Ninguna persona inteligente podrá contradecir el hecho de que el día del Señor es un día especial y de carácter diferente del sábado.
El sábado es el séptimo de la semana; el día del Señor es el primero.
En el día sábado se conmemoraba el descanso que Dios tomó de Su obra de la creación (véase Génesis 2:22And on the seventh day God ended his work which he had made; and he rested on the seventh day from all his work which he had made. (Genesis 2:2)), y es una representación del reposo eterno que queda para Él y Su pueblo, cuando Él habrá terminado de obrar otra vez —un descanso fundado en la redención, y para ser realizado cuando el pecado haya sido completamente abolido de los dominios de Dios—. Esto tendrá lugar en los nuevos cielos y en la nueva tierra. Véase Hebreos 4:1-111Let us therefore fear, lest, a promise being left us of entering into his rest, any of you should seem to come short of it. 2For unto us was the gospel preached, as well as unto them: but the word preached did not profit them, not being mixed with faith in them that heard it. 3For we which have believed do enter into rest, as he said, As I have sworn in my wrath, if they shall enter into my rest: although the works were finished from the foundation of the world. 4For he spake in a certain place of the seventh day on this wise, And God did rest the seventh day from all his works. 5And in this place again, If they shall enter into my rest. 6Seeing therefore it remaineth that some must enter therein, and they to whom it was first preached entered not in because of unbelief: 7Again, he limiteth a certain day, saying in David, To day, after so long a time; as it is said, To day if ye will hear his voice, harden not your hearts. 8For if Jesus had given them rest, then would he not afterward have spoken of another day. 9There remaineth therefore a rest to the people of God. 10For he that is entered into his rest, he also hath ceased from his own works, as God did from his. 11Let us labor therefore to enter into that rest, lest any man fall after the same example of unbelief. (Hebrews 4:1‑11); Apocalipsis 21:1-71And I saw a new heaven and a new earth: for the first heaven and the first earth were passed away; and there was no more sea. 2And I John saw the holy city, new Jerusalem, coming down from God out of heaven, prepared as a bride adorned for her husband. 3And I heard a great voice out of heaven saying, Behold, the tabernacle of God is with men, and he will dwell with them, and they shall be his people, and God himself shall be with them, and be their God. 4And God shall wipe away all tears from their eyes; and there shall be no more death, neither sorrow, nor crying, neither shall there be any more pain: for the former things are passed away. 5And he that sat upon the throne said, Behold, I make all things new. And he said unto me, Write: for these words are true and faithful. 6And he said unto me, It is done. I am Alpha and Omega, the beginning and the end. I will give unto him that is athirst of the fountain of the water of life freely. 7He that overcometh shall inherit all things; and I will be his God, and he shall be my son. (Revelation 21:1‑7).
El sábado también era una “señal” entre Jehová e Israel del pacto que Él había hecho con Su pueblo, y fue incorporado a la ley de los diez mandamientos, bajo pena de muerte por su violación (Éxodo 31:12-1812And the Lord spake unto Moses, saying, 13Speak thou also unto the children of Israel, saying, Verily my sabbaths ye shall keep: for it is a sign between me and you throughout your generations; that ye may know that I am the Lord that doth sanctify you. 14Ye shall keep the sabbath therefore; for it is holy unto you: every one that defileth it shall surely be put to death: for whosoever doeth any work therein, that soul shall be cut off from among his people. 15Six days may work be done; but in the seventh is the sabbath of rest, holy to the Lord: whosoever doeth any work in the sabbath day, he shall surely be put to death. 16Wherefore the children of Israel shall keep the sabbath, to observe the sabbath throughout their generations, for a perpetual covenant. 17It is a sign between me and the children of Israel for ever: for in six days the Lord made heaven and earth, and on the seventh day he rested, and was refreshed. 18And he gave unto Moses, when he had made an end of communing with him upon mount Sinai, two tables of testimony, tables of stone, written with the finger of God. (Exodus 31:12‑18); Ezequiel 20:1212Moreover also I gave them my sabbaths, to be a sign between me and them, that they might know that I am the Lord that sanctify them. (Ezekiel 20:12)). Ahora bien, no hay ninguna evidencia que dicha ley jamás fuera dada a cualquier otra gente, o que jamás fuera observada antes de la era cristiana por alguien, excepto aquellos dentro de la esfera del judaísmo.
El día del Señor celebra la resurrección de nuestro bendito Salvador, y es un día exclusivo para la cristiandad. No existe ningún mandato específico para que sea guardado como un día de descanso, o que sea observado en cualquier otra manera. Pero no se deduce, por supuesto, que no haya obligación, pues la cristiandad no se constituye de mandatos legales y castigos sancionados, sino de una revelación de la divina verdad que debe inspirar la observancia de cada corazón sumiso y leal: “la obediencia de la fe”. Véase Romanos 1:5; 16:265By whom we have received grace and apostleship, for obedience to the faith among all nations, for his name: (Romans 1:5)
26But now is made manifest, and by the scriptures of the prophets, according to the commandment of the everlasting God, made known to all nations for the obedience of faith: (Romans 16:26).
