, sino sólo para vivir.
Pablo tenía un propósito bien conocido y firme, y luchaba con el fin de ganar la victoria y llevar el premio: "Bien, buen siervo y fiel" (Mateo 25:21). Pero (como otro ha escrito):
"Predicar a otros no era todo. Podía hacerlo y podía ser—en cuanto a sí mismo—trabajo en vano; podría perder todo—ser rechazado él mismo después—si no fuera personalmente un verdadero cristiano."
¡Que el Señor nos haga andar fielmente en Sus caminos hasta que venga! Amén.