Las cortinas y cubiertas del tabernáculo

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Éxodo 26:1-14, 36:8-19
Había dos cortinas, la interior que era llamada "el tabernáculo" hecha de lino torcido, con cárdeno, púrpura y carmesí; y la de encima hecha de pelo de cabra. Luego encima de esas dos cortinas había un par de cubiertas de pieles, la interior hecha de cueros de carneros teñidos de rojo, y la exterior hecha de cueros de tejones.
Las consideraremos en su carácter figurativo como señalando adelante a Cristo.
(1) Las cortinas de lino torcido
Éxodo 26:1-6; 36:8-13
Solo eran visible al sacerdote dentro del Lugar Santo, y representan las glorias de Cristo en resurrección.
El lino torcido habla de Su pureza y justicia. El cárdeno es el color del propio cielo, y nos habla del carácter celestial del Hijo de Dios. El carmesí es el color de la tierra, y nos recuerda su gloria terrenal como el Hijo del hombre. La púrpura es la combinación de cárdeno y carmesí, y señala aquel día cuando la gloria de lo celestial y la gloria de lo terrenal tendrán su centro y manifestación en su bendita Persona.
Los querubines (véase Génesis 3:24) hablan de su majestad y poder en juicio: "El Padre a nadie juzga, mas todo el juicio dio al Hijo" (Juan 5:22). "Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará sobre el trono de su gloria. Y serán reunidas delante de él todas las gentes (naciones)...Entonces el Rey dirá a los que estarán a su derecha: Venid benditos de mi Padre.... dirá también a los que estarán a la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno" (Mateo 25:31-41). Cristo será el Juez en el "gran trono blanco" también (Apocalipsis 20:11-15).
Las diez cortinas fueron unidas unas a otras en dos juegos de cinco cada uno y fueron "juntadas" mediante lazadas de cárdeno y corchetes de oro, y así las varias cortinas formaron "un tabernáculo." Los santos como resucitados con Cristo son juntados todos ahora y "perfectamente unidos" en una unión divina y celestial. La ruina actual de la iglesia profesante niega tal unión, pero la Iglesia verdadera siempre es perfecta en los ojos de Dios. El pleno despliegue y manifestación clara de esto se verá en gloria, pero la fe lo discierne aun ahora en comunión con Dios dentro de Su santo templo, y busca reconocer y descansar sobre esta verdad preciosa. Su Palabra en medio de la discordia y división del tiempo actual nos asegura que así será. En Efesios 4:3 leemos: Sed "solícitos a guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz."
(2) Las cortinas de pelo de cabras
Éxodo 26:7-13; 36:14-18
Estas eran cosas conmemorativas de la expiación ya hecha. En Números 28:15 leemos que la ofrenda diaria para la expiación del pecado era un macho cabrío; y para el día de las expiaciones, el macho cabrío era la víctima escogida (véase Levítico 16:9).
La cortina doble colgada sobre la puerta puede indicar que la única base de acercarnos a Dios es el haber acabado con el pecado, y que aquello que lo recordaba estaba siempre delante del ojo del sacerdote cuando entraba en el santuario de Dios. Las cortinas fueron parejadas por lazadas de pelo de cabras y por corchetes de cobre. Esto nos enseña que la única unidad aprobada por Dios tiene que ser en justicia y santidad. No puede haber ningún fingimiento de santidad ni ligereza con el pecado. Así pues, si las cortinas de pelo de cabra hablan de la separación del pecado en el Siervo en quien Dios tuvo todo su contentamiento (véase Mateo 3:17), entonces debiera separarse de toda maldad también el que le ostentara servir. "Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo" (2ª Timoteo 2:19).
(3) La cubierta de cueros de carneros, teñidos de rojo
Éxodo 26:14; 36:19
Esta es figura de consagración hasta la muerte. El carnero fue usado para el sacrificio, especialmente en la consagración del sacerdocio (véanse Éxodo 29:1-34; Levítico 8). Como el cordero representa a Jesús manso y humilde, sumiso hasta la muerte, así el carnero habla del vigor y la fuerza del Señor. Señala también el propósito fijo de Su corazón, el de devoción sin reserva a Dios hasta la muerte.
