Mateo 9:1-17

Matthew 9:1‑17
J.H. Smith
(continuación del número anterior)
“Entonces entrando [Jesús] en el barco, pasó a la otra parte, y vino a Su ciudad. Y he aquí le trajeron un paralítico, echado en una cama; y viendo Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Confía, hijo: tus pecados te son perdonados. Y he aquí, algunos de los escribas decían dentro de sí: Este blasfema. Y viendo Jesús sus pensamientos, dijo: ¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones? Porque, ¿qué es más fácil, decir: Los pecados te son perdonados; o decir: Levántate, y anda? Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra de perdonar pecados, (dice entonces al paralítico): Levántate, toma tu cama, y vete a tu casa. Entonces él se levantó y se fue a su casa. Y las gentes, viéndolo, se maravillaron, y glorificaron a Dios, que había dado tal potestad a los hombres” (versículos 1-8).
Jesús, entonces, rechazado por aquella gente, volvió en barco a la ciudad de “Capernaum”, (porque había sido rechazado en Nazaret; compárese Mateo 4:1313And leaving Nazareth, he came and dwelt in Capernaum, which is upon the sea coast, in the borders of Zabulon and Nephthalim: (Matthew 4:13)). Unos amigos de un paralítico, obrando con fe, le trajeron a Jesús, el Mesías. Él le dijo: “tus pecados te son perdonados”, declarando a todos los presentes que Él era Dios, pues sólo Dios puede perdonar pecados. Pero los escribas, dentro de sí, decían: “Este blasfema”. Jesús conoció (siendo el Dios que todo lo ve, como en una pantalla) sus pensamientos, y les censuró por ello, diciendo: “¿qué es más fácil, decir; Los pecados te son perdonados; o decir: Levántate, y anda?”. Luego, para hacer saber a los escribas incrédulos que Él, el Hijo de Dios, encarnado en la tierra cual “el Hijo del hombre”, tenía potestad de perdonar pecados, dijo al paralitico: “Levántate, toma tu cama, y vete a tu casa”. Enseguida el hombre, recibiendo fuerzas, se levantó, llevó la cama en la que antes yacía, y se fue a su casa para dar testimonio a sus familiares y vecinos.
Así sucede con el hombre pecador: El evangelio, que “es potencia de Dios para salud a todo aquel que cree” (Romanos 1:1616For I am not ashamed of the gospel of Christ: for it is the power of God unto salvation to every one that believeth; to the Jew first, and also to the Greek. (Romans 1:16)), lo levanta del cenagal de pecado; le da poder para vencer sus vicios y le da palabra para testificar a otros de su gran Salvador, el Señor Jesucristo.
“Y pasando Jesús de allí, vio a un hombre que estaba sentado al banco de los públicos tributos, el cual se llamaba Mateo; y dícele: Sígueme. Y se levantó, y le siguió” (versículo 9).
¡Qué poder de atracción había en la persona de Cristo y en Su palabra! Mateo había oído de él. Tal vez le había visto cuando hizo milagros. Posiblemente se había dicho: “Quisiera conocerle, pero soy publicano llamado ‘hombre pecador’, y Él no querría conocerme a mí”. ¡Cuán sorprendido fue cuando Jesús le mandó sin palabra previa: “Sígueme”! Le obedeció: “se levantó y le siguió”.
“Y aconteció que estando Él sentado a la mesa en casa, he aquí que muchos publicanos y pecadores, que habían venido, se sentaron juntamente a la mesa con Jesús y Sus discípulos. Y viendo esto los fariseos, dijeron a Sus discípulos: ¿Por qué come vuestro Maestro con los publicanos y pecadores? Y oyéndolo Jesús, les dijo: Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. Andad pues, y aprended qué cosa es: Misericordia quiero, y no sacrificio: porque no he venido a llamar justos, sino pecadores a arrepentimiento” (versículos 10-13).
Mateo —ya discípulo del Señor Jesús— no publicando sus propias buenas obras, escribió que Jesús estaba sentado “a la mesa en casa”, pero modestamente dejó de decir que era su propia casa (compárese Lucas 5:27-3227And after these things he went forth, and saw a publican, named Levi, sitting at the receipt of custom: and he said unto him, Follow me. 28And he left all, rose up, and followed him. 29And Levi made him a great feast in his own house: and there was a great company of publicans and of others that sat down with them. 30But their scribes and Pharisees murmured against his disciples, saying, Why do ye eat and drink with publicans and sinners? 31And Jesus answering said unto them, They that are whole need not a physician; but they that are sick. 32I came not to call the righteous, but sinners to repentance. (Luke 5:27‑32)). Habiendo sido publicano, invitó a todos sus compañeros de oficio al “gran banquete” que hizo en honor de Jesús. Los fariseos, siempre opuestos al Señor, se quejaron de Él, porque comía con los publicanos. Él les replicó que el médico atiende a los enfermos y que Él no había venido a llamar justos (los fariseos pretendían serlo), sino pecadores a arrepentimiento.
“Entonces los discípulos de Juan [el Bautista] vienen a Él, diciendo: ¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos muchas veces, y Tus discípulos no ayunan? Y Jesús les dijo: ¿Pueden los que están de bodas tener luto entre tanto que el esposo está con ellos? mas vendrán días cuando el esposo será quitado de ellos, y entonces ayunarán” (versículos 14-15).
“La ley por Moisés fue dada; mas la gracia y la verdad por Jesucristo fue hecha” (Juan 1:1717For the law was given by Moses, but grace and truth came by Jesus Christ. (John 1:17)). Lo que Jesús trajo era algo completamente nuevo: “la gracia y la verdad” conjuntamente como una sola cosa (por eso, el verbo singular, “hecha”). Por lo tanto, Él no se adaptaba a las costumbres o prácticas de la gente religiosa, sino predicaba el reino de Dios. Contestando a los discípulos de Juan el Bautista, Él habló de sí mismo como un esposo, y de los que estaban con Él como Sus compañeros de bodas. Cuando Él fuere crucificado y quitado de ellos, recién entonces ayunarían.
“Y nadie echa remiendo de paño recio en vestido viejo, porque el tal remiendo tira del vestido, y se hace peor la rotura. Ni echan vino nuevo en cueros viejos: de otra manera los cueros se rompen, y el vino se derrama, y se pierden los cueros; mas echan el vino nuevo en cueros nuevos, y lo uno y los otros se conserva juntamente” (versículos 16-17).
Por medio de estas dos ilustraciones sencillas, el Señor enseñaba que las cosas nuevas que Él trajo consigo del cielo no tenían cabida en los antiguos moldes judaicos, ni se adaptaban a ellas. No se podía remendar el “vestido viejo” del judaísmo con la cristiandad; los cueros viejos del mismo no tenían fuerza para contener el vino de salvación y gozo que Jesús brindaba a “los publicanos y pecadores”.
(seguirá, Dios mediante)