PREGUNTA: ¿«Cómo he de procurar con diligencia guardar “la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz”? ¿Qué significa?»
RESPUESTA: El Espíritu Santo descendió del cielo personalmente el día de Pentecostés y mora en cada miembro de Cristo individualmente (1 Corintios 6:1919What? know ye not that your body is the temple of the Holy Ghost which is in you, which ye have of God, and ye are not your own? (1 Corinthians 6:19); Efesios 1:13-14,13In whom ye also trusted, after that ye heard the word of truth, the gospel of your salvation: in whom also after that ye believed, ye were sealed with that holy Spirit of promise, 14Which is the earnest of our inheritance until the redemption of the purchased possession, unto the praise of his glory. (Ephesians 1:13‑14) etc.); y los santos así habitados en la tierra forman la morada de Dios en el Espíritu. Él mora colectivamente en toda la Iglesia (Efesios 2:22,22In whom ye also are builded together for an habitation of God through the Spirit. (Ephesians 2:22) etc.). Él une cada miembro a Cristo (1 Corintios 6:1717But he that is joined unto the Lord is one spirit. (1 Corinthians 6:17)). Une cada miembro a los demás miembros (1 Corintios 12:1313For by one Spirit are we all baptized into one body, whether we be Jews or Gentiles, whether we be bond or free; and have been all made to drink into one Spirit. (1 Corinthians 12:13)), y todos los miembros a la Cabeza. Esta es la Iglesia de Dios, el cuerpo de Cristo.
Esta unidad ha permanecido intacta a través de todos los fracasos de la Iglesia. Es una unidad que no puede ser destruida porque es mantenida por el propio Espíritu Santo. Él constituye la unidad del cuerpo de Cristo.
La Iglesia de Dios era responsable de haber mantenido esta unidad del Espíritu en unicidad práctica externa y visible. En esto ella ha fracasado. Esta unidad no ha fracasado. Ella permanece porque el Espíritu de Dios permanece. Ella permanece incluso cuando la unicidad de acción casi ha desaparecido. La unidad de un cuerpo humano permanece cuando un miembro está paralizado; pero ¿dónde está su unicidad? El miembro paralizado no ha dejado de pertenecer al cuerpo pero ha perdido la saludable articulación del cuerpo.
Aun así, con independencia de cuál es la ruina, con independencia de cuán terrible es el estado confuso y malsano en que se encuentran las cosas, la Escritura nunca admite que es impracticable que los santos anden en la comunión del Espíritu de Dios e impracticable la mantención de la verdad; eso es siempre practicable. El Espíritu de Dios presupone días malos y peligrosos; sin embargo Dios nos ordena procurar con diligencia “guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz”; y Él no nos ordena nada que sea impracticable. Nosotros nunca podremos restaurar nada a su estado anterior; pero podemos andar en obediencia a la Palabra y en compañía del Espíritu de Dios, el cual nos capacita para adherirnos a la Cabeza. Él nunca sacrificará a Cristo y Su honra y gloria, por Sus miembros. De ahí que somos exhortados a procurar con diligencia guardar la “unidad del Espíritu” (no la ‘unidad del cuerpo’, lo cual nos impediría separarnos de cualquier miembro del cuerpo de Cristo, sea cual fuere su práctica). El Espíritu Santo glorifica a Cristo, y andando en comunión con Él somos mantenidos especialmente identificados con Cristo.
En este hecho de procurar yo debo comenzar conmigo mismo. Mi primer deber es separarme para Cristo de todo lo que es contrario a Él, leemos, “Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre del Señor” (2 Timoteo 2:1919Nevertheless the foundation of God standeth sure, having this seal, The Lord knoweth them that are his. And, Let every one that nameth the name of Christ depart from iniquity. (2 Timothy 2:19) – RVA). Este mal puede ser moral, práctico o doctrinal; no importa lo que sea, yo debo apartarme de él; y cuando lo he hecho me encuentro en la comunión del Espíritu Santo de manera práctica y sobre una base divina donde todos los que son de corazón sincero pueden estar igualmente. Si yo puedo encontrar a quienes han hecho lo mismo, debo seguir con ellos “tras la justicia, la fe, el amor, la paz, con los que de corazón puro invocan al Señor” (2 Timoteo 2:2222Flee also youthful lusts: but follow righteousness, faith, charity, peace, with them that call on the Lord out of a pure heart. (2 Timothy 2:22) – JND). Si no encuentro a ninguno en el lugar donde estoy yo debo estar solo con el Espíritu Santo para mi Señor. Sin embargo existen, alabado sea el Señor, muchos que han hecho lo mismo y están en la línea de acción del Espíritu de Dios en la Iglesia. Ellos tienen como recurso la promesa bienaventurada: “Donde dos o tres son congregados a mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mateo 18:2020For where two or three are gathered together in my name, there am I in the midst of them. (Matthew 18:20) – JND). Ellos son uno de manera práctica, como siendo guiados por el mismo Espíritu, con cada miembro de Cristo en el mundo que ha hecho lo mismo. Yo no me refiero ahora a su unión absoluta con todo el cuerpo de Cristo, sino a la práctica.
La base sobre la que ellos son congregados (es decir, el Espíritu de Dios, en el cuerpo de Cristo) es lo suficientemente amplia en su principio como para incluir a toda la Iglesia de Dios; y es el único contexto divinamente amplio sobre la tierra. Lo suficientemente angosto como para excluir de su seno todo lo que no es del Espíritu de Dios: admitir a los tales los pondría fuera de la comunión del Espíritu Santo de manera práctica.
Este hecho de procurar con diligencia no se limita a los que son congregados así uno con otro. Ello tiene en perspectiva a cada miembro de Cristo en la tierra. El andar de los así reunidos, en separación para Cristo, y la comunión práctica del Espíritu y el mantenimiento de la verdad, es el amor más verdadero que ellos pueden mostrar hacia sus hermanos que no están con ellos de manera práctica. Andando en la verdad y en unidad, ellos desean que sus hermanos sean ganados para la verdad y para la comunión del Espíritu Santo. Puede ser que ellos no sean más que un débil remanente; pero a los verdaderos remanentes siempre se los distinguió por la consagración personal de ellos al Señor, ¡el cual los cuidó siempre especialmente con la más tierna solicitud, y se asoció de manera especial con ellos!