Un nuevo principio: la fe se aferra al espíritu de la ley y vuelve el corazón a Jehová
Ahora debemos detenernos un poco en este último punto. El capítulo 30 nos proporciona un principio importante. Supone que la gente ya ha incurrido en las consecuencias de la desobediencia, y son vistos como expulsados de la tierra, y extraños entre naciones distantes. La ley no puede cumplirse en tal caso; y, de hecho, la violación de la ley había producido incluso entonces sus frutos.
Pero entonces se introduce un principio bastante nuevo: el regreso del corazón del pueblo a Jehová, y la obediencia, uno debe agregar, en espíritu. Entonces Jehová los trae de vuelta a su tierra y los bendice en ella. La maldición se pone sobre sus enemigos; y han de observar en la tierra las ordenanzas de Jehová, gozando de nuevo de su plena bendición; porque el mandamiento no estaba ni en el cielo, ni más allá de los mares, sino en la boca y en el corazón. Este no era el nuevo pacto, sino la fe que se apoderaba del espíritu de la ley en principio, y volvía el corazón hacia Jehová, cuando la ley era externamente impracticable.
El principio del retorno del corazón cuando está bajo la maldición de la ley
El establecimiento del nuevo pacto, basado en este retorno del corazón, en un tiempo designado por Dios, será algo bien definido. Aquí tenemos el principio de su regreso cuando bajo la maldición de la ley habían quebrantado. Por lo tanto, el Apóstol cita este pasaje como la base del principio, como un testimonio dado de lo que era la justicia por fe, aplicándola a Cristo mismo: el retorno del corazón al objeto y fin de la ley, cuando el juicio estaba sobre ellos por su violación, y la esperanza de justicia por su cumplimiento imposible, cómo Cristo fue el fin de la ley para la justicia. El principio se encuentra aquí. El Apóstol trae a Cristo como el verdadero cumplimiento de ello. Al final del capítulo, Moisés declara que ahora ha puesto delante de ellos el bien y el mal, y que tendrían que soportar las consecuencias de su elección.