El problema del cual habla el profeta al principio de este capítulo, no es una cosa que sucede mucho después y distinta de los conflictos descritos al final del capítulo anterior, sino, como él mismo dice, “En aquel tiempo” (Daniel 12:11And at that time shall Michael stand up, the great prince which standeth for the children of thy people: and there shall be a time of trouble, such as never was since there was a nation even to that same time: and at that time thy people shall be delivered, every one that shall be found written in the book. (Daniel 12:1)). De modo que, considerando los acontecimientos finales de Daniel 11, nosotros hemos llegado realmente al último período que Daniel nos presenta. Pues a menudo se ha hecho notar que Daniel nunca aborda el reino de gloria, sino que sólo nos lleva hasta ese punto. Él nos muestra aquello que lo introducirá, nos presenta la ejecución del juicio previo a dicho reino, sin proporcionar muchos detalles, y nos habla del reino de los cielos, que ha de llenar toda la tierra, pero él no lo describe. El “pueblo de los santos del Altísimo” (Daniel 7:2727And the kingdom and dominion, and the greatness of the kingdom under the whole heaven, shall be given to the people of the saints of the most High, whose kingdom is an everlasting kingdom, and all dominions shall serve and obey him. (Daniel 7:27)), como él llama a los judíos, tendrá todo el reino bajo el cielo. La verdad es que el Espíritu de Dios ha entrado, mediante otros, más plenamente en el reino del Mesías sobre Israel, y la bienaventuranza de la porción de ellos; y Él estaba a punto de predecir el mismo asunto mediante otros posteriores a la cautividad. Y esto último tenía importancia. Porque Él sabía muy bien que muchos supondrían que el regreso de los judíos desde la cautividad Babilónica era el cumplimiento de la profecía. Por lo tanto, se puso mucho esmero en algunas de las últimas profecías, para demostrar que nada estaba más lejos del hecho, y que la bendición de Israel estaba aún en el futuro. Los judíos son descritos como estando en una condición miserable después de su regreso desde Babilonia; y el Espíritu de Dios establece un futuro distante como el período cuando Israel ha de ser realmente librado y bendecido conforme a los pensamientos de Dios. El pasado retorno fue sólo una prueba de la plena restauración que Dios tenía en mente para ellos. Pero Daniel no aborda este tiempo de bendición. Él los lleva a ustedes hasta el momento, y luego finaliza. Su objeto peculiar era “el tiempo de los Gentiles.” Esto explica el carácter notable de su profecía. Él es sencillamente un profeta de la cautividad, y de su fin.
El Gran Líder Del Norte
En el capítulo 12, nosotros tenemos lo que sucede entre el juicio de los Gentiles y la introducción de los judíos en su bendición. Hemos visto al “rey” y su iniquidad en la Tierra Santa, y hemos oído, también, acerca de los reyes del norte y del sur. No obstante lo que pueda haber parecido el poder temporal del gran líder del norte contra la Tierra Santa, con todo, él “llegará a su fin, y no tendrá quien le ayude” (Daniel 11:4545And he shall plant the tabernacles of his palace between the seas in the glorious holy mountain; yet he shall come to his end, and none shall help him. (Daniel 11:45)). Ese fue su miserable final.
Pero ahora entra una pregunta interesante — ¿Cuál será la condición de Israel en aquel tiempo? La respuesta se da en estos primeros versículos: “En aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que está de parte de los hijos de tu pueblo” (Daniel 12:11And at that time shall Michael stand up, the great prince which standeth for the children of thy people: and there shall be a time of trouble, such as never was since there was a nation even to that same time: and at that time thy people shall be delivered, every one that shall be found written in the book. (Daniel 12:1)). Este era el pueblo por el cual Daniel estaba preocupado. Él no tenía idea de lo que llamamos ahora un pueblo cristiano - no tenía ninguna noción de que vendría un tiempo, ya establecido en los consejos de Dios, cuando ya no habría más distinción entre judíos y Gentiles, y cuando ambos serían formados, mediante la fe en un Cristo crucificado, en un cuerpo por el Espíritu Santo enviado desde el cielo. Todo esto era desconocido para Daniel y aun el Señor nunca le otorga que él anticipe un estado semejante. Ninguna profecía en Daniel, ni en ningún otro, lo revela, aunque muchas insinúan ciertos detalles que se han realizado ahora en ella, tal como lo vemos en Romanos 9-10, etc. “Tu pueblo” (Daniel 12:11And at that time shall Michael stand up, the great prince which standeth for the children of thy people: and there shall be a time of trouble, such as never was since there was a nation even to that same time: and at that time thy people shall be delivered, every one that shall be found written in the book. (Daniel 12:1)) significa, simple y únicamente, el pueblo judío. Daniel estaba correcta y profundamente interesado en ellos, como debería estarlo un verdadero Israelita de Dios que estimara que la gloria de Dios estaba relacionada con Su pueblo. Por consiguiente, el Espíritu de Dios le comunica que en aquel tiempo habría un momento decisivo en la historia de Israel. En lugar de un mero control providencial — Miguel resistiendo a este u otro príncipe, por ejemplo — él estará a favor de ellos, asumiendo el caso de ellos y reprimiendo definitivamente a sus adversarios; pero, aun entonces, no sin una lucha terrible. La defensa de ellos era su tarea habitual. Pero él se levantará ahora para completar los grandes propósitos terrenales de Dios en la liberación de los judíos.
Tiempo De Angustia Nunca Antes Visto
“Y habrá un tiempo de angustia cual nunca ha sido desde que ha habido nación hasta aquel tiempo. Mas en aquel tiempo será librado tu pueblo, es decir, todos los que fueren hallados escritos en el libro” (Daniel 12:11And at that time shall Michael stand up, the great prince which standeth for the children of thy people: and there shall be a time of trouble, such as never was since there was a nation even to that same time: and at that time thy people shall be delivered, every one that shall be found written in the book. (Daniel 12:1) - VM). Tenemos allí la importante información que distingue inmediatamente esta acción de Miguel de levantarse, de todos los tiempos que alguna vez habían sido. Lejos aún de la liberación, la angustia que había caído sobre los judíos bajo Tito fue más terrible que la que les había acontecido bajo Nabucodonosor. ¿Qué se desprende de ello entonces? Que este tiempo de angustia está aún por venir. El Espíritu de Dios está describiendo aquí aquello que, no habiendo tenido respuesta en el pasado, debe esperar el futuro. Y, de hecho, sólo tenemos que considerar a Jerusalén, y la presente condición de los judíos, para ver que esto es así. ¿Están ellos libres? Por el contrario, no hay un país bajo el sol que no de testimonio, de un modo u otro, que ellos están degradados, y fuera de la tierra de su gloria, donde los ojos del Señor reposan continuamente. Pero su miseria debería decirle al que tiene oídos para oír, que Jerusalén debe ser llamada aún el trono de Jehová; y todas las naciones se reunirán en ella, al nombre de Jehová, a Jerusalén; cuando los Gentiles no andarán más según la terquedad de su malvado corazón; y los de la casa de Judá andarán con la casa de Israel, ambas establecidas y unidas en paz y amor en la tierra dada por Dios por heredad a sus padres.
