1 Samuel 27

Judges 16
 
Sin embargo, ¿de qué se debe dar cuenta al hombre? ¿Qué David? Toda carne es hierba, y su gloria como la flor de la hierba. Porque este triunfo sobre uno mismo, esta victoria de la gracia, es seguido por uno de los pasajes más dolorosos de la vida de David. Cansado por fin de su continua exposición a la malicia del rey, dice en su corazón: “Ahora pereceré un día por la mano de Saúl”, y esto es exactamente cuando, como parece, el peligro había terminado. Por desgracia, ¿qué somos? Cristo es para nosotros la sabiduría y el poder de Dios. “No hay nada mejor para mí que escapar rápidamente a la tierra de los filisteos”. ¿Puede ser David quien así sienta y hable? El hombre de fe abandona el terreno de Dios, y deliberadamente busca un refugio en el país del enemigo. David se levanta, pasando al enemigo que tantas veces había conquistado. “Y David habitó con Aquis en Gat, él y sus hombres, cada hombre con su casa, incluso David con sus dos esposas, Abinoam la Jezreelita, y Abigail la carmelita, la esposa de Nabal. Y se le dijo a Saúl que David había huido a Gat, y no buscó más para él: “¿Puede uno extrañarse de que un paso tan malo llevara a otros? que David lleva a cabo un curso de engaño del tipo más doloroso y lamentable, especialmente en un siervo de Jehová que alguna vez fue tan verdadero, sencillo y transparente como él? (1 Samuel 27)