Entramos ahora en la segunda gran división del libro. El Espíritu de Dios nos presenta aquí, no meramente la historia o las visiones de un pagano, como Nabucodonosor u otros, sino las comunicaciones de Dios al propio profeta. De ahí que los más altos pensamientos en la mente del Espíritu son con respecto a lo que se relacionaba con los judíos, como siendo ellos el objeto del especial favor de Dios en aquel tiempo, y, más particularmente, lo que les esperaba en un día bendito que está por venir. Daniel fue el canal apropiado para tales revelaciones. En consecuencia, el Espíritu repasa nuevamente el terreno de los cuatro grandes imperios Gentiles, así como el quinto imperio, el reino de los cielos, que va a ser introducido por el Señor Jesús. Pero todo es presentado desde un punto de vista diferente, aunque, por supuesto, con perfecta consistencia. No se trata ahora de una gran imagen comenzando con lo que era magnífico, el oro y la plata, y descendiendo, con evidente deterioro del esplendor, hasta el vientre y muslos de bronce, y piernas de hierro y pies de barro. Tenemos aquí rapaces bestias salvajes. Se hace referencia a los mismos poderes, pero se trata de otro aspecto de ellos. Fue muy adecuada la figura de la imagen presentada a los ojos de la gran cabeza del imperio Gentil, sus cambios y relaciones unos con otros; pero se trata ahora del punto de vista de Dios de estos mismos poderes, y su relación con Su pueblo.
Tenemos así, en esta sencilla consideración, la clave a las diferentes maneras en que estos poderes son representados. Hallaremos, también, en los detalles, aquella sabiduría que nosotros siempre podemos buscar en lo que procede de la mente de Dios.
Cuatro Bestias Salvajes Emergen
El profeta, en la visión, ve una masa de aguas, agitada por los vientos del cielo. De este mar agitado emergen cuatro bestias salvajes y, yo puedo agregar, sucesivamente; pues es muy claro que, como en los imperios presentados por los metales, etc. en Daniel 2, de igual modo en los mismos poderes presentados aquí, nosotros tenemos que considerar imperios no contemporáneos, sino sucediéndose el uno al otro en gobernar sobre el mundo bajo la providencia de Dios. “La primera era como león, y tenía alas de águila” (Daniel 7:44The first was like a lion, and had eagle's wings: I beheld till the wings thereof were plucked, and it was lifted up from the earth, and made stand upon the feet as a man, and a man's heart was given to it. (Daniel 7:4)). Allí, incuestionablemente, tenemos el imperio de Babilonia. Tampoco es, en absoluto, una novedad encontrar al Espíritu Santo aplicando la figura de un león a Nabucodonosor, ni tampoco la de un águila. Jeremías ha utilizado ya la misma. “El león sube de la espesura, y el destruidor de naciones está en marcha” (Jeremías 4:7). Ezequiel, al igual que Jeremías, lo representó, también, bajo la figura de un águila. Efectivamente, él es mencionado tanto como león y como águila en Jeremías 49:19-22. En la visión de Daniel el Espíritu Santo combina las dos figuras en un símbolo, para representar apropiadamente lo que el imperio Babilónico era en la mente de Dios.
Pero, además de estos símbolos de grandeza y rapidez de conquista, tenemos la señal de un cambio notable que iba a pasar sobre esta bestia, y un cambio del cual no había ninguna apariencia, humanamente hablando, en aquel momento. Pero todo estaba abierto ante los ojos de Dios, cuyo objeto en dar la profecía es que Su pueblo viera de antemano lo que Él ve. A Dios le ha complacido, en la sabiduría y bondad perfectas que pertenecen a Su naturaleza, impartir semejante medida de conocimiento del futuro tal como Él lo ve para Su propia gloria; y un hijo obediente oye y guarda las palabras de su Padre.
Él presentó ahora al profeta el conocimiento de que el imperio Babilónico iba a ser humillado. No iba a ser destruido totalmente como nación, sino que iba a ser depuesto completamente como poder gobernante en el mundo. Esto fue lo que significaban las alas arrancadas, y que el animal fuera levantado del suelo y puesto sobre los pies como un hombre, lo que destruiría, evidentemente, su fuerza. Pues por muy apropiada que una actitud como esta sea para un hombre, está claro que para una bestia rapaz sería más bien una humillación. En concordancia, también, con esto, “le fue dado corazón de hombre” (Daniel 7:44The first was like a lion, and had eagle's wings: I beheld till the wings thereof were plucked, and it was lifted up from the earth, and made stand upon the feet as a man, and a man's heart was given to it. (Daniel 7:4)). Puede haber en esto una especie de contraste con lo que realmente sucedió en el caso de Nabucodonosor, a quien se le dio un corazón de bestia (Daniel 4:1616Let his heart be changed from man's, and let a beast's heart be given unto him; and let seven times pass over him. (Daniel 4:16)). El rey orgulloso no estaba mirando a Dios, lo cual es claramente el deber ineludible de cada alma humana. No es apropiadamente un hombre quien no reconoce al Dios que lo trajo a existencia, y que vela sobre él y abunda en beneficios hacia él cada día: el Dios que reclama la lealtad de la conciencia y que solamente puede convertir el corazón. En el caso de Nabucodonosor, el hombre estaba ocupado consigo mismo. La dación misma de dominio universal de parte de Dios fue pervertida por el poder de Satanás, de manera de lograr que el yo y no Dios sea el objeto de sus pensamientos. En la enfática frase de la Escritura, su corazón no fue el corazón de un hombre que mira a lo alto, reconociendo a Uno por sobre él, sino el corazón de una bestia que mira hacia abajo en la gratificación de sí mismo y en la prosecución de sus propios instintos. Este fue el caso con Nabucodonosor, y por lo tanto, un juicio muy solemne y muy personal fue ejecutado sobre él. Pero la misericordia de Dios se interpuso, después de un cierto tiempo de humillación, y él fue restaurado. Esta fue una muestra de la condición a la cual los poderes Gentiles iban a ser llevados por no reconocer al Dios verdadero, pero hubo, también, el testimonio de su futura bendición y restauración, cuando ellos reconocerán el reino dentro de poco. En el caso que tenemos ante nosotros, el león fue reducido de su poder como una bestia a una posición de debilidad. Esto tuvo lugar, realmente, cuando Babilonia perdió su supremacía en el mundo, lo cual parece ser claramente el significado de la última parte del versículo. Tenemos primero a Babilonia, en la plenitud de su poder, y luego el gran cambio que ocurrió cuando fue despojada del imperio del mundo.
