Diez mil a una voz (#311)

¡Oíd el clamar de diez mil a una voz,
Löor tributando al Cordero de Dios!
Millones de santos, respuesta a elevar,
Despiertan acordes que han de armonizar;
“¡Al Cordero löad!”, coro universal
De los santos de Dios a una voz celestial,
Alzando su canto cada uno al Señor,
Por siempre resuena el orbe en su honor.
Al trono del Padre sube un suave olor
De incienso: ya su Hijo tenido en honor;
La mente en el cielo es así: que al Señor
Jesús se hinquen todos, sí, al gran Redentor.
Sëa al Hijo de Dios gloria eterna sin par,
Los consejos del Padre la han de reclamar,
Brillando en el rostro de su Hijo esplendor,
Y a todos mostrando del Padre el amor.
Las huestes del cielo en redor de Jesús,
Por Dios el Espíritu, en ellos cual luz,
Dan loor al Cordero como el gran “YO SOY”:
Ayer, y por siempre, es “el mismo”, como hoy
Uno a otro ha de hablar de su gloria eternal,
Cómo brilla su rostro con luz divinal,
Del que es “primogénito” de la creación,
“Cabeza” también, pues logró redención.
Y ähora, gozosa, la nueva creación
Descansa en solaz sin ninguna aflicción;
A salvo, así bendecida en Jesús,
No cuenta con pena, ni lleva una cruz.
Otra vez, ¡escuchad!, la canción celestial
Repercutiéndose, fuerte el tema eternal:
“Amén y amén” por el orbe en fulgor;
¡Qué gozo engendra y ferviente löor!
Traducción ©1965 Messages of God's Love Multilingual. Todos derechos reservados. Usado con permiso.