Juan Capítulo 16

John 16  •  14 min. read  •  grade level: 12
Listen from:
El Espíritu Santo Contemplado Como Estando Ya Aquí; Sufrimientos Y Gozo Predichos
En este capítulo, se da un paso más allá en la revelación de esta gracia. El Espíritu Santo es contemplado como estando ya aquí abajo.
En este capítulo el Señor da a conocer que Él ha presentado toda Su enseñanza con respecto a Su partida; los sufrimientos de ellos en el mundo por mantener Su lugar; el gozo de ellos, estando en la misma relación con Él como aquella en la que Él había estado con Su Padre mientras estuvo en la tierra; su conocimiento del hecho de que Él estaba en el Padre, y ellos en Él, y Él en ellos; el don del Espíritu Santo, a fin de prepararlos para todo lo que sucedería cuando Él no estuviese, para que no tuvieran tropiezo. Pues ellos serían expulsados de las sinagogas, y aquel que los matase pensaría que estaba sirviendo a Dios. Éste sería el caso de aquellos que, descansando en sus viejas doctrinas como una forma, y rechazando la luz, utilizarían solamente la forma de la verdad con la cual darían crédito a la carne como estando conformada para resistir la luz la cual, según el Espíritu, juzgaría la carne. Ellos harían esto porque no conocían ni al Padre ni a Jesús, el Hijo del Padre. Es la verdad nueva la que prueba al alma y la fe. La antigua verdad, recibida generalmente y por la que se distingue un cuerpo de gente de aquellos que los rodean, puede ser un motivo de orgullo para la carne, incluso donde se trata de la verdad, como fue el caso con los judíos. Pero la verdad nueva es un asunto de fe en su origen: no existe el apoyo de un cuerpo acreditado por esta verdad, sino la cruz de hostilidad y aislamiento. Ellos pensaban que servían a Dios. No conocieron al Padre y al Hijo.
Dolor Natural Ante La Partida Del Señor; La Ganancia De La Fe
La naturaleza se ocupa de aquello que es pérdida. La fe mira al futuro al que nos lleva Dios. ¡Precioso pensamiento! La naturaleza actuaba en los discípulos: ellos amaban a Jesús; se lamentaban ante Su partida. Podemos entender esto. Pero la fe no se habría detenido aquí. Si hubieran aprehendido la gloria esencial de la Persona de Jesús, si el afecto de ellos, animado por la fe, hubiera pensado en Él y no en ellos mismos, habrían preguntado: “¿A dónde vas?”. Sin embargo, Aquel que pensaba en ellos les asegura que incluso perderle a Él sería ganancia para ellos. ¡Fruto glorioso de los modos de Dios! Su ganancia sería en esto, que el Consolador estaría aquí en la tierra con ellos y en ellos. Aquí, observen, Jesús no habla del Padre. Se trataba del Consolador aquí abajo en Su lugar, para mantener el testimonio de Su amor por los discípulos, y Su relación con ellos. Cristo se iba: pues si Él no se iba, el Consolador no vendría; pero si partía, Él lo enviaría. Cuando Él hubiera venido, actuaría demostrando la verdad con respecto al mundo que rechazó a Cristo y que persiguió a Sus discípulos; y actuaría para bendición de estos últimos.