En el versículo siguiente (Daniel 7:55And behold another beast, a second, like to a bear, and it raised up itself on one side, and it had three ribs in the mouth of it between the teeth of it: and they said thus unto it, Arise, devour much flesh. (Daniel 7:5)), se da una descripción del imperio persa, que había sido representado en la gran imagen como el “pecho, etc., de plata.” “Y he aquí otra segunda bestia, semejante a un oso, la cual se alzaba de un costado” — un rasgo notable, que, a primera vista, podría no ser obvio, pero que pronto es explicado. Era un imperio no tan uniforme como el Babilónico. Consistía de dos pueblos unidos bajo una cabeza. Otro rasgo notable es este: el que prevaleció fue el inferior de los dos reinos. El persa aventaja al Medo. Así vimos en Daniel 5 que Darío el Medo tomó el reino; pero Ciro siguió pronto, y de ahí en adelante fue siempre el persa el que gobernó, y no el Medo. Tenemos, en esta circunstancia, un nuevo ejemplo de que nosotros no necesitamos realmente la historia para la comprensión de la profecía. La falta de atención a esto hunde a las personas en la incertidumbre. Nosotros podemos recurrir a la historia como una especie de homenaje tributado a la profecía, pero la confirmación histórica de la profecía cumplida es una cosa muy distinta de su interpretación. La profecía, al igual que toda la Escritura, es explicada sólo por el Espíritu de Dios; y Él no necesita dejar la palabra escrita para que la ayuda humana explique lo que Él ha inspirado: sólo Aquel que es el autor de la Escritura es realmente capaz de explicarla. Yo no debería tener que enfatizar esto, aunque es un principio primario de la verdad; pero tenemos que insistir bastante sobre principios primarios de verdad tanto ahora como siempre.
Aquí, entonces, la Escritura nos proporciona el hecho evidente de que, mientras el segundo imperio consistía de dos partes, y mientras los medos fueron la rama más antigua del imperio, con todo, el que iba a ser más prominente fue Ciro el persa. Este fue el costado que se alzó. “Tenía tres costillas en su boca, entre sus dientes,” (Daniel 7:55And behold another beast, a second, like to a bear, and it raised up itself on one side, and it had three ribs in the mouth of it between the teeth of it: and they said thus unto it, Arise, devour much flesh. (Daniel 7:5) - VM), claramente, yo pienso, esta es la señal de la rapacidad extraordinaria que caracterizaría el imperio persa. Si tuvieran que sernos presentadas, en una especie de panorama, bestias diferentes, y si uno de los animales fuera descrito con una cantidad de presas y realmente devorándolas, de inmediato deberíamos tener la idea de un apetito singularmente voraz. Tal fue el caso con los persas. Hubo frecuentes insurrecciones que tuvieron que enfrentar, a causa de su extorsión y crueldad. Es verdad que Dios obró providencialmente a través de ellos a favor de los judíos; pero esto sólo hizo más sorprendente el contraste con sus modos comunes de actuar. Pues mientras los persas fueron excesivamente duros con los demás, hubo muestras de indulgencia y favor hacia Israel; pero esto fue sólo la excepción. En general, como forma de describir el carácter de ellos, una rapaz bestia salvaje lo exhibe. De ahí que se dice que el oso tiene tres costillas en su boca, entre sus dientes. Fue en el acto mismo de demostrar sus rapaces propensiones. “Y le dijeron así: “Levántate, y devora mucha carne” (Daniel 7:55And behold another beast, a second, like to a bear, and it raised up itself on one side, and it had three ribs in the mouth of it between the teeth of it: and they said thus unto it, Arise, devour much flesh. (Daniel 7:5) - LBLA). Esa fue la explicación en palabras de la visión: se refería, evidentemente, a sus hábitos predatorios.
El Imperio Dividido En Cuatro
En el tercer caso, tenemos un leopardo, con algunos rasgos notables acerca de él, aunque no debemos buscar la regularidad de la consistencia descriptiva. Hay ciertas verdades dadas a entender por cada figura; pero si los hombres tratan de poner todos los detalles en una armonía formal, ellos no se mantendrán unidos. En el presente caso, no había nada en la naturaleza semejante a este leopardo; pero Dios toma de diferentes cosas que existían en los rasgos de la naturaleza que eran necesarios para dar una idea combinada de este nuevo imperio. De ahí que, mientras que el leopardo es notable por su agilidad al perseguir su presa, no obstante, para presentar algo que trasciende la naturaleza, nosotros oímos que “tenía cuatro alas de ave en sus espaldas” (Daniel 7:66After this I beheld, and lo another, like a leopard, which had upon the back of it four wings of a fowl; the beast had also four heads; and dominion was given to it. (Daniel 7:6) - VM). Si hubo alguna vez un caso en que se unieron el impetuoso coraje en prosecución de grandes designios y la velocidad en conseguir una sucesión de conquistas, lo hallamos en la historia de Alejandro Magno. El reino macedonio, o griego, tiene un carácter de celeridad ligado a él que ningún otro imperio tuvo jamás; y por eso el leopardo, por una parte, y las cuatro alas de ave, por la otra. Pero, además de eso, “tenía también esta bestia cuatro cabezas; y le fue dado dominio” (Daniel 7:66After this I beheld, and lo another, like a leopard, which had upon the back of it four wings of a fowl; the beast had also four heads; and dominion was given to it. (Daniel 7:6)). Ustedes tienen allí no tanto lo que se hallaba en el propio Alejandro, sino más bien en sus sucesores. Las cuatro cabezas se refieren a la división de su imperio en cuatro partes diferentes después de su muerte. No es, por lo tanto, meramente un símbolo de lo que fue el imperio griego en su primer origen, sino que presenta así también su futuro. Se trata enfáticamente del imperio que se separó en cuatro divisiones distintas. No es que hubo solamente cuatro, porque está claro que hubo, en un momento, una especie de división entre sus generales, seis de los cuales reinaron sobre diferentes partes, pero ellos disminuyeron gradualmente a cuatro. Esto lo sabemos del siguiente capítulo: no hay necesidad de acudir a la historia para ello. Todos los hechos, toda ciencia, deben confirmar la Palabra de Dios; pero la Palabra de Dios no necesita de ellos para demostrar que ella misma es divina. Si lo hiciera, ¿qué sería de aquellos que no entienden nada de ciencia e historia? Las personas que se interesan superficialmente en una u otra con el propósito de confirmar las Escrituras, jamás han cosechado algo más que escasos fragmentos, por lo que a la cosecha de la Escritura se refiere. Otra cosa es si una