Los Discípulos Animados En El Lugar De Testimonio En El Mundo
El capítulo 12 sitúa a los discípulos en este lugar de testimonio por el poder del Espíritu Santo, y con el mundo en oposición a ellos, después de la partida del Señor. Se trata de la Palabra y del Espíritu Santo, en vez del Mesías en la tierra. No debían temer la oposición, ni confiar en ellos mismos, sino que debían temer a Dios y confiar en Su ayuda; y el Espíritu Santo les enseñaría qué decir. Todas las cosas serían reveladas. Dios alcanza al alma: el hombre sólo puede tocar el cuerpo. Aquí, aquello que va más allá de las promesas presentes, la relación del alma con Dios, es puesta en consideración. Se trata de salir del judaísmo para estar ante Dios. El llamamiento de ellos era a manifestar a Dios en el mundo a toda costa—manifestarle a Él a la fe antes de que todas las cosas fuesen manifestadas. Esto podría resultar en una gran cantidad de sufrimientos y problemas delante de los hombres: Jesús los confesaría delante de los ángeles. Se trata de traer a los discípulos a la luz como Dios está en ella, y al temor de Dios mediante la Palabra, y a la fe, cuando el poder del mal estuviese presente; todo ese mal, por muy secreto que fuese, sería traído a la luz.
No sólo esto. La blasfemia contra el testimonio dado sería, en el caso de ellos, peor que blasfemar a Cristo. Esto podría ser perdonado (en realidad ha sido, y les será perdonado a los judíos al final como nación); pero todo aquel que hablase blasfemando contra el testimonio de los discípulos, blasfemaba contra el Espíritu Santo. Esto no sería perdonado. Pero el Señor trata con el corazón de ellos así como con su conciencia. Él les anima mediante tres cosas: la primera, la protección de Aquel que contaba los cabellos de su cabeza, cualesquiera que pudiesen ser las pruebas de su fe; en segundo lugar, el hecho de que, en el cielo y ante los ángeles, su fidelidad a Cristo en esta dolorosa misión sería reconocida por Él; y en tercer lugar, la importancia de su misión, siendo el rechazo de ella mucho más condenatorio que el rechazo de Cristo mismo. Dios había dado un paso, y un paso final, en Su gracia y en Su testimonio. El hecho de traer a la luz todas las cosas, el cuidado divino, el hecho de ser ellos confesados por Cristo en el cielo, el poder del Espíritu Santo con ellos—éstos son los motivos y los estímulos dados aquí a los discípulos para su misión después de la partida del Señor.
La Importancia Del Alma Y La Vida Futura
Lo que sigue expone aún más intensamente la posición en la cual los discípulos fueron situados, conforme a los consejos de Dios, por el rechazo de Cristo (vers. 13). El Señor se niega formalmente a ejecutar justicia en Israel. Éste no era Su lugar. Él trata con almas, y dirige su atención a otra vida que dura más que la vida presente; y, en lugar de dividir la herencia entre los hermanos, Él advierte a la multitud que se guarde de la codicia, enseñándoles mediante la parábola del hombre rico, el cual fue repentinamente llamado desde allí en medio de sus proyectos. ¿Qué pasó con su alma?
Los Grandes Principios Prácticos Que Guían El Andar De Los Discípulos
Pero, habiendo establecido esta base general, Él se vuelve a Sus discípulos y les enseña los grandes principios prácticos que tenían que dirigir su andar. No debían pensar en el mañana, sino confiar en Dios. Además, no tenían poder sobre el mañana. Que ellos busquen el reino de Dios, y todo lo que necesitasen les sería añadido. Ésta era su posición en el mundo que le rechazó a Él. Pero, además, el corazón del Padre se interesaba en ellos: no tenían nada que temer. Extranjeros y peregrinos aquí, el tesoro de ellos tenía que estar en el cielo; y, de este modo, su corazón estaría también allí. Además de esto, ellos tenían que esperar al Señor. Tres cosas debían influenciar sus almas: el Padre les daría el reino, el tesoro del corazón de ellos en el cielo, y la expectación del regreso del Señor. Hasta que el Señor viniera, se les pedía que velaran—que tuvieran sus lámparas encendidas; toda su posición debería manifestar el efecto de la continua espera del Señor—debería expresar esta expectación. Ellos debían ser como hombres que le esperaban a Él, con sus lomos ceñidos; y en ese caso, cuando todo esté conforme al propio corazón del Señor, cuando todo sea restablecido mediante Su poder, y ellos traídos a la casa de Su Padre, Él los sentaría, y, a Su turno, se ceñiría para servirles.
Esperando a Cristo, La Actitud Del Corazón
Es muy importante fijar la atención del lector sobre el punto, que lo que el Señor busca aquí no es el tener en mente, por muy claro que esto sea, la venida del Señor al fin del siglo, sino que el cristiano debería estar esperándole, en una profesión plena de Cristo, y teniendo su corazón espiritualmente en orden. A éstos, el Señor hará que se sienten como convidados, pero estos para siempre, en la casa de Su Padre, donde Él los ha traído, y en amor Él mismo les servirá la bendición. Este amor hará que las bendiciones sean diez mil veces más preciosas, recibidas todas ellas de Su mano. Al amor le agrada servir, al egoísmo ser servido. Pero Él no vino para ser servido. A este amor Él nunca renunciará. Nada puede ser más exquisito que la gracia expresada en estos versículos 35 y 37.
