Conclusiones y Consideraciones

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Hay un par de cosas finales que considerar en relación al punto de vista de la “tierra joven” de Génesis 1. Las cosas que ahora abordamos tienen que ver con los principios en los que se basa esta creencia, o sea, lo que creemos ser la raíz de esta interpretación.
La Perspectiva de la “Tierra Joven” Parece Reflejar una Confianza Indebida en lo Que los Científicos Dicen en Lugar de lo Que Dice la Palabra de Dios
Parece que la interpretación de la “tierra joven” se basa más en pruebas científicas y descubrimientos geológicos que en lo que dice la Escritura. En general, los cristianos creen que la Biblia es la guía y la autoridad suprema sobre la cual deben ser resueltos todos los asuntos religiosos, morales o de otro tipo. Por lo tanto, es desconcertante ver que muchos de ellos están aceptando tan fácilmente las cosas presentadas por los Creacionistas de la Tierra Joven y rechazando lo que la generación anterior de estudiosos ha enseñado. La relativa facilidad con que los cristianos han abandonado lo que ha sido aceptado como ortodoxo es alarmante. Básicamente, lo que se dice es que los hombres dotados y espirituales que han interpretado a Génesis 1 Como un intervalo (algunos de los cuales son mencionados en la página 3) están equivocados en lo que han enseñado, y si supieran lo que sabemos de la ciencia hoy, ¡no habrían enseñado esas cosas!
Sin embargo, esto pone en duda el juicio espiritual y el discernimiento de estos eruditos bíblicos dotados y respetados. Desechar lo que esos hombres han enseñado porque científicos eruditos (aunque cristianos) hayan encontrado ciertas cosas en sus microscopios y telescopios es bastante increíble. ¡Realmente están poniendo la ciencia antes que la Palabra de Dios! ¡Parece que los cristianos de hoy prefieren confiar en el discernimiento de los hombres de ciencia en lugar del discernimiento de maestros bíblicos piadosos! Realmente se reduce a esto: ¿Está nuestra comprensión de la creación basada en la ciencia o en lo que dice la Palabra de Dios? La Biblia no dice: “Por la ciencia entendemos haber sido constituido el universo,” sino más bien, “Por la fe entendemos haber sido compuestos los siglos...” (Hebreos 11:3). La verdadera ciencia validará la Palabra de Dios, pero la “falsamente llamada ciencia” contradice la Palabra (1 Timoteo 6:20). En el fondo de todo esto, vemos una confianza indebida en “la incierta ciencia de la geología” (W. Kelly) y una triste falta de confianza en lo que los maestros bíblicos más confiables nos han enseñado de la Palabra de Dios.
Se puede argumentar que los Creacionistas de la Tierra Joven respaldan todo lo que han encontrado en la ciencia con la Palabra de Dios. De hecho, han usado las Escrituras para apoyar su creencia, pero hemos demostrado que no han usado la Palabra de Dios correctamente para apoyar sus conclusiones sobre la creación. Se han inferido cosas en la Escritura para que la Escritura se ajuste a sus creencias. Por ejemplo, afirman que Génesis 1:1-2 es parte de los seis días, cuando claramente no lo es. También afirman que crear, hacer y formar son lo mismo, a pesar de que las Escrituras muestran lo contrario. Afirman que Adán trajo el pecado y la muerte a la creación, no Satanás. Dicen que los dinosaurios fueron creados al mismo tiempo que los hombres y que vivieron en la tierra con los hombres. Si esto es así, deben haber estado en el arca de Noé, porque las Escrituras dicen que “dos de cada especie” de animales abordaron el arca (Génesis 6:19-20). Sabiendo que esto presenta un problema debido a su enorme tamaño, algunos científicos creacionistas nos dicen que esos dinosaurios entraron al arca cuando eran bebés; otros dicen que murieron antes, pero esto es pura especulación. No hace falta decir que inferir cosas en las Escrituras es una forma inaceptable de manejar la Palabra de Dios. Al hacerlo, las interpretaciones de los Creacionistas de la Tierra Joven hacen que la Escritura esté subordinada a la ciencia (en cuanto a este tema).
Cuando las cosas en la ciencia parecen entrar en conflicto con las Escrituras, el cristiano debe aferrarse a las Escrituras y dejar de lado las cosas que la (supuesta) ciencia dice. Esto se debe a que las cosas que se presentan como ciencia pueden no ser ciencia verdadera; son cosas que los hombres han inferido, y podrían estar equivocados. Las Escrituras, por otro lado, nunca se equivocan. C. H. Mackintosh lo expresó resumidamente: “Los geólogos pueden explorar las entrañas de la tierra y extraer de allí materiales con los cuales añaden y, en algunos casos, contradicen el registro divino. Pueden especular sobre restos fósiles; pero el discípulo se sujeta con deleite sagrado a la página inspirada” (“Notes on Genesis”, págs. 1-2). En muchos casos, los Creacionistas de la Tierra Joven no hacen esto. Se aferran a lo que creen que dice la ciencia (cuando parece favorecer a una tierra joven) y tratan de interpretar las Escrituras para apoyar sus conclusiones erróneas.
La Perspectiva de la “Tierra Joven” Parece Estar Basada en Creencias Arminianas
Cuando examinamos más ampliamente el razonamiento detrás de la perspectiva de la “tierra joven” de la creación, vemos que es un esfuerzo bien intencionado de desacreditar las nociones de la Evolución, con el propósito de hacer que el evangelio sea más convincente para el mundo. Negar sus conclusiones científicas sobre la creación es, en sus mentes, un compromiso terrible con la Evolución. Creen que, si sostenemos que hay un período de tiempo no revelado (un intervalo) antes de que Dios comenzara a hacer esta tierra presente, estaríamos dando lugar a que la gente piense que la Evolución es correcta. Por lo tanto, en sus mentes, esto socava el mensaje del evangelio.