persona se nutre de la Palabra, crece en el conocimiento de la Escritura, y luego es llamada, en el curso del deber, a ocuparse de lo que los hombres dicen acerca de ella: él encontrará que no hay nada, ni siquiera en los descubrimientos más recientes de la ciencia, que no rinda un involuntario homenaje a la Escritura. El hombre que adopta su actitud hacia la Escritura, mirando a Dios en lo alto, y utilizando cualquier medio que sea dado por medio de la Palabra y el Espíritu de Dios, tiene el verdadero terreno de la ventaja: su confianza está en Dios, y no en los descubrimientos o pensamientos de los hombres. El hombre que está buscando aquí abajo, está sujeto a toda la incertidumbre y confusiones de este mundo inferior. Aquel que obtiene su luz de la Palabra de Dios tiene un sol más brillante que el del medio día; y, por consiguiente, en la medida en que él se somete a ella, él no se extraviará, no puede extraviarse. Y el Espíritu de Dios puede, y quiere, producir esta sujeción en nosotros. Todos nosotros nos extraviamos, más o menos, como de hecho lo hacemos; pero la razón no es por algún defecto en la Palabra de Dios, o alguna falta de poder para enseñar por parte del Espíritu Santo. Nosotros nos equivocamos porque no tenemos suficientemente fe sencilla en la perfección de la Escritura, y en la bendita guía que el Espíritu ama ejercer conduciéndonos a toda verdad.
Inicio De Otra Visión
El versículo siguiente (versículo 7) es el inicio de otra visión. Pues, hablando correctamente, desde el primer versículo hasta el séptimo es una sección o visión, cada una siendo presentadas mediante las palabras, “Miraba yo en mi visión de noche.” Daniel vio primero las cuatro bestias en una manera general; y algunas fueron especificadas particularmente, fueron las tres primeras. Pero la cuarta bestia fue, evidentemente, la que ocupó más peculiarmente la mente del Espíritu Santo y, por lo tanto, el profeta obtiene una visión fresca de ella. “Después de esto miraba yo en las visiones de la noche, y he aquí la cuarta bestia, espantosa y terrible y en gran manera fuerte, la cual tenía unos dientes grandes de hierro” (Daniel 7:7). Aquí está, claramente, una figuración profética del cuarto imperio o imperio Romano. No entraré ahora en las muchas demostraciones de ello. Es probable que difícilmente alguna persona que lee estas páginas combata el pensamiento, de que en los cuatro bien conocidos imperios nosotros tenemos la estatua de Daniel 2, y las bestias de Daniel 7. Algunos han negado esto, pero se trata de una excentricidad tal que uno no necesita decir nada más al respecto.
La Cuarta Bestia — El Imperio Romano
Entonces, admitiendo esto, nosotros tenemos, en la cuarta bestia, el imperio Romano claramente presentado. Lo que lo caracteriza políticamente es la fuerza irresistible. Es representado por un monstruo que nada que se pueda encontrar en la naturaleza puede explicar. Tenemos una narración completa de ello en el Apocalipsis; porque el imperio Romano, siendo entonces establecido, y llevándonos su futuro destino hasta el fin del siglo, llegó a ser el objeto exclusivo de atención — la bestia. Por consiguiente, tenemos una descripción de él en Apocalipsis 13, donde lo encontramos representado como un leopardo, “y sus pies como de oso, y su boca como boca de león.” Y esta criatura compuesta se distingue, además, por tener “diez cuernos y siete cabezas, y sobre sus cuernos, diez coronas” (Apocalipsis 13:1 - VM). Ese era el poder bajo el cual Juan estaba en ese mismo momento sufriendo en la isla de Patmos; y como mayores sufrimientos estaban reservados para el pueblo de Dios, y mayor blasfemia contra Dios, no necesitamos maravillarnos de que tengamos una narración minuciosa de ello.
Se lo ve aquí como una “cuarta bestia, espantosa y terrible y en gran manera fuerte, la cual tenía unos dientes grandes de hierro; devoraba y desmenuzaba, y las sobras hollaba con sus pies” (Daniel 7:77After this I saw in the night visions, and behold a fourth beast, dreadful and terrible, and strong exceedingly; and it had great iron teeth: it devoured and brake in pieces, and stamped the residue with the feet of it: and it was diverse from all the beasts that were before it; and it had ten horns. (Daniel 7:7)). Es decir, había un poder sin precedente de conquista y engrandecimiento, y lo que no se incorporaba a su propia sustancia, ella lo hollaba y quedaba así estropeado para los demás. “Y era muy diferente de todas las bestias que vi antes de ella.” Fue un imperio que mantuvo un fuerte sentimiento de la voluntad del hombre — del pueblo. Combinaba ciertos elementos republicanos con un despotismo tan férreo como jamás había gobernado en este mundo. Estas dos cosas fueron utilizadas distintamente, pero aparentemente en una forma armoniosa. Además de esto, existe otra marca y una muy distintiva: “y tenía diez cuernos.” En otros imperios no fue así. El imperio griego fue transferido gradualmente, después de la muerte de su fundador, a cuatro cabezas; pero la peculiaridad del imperio Romano es la posesión de diez cuernos. Sin embargo, no hemos de buscar el desarrollo real de la historia en esta visión. Si este hubiera sido el caso, está claro que los diez cuernos no habrían sido vistos en la bestia Romana, cuando fue vista por primera vez por los ojos del profeta. De hecho, no fue hasta después de cientos de años después que Roma había existido como un imperio, que tuvo más de un gobernante. El Espíritu de Dios trae claramente en la primera visión los rasgos que se encontrarían al final, y no al principio. Era fuerte y fiera; era una que devoraba, que hollaba las sobras con sus pies; era diferente de todas las demás. Roma puede haber sido todo esto durante la época de los Césares; pero no tuvo, en ese entonces, diez cuernos. No puede haber pretensión posible para una noción semejante hasta que el imperio fuera quebrantado; y después de eso, hablando correctamente, el imperio Romano dejó de existir. Podría haber el mantenimiento del nombre y título de emperador, pero era la cosa más vacua posible. Entonces, ¿cómo podía cumplirse esta profecía si mientras existió un imperio no dividido no hubo cuernos; y si, por otra parte, el imperio, como tal, feneció cuando se quebrantó en reinos separados? ¿De qué manera vamos a unir estos dos hechos? Porque está claro, a partir de lo que se nos presenta aquí, que una bestia es una cosa totalmente diferente de un cuerno. Una bestia representa la unidad imperial. Pero en Roma, mientras el imperio subsistía, no hubo “diez cuernos”: y cuando los reinos divididos surgieron, no hubo tal cosa, en ese entonces, como una unidad imperial.