El Testimonio Del Consolador Al Mundo: Su Pecado Al Rechazar a Cristo
Con respecto al mundo, el Consolador tenía un solo asunto de testimonio, a fin de demostrar el pecado del mundo. El mundo no había creído en Jesús—en el Hijo. Sin duda había pecado de toda clase, y, a decir verdad, no había nada más que pecado—pecado que merecía juicio; y en la obra de la conversión, Él hace que el alma se dé cuenta de estos pecados. Pero el rechazo de Cristo colocó al mundo entero bajo un juicio común. Sin duda cada uno responderá por sus pecados; y el Espíritu Santo me hace sentirlos. Pero, como sistema responsable para con Dios, el mundo había rechazado a Su Hijo. Este era el terreno sobre el cual Dios trataba con el mundo ahora; esto es lo que hacía manifiesto el corazón del hombre. Era la demostración de que, habiendo sido Dios plenamente manifestado en amor tal como Él era, el hombre no le recibiría. Él vino, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados; pero ellos le rechazaron. La presencia de Jesús no era la del Hijo de Dios manifestado en Su gloria, ante la cual el hombre retrocedería temeroso, aunque no pudiese escapar; se trataba de lo que Él era moralmente, en Su naturaleza, en Su carácter. El hombre le odiaba: todo testimonio para traer al hombre a Dios fue inútil. Cuanto más claro era el testimonio, más el hombre se alejaba de él y se le oponía. La demostración del pecado del mundo era que éste había rechazado a Cristo. Terrible testimonio, ¡que Dios en bondad excitara el aborrecimiento porque Él era perfecto, y perfectamente bueno! Tal es el hombre. El testimonio del Espíritu Santo al mundo, como antiguamente el de Dios a Caín, sería, ¿Dónde está mi Hijo? No era que el hombre fuera culpable; lo era cuando Cristo vino, sino que estaba perdido, el árbol era malo.
El Convencimiento De Justicia: Cristo a La Diestra De Dios
Pero este era el camino de Dios hacia algo totalmente diferente—el convencimiento de justicia, en que Cristo fue a Su Padre, y que el mundo no le vio más. Fue el resultado del rechazo de Cristo. Justicia humana no había ninguna. El pecado del hombre fue probado por el rechazo de Cristo. La cruz fue realmente el juicio ejecutado sobre el pecado. Y en ese sentido, fue justicia; pero en este mundo fue el único Justo condenado por el hombre y abandonado por Dios; no fue la manifestación de justicia. Fue una separación final judicial entre el hombre y Dios (ver capítulos 11 y 12:31). Si Cristo hubiera sido librado allí, y hubiese llegado a ser Rey de Israel, esto no habría sido una consecuencia adecuada al hecho de que Él hubiera glorificado a Dios. Al haber glorificado a Dios Su Padre, Él se iba a sentar a Su diestra, a la diestra de la Majestad en las alturas, para ser glorificado en Dios mismo, para sentarse en el trono del Padre. Establecerle allí fue justicia divina (ver capítulos 13:31-32; 17:1,4-5). Esta misma justicia privó al mundo, dicho de esta forma, de Jesús para siempre. El hombre no le vio más. La justicia a favor de los hombres estaba en Cristo a la diestra de Dios—en juicio en cuanto al mundo, en ello el mundo le había perdido sin esperanza y para siempre.
Satanás, El Príncipe De Este Mundo, Juzgado
Además, se había demostrado que Satanás era el príncipe de este mundo conduciendo a todos los hombres contra el Señor Jesús. Para cumplir los propósitos de Dios en gracia, Jesús no resiste. Él se entrega a la muerte. Aquel que tenía el imperio de la muerte se dedicó enteramente. En su deseo de arruinar al hombre, tuvo que arriesgar todo en esta empresa contra el Príncipe de la Vida. Fue capaz de asociar al mundo entero con él en esto, judío y Gentil, sacerdotes y pueblo, gobernantes, soldados y súbditos. El mundo estaba allí, encabezado por su príncipe, en ese día solemne. El enemigo había puesto todo en juego, y el mundo estaba con él. Pero Cristo resucitó, ascendió a Su Padre, y ha enviado el Espíritu Santo. Se demuestra que todos los motivos que gobiernan al mundo, y el poder por el cual Satanás mantuvo cautivos a los hombres, son de él; él es juzgado. El poder del Espíritu Santo es el testimonio de esto, y supera todos los poderes del enemigo. El mundo aún no es juzgado, es decir, el juicio aún no se ha ejecutado—lo será de otra manera; pero es moralmente, su príncipe es juzgado. Todos sus motivos, religiosos y profanos, lo han llevado a rechazar a Cristo, colocándolo bajo el poder de Satanás. Es en ese carácter que él ha sido juzgado, pues condujo al mundo contra Aquel que manifestó ser el Hijo de Dios por la presencia del Espíritu Santo, después de que Él quebrantara el poder de Satanás en la muerte.