Hay quienes consideran que lo que se habla aquí pertenece al futuro, pero hay quienes dicen que esto debe ser tomado espiritualmente, y que debe ser interpretado como refiriéndose ahora a la Iglesia o al pueblo de Dios. Pero, primeramente, es suficiente con responder que hemos tenido una larga profecía que fue anunciada por el ángel a Daniel con el anuncio positivo de qué era lo que le acontecería a su pueblo en los postreros días. Esto excluye semejantes ideas. Además, observen a través de toda la profecía que no se menciona a nadie más que a los judíos como siendo los objetos del interés de Dios hasta este momento. La Tierra Santa estaba en consideración, y los conflictos del norte y el sur alrededor de ella. En el cristianismo no hay tal cosa como una tierra santa. Ahora que la plena luz del cristianismo ha entrado, es mero Judaísmo o paganismo considerar un lugar más sagrado que otro. Pero si existe una tierra que es gloriosa en los propósitos de Dios, ella es Israel. Sólo que pierde ese carácter durante el llamamiento Gentil. Hay ahora la revelación de las cosas celestiales — no de las terrenales. Y, por tanto, cualquiera de las cosas que fueron santas anteriormente, bajo un punto de vista meramente terrenal, han pasado para el presente, siendo ellas eclipsadas por algo más resplandeciente. Dios tiene otros consejos en vista ahora. El pueblo antiguo demostró ser falso y profano al rechazar a su propio Mesías. Y hasta que ellos sean traídos a Jesús como nación, o, en palabras del Apocalipsis, a guardar “los mandamientos de Dios,” y a tener “el testimonio de Jesucristo” (Apocalipsis 12:17) — Dios no los reconocerá mientras un remanente no tenga alguna clase de conocimiento divino de Cristo. Mientras tanto, Él se ha vuelto hacia otra obra, la de formar la Iglesia, a la cual no se hace referencia aquí. Es una verdad bienaventurada que Dios ha salido en rica misericordia a los Gentiles; pero ¿qué consuelo sería este en cuanto a lo que está colocado tan pesadamente sobre el corazón del profeta? Mientras que si nosotros vemos que los que son descritos son su pueblo, y su pasaje a través de la escena terrible de la que se habla aquí, la víspera de su liberación, y esto de Dios, todo es adecuado y claro. “Habrá tiempo de angustia cual nunca ha sido desde que ha habido nación hasta aquel tiempo. Mas en aquel tiempo será librado tu pueblo” etc. (Daniel 12:11And at that time shall Michael stand up, the great prince which standeth for the children of thy people: and there shall be a time of trouble, such as never was since there was a nation even to that same time: and at that time thy people shall be delivered, every one that shall be found written in the book. (Daniel 12:1) - VM).
Demostraré ahora que este no es únicamente el testimonio de un escritor sagrado, sino de varios. Tomen al afligido profeta Jeremías en Jeremías 30. Tenemos allí una clara referencia al tiempo de gran angustia para Jacob, seguido de su poderosa liberación. “Estas, pues, son las palabras que habló Jehová acerca de Israel y de Judá” (Jeremías 30:4). ¿Quién refutará el significado de esto? “Así ha dicho Jehovah: “Hemos oído una voz de estremecimiento; hay terror, y no hay paz. Preguntad, pues, y mirad: ¿Acaso un varón da a luz? ¿Por qué he visto a todo hombre con las manos sobre las caderas como una mujer que da a luz, y todas las caras se han vuelto pálidas?” (Jeremías 30:5-6 - RVA). Es un estado de cosas que trasciende todo lo que es comúnmente razonable. Hombres llenos de la más profunda angustia, angustia que se muestra aun en sus rostros, y su coraje huía en presencia de la terrible angustia. El versículo 7 lo explica. “¡Oh, cuán grande será aquel día; tanto, que no hay otro semejante a él!” (Jeremías 30:7 - RVA). Al igual que en Daniel, se trata de un tiempo sin precedentes. “Será tiempo de angustia para Jacob, pero será librado de él” (Jeremías 30:7 - RVA). Jacob, “gusanillo Jacob” (Isaías 41:14 - VM), es el nombre utilizado para el pueblo considerado en su debilidad, así como Israel es su nombre de poder. Es el tiempo de angustia para Jacob, pero será librado de él. Hasta cierto punto se trata de la misma línea de pensamiento, en la mente del Espíritu, que la que tenemos en Daniel. Tenemos a Israel y a Judá en consideración, llamados por el nombre que expresa la debilidad de ellos como estando expuestos a toda clase de calamidad desde afuera. Es un día de angustia sin precedentes, y el Israel de aquel día va a ser librada de él.
Si yo tuviera que mirar a través del libro de Isaías, podría demostrar la misma cosa desde el principio hasta el final del libro, sólo que más difusa. No necesito detenerme sobre pasajes tan bien conocidos. (Isaías, capítulos 1, 2, 10, 14, 17, 22, 24-35, 49-66).
Profecías Del Antiguo Testamento
Confirmadas Por El Nuevo Testamento
Pero se podría preguntar si hay algo del Nuevo Testamento para presentar. Yo he estado presentando pasajes del Antiguo Testamento. ¿Puedo yo mostrarles algo del Nuevo Testamento que de una luz aumentada y plena de Dios por medio de Su Hijo amado? Podría surgir el pensamiento, como de hecho ha surgido, que el cristianismo pone completamente aparte a los judíos, no meramente durante la presente economía, sino para siempre; de modo que hemos de leer ‘el pueblo’ meramente como un tipo de aquellos a quienes está formando ahora para Su alabanza. Nuestro Señor mismo decide ese asunto en Mateo 24. Él nos muestra que hay un destino de Israel que Daniel nos presenta y que no se debe aplicar a ningún otro pueblo bajo el sol. Se trata de la porción de ellos, tanto en dolores como en liberación. Los discípulos habían dicho, “Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo?” (Mateo 24:3). Observen aquí que el fin “del siglo” es el único significado adecuado. No tiene referencia a la última catástrofe del mundo como sistema material, sino a una cierta dispensación finalizando su curso en el mundo, de la cual el término griego aeon es totalmente distinto. El Señor les advierte que ellos estaban en peligro de ser engañados; que vendrían personas pretendiendo ser Cristo; que habría problemas exteriores; que Su testimonio no iba a cambiar de ningún modo la corriente común de los asuntos humanos, porque nación se levantaría contra nación, y reino contra reino; y, en lo referido al estado físico del mundo, habría hambres y pestilencias, y terremotos. Él está allí solamente preparándolos para una crisis terrible que estaba viniendo. “Todo esto será principio de dolores” (Mateo 24:8). “Entonces os entregarán a tribulación, y os matarán, y seréis aborrecidos de todas las gentes por causa de mi nombre” (Mateo 24:9). Hasta el versículo 15 de Mateo 24, nosotros tenemos declaraciones generales. Luego Él reduce inmediatamente la escena a Jerusalén, a la tierra de Judea. Él no continúa con el informe del evangelio del reino alcanzando al mundo entero, sino que limita Su visión a esa franja de tierra, donde moraba el pueblo de Dios, y a esa ciudad cerca de la cual Él pronunció, en ese entonces, esta profecía. “Cuando veáis en el lugar santo la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel (el que lee, entienda)” etc. (Mateo 24:15). Tenemos aquí una instrucción directa para considerar el libro mismo que estamos examinando. El Señor, en esta parte de Su discurso, estaba hablando acerca de las mismas cosas que Daniel predijo en su profecía. “Entonces los que estén en Judea, huyan a los montes” (Mateo 24:16).
Yo pregunto, ¿puede haber alguna duda en cuanto al significado de estos versículos? ¿Alguien duda acerca de qué significa “el lugar santo”? ¿Alguna vez se utiliza en algún otro sentido salvo refiriéndose al santuario de Dios en Jerusalén? El lugar santo, como un sitio en la tierra, es invariablemente, en la Escritura, el centro judío para adorar a Dios. “La abominación desoladora” significa un ídolo que traería desolación sobre los judíos. Entonces, cuando esto, mencionado por Daniel el profeta, se levante en el templo, los que hacen caso a Cristo deben huir. No hay aquí ni una palabra acerca de los Gentiles — ni una insinuación acerca de la Iglesia de Dios como tal. Personas piadosas, pero judíos, en su propia ciudad, son advertidos que cuando vean este ídolo, huyan a las montañas de Judea en la vecindad. “Mas ¡ay de las que estén encintas, y de las que críen en aquellos días! Orad, pues, que vuestra huida no sea en invierno ni en día de reposo” (Mateo 24:19-20). Esta no es una escena cristiana en absoluto, sino una escena judía. El día del Señor es el día que los cristianos observan. Es el gran símbolo de nuestro reconocimiento de Cristo resucitado, y de nuestra bendición en Él; pero el día de reposo (o, Sabbath), era una señal entre Dios e Israel.