R. Radebaugh resumió el movimiento de la Ciencia Creacionista como “una reacción instintiva a la Evolución”. En el fondo del movimiento de la Tierra Joven, vemos a cristianos tratando de demostrarles a los ateos e infieles del mundo que están equivocados acerca de la Evolución, y que deben recurrir a Cristo para salvación. Ahora, estos queridos creyentes (los Creacionistas de la Tierra Joven) pueden ser elogiados por sus buenas intenciones, pero la premisa de su esfuerzo revela una ignorancia básica de un gran hecho del evangelio: que el hombre en la carne es totalmente depravado y no tiene poder (libre albedrío) para cambiar de opinión y creer. Las Escrituras presentan la condición de una persona perdida (un incrédulo) como espiritualmente “muerto” (Efesios 2:1-5; Colosenses 2:12-13), sin facultad espiritual para escuchar y creer el mensaje del evangelio. Según las Escrituras, el hombre en su estado natural en la carne:
•  No puede “entrar” en el reino de Dios (Juan 3:5).
•  No puede “ver” (entender) el reino de Dios (Juan 3:3).
•  No puede “recibir” el testimonio de Dios acerca de Su Hijo (Juan 3:27, 32; 1 Corintios 2:14).
•  No se puede hacer un movimiento para “venir” a Cristo en busca de bendición (Juan 6:44, 65).
•  No puede “saber” (o discernir) la verdad (Juan 8:14).
•  No puede “oír” la verdad (Juan 8:43, 47).
•  No puede “agradar a Dios” (Romanos 8:8).
Siendo este el caso, las Escrituras en ninguna parte exigen a los cristianos que razonen o debatan con ateos e infieles sobre los diversos temas de su incredulidad. De hecho, advierte contra tales tácticas (2 Timoteo 2:14). No hemos sido llamados a convencer al hombre en la carne de la existencia de Dios y Su creación. La Biblia no intenta explicar esto, pero asume fe de todos los que la leen (Hebreos 11:6). Si pudiéramos convencer intelectualmente a los hombres no regenerados de abandonar sus ideas falsas de la Evolución y creer en el Señor Jesús, entonces su “fe” estaría basada “en la sabiduría de los hombres” y no en “el poder de Dios” (1 Corintios 2:5). Los argumentos científicos intelectuales no pueden convencer a los incrédulos para que reciban al Señor Jesucristo, porque los hombres en su estado natural no tienen facultad espiritual para comprender la verdad; todo es una necedad para ellos (1 Corintios 2:14). Si alguien cree en el evangelio, es solo por el poder vivificador de Dios. En la vivificación, o nuevo nacimiento, el Espíritu de Dios aplica la Palabra de Dios a las almas y, por lo tanto, les comunica la vida divina. Así les es dada la capacidad de escuchar y responder al llamado de Dios en el evangelio. Nuestra responsabilidad al compartir el evangelio, por lo tanto, es presentar el mensaje de la gracia redentora por medio de la Palabra de Dios de manera clara, simple y ferviente, y dejar los resultados al Espíritu de Dios, Quien solo tiene el poder de impartir vida y llevar a los hombres al arrepentimiento y a creer en el Señor Jesús. La Biblia dice: “Creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna” (Hechos 13:48).
Por lo tanto, la premisa de los esfuerzos de los Creacionistas de la Tierra Joven tiene una base errónea. Parece basarse en conceptos erróneos arminianos en cuanto al estado caído del hombre. James Arminius (1560-1609 d. C.) enseñó que todos los hombres son pecadores depravados, pero no veía que su depravación era tal que no podían escoger creer en el evangelio. Él enseñó que, aunque los hombres son criaturas caídas, siguen siendo agentes morales libres y, por lo tanto, tienen el poder de creer en el Evangelio, si así lo desean. (La verdad es que el hombre no regenerado no tiene libre albedrío; puede elegir en las cosas ordinarias de la vida, pero nunca elegirá a Cristo).
No estamos diciendo que todos los Creacionistas de la Tierra Joven sean arminianos en su soteriología, sino que el efecto que el arminianismo ha tenido en muchos cristianos los ha llevado a creer que es su deber razonar con los ateos y los infieles del mundo, e intentar convencerlos de que sus ideas están equivocadas y que deberían creer en Cristo. La mayoría de los cristianos evangélicos de hoy son arminianos en sus puntos de vista, y, por lo tanto, no ven nada malo con la presentación intelectual del evangelio por parte de los Creacionistas de la Tierra Joven a través de la ciencia.
Sin embargo, aunque sus motivos pueden ser buenos, todo el ejercicio demuestra un entendimiento básico erróneo de la total depravación del hombre. Supone que todavía hay una chispa de bien en el hombre caído que le da el poder de elegir creer, si así lo quiere. (Por lo tanto, debemos tratar de razonar con los hombres y convencerlos de la verdad a través de la ciencia y la geología, etc.). Si esto es así, ¡entonces el hombre caído no está totalmente depravado y, después de todo, no está muerto!
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El resultado neto de la perspectiva de la “tierra joven” es que uno debe ignorar lo que los maestros bíblicos confiables han enseñado sobre el tema de la creación y adoptar una nueva enseñanza porque la ciencia y la geología supuestamente han encontrado que esos maestros están equivocados. Creemos que sería más seguro dejar a la ciencia fuera de la escena y retener una exposición sólida de las Escrituras, que ha sido atestiguada por respetados eruditos bíblicos durante muchos años; y también, para evitar las interpretaciones nuevas y artificiales que se han diseñado para apoyar estos llamados descubrimientos científicos.