Jeremías 52

Jeremiah 52
 
Acontecimientos relativos a la destrucción de Jerusalén y del templo
El último capítulo no forma parte del Libro de Jeremías, propiamente llamado. Encontramos en ella acontecimientos relativos a la destrucción de Jerusalén y del templo. Después de las observaciones que hemos hecho, lo que se dice en ella de Babilonia será fácilmente entendido.
El lugar del primer imperio en la mano del hombre para ejercer la
gobierno en la tierra; la paciencia del amor y el interés de Dios
Recapitulo aquí los principios de este libro debido a su importancia. El imperio de Babilonia, como consecuencia de la infidelidad de la casa de David, fue establecido por Dios mismo, y confiado con el gobierno del mundo. Pero Babilonia no sólo oprimió a Israel, sino que estableció la idolatría y corrompió al mundo. El que debería haber sido un adorador del Dios verdadero, y un instrumento de su poder, estableció, en la medida de lo posible, la influencia del enemigo. Dios lo ha juzgado. El imperio que Dios mismo estableció ha sido completamente derrocado. Este juicio fue ejecutado contra el orgullo del hombre y contra la idolatría. Al mismo tiempo, fue la liberación de Israel. Esta última consideración dio lugar a una declaración por parte de Dios de lo que Israel era para Él, y lo que será en los últimos días. Pero el tema tratado es la Babilonia de ese día. Desde entonces, Dios ha permitido que existan otros poderes, gobernando el mundo con dominio universal, hasta el cumplimiento final de todos Sus propósitos. Estos imperios han subsistido de acuerdo a Su voluntad, han sido levantados o derribados como Él vio el bien. Pero ninguno de ellos ha ocupado exactamente el mismo lugar que Babilonia. Ninguno de ellos se ha establecido formalmente en lugar de Israel, ni la destrucción de ninguno de ellos ha sido la ocasión de la restauración de Israel. La palabra de profecía nos asegura que al final de los días, el juicio del último imperio tendrá este efecto. El juicio de Babilonia, en cierto modo, lo ha prefigurado; como su carácter moral comenzó la triste historia de estas monarquías, y les sirvió de modelo en muchos aspectos en cuanto al mal que debería desarrollarse hasta el final. Pero para entender los principios fundamentales de esta historia, y los tratos de Dios, el lugar que este primer imperio ocupó en estos tratos debe tenerse clara y claramente en mente. Además del inmenso hecho de la sustitución del imperio en manos del hombre, por el ejercicio inmediato del gobierno de Dios en la tierra, el testimonio diligente que Dios envió, y las advertencias a rey tras rey, a las personas y a los sacerdotes, es muy sorprendente en este libro, la paciencia del amor y el interés de Dios.