“Porque habrá entonces (dice nuestro Señor) grande tribulación, cual no ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni nunca más habrá” (Mateo 24:21 - VM). Estoy al tanto que muchos aplican esto a la destrucción de Jerusalén llevada a cabo por las tropas de Tito, y a las grandes calamidades que dispersaron, en ese entonces, a los judíos. Pero existe un punto esencial de diferencia que no se debería pasar por alto. El pueblo judío no fue librado entonces. Mientras que, cuando la profecía de Daniel se cumpla, ellos son, y deben serlo, librados — no en una época posterior, sino en aquel tiempo. (Daniel 12:1). Si Daniel es un profeta verdadero (y nadie que reverencie al Señor, y sopese correctamente Sus palabras, lo pondrá en duda), no es que su profecía falló, sino que permanece para que se cumpla. Nuestro Señor cita clara y positivamente de esa profecía, y del capítulo mismo (Daniel 12) que estamos considerando. ¿Y qué relaciona Él con la liberación de Israel? Su venida como Hijo del Hombre desde el cielo. ¿Quién puede decir que esto ya ha sucedido? A los Romanos, en lugar de ser quebrantados en la época de Tito, se les permitió esclavizar a los judíos. Ellos no fueron librados en aquel entonces, ni han sido amos de su templo, ni se les ha permitido estar en su tierra hasta el momento presente, ni siquiera como personas comunes. Si hay una raza peculiarmente proscrita en la Tierra Santa, ella es la raza judía. Los Turcos, sus presentes dueños, la han mantenido por muchos largos años; y todos, Cruzados o Sarracenos, han acordado excluir a los judíos. De modo que no ha habido nada parecido al Hijo del Hombre viniendo para librar a Israel. Miguel no ha estado aún de parte de ellos en ese sentido.
De este modo, lo que he demostrado a partir del Antiguo Testamento es confirmado ampliamente por el Nuevo. Profeta tras profeta, todos proporcionan claramente el mismo esquema, es decir, un tiempo de angustia, como nunca había habido anteriormente, seguido inmediatamente por una liberación tal como Israel no había disfrutado jamás. Es perfectamente evidente, como todos nosotros creemos, que estas profecías son de Dios, de que sólo se trata de esperar el tiempo de Dios para que Él mismo las cumpla literalmente. Tal como el Señor dice en el mismo capítulo 24 de Mateo, “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán” (Mateo 24:35). No es solamente que el tenor general de la Escritura es verdadero, sino que ni una jota ni una tilde pasarán hasta que todo se cumpla. La noción de que Dios ha desechado a Su pueblo, Israel, debido a que Él está llenando ahora en misericordia la temporada en blanco de la rebelión de ellos contra el Señor Jesús y el evangelio, es tratada claramente en Romanos 11 como la progenie de la vanidad Gentil. Porque Dios no sólo puede injertar las ramas naturales en su propio olivo, sino que cuando la plenitud de los Gentiles haya entrado, todo Israel será salvo conforme a la clara profecía. Ellos se han de convertir en los objetos de la salvadora misericordia divina al final, tal como nosotros lo somos ahora; sólo que en el caso de ellos será en su tierra. “Y vendrá el Redentor a Sion” etc. (Isaías 59:20).
Llave Importante Para Las Profecías De Daniel
Si esto es así, tenemos una importante llave a la profecía de Daniel. Aunque la destrucción de Jerusalén por los Romanos estaba tan cerca, con todo, el Señor mira claramente adelante a otro tiempo. Y lo que lo hace más notable es que un evangelista nos presenta la destrucción de Jerusalén por los Romanos, pero también la distingue de este futuro tiempo de angustia. En Lucas 21 está la referencia principal, de tipo positivamente profético, a la destrucción Romana de Jerusalén. Y pongan atención a la diferencia del lenguaje: “Pero cuando veáis a Jerusalén rodeada de ejércitos” (Lucas 21:20 - LBLA). Ni una palabra sobre la abominación desoladora colocada en el lugar santo. Lucas pasa esto completamente por alto e introduce lo que Mateo no menciona — Jerusalén rodeada de ejércitos. “Pero cuando veáis a Jerusalén rodeada de ejércitos, sabed entonces que su desolación está cerca. Entonces los que estén en Judea, huyan a los montes, y los que estén en medio de la ciudad, aléjense” etc. (Lucas 21:20-21 - LBLA). Es decir, el Señor establece exactamente el mismo curso a ser tomado por los judíos en Jerusalén, o bien ante la proximidad del saqueo de la ciudad por los Romanos (como en Lucas), o en la futura desolación que caerá sobre ella (como en Mateo). Hasta aquí había una analogía entre estas dos cosas: los piadosos tenían que huir; no tenían que confiar en las vanas esperanzas de liberación por medio de alguien pretendiendo ser el Mesías, sino que tenían que saber, de labios del propio Señor, que Jerusalén iba a caer bajo la mano de los Gentiles. Si alguno quería escapar, debe ser a las afueras de Jerusalén. “y los que estén en los campos, no entren en ella [en Jerusalén]” (Lucas 21:21 - LBLA). No obstante, lo que la gente pueda decir acerca de la necesidad de alguien de guardar su fiesta, su senda de seguridad es evitar Jerusalén. No hay aún liberación para Israel. “Porque estos son días de venganza, para que se cumplan todas las cosas que están escritas” (Lucas 21:22 - LBLA).
Se observará que Lucas no dice, «Este es el tiempo de angustia, cual no la ha habido desde el principio del mundo.» Hay la más sorprendente perfección de expresión. Lucas aborda primeramente la destrucción de Jerusalén llevada a cabo por las tropas de Tito, y Mateo nada más que el último asedio, antes de que los judíos sean librados. “Porque días de venganza son éstos, para que se cumplan todas las cosas que están escritas. ¡Ay de las que estén encinta y de las que críen, en aquellos días! porque habrá grande aprieto sobre la tierra e ira sobre este pueblo. Y caerán a filo de espada, y serán llevados cautivos a todas las naciones” (Lucas 21:22-24 - VM). Por lo tanto, este no era el tiempo de angustia para Jacob, cuando él sería librado. En el tiempo mencionado por Lucas, en lugar de liberación, ellos sólo cayeron en la angustia de una cautividad, después de la angustia de la guerra. “Jerusalén será hollada por los gentiles, hasta que los tiempos de los gentiles se cumplan” (Lucas 21:24). Eso se está cumpliendo hasta el tiempo presente. “Los tiempos de los Gentiles” continúan aún. Hasta ahora, los Gentiles han dominado siempre. Los judíos no han tenido una tierra o una ciudad que puedan llamar suya en la faz de la tierra. ¿Quién tiene su ciudad y su tierra? Los Gentiles. “Los tiempos de los Gentiles” no han expirado. “Jerusalén será hollada por los gentiles, hasta que los tiempos de los gentiles se cumplan.” Ellos son sus amos, y, como tales, la hollarán hasta que los tiempos designados se cumplan — no para siempre. En ninguna parte se dice que esto ha de continuar hasta el fin del tiempo. Por el contario, el dominio Gentil sobre los judíos va a finalizar pronto. Tenemos esto en el versículo siguiente.