Pueda ser que el cuero del carnero colocado sobre el tabernáculo nos hable de la consagración de la Iglesia a Dios, del mismo modo que la sangre sobre la oreja, la mano y el pie del sacerdote nos recuerda que nuestros miembros han sido redimidos y limpiados por Él. La consagración es algo muy positiva e intensamente práctica; no es un acto exterior, como muchos creen, sino un propósito profundamente arraigado y fijo de corazón. Contemplando a Cristo en la cruz, aprendemos el sentido de la "consagración." El bendito Señor "afirmó su rostro" hacia el lugar de muerte, "menospreciando la vergüenza" y es el ejemplo y medida de "la consagración entera" (Lucas 9:51; Hebreos 12:2).
Como creyentes en Él, es típico todo lo que tenemos demostrado en Éxodo 29 y Levítico 8. Aarón y sus hijos fueron lavados con agua (Éxodo 29:4). Después, un carnero fue ofrecido en sacrificio, y así fue llamado "el carnero de las consagraciones" (Éxodo 29:22, 26, 31). Su sangre fue puesta sobre la ternilla de la oreja derecha del sacerdote (Aarón) y la de cada uno de sus hijos, y sobre el dedo pulgar, y sobre el dedo pulgar de sus pies (véase Éxodo 29:20); y luego el aceite de la unción fue esparcido sobre ellos (v. 21), quienes, lavados con agua, rociados con sangre, y ungidos con aceite, tipifican a nosotros, los creyentes, consagrados del todo a Dios: el oído atento a la voz de su Señor, su mano hecha apta para su servicio, y su pie firme en la senda trazada por Él.
El poeta, al escribir de Cristo como ejemplo de la consagración entera, pudo decir:
"Firme en medio de la vergüenza,
Y contra el diablo en su hábil tentar,
Por tu camino aquí sin sonrisa,
La cruz Tú—solo—fuiste a afrontar."
Somos llamados a seguir sus pisadas y a rendirnos a Dios.
(4) La cubierta de cueros de tejones
Éxodo 26:14; 36:19
Esta era la cubierta de más afuera y visible. Era para proteger el tabernáculo de los rayos abrasadores del sol del desierto, y de las tempestades del mismo. No tenía parecer ni hermosura, y no había belleza exterior para atraer la mirada de los hombres. El tabernáculo era todo glorioso adentro, con tablas revistadas de oro y cortinas que eran obra de costura, pero éstas sólo eran vistas por los sacerdotes de Dios que entraban dentro del Lugar Santo. El cuero de tejón es mencionado solamente una vez más en la Palabra de Dios, donde se empleaba para las sandalias que separaban y protegían los pies en las arenas ardientes del desierto (véase Ezequiel 16:10).
El cuero de tejón está relacionado con la separación, y el carácter terrenal del peregrino. La figura tuvo su respuesta perfecta y completa en el bendito Señor mientras vivía en este mundo.
Mas, para aquellos que le conocen, Cristo es siempre "el señalado entre diez mil" multitudes (Cantares 5:10). "Despreciado y desechado entre los hombres" (mundanos), el parecer desfigurado del "Varón de dolores" no presentó ningún atractivo a los ojos del mundo (véase Isaías 53:3). Le vieron a un Hombre solitario sin lugar para poner su cabeza. Le vieron llorar y le oyeron gemir, pero no le desearon, ni quisieron preguntar de dónde vino. Les bastó saber que Él era el "carpintero," el Nazareno, hijo de María. ¡Oh, que nuestras almas pudieran mirar fervorosamente a ese espectáculo! ¡Las sienes coronadas de espinas, por el gentío cruel e inhumano, que amontonaron sobre la amada y santa víctima sus reproches indecentes y viles! Tal era el mundo de aquel entonces, y tal es el mundo de hoy.
El escándalo de la cruz y el reproche de Cristo todavía quedan para todos los que siguen al Nazareno despreciado y rechazado. Sufrimiento e ignominia acompañarán sus pisadas. Lágrimas y sollozos muchas veces señalarán sus sendas. Tal es la enseñanza, en figura, de la cubierta de cueros de tejones. Pero en un día futuro, este bendito Señor y Salvador se sentará en su trono, la mano horadada empuñará el cetro de poder universal, y sobre las sienes una vez brutalmente coronadas de espinas reposarán las muchas diademas (véase Apocalipsis 19:12). ¡Entonces será quitada la cubierta de cueros de tejones!