¿Cómo, entonces, las dos cosas están puestas juntas en la profecía? Yo creo que el Espíritu de Dios estaba mirando hacia adelante, a la última etapa del imperio Romano, cuando ambos rasgos reaparecerán, y reaparecerán juntos. Esta última etapa termina en un juicio divino; tal como está escrito un poco después, “Estuve mirando hasta que fueron puestos tronos, y se sentó un Anciano de días, cuyo vestido era blanco como la nieve, y el pelo de su cabeza como lana limpia; su trono llama de fuego, y las ruedas del mismo, fuego ardiente” (Daniel 7:99I beheld till the thrones were cast down, and the Ancient of days did sit, whose garment was white as snow, and the hair of his head like the pure wool: his throne was like the fiery flame, and his wheels as burning fire. (Daniel 7:9)). Ustedes tienen allí, evidentemente, una figura de la gloria divina en el juicio, no algún mero trato providencial en la tierra, sino el proceso de juicio que Dios mismo instituirá. “Un río de fuego procedía y salía de delante de él; millares de millares ministraban delante de él, y millones de millones en su presencia se levantaban; el Juez se sentó, y los libros fueron abiertos” (Daniel 7:1010A fiery stream issued and came forth from before him: thousand thousands ministered unto him, and ten thousand times ten thousand stood before him: the judgment was set, and the books were opened. (Daniel 7:10) - VM). Cualquiera que sea el tiempo en el cual se supone que esto tiene lugar, es manifiesto que se trata de un juicio divino. “Estaba mirando entonces a causa de la voz de las grandes palabras que hablaba el cuerno; estaba mirando hasta que fue muerta la bestia, y su cuerpo destruido y entregado al fuego devorador” (Daniel 7:1111I beheld then because of the voice of the great words which the horn spake: I beheld even till the beast was slain, and his body destroyed, and given to the burning flame. (Daniel 7:11) - VM). El cuerno que se menciona aquí es el undécimo, el que salió de entre los diez (Daniel 7:88I considered the horns, and, behold, there came up among them another little horn, before whom there were three of the first horns plucked up by the roots: and, behold, in this horn were eyes like the eyes of man, and a mouth speaking great things. (Daniel 7:8)). Y fue este cuerno pequeño, que comenzó con un principio insignificante, el que, por uno u otro medio, logró arrancar de raíz tres de los primeros cuernos, y llegó a ser, por consiguiente, el guía y gobernante de la bestia entera. “Estaba mirando entonces a causa de la voz de las grandes palabras que hablaba el cuerno; estaba mirando” [no ‘hasta que fue derribado el cuerno’, sino], “hasta que fue muerta la bestia” (Daniel 7:1111I beheld then because of the voice of the great words which the horn spake: I beheld even till the beast was slain, and his body destroyed, and given to the burning flame. (Daniel 7:11) - VM), de modo que se implica que este cuerno pequeño había logrado gobernar a la bestia entera. Este versículo demuestra que debía haber un juicio divino que lidiaría con el cuerno pequeño y con la bestia, y los destruiría. ¿Ha sucedido esto? Evidentemente no.
Está claro que, independientemente de lo que ha caído sobre el imperio Romano en tiempos pasados, se ha tratado del curso ordinario y la decadencia de una gran nación. Hordas bárbaras lo despedazaron, y se formaron reinos separados. Pero la profecía nos dice completamente otra cosa. Ella nos advierte de un juicio que se deshace de la bestia de un modo totalmente diferente, y en contraste con las demás. “Seguí mirando hasta que mataron a la bestia, destrozaron su cuerpo y lo echaron a las llamas del fuego. A las demás bestias, se les quitó el dominio, pero les fue concedida una prolongación de la vida por un tiempo determinado” (Daniel 7:11-1211I beheld then because of the voice of the great words which the horn spake: I beheld even till the beast was slain, and his body destroyed, and given to the burning flame. 12As concerning the rest of the beasts, they had their dominion taken away: yet their lives were prolonged for a season and time. (Daniel 7:11‑12) - LBLA). Es decir, lo que queda de los Caldeos, o de las razas que fueron llamadas así, aún lo tenemos. Persia permanece como reino, y los griegos han llegado a ser un reino últimamente. Ellos existen, por lo tanto, aunque no como poderes imperiales.