Nosotros ya hemos visto una presentación muy regular y ordenada de las angustias que iban a acontecer a Jerusalén. Y los tiempos de los Gentiles han estado subsistiendo siempre desde los días de Tito hasta el momento presente. Pero en el versículo 25 de Lucas 21, comienza la escena final, lo cual es lo único que se menciona en Mateo 24 desde el versículo 15 en adelante — y esto es así debido a la pregunta formulada por los discípulos, “¿ ... qué señal habrá de Tu venida, y del fin del siglo?” (Mateo 24:3). Pero en Lucas ellos preguntan simplemente, “¿ ... qué señal habrá cuando estas cosas [es decir, el derribo del templo] estén para suceder?” (Lucas 21:7). Por consiguiente, el Señor les presenta la venida de los Romanos; y luego Él continúa, a través de la corriente Gentil del tiempo, hasta el fin. Pero Mateo se limita al fin en respuesta a la pregunta que él registra. Esta es la sencilla razón, y nada más puede ser más hermoso que la manera en que la verdad sale a la luz. En Lucas tenemos, después de esto, los grandes acontecimientos cuando los tiempos de los Gentiles terminan. “Y habrá señales en el sol, y en la luna, y en las estrellas; y sobre la tierra angustia de naciones, en perplejidad ... .desfalleciendo los hombres de temor, y en expectativa de las cosas que han de venir sobre la tierra habitada; porque los poderes de los cielos serán conmovidos. Y entonces verán al Hijo del hombre viniendo en una nube con poder y grande gloria” (Lucas 21:25-27; VM). Todo esto se mantiene diferente del asedio pasado.
Las personas que aplican Mateo 24 de un modo figurativo a la destrucción de Jerusalén llevada a cabo por las tropas de Tito, están obligadas a hacer que la venida del Hijo del Hombre aparezca como una mera figura, representando la actuación providencial de Dios por medio de Tito para abatir a los judíos. Pero Lucas 21 presenta una completa refutación a esta idea. Pues allí el Espíritu de Dios muestra que Jerusalén ha sido tomada, y que los tiempos de los Gentiles se prolongan: cuando estos tiempos estén a punto de expirar, el Hijo del Hombre viene en las nubes del cielo con poder y gran gloria — cientos de años después de Tito. La escena final es introducida como dando término a los tiempos de los Gentiles o posterior a ellos.
Pero hay más. “Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca” (Lucas 21:28). Y luego, un poco más adelante, nosotros encontramos esta notable expresión, “De cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca” (Lucas 21:32). Es un uso indebido de este término el que ha conducido a gran parte de la confusión acerca del asunto. ¿Cuándo entra la frase “esta generación”? Después que el Hijo del Hombre ha venido ya en poder y gloria (Lucas 21:27) — no cuando ellos vieran a Jerusalén rodeada de ejércitos. (Lucas 21:20). Ese es un punto importante para ayudar a determinar su verdadero significado. Si “esta generación” significara realmente el período de tiempo correspondiente a los años de vida de un hombre, un lugar semejante en la profecía sería incongruente. La noción vulgar podría haber sido razonable si la frase ocurriese justo cuando los ejércitos rodearan Jerusalén. Pero ella no tiene sentido si es colocada después que el tiempo de los Gentiles se hayan cumplido. De modo que si la frase “esta generación” es tomada temporalmente, debe abarcar claramente un ámbito de aplicación de, por lo menos, dieciocho siglos. ¿Cuál es, entonces, su fuerza verdadera? Significa — lo que significa muy a menudo en la Escritura — esta raza de Israel rechazadora de Cristo, y no un mero período de tiempo. Es utilizada en un sentido moral para describir a una raza que actúa según un modo particular, bueno a malo. Moisés dice al reprocharles, “En forma corrompida se han portado con El ... son una generación perversa y torcida. ... Entonces Él dijo: “Esconderé de ellos mi rostro, veré cuál será su fin; porque son una generación perversa” (Deuteronomio 32:5,20 - LBLA). Aquí se refiere, muy claramente, a la condición moral de ellos como pueblo, y no al tiempo en que esto se manifestó. En los Salmos tenemos una llave adicional al significado correcto. Así, en el Salmo 12, “Tú, Jehová, los guardarás; De esta generación los preservarás para siempre” (Salmo 12:7). Si mediante la palabra “generación” se quisiera dar a entender meramente un período de treinta o cuarenta años, ¿qué sentido habría en las palabras “para siempre”? Esto no se refiere, en absoluto, al curso de unos pocos años, sino al estado moral de un pueblo, y este estado es el del pueblo de Israel. De la misma forma, la fuerza de las palabras en Lucas es bastante clara. “No pasará esta generación hasta que todo esto acontezca” (Lucas 21:32). A lo que Dios se refiere es a la raza de Israel que sigue aún en incredulidad y rechazo de Cristo. Él está diciendo, por decirlo así, «Yo los prepararé para la terrible verdad de que esta generación rechazadora va a continuar hasta que todas estas cosas acontezcan.» Aparte de la profecía, ¿cómo podría haber sido anticipada una cuestión semejante? Porque se habría podido suponer que mientras el cristianismo estuviera recorriendo todo el mundo, y haciendo conquistas en todo lugar, si había una nación que iba a ser traída bajo el poder de Cristo más que ninguna otra, ella debía ser Israel, amada a causa de los padres. Pero no. Los judíos van a proseguir en la misma incredulidad. Puede haber una línea de fieles entre ellos, pero la generación mala que Cristo denunció no pasará hasta que todo acontezca. ¿Y qué seguirá después de esto? Como dicen los Salmos, “para la generación venidera” (Salmo 102:18). Israel nacerá de nuevo — le será dado un nuevo corazón. Entonces ellos van a ser el pueblo que alabará al Señor.
Debo agregar que esto concuerda completamente con el resto de la Escritura. Pues el Señor, bajo la figura de una higuera sin frutos, había presentado al Israel de ese entonces. Por consiguiente, Él pronunció una maldición sobre aquel árbol. Cuando en uno de los evangelios se dice que “no era tiempo de higos” (Marcos 11:13), ello significa que la estación de la maduración de los frutos, o de su recolección, no había llegado aún. De ahí que los higos no podían haber sido tomados del árbol. Si él árbol hubiese tenido alguno deberían haber estado allí. Fue meramente cuando los higos estaban aún inmaduros que el Señor vino a buscar fruto; pero no hubo ni uno. Había abundante profesión — hojas, pero no fruto. Por consiguiente, Él dice, “Nunca jamás nazca de ti fruto” (Mateo 21:19). Así, en figura, es “esta generación.” Pero, ¿cómo se ha de reconciliar esto con Israel siendo para alabanza del Señor en el futuro? Israel debe nacer de nuevo. “Esta generación” jamás producirá fruto para el Señor. Va a ser destruida bajo el juicio de Dios; y una nueva raza nacerá. El tipo del pasado hace sitio para una sorprendente figura del futuro.
De estas profecías que hemos considerado, dos del Antiguo y dos del Nuevo Testamento, es evidente que el tiempo de angustia del que Daniel habla, es enteramente futuro; y que Lucas diferencia expresamente el tiempo de gran calamidad que está a punto de acaecer, y que, de hecho, ha acaecido a Jerusalén, de un tiempo final de angustia mucho más intensa que está aún por venir. Regresamos ahora a Daniel, con la luz clara de otras Escrituras de ambos Testamentos, que demuestra que la Palabra de Dios es positiva y precisa, que Israel debe pasar a través de un inaudito mar de angustia, pero que ellos han de ser librados de eso. Se trata, de hecho, del precursor de su gran salvación que viene de parte de Dios.
No obstante, había otra pregunta no contestada. No obstante, la importancia que Daniel otorgó al hecho de saber que sus compatriotas serían infaliblemente librados, con todo, había otra pregunta: ¿Cuál será la condición de los judíos que no estén en la tierra? ¿Qué sucederá con los que no están en Jerusalén o en Judea, quienes, por consiguiente, no son los objetos inmediatos de la gran liberación llevada a cabo allí? El segundo versículo de este capítulo lo responde. “Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua” (Daniel 12:22And many of them that sleep in the dust of the earth shall awake, some to everlasting life, and some to shame and everlasting contempt. (Daniel 12:2)). El versículo es aplicado constantemente a la resurrección del cuerpo; y es verdad que el Espíritu encuentra la figura que es utilizada aquí, para predecir el resurgimiento de Israel en la resurrección. Pero, se puede demostrar que no tiene la más mínima referencia a una resurrección corporal nuestra ni de Israel. Como esto puede parecer dificultoso para algunos, estoy obligado a presentar evidencia proporcionada por la Escritura de que el Espíritu Santo utiliza la resurrección como figura de una bienaventurada restauración desde la ruina.