La Presencia Del Espíritu Santo Aquí Es La Prueba Del Rechazo Del Mundo Al Hijo De Dios
Todo esto tuvo lugar por medio de la presencia del Espíritu Santo en la tierra, enviado por Cristo. Su sola presencia era la demostración de estas tres cosas. Pues, si el Espíritu Santo estaba allí, era porque el mundo había rechazado al Hijo de Dios. La justicia fue evidenciada al estar Jesús a la diestra de Dios, de lo cual la presencia del Espíritu Santo era la prueba, así como en el hecho de que el mundo le había perdido. Ahora, el mundo que le había rechazado no fue exteriormente juzgado, pero, habiéndolo conducido Satanás a rechazar al Hijo, la presencia del Espíritu Santo probó que Jesús había destruido el poder de la muerte; que aquel que había poseído ese poder fue juzgado de esta manera; que él demostró ser el enemigo de Aquel a quien el Padre reconoció; que su poder ya no existía, y que la victoria pertenecía al Postrer Adán, cuando todo el poder de Satanás combatió contra la debilidad humana de Aquel que en amor cedió ante este poder. Pero Satanás, así juzgado, era el príncipe de este mundo.
La Obra Del Espíritu Santo En Y Para Los Discípulos
La presencia del Espíritu Santo sería la demostración, no de los derechos de Cristo como Mesías, ciertos como eran, sino de aquellas verdades que se referían al hombre—al mundo, en el cual Israel se hallaba ahora perdido, habiendo rechazado las promesas, aunque Dios guardaría a la nación para Sí mismo. Pero el Espíritu Santo estaba haciendo algo más que demostrar la condición del mundo. Él llevaría a cabo una obra en los discípulos; los guiaría a toda la verdad, y les mostraría las cosas que habrían de venir; pues Jesús tenía muchas cosas que decirles que todavía no eran capaces de sobrellevar. Cuando el Espíritu Santo estuviera en ellos, Él sería su fortaleza así como su maestro; y sería un estado de cosas completamente diferente para los discípulos. Aquí Él es considerado como estando presente en la tierra en lugar de Jesús, y morando en los discípulos, no como un espíritu individual hablando desde Él, sino como dijo Jesús: “Según oigo, así juzgo”, con un juicio perfectamente divino y celestial: de este modo el Espíritu Santo, actuando en los discípulos, hablaría aquello que venía de arriba, y del futuro, conforme al conocimiento divino. Sería del cielo y del futuro aquello de lo que Él hablaría, comunicando lo que era celestial desde arriba, y revelando acontecimientos que vendrían en la tierra, siendo testigos lo uno y lo otro de que era un conocimiento que pertenecía a Dios. ¡Qué bendito poseer aquello que Él tiene para dar!
El Espíritu Santo Tomando En Lugar De Cristo Aquí
Pero además, Él toma aquí el lugar de Cristo. Jesús había glorificado al Padre en la tierra. El Espíritu Santo glorificaría a Jesús, con referencia a la gloria que pertenecía a Su Persona y a Su posición. Aquí Él no habla directamente de la gloria del Padre. Los discípulos habían visto la gloria de la vida de Cristo en la tierra; el Espíritu Santo les develaría Su gloria en aquello que le pertenecía como glorificado con el Padre—aquello que era Suyo.
Ellos aprenderían “en parte.” Ésta es la medida del hombre cuando se trata de las cosas de Dios, pero su alcance es declarado por el Señor mismo: “Él me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber. Todo lo que tiene el Padre es mío; por eso dije que tomará de lo mío, y os lo hará saber.”