Tenemos estas razas de hombres representando, más o menos, a esos poderes; más pequeños, es verdad, y no teniendo ya dominio como imperios. Este es el significado del versículo 12. Su dominio como gobernantes de la tierra les fue quitado, pero “les fue concedida una prolongación de la vida por un tiempo determinado” (Daniel 7:1212As concerning the rest of the beasts, they had their dominion taken away: yet their lives were prolonged for a season and time. (Daniel 7:12) - LBLA). En este último imperio, cuando la hora del juicio llegue, la realidad es totalmente otra cosa. En el caso de las tres primeras bestias, ellos perdieron su dignidad imperial, pero, se puede decir, que ellas mismas existen. Pero en el caso del cuarto imperio, la hora cuando su dominio es destruido es la misma hora en que ese imperio mismo es destruido. “Fue muerta la bestia, y su cuerpo destruido y entregado al fuego devorador” (Daniel 7:1111I beheld then because of the voice of the great words which the horn spake: I beheld even till the beast was slain, and his body destroyed, and given to the burning flame. (Daniel 7:11) - VM). ¿Quién puede dudar que esta es la misma escena a la que hemos aludido en Apocalipsis 19, donde se nos dice, “Y vi a la bestia, y a los reyes de la tierra y sus ejércitos, congregados para hacer guerra contra Aquel que estaba sentado sobre el caballo, y contra su ejército”? (Apocalipsis 19:19 - VM). El profeta había llegado a la última bestia. Más atrás en la revelación divina tuvimos a las otras tres bestias; ellas habían tenido su día, y quedó sólo la última. Por consiguiente, cuando Juan dice “la bestia,” hemos de entender el imperio Romano. Esta bestia, entonces, y los reyes de la tierra, están haciendo guerra contra el Señor. “Y fue tomada la bestia, y con ella el falso profeta que había hecho prodigios en su presencia, con los cuales él había engañado a los que recibieron la marca de la bestia, y los que adoraban su imagen. Éstos dos [pongan atención a esto] fueron echados vivos en el lago de fuego que arde con azufre” (Apocalipsis 19:20 - VM). Ahora, esto es muy notable; porque tenemos aquí el lago de fuego, el cual responde al juicio del fuego devorador en Daniel 7:1111I beheld then because of the voice of the great words which the horn spake: I beheld even till the beast was slain, and his body destroyed, and given to the burning flame. (Daniel 7:11): sólo que se trata de una declaración más completa. No era un mero control de las circunstancias, sino un poder divino que lanza directamente al infierno sin la necesidad de un juicio previo. Pues estaba perfectamente claro en qué estaban ellos. Ellos fueron hallados en abierto antagonismo al Señor de gloria, y fueron lanzados en las llamas. ¿Se ha verificado esto, alguna vez, en el imperio Romano? Evidentemente no. ¿Qué sigue, entonces, a continuación? El imperio Romano ha desaparecido; por los últimos mil años, y más, no ha existido, excepto como un título que no significa nada, que ha sido objeto de contención entre hombres ambiciosos. Reinos separados han reemplazado al imperio Romano indiviso.
El Imperio Romano Reapareciendo
Pero, ¿qué tenemos aquí? Tenemos al imperio Romano reapareciendo. Y esto concuerda exactamente con otras partes de la Palabra de Dios. Pues hay una notable expresión en el Apocalipsis, a la que hemos aludido más de una vez. Se trata de Apocalipsis 17:8, etc., “la bestia que era y no es, aunque es. [Lit. estará presente]” (Apocalipsis 17:8 - RVA). Yo no sé de qué manera las personas pueden haber utilizado la expresión, “aunque es.” Ni siquiera es el sentido, y el pensamiento real es particularmente sencillo. Aquí no se da a entender ningún enigma: el imperio Romano iba a tener tres etapas. La primera es su forma original imperial, cuando Juan sufrió bajo el último de los Césares. La siguiente es su condición de inexistencia, desde alrededor del siglo quinto, cuando los Godos, y Vándalos, etc., lo quebrantaron; en esa condición está ahora. Pero, entonces, hay una tercera etapa, y es en esa última condición que se lo ha de encontrar en abierta oposición a Dios y al Cordero. Este es el futuro del imperio Romano. Se va a reorganizar, va a emerger, otra vez, como un imperio, y en esta última fase, luchará contra Dios para ruina suya. Y observen de qué manera esto deja espacio para el punto que yo deseaba ilustrar. Nosotros no podíamos haber tenido diez cuernos, así como a la bestia, en el pasado; en el futuro podemos tenerlos, y eso es lo que la escena en Apocalipsis 17 demuestra. “Y los diez cuernos que viste son diez reyes que aun no han recibido reino.” Pero se añade, “mas recibirán autoridad como reyes, con la bestia, por una hora” (Apocalipsis 17:12 - VM). Así que cuando la bestia haga su reaparición, habría este rasgo singular: que si bien habría una gran cabeza de unidad imperial, no habría exclusión de reyes separados. Se trataría aún de los reyes de Francia, España, etc. Que nadie suponga que decir esto es profetizar. La verdadera forma para ser guardado de esa presunción es estudiar la profecía. En un caso, ustedes están aprendiendo lo que Dios dice; en el otro, ustedes están dejando salir nada más que sus propios pensamientos. En este pasaje el punto es, no sólo un imperio sin los diez reyes, tampoco los diez reyes sin el imperio, sino la unión de estas dos cosas. Está la unidad imperial, que responde a la bestia; y están, al mismo tiempo, estos reyes separados. Lo que caracterizará al imperio Romano en su última fase es la coexistencia de estas dos cosas. Todo está tendiendo ahora a eso.
Islamismo Y Catolicismo
El profeta vio la condición última de este imperio con sus diez cuernos. “Mientras yo contemplaba los cuernos, he aquí que otro cuerno pequeño salía entre ellos, y delante de él fueron arrancados tres cuernos de los primeros; y he aquí que este cuerno tenía ojos como de hombre, y una boca que hablaba grandes cosas” (Daniel 7:88I considered the horns, and, behold, there came up among them another little horn, before whom there were three of the first horns plucked up by the roots: and, behold, in this horn were eyes like the eyes of man, and a mouth speaking great things. (Daniel 7:8)). Los hombres solían aplicar todo esto al papa. Sin duda el pontífice Romano fue extremadamente desagradable para todos lo que valoraban la Palabra de Dios. Pero, siempre debemos tener cuidado, cuando leemos la Escritura, no ser ansiosos acerca de aplicar la Palabra de Dios a lo que está en nuestro camino, o a lo que nosotros podemos pensar que es extremadamente malvado — como lo son, indudablemente, el papa y el catolicismo. Pero debemos procurar entender lo que Dios da a entender en Su palabra. Queda admitido el hecho de que existe una notable analogía entre el papado y el cuerno pequeño. Puede ser que los hijos de Dios en distintas épocas, quienes estaban sufriendo por medio del papado, hayan tenido la intención de aplicarlo de este modo, para su ayuda y aliento. El cambio de los tiempos y la ley (Daniel 7:2525And he shall speak great words against the most High, and shall wear out the saints of the most High, and think to change times and laws: and they shall be given into his hand until a time and times and the dividing of time. (Daniel 7:25)), así como sus grandes palabras y la persecución de los santos, pueden haber sido llevados a cabo en sus cánones, bulas, e influencia política. Pero queda pendiente de respuesta lo siguiente, ¿es aquel el significado completo y el diseño apropiado de la profecía? Tomen un ejemplo de Mateo 24. Había el “principio de dolores”: luego, “la abominación desoladora” sería colocada en el lugar santo, y una advertencia a huir de Jerusalén; una tribulación sin precedente, etc. Yo puedo entender todo esto teniendo una medida de aplicación a la destrucción de Jerusalén llevada a cabo por los ejércitos de Tito. Pero, ¿quién dirá que esto es el fin de todo, y que el pleno significado se realiza allí? Es imposible que alguien que lo examine atentamente pueda pensar de este modo. Cuando Dios da una profecía, Él, muy a menudo, permite que haya una especie de arras en el cumplimiento de ella; pero jamás hemos de tomar aquello como la cosa completa. El imperio Romano ha caído, y, de la caída de aquel imperio, un poder nuevo y singular, con reclamaciones divinas, se ha puesto en marcha y se ha establecido contra Dios. Pero decir que esto es el pleno cumplimiento de la profecía, sería un error tan grande como suponer que Dios nunca aludió a ello, en absoluto. Iban a existir, el islamismo en el este, y el catolicismo en el oeste; pero, con todo, la pregunta se repite, ¿es eso todo lo que el Espíritu Santo dio entender? Yo digo, ¡no! por la razón ya dada — que si se considera la historia del catolicismo, la bestia desapareció, apropiadamente, cuando el papa tomó su lugar.
