John N. Darby, 1830

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En Inglaterra e Irlanda comenzó un movimiento simultáneo entre personas totalmente descono­cidas entre sí. Hubo una obra independiente del Espíritu de Dios en los corazones y en las conciencias de muchos fieles seguidores de Cristo, entre los que se podrían mencionar específica­mente a John N. Darby, Edward Cronin, John G. Bellet, Anthony N. Groves y George V. Wigram. J. N. Darby, erudito de considerable fama y abogado, fue convertido mediante la lectura de las Sagradas Escrituras. En sus años tempranos aceptó un subrectorado protestante en el sur de Irlanda, pero más tarde fue muy impresionado por la verdad de que la Cabeza de la iglesia era Cristo glorificado, de lo que dedujo que debía haber un organismo en la tierra, un cuerpo espiritual, en el que Su condición de cabeza debía ser expresado. El llamado de esta verdad lo llevó a salir de sus conexiones eclesiásticas, como Abraham en la antigüedad, que, llamado por Dios, obedeció saliendo sin saber a donde iba (Heb 11:88By faith Abraham, when he was called to go out into a place which he should after receive for an inheritance, obeyed; and he went out, not knowing whither he went. (Hebrews 11:8)). Al mismo tiempo, otros hombres eran similarmente movidos, por el estudio de la Escritura, a juzgar el sistema sacerdotal como inicuo, por cuanto todos los cristianos son llevados al mismo lugar de cercanía y libertad para con Dios por el Evangelio, y por recibir el don del Espíritu Santo vienen a ser miembros del Cuerpo de Cristo. Por ello, todo sistema regido por un sacerdote oficial niega la primera de estas verdades cardinales, y cualquier asunción de derechos exclusivos de ministerio niega la segunda.
El reconocimiento de estas verdades capitales llevó a estos cristianos a dejar aquellas asociaciones que las negaban, para reunirse en toda sencillez para participar de la cena del Señor tal como había sido establecida por el mismo Señor y siguiendo la enseñanza inspirada del Apóstol Pablo. Reconocieron la presencia personal del Espíritu Santo y Su disposición soberana de poder como el canal para el ministerio de la Palabra de Dios, mientras que las Escrituras fueron reconocidas como el único criterio infalible de la verdad y del error. Este movimiento, que comenzó en Dublín y en el sur de Inglaterra alrededor de 1832, pronto se extendió con considerable rapidez por medio de la predicación del Evangelio y del ministerio de la Palabra. Así surgieron por toda Inglaterra y en Francia, Suiza, Alemania, y por todos los países de habla inglesa del mundo, reuniones constituidas en base de la aceptación del principio de que la separación de la iniquidad era la única verdadera base para la unidad.