En Isaías 26 ustedes tienen lo que yo supongo que no será cuestionado: un informe de la angustia de Israel — su angustia bajo señores Gentiles. En el versículo 13 se dice, “Jehová, Dios nuestro, otros señores fuera de ti nos han señoreado; mas ahora, de ti solo y de tu Nombre haremos mención” (Isaías 26:13 - VM). Eso no lo dice la Iglesia, ni se dice acerca de la Iglesia, aunque puede aplicarse a nosotros muy frecuentemente. No hemos tenido otros señores sobre nosotros — los judíos los han tenido. Ellos han tenido amos sobre ellos por miles de años, y aún los tienen. “Mas ahora, de ti solo y de tu Nombre haremos mención” (Isaías 26:13 - VM). “Muertos son, no vivirán; han fallecido, no resucitarán” (Isaías 26:14). Estos señores que tenían dominio sobre ellos ya no están: están muertos — no resucitarán. ¿Pueden estas palabras referirse a la resurrección literal? Si lo que se quiere dar a entender es eso, ellos deberían resucitar como los demás. Esto se dice claramente acerca de su perecer en este mundo. Es decir, la figura de la resurrección es aplicada. Ellos ya no están y no serán señores sobre Israel nunca más. “Porque tú los has castigado y los has destruido; has hecho perecer todo recuerdo de ellos. Tú has engrandecido la nación, oh Jehovah; has engrandecido la nación y te has hecho glorioso” (Isaías 26:14-15 - RVA). ¿Quién puede dudar que el pasaje habla solamente de Israel? “Ensanchaste todos los confines de la tierra” (Isaías 26:15). ¿Se podría decir esto de la Iglesia? Cuando el evangelio se extiende por todo el mundo, se trata del poder del amor en los hombres — la actividad de la gracia de Dios manifestándose en todo lugar. No es así con Israel. Ellos tienen una ciudad central, donde Dios los habría mantenido, si ellos hubieran sido fieles; de modo que el hecho de haber sido removidos hasta los confines de la tierra fue un juicio divino sobre ellos, no una misión de amor. “Jehová, en la tribulación te buscaron; derramaron oración cuando los castigaste” (Isaías 26:16). Ese fue el resultado de ello. Israel se humilla. Aquel que había engordado y que tiraba coces (Deuteronomio 32:15), era ahora un penitente; y el Señor oye su confesión, y considera su angustia. “Como la mujer encinta cuando se acerca el alumbramiento gime y da gritos en sus dolores, así hemos sido delante de ti, oh Jehová” (Isaías 26:17). Y luego, en el versículo 19, el Señor responde. “Tus muertos vivirán; sus cadáveres resucitarán” (Isaías 26:19). Él los reclama como Suyos, aunque ellos habían pecado de tal modo y estaban en aquella condición deplorable y degradada. “Sus cadáveres resucitarán.” Pongan atención a esa expresión como estando relacionada con Daniel. “¡Despertad y cantad, moradores del polvo! porque tu rocío es cual rocío de hortalizas, y la tierra dará sus muertos” (Isaías 26:19).
¿Puede alguien que ha seguido las razones ya presentadas poner en duda que el Espíritu no está hablando allí acerca de la Iglesia, sino acerca de Israel, en contraste con sus señores Gentiles ahora postrados, y que no iban a tiranizar nuevamente? Israel, por el contrario, aunque estaba en la condición más tenebrosa, era sólo el cuerpo muerto que el Señor reclama como Suyo, y ellos resucitarán como perteneciéndole a Él. La resurrección del cuerpo, la resurrección de los muertos, es una verdad bienaventurada y fundamental que subyace y es asumida en la imaginería profética. Pero el pasaje habla de la nación que está aún por resucitar espiritualmente conforme a Dios, pero, además, también como una nación, tal como el capítulo siguiente (Isaías 27), el cual es la conclusión del tenor de lo expuesto, lo hace aún más evidente. Utilicen, disfruten, apliquen esta Escritura como ustedes deseen, pero no nieguen su fuerza estricta y primaria.
El Resurgimiento Nacional De Israel
Volviendo ahora a Daniel, vean qué luz es proyectada sobre el pasaje. No sólo habrá allí liberación para los judíos en la Tierra Santa, quienes han sido testigo de todos los conflictos entre el Anticristo y el rey del norte, sino para muchos que duermen (es decir, muchos que aún no se habían presentado, que habían estado aparte de las angustias de su nación, que habían estado en total oscuridad, como si estuvieran durmiendo en el polvo de la tierra). “Muchos ... serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua” (Daniel 12:22And many of them that sleep in the dust of the earth shall awake, some to everlasting life, and some to shame and everlasting contempt. (Daniel 12:2)). El texto muestra claramente que no se trata de la resurrección de los justos; porque cuando esto acontece, nadie se levanta para vergüenza y confusión perpetua. El pasaje no tiene ninguna referencia directa a una resurrección corporal, la cual proporciona sencillamente una figura para el resurgimiento nacional de Israel, quienes son descritos como durmiendo en el polvo, para expresar la magnitud de su degradación. Ahora ellos iban a despertar y cantar, según Isaías.
Pero debemos pasar ahora a otro pasaje — quizás, el más claro de todos acerca del asunto. Está en la profecía de Ezequiel, donde, en una predicción muy evidente de la restauración de Israel, se utiliza la misma figura. Isaías los llamó un cuerpo muerto, y habló de ellos como morando en el polvo, del cual ellos iban a despertar. Daniel también lo denominó un despertar de su sueño en el polvo. Ezequiel va aún más allá, y habla de ellos, no sólo como estando muertos, sino enterrados en sus sepulcros. Ahora bien, si se puede probar que esto no se refiere a una resurrección corporal literal, sino a una restauración de Israel, la cadena de evidencia estará completa. Yo no dudo que esto es así; porque en esta profecía no se nos deja deducir, a partir del contexto, cuál es el significado, sino que hay una interpretación divina. No sólo tenemos la profecía, sino la profecía explicada. Y la explicación de la profecía dada a Ezequiel, y presentada por él mismo, excluye todo otro pensamiento excepto el que he estado intentando presentarles. En el principio de Ezequiel 37, tenemos la superficie de un valle lleno de huesos. “La mano de Jehovah vino sobre mí; me llevó fuera por el Espíritu de Jehovah y me puso en medio de un valle que estaba lleno de huesos. Me hizo pasar junto y alrededor de ellos, y he aquí que eran muchísimos sobre la superficie del valle. Y he aquí que estaban muy secos” (Ezequiel 37:1-2 - RVA). “Entonces me preguntó: — Oh hijo de hombre, ¿vivirán estos huesos? Y respondí: — Oh Señor Jehovah, tú lo sabes. Entonces me dijo: — Profetiza a estos huesos y diles: “Huesos secos, oíd la palabra de Jehovah. Así ha dicho el Señor Jehovah a estos huesos: ‘He aquí, yo hago entrar espíritu en vosotros, y viviréis. Pondré tendones sobre vosotros, haré subir carne sobre vosotros, os cubriré de piel y pondré espíritu en vosotros; y viviréis. Y sabréis que yo soy Jehovah.’ Profeticé, pues, como se me ordenó; y mientras yo profetizaba, hubo un ruido. Y he aquí un temblor, y los huesos se juntaron, cada hueso con su hueso. Miré, y he aquí que subían sobre ellos tendones y carne, y la piel se extendió encima de ellos. Pero no había espíritu en ellos” (Ezequiel 37:3-8 - RVA). ¿Puede alguno pensar seriamente que esta es la manera en que la iglesia resucitará de entre los muertos? ¿Existe algún alma tan engañada como para tomar esto como una descripción del orden en que nuestros cuerpos van a resucitar? ¿Primero los huesos juntándose; luego la carne y la piel cubriendo; y luego espíritu puesto en ellos? ¿Se puede sostener con sobriedad que esto se entiende principalmente como una figura de la obra del evangelio dando vida a las almas? De ser así, ¿cuál es el significado de los huesos primeramente, etc.?