Más que esto. El papa jamás ha adquirido tres de los diez reinos. Él podría recibir el patrimonio de Pedro, pero ha sido siempre un poder políticamente insignificante, de ninguna importancia en cuanto a territorio. En lugar de adquirir tres de los diez reinos, todo su peso ha surgido de su engaño espiritual sobre las almas de los hombres. Claramente, entonces, un poder, pequeño en sus comienzos, se ha de levantar y ha de derribar tres de estos grandes poderes, adquiriendo todo el dominio de ellos. El papa nunca ha hecho nada semejante. Así que, aunque ha existido una medida de semejanza, existe la suficiente diferencia para hacer que lo que los diferencia sea suficientemente claro.
El imperio está en pleno vigor en la época en que esos diez cuernos y el cuerno pequeño aparecen. Este último, posteriormente, se engrandece, y gobierna a la bestia entera. En lugar de esto, el papa ha perdido desde hace mucho tiempo la mitad de su influencia en Europa, y ha sido, últimamente, despojado de la parte principal de sus dominios en Italia; y ningún hombre puede decir cuál puede ser el fin de las agencias que están obrando ahora.
Tenemos aquí un poder muy vigoroso, que tiene a los diez cuernos sometidos a él mismo. El Apocalipsis nos dice que todos los diez reyes conspiraron para entregar su poder y fuerza a la bestia (Apocalipsis 17:13). Dios ha abandonado todo, porque es el tiempo cuando habrá un poder engañoso, y los hombres creerán a la mentira (2 Tesalonicenses 2:11). Yo no infiero, a partir de eso, que esto no tenga relación con el papado, sino que su cumplimiento pleno es en el futuro. La Escritura es explícita en cuanto a que el Imperio Romano, el cual, dejado de existir, será reorganizado, y será el instrumento, bajo la dirección del falso profeta, para llevar a cabo el último gran esfuerzo de Satanás contra el Señor Jesucristo.
En Daniel nosotros encontramos que este cuerno pequeño derroca tres poderes. A continuación, tenemos sus características morales. Tiene ojos como de hombre, y una boca que habla “cosas espantosas” (Daniel 7:88I considered the horns, and, behold, there came up among them another little horn, before whom there were three of the first horns plucked up by the roots: and, behold, in this horn were eyes like the eyes of man, and a mouth speaking great things. (Daniel 7:8) - VM). Se destaca por una inmensa inteligencia — no por la fuerza bruta. Su descripción contrasta con la del Señor, el Cordero que fue inmolado, quien se caracteriza por tener siete cuernos y siete ojos — es decir, la perfección de inteligencia y de poder (Apocalipsis 5:6). En este caso no es así. El poder parece ser, exteriormente, mucho mayor. Tiene diez cuernos en lugar de siete — un monstruo en vez de la perfección. El resultado es una especie de grotesca exageración del poder y la sabiduría de Cristo que ese hombre impío, energizado por Satanás, se arrogará a sí mismo. Luego viene el derrocamiento (Daniel 7:1111I beheld then because of the voice of the great words which the horn spake: I beheld even till the beast was slain, and his body destroyed, and given to the burning flame. (Daniel 7:11)) debido a su espantosa blasfemia contra Dios.
“Uno Como Un Hijo De Hombre”
Una nueva visión sigue a continuación (Daniel 7:1313I saw in the night visions, and, behold, one like the Son of man came with the clouds of heaven, and came to the Ancient of days, and they brought him near before him. (Daniel 7:13)-14), en contraste con los poderes que fueron representados por bestias rapaces. El objeto nuevo y prominente es “uno como un Hijo de Hombre” (Daniel 7:1313I saw in the night visions, and, behold, one like the Son of man came with the clouds of heaven, and came to the Ancient of days, and they brought him near before him. (Daniel 7:13) - LBLA). Tal como en el capítulo segundo fue una piedra insignificante que golpeó la gran imagen, y todo se desmenuzó en pedazos desde la cabeza hasta los pies. Aquí, el Hijo de Hombre venía “con las nubes del cielo,” y “vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de Él.” El Anciano de días representa a Dios como tal, “el Alto y Sublime, el que habita la eternidad” (Isaías 57:15).
En el Apocalipsis ambas glorias se unen en la Persona de Cristo. Apocalipsis 1 nos muestra a uno semejante al Hijo del Hombre: pero cuando encontramos Su descripción, algunos de los rasgos son exactamente los mismos que son atribuidos aquí al Anciano de días, de cuyo vestido se dice que era blanco como la nieve, y el pelo de Su cabeza como “lana purísima” (Daniel 7:99I beheld till the thrones were cast down, and the Ancient of days did sit, whose garment was white as snow, and the hair of his head like the pure wool: his throne was like the fiery flame, and his wheels as burning fire. (Daniel 7:9) - VM). El profeta judío (Daniel) ve a Cristo simplemente como hombre. El profeta cristiano (Juan) lo ve a Él como hombre, pero, además, como Dios.
“Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido” (Daniel 7:1414And there was given him dominion, and glory, and a kingdom, that all people, nations, and languages, should serve him: his dominion is an everlasting dominion, which shall not pass away, and his kingdom that which shall not be destroyed. (Daniel 7:14)). No habrá nada semejante a que el reino le sea quitado a Él, o a que otro poder Le suceda. Será eterno en el sentido de que existirá mientras el mundo durará. Pero, estrictamente, esta no es una escena eterna. Los profetas judíos muestran a ustedes el milenio; pero ellos no despliegan, como el Nuevo Testamento lo hace, el hecho de que cuando todas las cosas estén sujetas al Dios y Padre, Dios será todo en todos (1 Corintios 15:24-28). Esto estaba reservado para otro día; y Apocalipsis lo corrobora en la manera más bendita, en Apocalipsis 21:1-8.
A propósito, presten atención solamente a un rasgo de alguna importancia. La última parte del capítulo consiste en explicaciones; pero nunca hemos de suponer que las explicaciones de la Escritura se refieren meramente a lo que ya se ha dado. Este es el caso en los escritos humanos, pero en las explicaciones de Dios hay siempre verdad adicional sacada a la luz. Esto tiene importancia. Por no entender esto, se ha supuesto que el reino de Cristo es meramente el predominio moral o influencia de Sus santos. Habrá el reino del Hijo del Hombre y el reino de Su pueblo, pero ciertamente no debemos suponer que mediante eso se da a entender el reinar de los santos en una manera figurada con exclusión del Hijo del Hombre. La explicación pone de manifiesto a los santos, lo cual no lo hace la visión. Pero el principio es falso, como también lo es la deducción.
En el versículo 17, la persona a la cual el profeta apela le dice, “Estas grandes bestias, que son cuatro, son cuatro reinos que surgirán de la tierra” (Daniel 7:1717These great beasts, which are four, are four kings, which shall arise out of the earth. (Daniel 7:17) - VM). Su origen era puramente terrenal. No hay contradicción, en absoluto, entre esto y el hecho de que en el versículo 3 se nos dice que ellas subieron del mar. La razón por la cual se dice que ellas suben de allí es que el mar representa a una masa de hombres en un estado de anarquía política. Es de este estado perturbado de personas que el imperio surge. Tomen el Imperio Francés como ejemplo. Una revolución quebrantó el antiguo sistema de gobierno. Siguió luego un estado de confusión, como el mar agitado por los vientos, y de todo esto emergió un imperio. Cuatro grandes imperios surgieron de semejante estado de cosas en el mundo. Fue, también, casi al mismo tiempo, que los comienzos de los cuatro grandes imperios fueron establecidos. Hubo una diferencia inmensa en el grado de desarrollo en el Este (Oriente) en comparación con el Oeste (Occidente). Los poderes Occidentales estaban, comparativamente, sólo en ciernes; pero el comienzo de estos varios poderes se podía rastrear hasta la fecha más o menos igual y al mismo estado de confusión y anarquía. Eso parece ser lo que se quiere dar a entender mediante su salida del mar. Pero en el versículo 17 se dice que ellos se van a levantar de la tierra. Ellos no tienen un origen celestial. La fuerza del mar era para mostrar, meramente, de que ellos crecieron de un estado de sociedad previamente perturbada. Tal era su origen providencial. Pero aquí, su origen moral es considerado como siendo puramente terrenal, en contraste con el Hijo del Hombre, quien viene en las nubes del cielo. (Marcos 13:26).
La Venida De Cristo En Juicio
Lo que hace que esto sea aún más claro es que en el siguiente versículo se dice, “Pero los santos del Altísimo recibirán el reino, y poseerán el reino para siempre, y para siempre jamás” (Daniel 7:1818But the saints of the most High shall take the kingdom, and possess the kingdom for ever, even for ever and ever. (Daniel 7:18) - VM). El margen dice, los santos de los “altísimos.” Se trata del origen de la expresión del Nuevo testamento, “lugares celestiales.” La frase es la misma, ya sea que se aplique a nuestras bendiciones, “nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo,” (Efesios 1), o a los enemigos en “las regiones celestiales” (Efesios 6:12 - VM). Los santos de los lugares celestiales (es decir, probablemente, de Dios en conexión con los lugares celestiales) “recibirán el reino” (Daniel 7:1818But the saints of the most High shall take the kingdom, and possess the kingdom for ever, even for ever and ever. (Daniel 7:18)). Esto presenta el contraste. En cuanto a estos cuatro grandes poderes, lo mejor que pudo decirse de ellos, si ustedes consideran el origen político de ellos, fue que se levantaron de un estado de cosas confuso y tumultuoso en el mundo; o, si consideramos su origen moral, ese levantarse no fue del cielo. Si, por otra parte, ustedes consideran a los santos de los lugares celestiales, ellos son los destinados a recibir el reino, el cual poseen para siempre jamás. Esto añade una importante verdad al hecho del Hijo del Hombre obteniendo el reino. Cuando el dominio le sea dado, Él no lo recibirá solo. Todos los que alguna vez han esperado este reino, en todas las épocas, vendrán con Él. Será el tiempo cuando Él manifestará a Sus resucitados, y cuando Abraham, Enoc, David, sin importar quienes puedan ser los que le han conocido a Él mediante la fe, estarán allí en sus cuerpos cambiados y glorificados, y reinarán con Él. “¿No sabéis,” dice el apóstol, que nosotros hemos “de juzgar al mundo?” (1 Corintios 6:2). Eso debe significar, claramente, en este reino del Hijo del Hombre. Porque si fuera meramente un asunto de ir al cielo para estar con Cristo, esto no es juzgar al mundo. De modo que, si bien es cierto que nosotros vamos a ir al cielo, ello no es todo. “¿O no sabéis que hemos de juzgar a los ángeles?” (1 Corintios 6:3). Si nosotros no hemos conocido, ¿cómo va a pasar? Si no hemos buscado tales cosas es porque se ha dejado deslizar alguna verdad. Y pongan atención a la importancia práctica de ello. El hecho mismo de que ustedes no lo sepan, demuestra que ustedes carecen de algo a lo cual Dios otorga una gran importancia. ¿Y de qué manera Dios lo utiliza en la Epístola a los Corintios? Fue para reprochar a esos santos el hecho de que ellos llevasen