Ahora veamos cómo el día domingo es señalado en las Escrituras.
1. Como se ha dicho, es el día en el cual nuestro bendito Señor se levantó de entre los muertos —el día que demostró ante el universo Su triunfo sobre la muerte y el sepulcro, y sobre todo el poder de Satanás—. Seguro que esto es un hecho de importancia primordial para nuestras almas.
El conflicto entero del bien y del mal fue resuelto en la cruz; y la resurrección del Señor Jesús manifestó el triunfo del bien. Fue la vida surgiendo de la muerte, el principio de la nueva creación cuando la antigua fue condenada bajo el juicio de Dios. Tal fue la victoria del Señor Jesús; y Su resurrección en el primer día de la semana proclamó la consumación de la victoria. Fue también la iniciación de una nueva era, en la cual los profundos y eternos consejos de Dios son desarrollados para los de la fe, y todas las bendiciones cristianas fundadas en la redención y confirmadas a nosotros a través de la muerte y resurrección de Cristo.
2. Es el día en el cual el Espíritu Santo descendió del cielo, instaurando la cristiandad en su verdadero carácter. Las dos grandes verdades características de la cristiandad son: la redención, y la presencia del Espíritu Santo en la tierra, mientras Cristo está entronizado a la diestra de Dios. El primer día de la semana es una constancia de estas dos cosas. Para confirmación, véase Levítico 23:15-16: “Y os habéis de contar desde el siguiente día del sábado, desde el día en que ofrecisteis el omer de la ofrenda mecida; siete semanas cumplidas serán: hasta el siguiente día del sábado séptimo contaréis cincuenta días; entonces ofreceréis nuevo presente a Jehová”. Aquella fue la fiesta de Pentecostés y empezó en “el siguiente día del sábado”; es a saber, en el primer día de la semana. En Hechos 2 Se demuestra claramente que éste fue el día en el cual descendió el Espíritu Santo.
3. Es el día en que los santos suelen reunirse a partir el pan en memoria del Señor Jesucristo. La prueba de esto se ve en Hechos 20:77And upon the first day of the week, when the disciples came together to break bread, Paul preached unto them, ready to depart on the morrow; and continued his speech until midnight. (Acts 20:7). Aparece del relato que Pablo y aquellos que estaban con él arribaron a Troas el lunes. Allí se quedaron siete días para estar con los santos —podemos decir— en su reunión del día del Señor. Luego se nos dice que en “el día primero de la semana, juntos los discípulos a partir el pan, Pablo les enseñaba”, etc. No es que se reunieran para oírle predicar, sino que reuniéndose los hermanos, como era su costumbre, para partir el pan, el apóstol aprovechó la oportunidad para hablarles sobre las cosas de Dios. El pasaje muestra que estaba ya establecida la costumbre entre los santos de partir el pan en ese día. Y el día queda así señalado. También es muy significativo y confirma el mismo aserto, el hecho de que el Señor Jesús apareció a Sus discípulos el primer día de la semana, el día de Su resurrección y en el siguiente domingo también, cuando ellos estaban reunidos y Él se presentó a Sí Mismo en medio. Igualmente tenemos el hecho de que el apóstol instruyó a los santos de Corinto que cada primer día de la semana apartasen en sus casas lo que pudieran, haciendo una colecta para los santos (1 Corintios 16:1-21Now concerning the collection for the saints, as I have given order to the churches of Galatia, even so do ye. 2Upon the first day of the week let every one of you lay by him in store, as God hath prospered him, that there be no gatherings when I come. (1 Corinthians 16:1‑2)). Todo esto viene a demostrar que el primer día era el día semanal de reunión en asamblea.
4. Finalmente, leemos en Apocalipsis 1:1010I was in the Spirit on the Lord's day, and heard behind me a great voice, as of a trumpet, (Revelation 1:10) que se cita “el día del Señor”. Juan fue “en el Espíritu” aquel día y recibió comunicaciones del Señor para los santos de Asia. Quisiera llamar la atención especial a esta expresión. En 1 Corintios 11:2020When ye come together therefore into one place, this is not to eat the Lord's supper. (1 Corinthians 11:20) tenemos la frase, “la cena del Señor”. ¿Alguien puede dudar del significado de ésta? ¿No es claramente la cena del Señor en contraste con: “cada uno toma antes de comer su propia cena” (versículo 21)? Ahora cuando se habla del día, se usa precisamente la misma palabra: “el día del Señor”, “la cena del Señor”. Es exclusivamente Su día, y Su cena: un día y una cena que Él reclama como Suyos. Su cena se celebraba, también en Su día.