“Entonces me dijo: — Profetiza al espíritu. Profetiza, oh hijo de hombre, y di al espíritu que así ha dicho el Señor Jehovah: ‘Oh espíritu, ven desde los cuatro vientos y sopla sobre estos muertos, para que vivan.’ Profeticé como me había mandado, y el espíritu entró en ellos, y cobraron vida. Y se pusieron de pie: ¡un ejército grande en extremo! Luego me dijo: — Oh hijo de hombre, estos huesos son toda la casa de Israel” (Ezequiel 37:9-11 - RVA). ¿Qué más sencillo que la explicación que Dios da de la visión? Él la aplica a toda la casa de Israel, aunque, indudablemente, fue la visión de una resurrección. Ezequiel vio a los huesos cobrar vida, a los hombres ponerse de pie. Pero, entonces, nosotros tenemos a Dios dándonos el significado real y adecuado de ella. La resurrección del cuerpo la tenemos más plenamente en otro lugar, como en el Nuevo Testamento, y también en Job. En los Evangelios, los Hechos, Las Epístolas, y el Apocalipsis, nosotros tenemos la resurrección tanto de los justos como de los injustos — una resurrección bienaventurada para los unos, y otra resurrección que tendrá terribles consecuencias de dolor para los incluidos en ella. Pero tenemos aquí a Dios mismo, utilizando la figura de la resurrección para describir la bendición que Él ha de conferir a Su pueblo de Israel. La figura se aplica similarmente en Lucas 15 a la conversión del hijo pródigo: “Este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado” (Lucas 15:24 - LBLA). Pablo nos presenta, bajo la misma figura, la bendición que obtendrá el mundo, dentro de poco tiempo, por medio de la restauración de Israel: “Porque si la exclusión de ellos resulta en la reconciliación del mundo, ¡qué será su readmisión, sino vida de entre los muertos!” (Romanos 11:15 - RVA).
Yo sostengo, entonces, que ninguna otra interpretación del pasaje lleva la impronta del Espíritu de Dios. Las personas pueden predicar el evangelio a partir de dicho pasaje, o aplicarlo figurativamente: yo no estoy objetando semejante utilización de él. Pero la Palabra de Dios nos presenta tanto la visión como la interpretación. Y no tengo razones adicionales para creer la una más que la otra. Dios dice que ello significa la casa de Israel; por tanto, no significa la resurrección del cuerpo. Cuando los hombres sean resucitados de los muertos en el sentido físico apropiado, no habrá ninguna cosa como la casa de Israel entre los que han sido resucitados así. La resurrección pone término a todas las relaciones de tiempo y del mundo. De ahí que lo que tenemos aquí es sencillamente una figura tomada de la resurrección, y aplicada a la bendición futura de Israel — que en ese entonces será una nación santa, pero, no obstante, una nación.
“Luego me dijo: — Oh hijo de hombre, estos huesos son toda la casa de Israel. He aquí que ellos dicen: “Nuestros huesos se han secado. Se ha perdido nuestra esperanza. Somos del todo destruidos.” Por tanto, profetiza y diles que así ha dicho el Señor Jehovah: “He aquí, oh pueblo mío, yo abriré vuestros sepulcros. Os haré subir de vuestros sepulcros y os traeré a la tierra de Israel” (Ezequiel 37:11-12 - RVA). Nada puede ser más evidente. Toda la evidencia del capítulo confirma la misma cosa. Pero más que eso. “Y sabréis que soy Jehovah, cuando yo abra vuestros sepulcros y os haga subir de vuestros sepulcros, oh pueblo mío. Pondré mi Espíritu en vosotros, y viviréis. Os colocaré en vuestra propia tierra, y sabréis que yo, Jehovah, lo dije y lo hice,” dice Jehovah” (Ezequiel 37:13-14 - RVA). La siguiente porción proyecta aún más luz sobre ello. Tenemos otra visión relacionada con esto. Se toman dos palos y se juntan en uno, presentando otro aspecto de la bendición que está reservada para Israel. Si todo Israel tuviera que ser sacado de sus sepulcros, las doce tribus podrían haber formado aún dos grupos separados como en los primeros días. Pero ahora entra una nueva condición, para demostrar que, cuando la resucitación de Israel acontece, sus intereses, una vez divididos, se unirán. Eso no se refiere a la Iglesia, ni a nuestra condición cuando resucitemos de entre los muertos. Nosotros no seremos plantados en la tierra de Israel bajo David como nuestro rey. Aun si tomamos a David como un tipo de Cristo, con todo, esta no es nuestra relación. Nosotros somos el cuerpo y la esposa de Cristo — no meramente un pueblo, sobre el cual reina un rey.
Así, comparando estas diferentes porciones de la Palabra de Dios, nosotros tenemos una poderosa demostración de que el pasaje en Daniel se refiere únicamente a Israel. Y así como el primer versículo nos muestra la liberación de los judíos en su tierra en la época de su más ardua angustia, el segundo versículo nos muestra aquello que es la clave para muchas de las profecías — la salida de la raza de Israel desde sus lugares de escondite y de profunda degradación, todo esto presentado bajo la figura de dormir en el polvo, y ser despertados y sacados fuera de él. Pero, sean ellos los que están en la tierra de Israel o los que salen del polvo de la tierra, o de entre los Gentiles, ninguno será librado excepto aquellos que son los objetos de los consejos de Dios, es decir, “los que se hallen escritos en el libro” (Daniel 12:11And at that time shall Michael stand up, the great prince which standeth for the children of thy people: and there shall be a time of trouble, such as never was since there was a nation even to that same time: and at that time thy people shall be delivered, every one that shall be found written in the book. (Daniel 12:1)). Algunos de ellos pueden despertarse, tal como la figura lo expresa, para tomar parte en la gran lucha al final; pero al no estar inscritos en el libro de Dios, ellos serán abandonados para vergüenza y confusión perpetua. (Daniel 12:22And many of them that sleep in the dust of the earth shall awake, some to everlasting life, and some to shame and everlasting contempt. (Daniel 12:2)). Para los demás no se trata de una mera liberación nacional, sino mucho más. Aquellos que son librados serán verdaderamente nacidos de Dios. Un carácter espiritual se unirá a su despertar, así como un carácter nacional.
Pero dediquémonos brevemente al resto del capítulo. El Espíritu de Dios nos muestra que algunos de entre ellos tendrán una notable madurez. Son los que se mencionan como siendo “entendidos.” “Los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento” (Daniel 12:22And many of them that sleep in the dust of the earth shall awake, some to everlasting life, and some to shame and everlasting contempt. (Daniel 12:2)). Estos han sido distinguidos de entre los judíos en un tiempo de angustia. “Y los que enseñan la justicia a la multitud [lit., a los muchos], como las estrellas a perpetua eternidad” (Daniel 12:22And many of them that sleep in the dust of the earth shall awake, some to everlasting life, and some to shame and everlasting contempt. (Daniel 12:2)). Nosotros estamos obligados así, a cambiar la versión Inglesa de la Biblia, porque la expresión que se utiliza en dicha versión — ‘han vuelto a muchos a la justicia’ — es poco acertada. El sentido verdadero es “los que enseñan justicia a los muchos.” No se trata del éxito que tengan ellos — el punto no es si ellos los vuelven realmente a la justicia o no; sino que a “los que enseñan a los muchos,” o a la masa de los judíos, se les promete así la bendición. Ellos podrían tener, quizás, escasos resultados; pero la pregunta es si ellos están trabajando para Dios, y manteniendo la autoridad de Su verdad. La misma palabra hebrea es utilizada en otras partes de la Escritura, donde significa, indudablemente, ‘justificar.’ Los traductores ingleses — juzgando, con una buena razón, que la palabra ‘justificar’ no sería adecuada en una cláusula que describe la acción de los hombres, mientras que la justificación pertenece ciertamente a Dios — la han cambiado por “vuelvan a la justicia” (Daniel 12:33And they that be wise shall shine as the brightness of the firmament; and they that turn many to righteousness as the stars for ever and ever. (Daniel 12:3) — KJV1769). Pero yo me tomo la libertad de preferir la versión ya mencionada — “enseñan la justicia.” Parecería así que hay algunos de los judíos que habrán mostrado un grado comparativamente mayor de comprensión de la mente de Dios. Ellos son llamados “los entendidos.” Pero aparte de la comprensión, otros salen en energía espiritual, como hemos visto, para enseñar a la masa de los judíos, quienes estaban en ese entonces bajo el poder del Anticristo, o que cayeron después bajo ese poder. “La multitud” (lit, los muchos) (Daniel 12:33And they that be wise shall shine as the brightness of the firmament; and they that turn many to righteousness as the stars for ever and ever. (Daniel 12:3)), es una frase técnica en Daniel para referirse a las masas sin fe o los que están perdidos. Los que enseñan a la multitud en la justicia van a resplandecer como las estrellas a perpetua eternidad.