sus asuntos ante el mundo. ¿Acaso no saben, Él razona con ellos, que ustedes son llamados a este lugar de dignidad? No se trata meramente de que ustedes lo tendrán de aquí a muy poco tiempo; sino que Dios lo da a conocer y lo hace verdadero para la fe ahora. Así como el heredero de un reino es instruido y preparado para el trono que ha de ocupar, así Dios está educando ahora a Sus santos para compartir el reino del mundo que va a pertenecer a Cristo. Es una verdad revelada por Dios que los reinos del mundo vendrán a ser de nuestro Señor y de Su Cristo (Apocalipsis 11:15); pero cuando Él reine, los santos reinarán también. Los santos de los lugares celestiales — ¿quiénes son ellos? Son aquellos cuyos corazones están con Cristo en lo alto, son los que se convertirán antes de que Cristo venga, y gobernarán un pueblo reunido en la tierra; son los que han muerto en Cristo en épocas pasadas, o los que están esperando ahora a Cristo; son, también, aquellos que pasarán a través de la gran tribulación: todos estos son santos del Altísimo. Ellos están en contraste con los demás. Pues habrá también santos cuando Cristo venga a reinar, los cuales serán bendecidos en la tierra. Habrá una gran siega allí. El Señor traerá a esos santos para que entren en todas las bendiciones prometidas de Su reino. Pero nosotros somos escogidos en Cristo antes de la fundación del mundo (Efesios 1:4), y reinaremos sobre la tierra (Apocalipsis 5:19). Eso se distingue del reino y del dominio debajo de todo el cielo (Daniel 7:2727And the kingdom and dominion, and the greatness of the kingdom under the whole heaven, shall be given to the people of the saints of the most High, whose kingdom is an everlasting kingdom, and all dominions shall serve and obey him. (Daniel 7:27)). Hay ciertos santos que están en los cielos; pero hay otra clase de la cual se habla que está aquí abajo. El reino será dado al pueblo de los santos del Altísimo. Esas son algunas de las personas sobre las cuales los santos reinarán. “¿O no sabéis,” Pablo insta, “que los santos han de juzgar al mundo?” (1 Corintios 6:2). Por consiguiente, tenemos aquí “al pueblo de los santos del Altísimo” como una clase distinta (Daniel 7:2727And the kingdom and dominion, and the greatness of the kingdom under the whole heaven, shall be given to the people of the saints of the most High, whose kingdom is an everlasting kingdom, and all dominions shall serve and obey him. (Daniel 7:27)).
Hay muchos detalles en este capítulo en los que yo no he entrado. Pero hay una descripción de la conducta malvada del cuerno pequeño sobre la cual yo debo decir algunas palabras, aunque ello esté un poco fuera de lugar. Se dice (versículo 20) que el cuerno “tenía ojos y una boca que hablaba con mucha arrogancia, y cuya apariencia era mayor que la de sus compañeros. Mientras yo miraba, este cuerno hacía guerra contra los santos y prevalecía sobre ellos, hasta que vino el Anciano de Días y se hizo justicia a favor de los santos del Altísimo, y llegó el tiempo cuando los santos tomaron posesión del reino” (Daniel 7:20-2220And of the ten horns that were in his head, and of the other which came up, and before whom three fell; even of that horn that had eyes, and a mouth that spake very great things, whose look was more stout than his fellows. 21I beheld, and the same horn made war with the saints, and prevailed against them; 22Until the Ancient of days came, and judgment was given to the saints of the most High; and the time came that the saints possessed the kingdom. (Daniel 7:20‑22) - LBLA). Luego, en la siguiente narración, se dice (versículo 25) que este cuerno pequeño “proferirá palabras contra el Altísimo y afligirá a los santos del Altísimo, e intentará cambiar los tiempos y la ley; y le serán entregados en sus manos por un tiempo, por tiempos y por medio tiempo” (Daniel 7:2525And he shall speak great words against the most High, and shall wear out the saints of the most High, and think to change times and laws: and they shall be given into his hand until a time and times and the dividing of time. (Daniel 7:25) - LBLA). Es necesario entender lo que el cuerno pequeño hará. El significado es que él destruirá la adoración judía, proseguida en ese entonces en la tierra. Por la palabra “tiempos” se da a entender sus festivales o días de fiesta. Él interferirá con estos como Jeroboam lo hizo; “y le serán entregados en sus manos” etc. (Daniel 7:2525And he shall speak great words against the most High, and shall wear out the saints of the most High, and think to change times and laws: and they shall be given into his hand until a time and times and the dividing of time. (Daniel 7:25) - LBLA). A menudo se ha supuesto que el pronombre personal “le” significa ‘los santos’, es decir, que los santos le serán entregados. Pero esto es un completo error. Son “los tiempos y la ley” los que han de ser entregados en sus manos, por un cierto período limitado de tiempo. Dios le permitirá que él lo haga a su manera. Y el hecho de que estos han de ser entregados en sus manos demuestra que él logra, por un tiempo, llevar a cabo sus deseos. Pero Dios jamás entregará a Sus santos en las manos de Sus enemigos, ni siquiera por un tiempo tan corto. Él los guarda siempre en Sus propias manos. Job nunca estuvo más en las manos de Dios que cuando Satanás deseó tenerle para poder zarandearle como a trigo. Las ovejas están en las manos del Padre y del Hijo, y nadie podrá arrebatarlas de allí. No existe semejante pensamiento en la Palabra como el de que Dios las deje o las abandone. Aquí se trata, sencillamente, de los arreglos externos de adoración, de la cual los judíos serán los representantes en la tierra; y se permitirá que estos arreglos caigan, por un tiempo, bajo su poder. Pues está claro que en aquel tiempo habrá, también, santos judíos reconociendo a Dios y a Jesús, en una medida: como se dice en Apocalipsis 14, “Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús.” Estos santos estarán en una posición muy peculiar. Habrá, hasta cierto punto, una especie de combinación de la ley con un reconocimiento de Jesús. Durante este estado de cosas, ellos llegarán a estar bajo el poder del cuerno pequeño, por un “tiempo, y tiempos, y medio tiempo” — es decir, por tres años y medio, a los que la venida de Cristo en juicio pondrá fin.