El Nombre Y La Gloria De Cristo; Su Posición En Virtud De Su Obra Como Hijo Del Hombre; Sus Derechos Como Hijo Del Padre
Así tenemos el don del Espíritu Santo presentado de diversos modos en conexión con Cristo. En dependencia de Su Padre, y representando a los discípulos como habiéndose ido a lo alto separado de ellos, Él se dirige al Padre, en nombre de ellos; Él ruega al Padre que envíe el Espíritu Santo (cap. 14:16). Más adelante, hallamos que Su nombre es todopoderoso. Toda bendición del Padre viene en Su nombre. Es debido a Él, y conforme a la eficacia de Su nombre, de todo lo que en Él es aceptable al Padre, que el bien viene a nosotros. Así, el Padre enviará al Espíritu Santo en Su nombre (cap. 14:26). Y siendo glorificado Cristo en lo alto, y habiendo tomado Su lugar con Su Padre, Él envía el Espíritu Santo (cap. 15:26) del Padre, como procediendo de Él. Finalmente, el Espíritu Santo está presente aquí en este mundo, en y con los discípulos, y Él glorifica a Jesús, y toma de lo Suyo y lo revela a los Suyos (cap. 16:13-15). Aquí, toda la gloria de la Persona de Cristo es expuesta, así como los derechos pertenecientes a la posición que Él ha tomado. “Todo lo que tiene el Padre” es de Él. Ha tomado Su posición conforme a los consejos eternos de Dios, en virtud de Su obra como Hijo del Hombre. Pero si Él ha entrado en posesión de esto en este carácter, todo lo que posee en éste es Suyo, como un Hijo a quien (siendo uno con el Padre) pertenece todo lo que el Padre tiene.
La Partida Venidera Del Señor a Su Padre; Los Discípulos Estimulados a Acercarse Al Padre
Allí Él debía permanecer oculto por un tiempo: los discípulos le verían después, pues se trataba sólo de la consumación de los caminos de Dios; no se trataba de estar, por así decirlo, perdido mediante la muerte. Él iba a Su Padre. Sobre este punto, los discípulos no entendieron nada. El Señor desarrolla el hecho y sus consecuencias, sin mostrarles aún toda la importancia de lo que Él decía. Él lo plantea en el aspecto humano e histórico. El mundo se regocijaría de haberse deshecho de Él. ¡Gozo miserable! Los discípulos lamentarían, aunque fuera también la fuente misma de gozo para ellos; pero su tristeza se convertiría en gozo. Como testimonio, esto tuvo lugar cuando Él se mostró a ellos después de Su resurrección; se cumplirá totalmente cuando Él regresará para recibirlos a Sí mismo. Pero cuando ellos le hubieran visto otra vez, comprenderían la relación en que Él los había situado con Su Padre, ellos la gozarían por el Espíritu Santo. No sería como si ellos no pudieran acercarse al Padre, mientras Cristo sí podía hacerlo (como dijo Marta: “sé ahora que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará.”—Juan 11:22). Ellos podrían ir directamente al Padre, quien los amaba, porque habían creído en Jesús, y le habían recibido cuando Él se había humillado en este mundo de pecado (en principio es siempre así); y pidiendo lo que ellos quisieran en Su nombre lo recibirían, a fin de que su gozo pudiera ser cumplido en la conciencia de la bendita posición del favor infalible al que eran llevados, y del valor de todo aquello que poseían en Cristo.
La Comprensión Limitada De Los Discípulos De Lo Que El Señor Quería Dar a Entender
No obstante, el Señor ya les declara la base de la verdad—Él salió del Padre, Él iba al Padre. Los discípulos creen entender aquello que les había hablado sin parábolas. Ellos creyeron que Él había adivinado su pensamiento, pues no se lo habían expresado. Sin embargo, ellos no se elevaron a la altura de lo que Él dijo. Les había dicho que habían creído que Él había salido “de Dios.” Esto ellos lo entendieron; y aquello que había sucedido los había confirmado en esta fe, y declaran su convicción con respecto a esta verdad; pero no entran en el pensamiento de ‘salir del Padre’, y en el de ‘ir al Padre.’ Presumían de estar en la luz; pero no habían comprendido nada que los elevara sobre el efecto del rechazo de Cristo, lo cual habría sido hecho por la creencia en que Él salió del Padre y que Él iba al Padre (Juan 16:28). Por lo tanto, Jesús les declara que Su muerte los esparciría, y que ellos le abandonarían. Su Padre estaría con Él; no estaría solo. No obstante, les había explicado todas estas cosas a fin de que tuvieran paz en Él. En el mundo que le rechazó, tendrían aflicción; pero Él había vencido al mundo, ellos podían confiar.