By:
Ralph Erisman, L. Douglas Nicolet, R. Ruga y T. Roach
Duration:
4min
En el capítulo anterior vimos cómo los creyentes Judíos se dieron cuenta de que tenían una porción celestial y renunciaron a sus posesiones terrenales. Este capítulo comienza con la palabra “Pero”, introduciendo el fracaso y la decadencia. El enemigo comienza ahora a trabajar dentro del rebaño de Dios. Ananías y Safira estuvieron mintiendo al Espíritu Santo. La muerte de ellos causó tal temor entre las personas que nadie se atrevía a unirse a los apóstoles a menos de que fueran verdaderos creyentes en el Señor Jesucristo.
El Señor obraba tan poderosamente que multitudes fueron salvas y sanadas. Incluso la sombra de Pedro traía sanación, y ninguno de los que vinieron se fue enfermo. Así comenzó la bendición en Jerusalén y luego se extendió a las ciudades vecinas.
Esta poderosa obra despertó la envidia y la ira de las personas religiosas, así que ellos pusieron en la cárcel a los apóstoles. Sin embargo, el ángel del Señor abrió la cárcel y les ordenó que siguieran hablando al pueblo. Ellos fueron llevados ante los saduceos y les dijeron que no hablaran de Jesús, pero Pedro y los demás apóstoles respondieron y dijeron: “Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres”. Esto es cierto incluso ahora, en el siglo veintiuno. La buena noticia del perdón de pecados fue entonces predicada al concilio. Pero en lugar de recibirla, ellos querían matar a los apóstoles. Un fariseo llamado Gamaliel se levantó y recordó al concilio que en tiempos anteriores hubo otros líderes y que sus seguidores fueron reducidos a nada. Si esta obra era de los hombres, también llegaría pronto a su fin. Pero si todo esto era de Dios, ellos no podrían destruirlo, porque no podían luchar contra Dios. Así, los apóstoles, después de ser azotados, fueron puestos en libertad y continuaron su predicación acerca de Jesucristo en el templo y por las casas. Que nosotros también consideremos un gozo sufrir la deshonra por Su nombre.
1. ¿Contra quién mintió Ananías cuando sustrajo del precio de la tierra? __________________ Hechos 5:___
2. Aunque el pueblo alababa grandemente a los apóstoles por las muchas señales y prodigios que hacían, ¿qué no se atrevía a hacer ningún inconverso? ______________________ Hechos 5:___
3. A la ciudad de Jerusalén eran llevados los enfermos y los que estaban atormentados de espíritus inmundos. ¿Cuántos de ellos eran sanados? __________ Hechos 5:___
4. ¿Qué respuesta dieron Pedro y los demás apóstoles al concilio? _________________________ Hechos 5:___
5. Si una obra es de Dios, tú no puedes destruirla. Si lo intentas, ¿contra quién estarás luchando? Contra __________ Hechos 5:___