La Expectativa Del Regreso Del Señor Con Fidelidad En El Servicio
Con motivo de la pregunta de Pedro, deseoso de saber a quiénes Jesús dirigía estas enseñanzas, el Señor le remite a la responsabilidad de aquellos a los que Él encomendó deberes durante Su ausencia. De este modo, tenemos las dos cosas que caracterizan a los discípulos tras el rechazo de Cristo—la expectación de Su regreso, y el servicio. La expectación, la vigilancia que vela con los lomos ceñidos para recibirle, halla su recompensa en el reposo, y en la fiesta (la felicidad ministrada por Él) en la que Jesús se ciñe para servirles; fidelidad en el servicio, al tener mando sobre todo lo que pertenece al Señor de gloria. Hemos visto, aparte de estas relaciones especiales entre el andar de los discípulos y su posición en el mundo venidero, la verdad general de la renunciación al mundo en el cual el Salvador había sido rechazado, y la posesión del reino mediante el don del Padre.
Siervos Infieles Y Su Maestro
En lo que Él dice después acerca del servicio de aquellos que llevan Su nombre durante Su ausencia, el Señor también señala a los que estarán en esta posición, pero que serán infieles; caracterizando así a aquellos que, mientras ejercían públicamente el ministerio en la Iglesia, tendrían su parte con los incrédulos. El secreto del mal que caracteriza su incredulidad se encontraría en esto, en que sus corazones desecharían el retorno de Jesús, en lugar de desearlo y apresurarlo mediante sus aspiraciones, y servirle con humildad en el deseo de ser hallados fieles. Ellos dirán, Él no viene inmediatamente, y, en consecuencia, harán su propia voluntad, se acomodarán al espíritu del mundo, y asumirán autoridad sobre sus consiervos. ¡Qué retrato de lo que ha ocurrido! Pero su Maestro (porque Él lo era, aunque ellos no le hayan servido de veras), vendría en el momento en que no le esperaban, y como un ladrón en la noche; y, aunque profesando ser Sus siervos, ellos deben tener su parte con los incrédulos. No obstante, habría una diferencia entre los dos; pues el siervo que conocía la voluntad de su propio Maestro, y no se preparó para Él, como fruto de sus esperanzas, y no llevó a cabo la voluntad de su Maestro, sería severamente castigado; mientras que aquel que no poseía el conocimiento de Su voluntad, sería castigado con menor severidad. He añadido la palabra ‘propio’ a la palabra ‘Maestro’ según el original, lo cual da a entender una relación reconocida con el Señor, y sus consiguientes obligaciones. El otro ignoraba la voluntad explícita del Señor, pero cometió el mal que de ningún modo debería haber cometido. Se trata de la historia de los siervos verdaderos y falsos de Cristo, de la Iglesia profesante, y del mundo en general. Pero no puede haber un testimonio más solemne en cuanto a lo que trajo la infidelidad dentro de la iglesia, y la condujo a su ruina y al juicio venidero, a saber, el abandono de la expectación presente de la venida del Señor.
Si van a ser pedidas cuentas a las personas que hayan actuado según sus ventajas, ¿quién de ellas será tan culpable como aquellas que se llaman a sí mismas ministros del Señor, si no le sirven como esperando Su retorno?
El Señor Rechazado Viene a Traer Conflicto Y Fuego a La Tierra
No obstante, el Señor rechazado de este modo, había venido a traer conflicto y fuego en la tierra. Su presencia encendía este fuego incluso antes de que se cumpliera Su rechazo, en el bautismo de muerte por el cual Él tenía que pasar. Sin embargo, no fue sino hasta después de esto que Su amor tendría plena libertad para mostrarse en poder. Así, Su corazón, el cual era amor conforme a la infinidad de la Deidad, fue constreñido hasta que la expiación le dio libre curso, y al cumplimiento de todos los propósitos de Dios, en los cuales Su poder había de ser manifestado conforme a ese amor, y para los que esta expiación era absolutamente necesaria como la base de la reconciliación de todas las cosas en el cielo y en la tierra.
La Maldad Del Corazón Humano Hecha Salir Por La Presencia Del Salvador
Versículos 51-53. Él muestra detalladamente las divisiones que resultarían de Su misión. El mundo no soportaría más la fe en el Salvador de lo que soportó al Salvador mismo, quien era su objeto y a quien la fe confesaba. Es bueno notar de qué manera la presencia del Salvador hace salir el mal del corazón humano. El estado descrito aquí lo encontramos en Miqueas, la descripción del más terrible estado concebible del mal (Miqueas 7:1-7).
Advertencia De Las Señales Existentes De Los Tiempos
Él, entonces, se dirige al pueblo, para prevenirlos sobre las señales que existían en los tiempos en que vivían. Él pone este testimonio sobre un terreno doble: las señales evidentes que Dios daba; y las pruebas morales que, incluso sin las señales, la conciencia debía reconocer, y que los obliga así a recibir este testimonio.
Pero siempre ciegos, se hallaban de camino hacia el juez. Una vez entregados, no iban a salir hasta que el castigo de Dios fuese ejecutado plenamente sobre ellos (comparar con Isaías 40:2).