Entonces ni el día ni la cena son comunes. ¿Hemos de tratarlos de manera corriente? ¿Qué pensaríamos del hombre que sostuviera que podía tomar la cena del Señor como la suya propia? Esto es precisamente lo que los santos en Corinto estaban haciendo, y a causa de lo cual el Señor les estaba reprendiendo. La debilidad, la enfermedad y la muerte fueron el resultado de su conducta. Era el juicio del Señor. La misma idea de tratar la cena del Señor como si fuera la nuestra bien podría escandalizar a cada corazón sensible a Su gloria.
Pero si es Su día tanto como Su cena, y si no tenemos libertad para tratar de la cena como nuestra, entonces ¿nos asiste el derecho de tratar de Su día de la misma manera? Apelo a que el juicio del lector determine lo recto y apropiado a la luz de estas Escrituras. Quisiera preguntar: ¿es correcto o propio que tomáramos aquel día que Él llama Suyo y lo usáramos para nuestra propia complacencia o ventaja temporal? ¿No hemos de observar cuidadosamente este día como dedicado a Él y a Sus cosas, si Su cena es consagrada plenamente a una conmemoración santa y gozosa de los padecimientos y muerte del Señor por nosotros, y no para saciar nuestros apetitos ni para satisfacer nuestra hambre?
Frecuentemente encontramos a santos (admitimos que pueda ser bajo la presión de las circunstancias) que aceptan posiciones de empleo secular que les exige trabajar habitualmente el día del Señor, y defienden la libertad de hacerlo porque no hay ningún mandamiento. Aunque no quiero condenar a nadie, estoy plenamente convencido que esto no es de fe; y la Escritura dice, “todo lo que no es de fe, es pecado” (Romanos 14:2323And he that doubteth is damned if he eat, because he eateth not of faith: for whatsoever is not of faith is sin. (Romans 14:23)). ¿No es esto muy solemne? Si aquel que fuera tentado a seguir tal camino dijera: “No, venga lo que venga, no deshonraré a mi Señor”, ¿no abriría Él mismo un camino para Su fiel discípulo? ¿Acaso Él no ha dicho, “Yo honraré a los que Me honran”? (1 Samuel 2:3030Wherefore the Lord God of Israel saith, I said indeed that thy house, and the house of thy father, should walk before me for ever: but now the Lord saith, Be it far from me; for them that honor me I will honor, and they that despise me shall be lightly esteemed. (1 Samuel 2:30)).
Pero es de temer que no pocos, y eso también donde no hay la fuerza de las circunstancias que les obligue, piensan que si asisten a la reunión ese día y parten el pan —luego terminado el culto— ya quedan libres para gastar el resto del día como les plazca: visitando de una manera social, conversando de negocios e intereses seculares, leyendo los diarios, gozándose, etc., etc. Pregunto: ¿es esto la manera de consagrar el día al Señor? ¿Se le está dando la honra que Él merece?
No quiero decir que el día domingo es un día de descanso tal como lo fue el sábado, y que hemos de cesar de nuestras labores, y sencillamente no hacer nada, sino que el Señor reclama Su día, y es del todo justo que dejemos nuestros quehaceres ordinarios y consagremos el día a Él en armonía con Su carácter, ocupándonos en las cosas espirituales que son para provecho de nuestras almas y las de otros.
Pero se sostiene: “No hay ningún mandamiento”. Ya lo sé. Mas ¿para qué se desea un mandamiento? ¿Acaso Él no nos ha dicho que es Su día? ¿Por qué robarle de lo Suyo propio? Además, Él ha probado Su amor, habiendo puesto Su vida por nosotros, sumergiéndose en un mar insondable de tristeza, para que fuésemos traídos a una bendición tal que sólo Su amor infinito pudo concebir; de tal modo Él confía en que nuestros corazones correspondan a Su amor, y rindan devota y gozosa obediencia a Su voluntad. ¿Hemos de defraudarle voluntariamente y a sabiendas, y entristecer así el corazón que ha confiado en nosotros, no sujetándonos a la esclavitud de la ley que está diciendo: “lo harás” o “no lo harás”? ¡Ay! ¡Todo ello demuestra solamente dónde están nuestros pobres corazones! ¡El Señor no tiene el primer lugar en ellos!; Sus derechos no son reconocidos; y Él está prácticamente excluido por nuestros propios intereses y nuestra mundanalidad.
Él no nos obliga a observar el día como una imposición legalista, como tampoco lo hace en cuanto a Su cena; sin embargo no nos ha dejado en las tinieblas respecto a lo que a Él le place, y nuestra propia bendición depende de la obediencia a Su voluntad. No podemos hacer caso omiso de Su voluntad en esto, o en cualquier otro asunto, sin pérdida para nuestras propias almas, llegando a ser piedras de tropiezo para otros, y trayendo deshonra sobre Su nombre.
Que el Señor otorgue al escritor tanto como al lector una mayor sensibilidad a todo lo que concierne a Su gloria, y experimentar la bienaventuranza de obediencia fiel y amorosa a toda Su voluntad revelada.
[Traducido por Raúl Valderrama y J. Hárrison Smith, 1960]