El reconocimiento de Israel de sus caminos, pero poseyendo y buscando la misericordia duradera de Jehová
“Aleluya. Da gracias a Jehová, porque es bueno [o, Él es bueno]. Su misericordia perdura para siempre”. Esto último lo hemos visto a menudo: la expresión de esta infalible misericordia fiel de Jehová, que asegura a Israel. Luego recita el carácter de aquellos que son bendecidos; y personalmente mira, como en la boca de un israelita piadoso al final, ser recordado con el favor que Jehová muestra a Su pueblo, deseando ver el bien de los escogidos de Jehová, y regocijarse en la alegría de Su nación y gloria con Su herencia. Es la expresión de la piedad genuina, que luego se convierte en confesar la pecaminosidad del pueblo, no han pecado, aunque eso es poseído, como muestra de cómo la misericordia de Jehová ha perdurado; Pero “hemos pecado con nuestros padres”. Es la piedad práctica la que prueba, en su propia confesión, la misericordia duradera. Luego recorre toda la historia de Israel con este punto de vista; y al final muestra que, a pesar de todo, Jehová, recordando Su pacto, pensó en su aflicción, e hizo que se compadecieran de los paganos, entre los cuales estaban. Por esta misericordia ahora mira, para que triunfen en la alabanza de Jehová. Esto cierra el cuarto libro.
Todo Israel mencionado en los libros tercero y cuarto
Se observará que, como habíamos visto en el tercero, el cuarto también habla de todo Israel, y, aunque la humillación de Cristo se manifiesta y su divinidad eterna contrasta con ella de una manera notable, sin embargo, no entra en las circunstancias judías en particular, ni en la asociación de Cristo con ellas, aunque su Espíritu esté en todo. En el Salmo 94 se nos presenta el Anticristo, pero es para su destrucción por la venida del Mesías el Rey, como Jehová el Juez.