Y, además, debo aprovechar la oportunidad para decir que este es el significado verdadero de un versículo en Isaías 53, que ha dejado extraordinariamente perplejos a los críticos: “por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos” (Isaías 53:11). Sin duda muchos cristianos lo han relacionado con ‘por Su obediencia justificará mi siervo justo a muchos.’ Pero no hay ninguna relación, en absoluto, entre los dos pensamientos. Tómenlo tal como ha sido sugerido en el pasaje que está ante nosotros, y todo es claro. Yo tampoco tengo la menor duda de que ese es el significado verdadero. Es para enseñar en justicia; la justificación no es allí el punto. En el caso del Señor la enseñanza, obviamente, será perfecta; pero incluso allí el objeto es “muchos” (“a la multitud” o, “a los muchos,” como en Daniel). Nosotros encontramos aquí que estas almas piadosas entre los judíos tienen un cierto conocimiento de la verdad divina, y ellos enseñan a la masa en justicia. No se tratará de mostrar y predicar la gracia en aquel día. Ellos les enseñarán en justicia. El sentido de ‘justificar’ no sería verdadero, si nosotros consideramos a los sujetos de la acción, o a los objetos de ella. Quizás podríamos entender eso del Señor en Isaías 53. Pero aun así, pregunten a cualquier persona cuál es el significado de que Él justifica a muchos por Su conocimiento, y dicha persona tendrá que viajar bastante lejos para hallar una probable respuesta. Algunos defensores de ello pueden tratar de entender, “mediante el conocimiento de Él,” pero eso no se sostendrá. El significado verdadero es que el Señor utilizará Su conocimiento como el medio de enseñar a muchos. En Isaías y Daniel, se refiere a enseñar en justicia, no a justificar ni volver a la justicia.
El Libro De Daniel Sellado —
El Libro De Apocalipsis Abierto
En el versículo siguiente aparece un importante principio, sobre el cual se debe decir algunas pocas palabras, “Pero tú, Daniel, cierra las palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin. Muchos correrán de aquí para allá, y la ciencia se aumentará” (Daniel 12:44But thou, O Daniel, shut up the words, and seal the book, even to the time of the end: many shall run to and fro, and knowledge shall be increased. (Daniel 12:4)). Se informa aquí a Daniel que no se debía recurrir a las cosas que él había visto, y las comunicaciones que había oído, aunque eran, sin duda, de Dios, para utilizarlas para el presente. Todo debía ser un libro sellado hasta un día distante; en resumen, hasta el tiempo del fin. En un versículo posterior, Daniel plantea la pregunta, “¿cuál será el fin de estas cosas?” (Daniel 12:88And I heard, but I understood not: then said I, O my Lord, what shall be the end of these things? (Daniel 12:8)). Y la respuesta es, “Anda, Daniel, pues estas palabras están cerradas y selladas hasta el tiempo del fin. Muchos serán limpios, y emblanquecidos y purificados; los impíos procederán impíamente, y ninguno de los impíos entenderá, pero los entendidos comprenderán” (Daniel 12:9-109And he said, Go thy way, Daniel: for the words are closed up and sealed till the time of the end. 10Many shall be purified, and made white, and tried; but the wicked shall do wickedly: and none of the wicked shall understand; but the wise shall understand. (Daniel 12:9‑10)). Se nos muestra claramente así, que el entendimiento de las palabras de Dios es una cosa espiritual, y no un asunto de mero intelecto. Si fuese así, en ese caso el impío podría entender tanto como el justo. Se dice expresamente que, “ninguno de los impíos entenderá, pero los entendidos comprenderán.” Es decir, estos inteligentes, de quienes hemos oído anteriormente. Pongan atención a la importancia de esto. En el último capítulo de Apocalipsis, vemos se le habla al profeta Juan al final de su profecía. El contraste es muy sorprendente. En la última profecía de Daniel, se le dice que todo va a ser cerrado y sellado hasta el tiempo del fin. En el último capítulo del Apocalipsis, a Juan se le dice que no selle “las palabras de la profecía de este libro, porque el tiempo está cerca” (Apocalipsis 22:10). En otras palabras, hay un exacto contraste entre el mandato dado a los dos profetas. Para el profeta judío todo está sellado hasta el tiempo del fin. Para el profeta Juan nada está sellado: todo está abierto. ¿Por qué? La respuesta es que se ha supuesto que la Iglesia — el cristiano — ha de a estar siempre en el tiempo del fin. El don del Espíritu Santo ha cambiado todo. Desde aquel momento nada ha sido sellado para el cristiano. Toda la mente, los afectos, los consejos de Dios, ¡sí! y Sus secretos acerca del mundo, en la Escritura de verdad, le están abiertos por el poder de Dios.
El cristiano, aun si ustedes toman al débil e ignorante, tiene el Espíritu Santo morando en él. Por consiguiente, al escribir a los “hijitos,” Juan dice, “vosotros tenéis la unción del Santo, y conocéis todas las cosas” (1 Juan 2:20). Todo el conocimiento del mundo nunca puede hacer que un hombre entienda la Biblia; mientras que, si un alma es nacida de Dios, ella es capaz de entender cualquier cosa que Dios revela: sólo requiere ser guiada, y enseñada más perfectamente. El apóstol no está hablando de los requisitos verdaderos de los “hijitos,” los que pueden ser muy pequeños. Entonces, ¿en quién nos gloriamos, y deberíamos gloriarnos? En Dios, quien nos ha dado tan asombroso privilegio. Todo aquel que tiene el Espíritu de Dios, tiene una capacidad divina para entrar en las cosas de Dios. Él sólo desea estar en circunstancias adecuadas, dependiendo de Dios, y valorando Su Palabra, y lo que es de Dios se manifestará y demostrará ser divino. Esto está relacionado con el hecho de que el Espíritu de Dios es dado a la Iglesia, en un sentido especial, que ni siquiera los profetas conocían. Porque aunque ellos tenían el Espíritu para que los inspirase, del modo que nosotros, obviamente, no lo tenemos, con todo, tenemos el Espíritu Santo morando siempre en nosotros; una consecuencia de ello es que nosotros tenemos inteligencia espiritual, “la mente de Cristo” (1 Corintios 2:16), la cual ellos no tenían. Y, por lo tanto, como ustedes pueden recordar, el Espíritu de Dios, en 1 Pedro 1, contrasta la condición actual del cristiano con la de los santos, si, con la de los propios profetas, bajo el Antiguo testamento. Él nos muestra que ellos estaban “escudriñando qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, el cual anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo, y las glorias que vendrían tras ellos. A éstos se les reveló que no para sí mismos, sino para nosotros, administraban las cosas que ahora os son anunciadas por los que os han predicado el evangelio por el Espíritu Santo enviado del cielo” (1 Pedro 1:11-12). Es decir, nosotros estamos en el conocimiento y goce actual de cosas que, se les dijo, no les concernían a ellos sino a nosotros del Nuevo Testamento. Esto es muy importante. Ellos tenían la promesa, y era salvación para ellos. Pero nosotros tenemos mucho más: tenemos la bendición positiva, cumplida — la redención no meramente prometida, sino efectuada. Y el cristiano es libre ahora, aliviado por gracia de todo asunto acerca de sus pecados, de entrar en las cosas benditas de Dios.
