El santuario de Dios en medio de su pueblo restablecido en santidad
La parte restante de la profecía es el establecimiento de Su santuario en medio de Su pueblo. El lector percibirá que encontramos en estos últimos capítulos una revelación del mismo tipo que la dada a Moisés para el tabernáculo, y a David para el templo, sólo que en este caso los detalles se conservan en los escritos dados al pueblo por inspiración, como un testimonio para el tiempo venidero, y a la conciencia en todo momento. Dios se interesa por su pueblo. Él restablecerá Su santuario entre los hombres. Mientras tanto, el testimonio de esto ha sido dado a la gente para ponerlos bajo la responsabilidad que esta buena voluntad de Dios hacia ellos implicaba. Porque al profeta se le mandó que contara a la casa de Israel todo lo que había visto; Y así lo hizo. Cuando se han dado las dimensiones de las diferentes partes de la casa, la gloria de Jehová llena la casa, en la visión, como sucedió históricamente en la dedicación del tabernáculo y del templo.
El capítulo 43:7 proclama que la casa, que es el trono y el estrado de los pies de Jehová, ya no debe ser contaminada por cosas profanas. El profeta debía entonces declarar que, si Israel renunciaba a su infidelidad, Jehová volvería a morar allí. Por lo tanto, las personas están colocadas en todo momento bajo esta responsabilidad. El profeta debía mostrar la casa a Israel para que pudieran arrepentirse; y, si se arrepentían, debía explicárselo en detalle. Y es esto lo que tiene lugar al final. Las ordenanzas de la casa debían mostrarse si se humillaban; Y en vista de esto, el profeta anuncia todo lo que debía hacerse para la purificación y la consagración del altar, a fin de que se pudiera realizar el servicio regular.