Circunstancias de los últimos días detalladas; El juicio de las naciones
En el capítulo 3 el Espíritu desarrolla, con más detalle, las circunstancias de los últimos días, aquellos días, en los que Dios traería de vuelta a los cautivos de Judá y Jerusalén. Esta época precede al tiempo de paz y bendición, en el cual la maldición será completamente quitada. Es el juicio de las naciones, un juicio necesario para la vindicación de los derechos de Dios, con respecto a Su pueblo oprimido, y para la manifestación, a los ojos de las naciones, de lo que Él es en Su gobierno de la tierra. Las diez tribus no están aquí en cuestión, ni la restauración general de Israel. Ante la plena bendición de su pueblo, Dios debe reanudar su gobierno inmediato de ellos, en el mismo lugar donde lo había abandonado, tomando nuevamente posesión de la sede de ese gobierno, un asiento que Él mismo había elegido. Allí suplicará en Su poder a todas las naciones que disputan Sus derechos, manifestándose en medio de Su pueblo, y actuando como morando con ellos, manteniendo sus derechos como pertenecientes a Él mismo. Israel es Su herencia. La palabra “Josafat” significa “el juicio, o el cetro, de Jehová o Jah”. Allí, en juicio, suplica a las naciones por su pueblo, a quien habían dispersado; y por su tierra, que habían separado.
Él relata todos los agravios de su pueblo, como se hizo a sí mismo. Por sus medios, los mismos males deben ser recompensados en juicio sobre las naciones que los infligieron.
Las naciones están llamadas a prepararse para la guerra, todas deben reunirse, deben despertar, abandonar sus ocupaciones pacíficas y venir al valle de Josafat. Allí Jehová se sentará para juzgar a todos los paganos alrededor.
Y si los gentiles han de despertar a todos sus hombres poderosos para el día de Dios, Dios de Su parte hará que Sus poderosos desciendan (vs. 11).
La ejecución del juicio de Dios sobre la tierra
Pero, por grande que fuera el orgullo de los hombres de guerra, era, después de todo, el juicio de Dios, la hoz de Dios cosechando la tierra. Su prensa debe estar llena, Sus cubas deben desbordarse; porque la iniquidad fue grande. En el Apocalipsis la cosecha se distingue de la cosecha, siendo el primero el juicio que separa lo bueno de lo malo y viceversa; el segundo, la ejecución de la venganza. Aquí me parece que los dos juntos presentan la idea general de la ejecución de la sentencia, aunque el símbolo del lagar es el más contundente. ¡Qué multitudes en ese día deberían aprender las consecuencias de su desprecio de la palabra de gracia y del orgullo que los levantó en rebelión contra Jehová de los ejércitos! Todo orden gubernamental, su grandeza y su poder, debe desaparecer ante el juicio de Dios.
Jehová mismo reanudando las riendas del gobierno en la tierra desde Jerusalén
Pero Jehová mismo debe reanudar las riendas del gobierno en la tierra y hacer que Su voz sea escuchada desde Jerusalén. Los cielos y la tierra deben temblar ante Su intervención. Pero si esta intervención fuera el juicio de los rebeldes, el que intervino, Jehová, sería la esperanza de su pueblo, la fortaleza de los hijos de Israel. Y así deben saber que Él es Jehová su Dios; morando en Sión, Su santo monte. Jerusalén debe ser santa, los extranjeros ya no deben pasar a través de ella, profanándola como su presa. Ni sólo esto: sino que debe haber abundante bendición sobre la tierra de su pueblo; El vino debe fluir desde sus montañas, y la leche de sus colinas. Los ríos de Judá deben fluir con aguas, y una fuente debe salir de la casa de Jehová, y regar el valle de Shittim. (Compare Ezequiel 47 y Zacarías 14:8.) Egipto y Edom deben quedar desolados; pero Judá y Jerusalén debían morar en bendición eterna, porque Jehová debería haberlos limpiado. Percibimos que es gracia eficaz y soberana.
La profecía de Joel confinada a Judá, Jerusalén y Judea
Se observará también que esta profecía no va más allá de la bendición de Judá y Jerusalén; que la escena del juicio de las naciones se refiere al juicio realizado en la tierra de Judea, donde sus ejércitos serán reunidos, cumplidos para poner a Jehová en posesión de Su trono sobre la tierra; o más bien, Él toma posesión de Su trono por la ejecución de este juicio, y luego otorga bendición a las personas a quienes, en gracia, Él ha limpiado. Se señala especialmente un ejército devastador: el que viene del norte. Parece también que la desolación de la tierra, antes de la intervención de Jehová, será muy grande, de modo que el pueblo será un oprobio entre las naciones; pero ¡ay de los que desprecian al pueblo de Dios!
Si este ejército anuncia el día de Jehová, Jehová mismo interpondrá, para que sea en verdad suyo; y, al interponer, Él libera a las personas a quienes ama.