Por consiguiente, Dios dice ahora, «No debes sellar el libro.» El tiempo del fin es aquel en que nosotros somos contemplados, habiendo ya venido, moralmente, el fin. Y, por lo tanto, nosotros estamos esperando que el Señor venga en cualquier momento. Donde los pensamientos judíos prevalecen, las personas están siempre buscando un tiempo precedente de gran angustia. Ellos no ven que Dios tiene un propósito acerca de Israel, así como acerca de la Iglesia; no ven que cuando Él nos haya llevado a nuestro lugar adecuado en la gloria celestial, Él se ocupará nuevamente de los judíos; y que ellos, no nosotros, deben pasar a través de la gran tribulación, y ver las señales designadas que anuncian la aproximación del Hijo del Hombre a la tierra.
Esto sirve, también, para explicar cómo es que nosotros podemos entender estas profecías. Daniel no podía: tal como él dice aquí, “Y yo oí, mas no entendí. Y dije: Señor mío, ¿cuál será el fin de estas cosas? Él respondió: Anda, Daniel, pues estas palabras están cerradas y selladas hasta el tiempo del fin” (Daniel 12:8-98And I heard, but I understood not: then said I, O my Lord, what shall be the end of these things? 9And he said, Go thy way, Daniel: for the words are closed up and sealed till the time of the end. (Daniel 12:8‑9)). Luego entra el cristianismo y ni una de las palabras es sellada — ninguna es cerrada. Todas ellas están abiertas. Para nosotros el fin siempre está cerca; se dice que estamos en el fin del siglo: tal como está escrito en 1 Corintios 10:11, “Estas cosas les sucedieron como ejemplo, y fueron escritas como enseñanza para nosotros, para quienes ha llegado el fin de los siglos” (1 Corintios 10:11 - LBLA). Y siempre es así. Se dice que Cristo, “en la consumación de los siglos, se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado” (Hebreos 9:26). Se ha presupuesto siempre que la Iglesia está en el fin, en virtud del Espíritu, anticipando el remanente piadoso, inteligente. Efectivamente, la Iglesia comenzó con un remanente de judíos que tenían fe en su Mesías. De este modo, Pentecostés comenzó con aquello que será verdad nuevamente después que seamos llevados al cielo. Pues cuando Dios haya trasladado a los santos, y el tiempo del fin haya llegado literalmente, habrá, una vez más, un remanente de judíos fieles. “Pero los entendidos comprenderán” (Daniel 12:1010Many shall be purified, and made white, and tried; but the wicked shall do wickedly: and none of the wicked shall understand; but the wise shall understand. (Daniel 12:10)). Se presupone siempre que la Iglesia está en estos privilegios, y está esencialmente por encima de los meros descubrimientos o progresos de la era.
1260 Días — 1290 Días — 1335 Días
Con respecto a los “días” de los que se habla al final del capítulo, ¿cuál es su significado? En el versículo 11, se dice, “Y desde el tiempo que sea quitado el continuo sacrificio hasta la abominación desoladora, habrá mil doscientos noventa días” (Daniel 12:1111And from the time that the daily sacrifice shall be taken away, and the abomination that maketh desolate set up, there shall be a thousand two hundred and ninety days. (Daniel 12:11)). El varón vestido de lino había dicho, previamente, en el versículo 7, que sería por “ tiempo, tiempos, y la mitad de un tiempo” (Daniel 12:77And I heard the man clothed in linen, which was upon the waters of the river, when he held up his right hand and his left hand unto heaven, and sware by him that liveth for ever that it shall be for a time, times, and an half; and when he shall have accomplished to scatter the power of the holy people, all these things shall be finished. (Daniel 12:7)) (N. del T.: lo que es lo mismo que:1 año + 2 años + la mitad de un año, cada año siendo de 360 días) — es decir, por 1.260 días. El versículo 11 añade treinta días, o un mes más, a los 1.260 días. Luego, en el versículo 12, encontramos una época adicional: “Bienaventurado el que espere, y llegue a mil trescientos treinta y cinco días.” Es decir, se añade aún un mes y medio. De modo que tenemos, antes que nada, 1.260 días; luego 1.290 días; luego 1.335 días. Podemos preguntar, ¿cuál es el significado de esto? Y, ¿desde qué época debemos calcular estos días? La respuesta es, “desde el tiempo en que el sacrificio perpetuo sea abolido y puesta la abominación de la desolación” (Daniel 12:1111And from the time that the daily sacrifice shall be taken away, and the abomination that maketh desolate set up, there shall be a thousand two hundred and ninety days. (Daniel 12:11) - LBLA).
Y ahora, yo haría una observación de alguna importancia, como uniendo todo lo que ha sido dicho, y dando una prueba conclusiva de la verdadera interpretación de esta profecía. Se trata del versículo mismo que nuestro Señor citó en Mateo 24. “Por tanto, cuando veáis en el lugar santo la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel (el que lee, entienda), entonces los que estén en Judea, huyan a los montes” (Mateo 24:15-16). La pregunta es, ¿dónde habla Daniel de esto? Yo respondo, en el versículo 11 de este capítulo. Es el único versículo que responde en forma adecuada al que está en Mateo.
Se nos dice que desde aquel tiempo habrá 1.290 días; luego, un período adicional de 45 días, y entonces, la bendición plena. ¿Ha sido ese el caso? Si ustedes lo aplican a cualquier cosa pasada, como por ejemplo, a la destrucción de Jerusalén llevada a cabo por las tropas de Tito; cuando ustedes calculan 1.335 días desde el tiempo cuando los Romanos tomaron Jerusalén, ¿ha llegado, realmente, la bendición? Importa poco cómo tomen ustedes los días. Dejemos que se tomen como 1.335 años (en vez de 1.335 días) desde la destrucción de Jerusalén: ¿han obtenido ustedes aún la bendición de los judíos y la bendición de los santos conforme a la Palabra de Dios aquí? Nada parecido. ¿Qué se deduce entonces? Que ustedes han calculado la fecha a partir de una época equivocada. “La abominación de la desolación,” o, “abominación desoladora” no ha llegado aún; cuando llegue, en el sentido del que nuestro Señor habla, siguen a continuación 1.335 días, y entonces será la plena bendición.
El Cumplimiento De La Obra Completa
Pero ahora, otra palabra en cuanto a estas diferencias: primeramente los 1.260, luego los 1.290, y luego, finalmente, los 1.335 días. Yo creo que la razón de esto se debe a que la bendición de Israel no será introducida inmediatamente. El primer gran momento crucial será la destrucción del “rey”. Eso acontece cuando los 1.260 días expiran. Pero, como hemos visto en Daniel 11, el rey del norte debe ser eliminado después del “rey.” Por consiguiente, hay otro período de demora. Pero yo no estoy preparado para decir si este período coincidirá con los treinta días adicionales (o 1.290), o con los 45 días posteriores (1.335). De esto, sin embargo, podemos estar seguros: que el último de ellos nos lleva al cumplimiento de la obra completa: y me inclino a pensar que la destrucción del rey del norte es más bien uno de los últimos, si no el último, de estos actos de juicio antes que la época de bendición comience. En Isaías 10:12, se dice, “Pero acontecerá que después que el Señor haya acabado toda su obra en el monte de Sion y en Jerusalén, castigará el fruto de la soberbia del corazón del rey de Asiria, y la gloria de la altivez de sus ojos.” ¿No parece indicar esto que se trata del último acto del Señor en juicio relacionado con la bendición de Israel? Tenemos así un breve intervalo, o dos, después de la destrucción del Anticristo, durante los cuales el Señor está abatiendo aún a los enemigos de Israel. “Bienaventurado el que espere, y llegue a mil trescientos treinta y cinco días” (Daniel 12:1212Blessed is he that waiteth, and cometh to the thousand three hundred and five and thirty days. (Daniel 12:12)).