El gozo

From: Número 28
D.F. Rule
Este artículo es una transcripción de una conferencia. “Estad siempre gozosos” (1 Tesalonicenses 5:1616Rejoice evermore. (1 Thessalonians 5:16)). “Como entristecidos, mas siempre gozosos ... ” (2 Corintios 6:1010As sorrowful, yet alway rejoicing; as poor, yet making many rich; as having nothing, and yet possessing all things. (2 Corinthians 6:10)). “ ... que tengo gran tristeza y continuo dolor en mi corazón” (Romanos 9:22That I have great heaviness and continual sorrow in my heart. (Romans 9:2)). “En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo, a quien amáis sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso” (1 Pedro 1:6-86Wherein ye greatly rejoice, though now for a season, if need be, ye are in heaviness through manifold temptations: 7That the trial of your faith, being much more precious than of gold that perisheth, though it be tried with fire, might be found unto praise and honor and glory at the appearing of Jesus Christ: 8Whom having not seen, ye love; in whom, though now ye see him not, yet believing, ye rejoice with joy unspeakable and full of glory: (1 Peter 1:6‑8)).
Gozo sin cesar
Está en mi corazón hablar del gozo, gozo permanente. El deseo de Dios es que tú y yo vivamos nuestra vida con gozo en nuestros corazones. Este gozo, del cual justo hemos leído no es solamente para una parte de nuestro tiempo, ni tampoco es solamente para algunas circunstancias y no es para otros, el Señor quiere que despertemos en la mañana y vayamos en la noche a dormir con gozo en nuestros corazones: “Estad siempre gozosos”. No es la intención de Dios que nuestra vida sea dividida en algunos periodos de luto y otros periodos de gozo, sin que los dos sentimientos se crucen. Tenemos la tendencia de estar felices o tristes, para el creyente el gozo interior es permanente aunque el tiempo de sufrimiento llegue temporalmente.
Es importante pasar cada día con gozo permanente en el Señor. Es el deseo de Dios que sea así. Es fácil para nosotros estar ocupados solamente con el dolor que Dios permite sea parte de nuestras vidas, para nuestro bien. Si dejamos que el dolor sea nuestra única ocupación, nos roba el otro lado de la verdad: los pensamientos de gozo continuo.
Podemos decir: “Yo sé que tengo gozo para disfrutar en el futuro, pero en el presente puede ser que no esté feliz. Si conocería mis circunstancias, y lo que habría de pasar la próxima semana, no estaría feliz tampoco. Sí yo sé que estaré feliz en algún momento en el futuro, no puedo estar feliz ahora”. El apóstol Pablo dijo: “yo tengo gran tristeza y continuo dolor en mi corazón” (Romanos 9:22That I have great heaviness and continual sorrow in my heart. (Romans 9:2)) y a la vez, él se regocijó en muchas cosas y exhortó a sus hermanos a regocijarse siempre. Pedro habló de tener un “gozo inefable y glorioso” y también de “ser afligidos en diversas pruebas” (1 Pedro 1:8,68Whom having not seen, ye love; in whom, though now ye see him not, yet believing, ye rejoice with joy unspeakable and full of glory: (1 Peter 1:8)
6Wherein ye greatly rejoice, though now for a season, if need be, ye are in heaviness through manifold temptations: (1 Peter 1:6)
).
Para nosotros es posible experimentar dolor y tristeza mientras que al mismo tiempo experimentamos un gozo inefable que este mundo no puede dar ni quitar. Está en mi corazón el dar énfasis al pensamiento del gozo permanente en nuestros corazones, en nuestras vidas diarias, sabiendo que tal gozo eterno será nuestra porción en la casa del Padre.
Hoy, recibimos noticias de una hermana en el Señor que ha sido tomada de esta vida para la eternidad. Si hay algún sentimiento en nuestros corazones, esto produce dolor en nosotros, y naturalmente es así. Sentimos dolor por lo que hemos perdido. Hemos perdido de nuestra presencia a una hermana que hemos conocido y amado. Pero, el dolor es solamente la mitad de la verdad. Cuando pensamos respecto a ella, que ahora está en la presencia del Señor, nos produce gozo, porque sabemos que ella tiene la mejor parte. Hay pérdida y dolor, y a la vez hay gozo y regocijo. Cuando pensamos que esta persona está con su Redentor compartiendo juntos un gran gozo, nos regocijamos por ello. Es la verdad, nos regocijamos con ellos. En tales momentos, un amado hermano muchas veces ha dicho: “No deseo que estén aquí sufriendo”. Porque habiendo nuestra hermana dejado atrás el dolor en esta vida, ha pasado a disfrutar del gozo de la presencia del Señor.
Los capítulos de Juan 15, 16 y 17 mencionan algunos de los gozos permanentes que son nuestros para disfrutarlos ahora, gozos que, como el Señor dice, nadie puede quitarnos. No son gozos que esperamos y no son gozos que dependen de las circunstancias presentes y placenteras. Estas son cosas que Dios nos ha dado para disfrutar cada día de nuestras vidas, aun cuando hay otras cosas que, Dios ha permitido para nuestro bien, y producen dolor en nosotros.
El gozo de la relación
“Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador ... Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden” (Juan 15:1,5-61I am the true vine, and my Father is the husbandman. (John 15:1)
5I am the vine, ye are the branches: He that abideth in me, and I in him, the same bringeth forth much fruit: for without me ye can do nothing. 6If a man abide not in me, he is cast forth as a branch, and is withered; and men gather them, and cast them into the fire, and they are burned. (John 15:5‑6)
).
El primer gozo que quiero mencionar es el gozo de la relación, una relación sugerida por la frase: “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos”. Podemos y debemos regocijarnos en nuestra relación con el Señor Jesús a pesar de cualquier circunstancia cotidiana. Esta relación con Jesucristo es nuestra para disfrutarla siempre.
El evangelio de Juan presenta el Hijo viniendo al mundo para hacer conocer al Padre. Él nos trae una relación maravillosa al darnos a conocer la relación que el hijo, ha tenido con el Padre, es una relación mediante la cual nosotros estamos llevados al Padre. Compartiendo esta revelación es uno de los gozos que el Señor Jesús experimentó en la mañana de su resurrección. La primera persona con quien Él habló esa mañana fue María, a quien le dijo: “Subo a Mi Padre, y a vuestro Padre”. ¡Qué gozo sintió en Su corazón al decir esas palabras! Él está diciendo a María que la misma relación en la cual Él se amparó es la relación en donde ella se ampara. Ella ya va a conocer al Padre de Él como Padre de ella.
Dios no estuvo satisfecho solamente al tener la relación de Creador con el hombre, Su criatura. Su deseo fue traernos consigo mismo a la relación de hijos e hijas, para que nosotros pudiéramos, como el Señor podía, dirigirnos a Él como “Padre”. Si nuestros corazones entran en esta relación, debe producir en nosotros un gozo que es nuestro, ahora y para siempre- el gozo de la relación. ¡Podemos disfrutarla cada día, a pesar de las circunstancias del día! De hecho, podemos tener el gozo al decir: “Tengo un problema hoy, una necesidad hoy; voy a hablar con mi Padre acerca de este asunto. Él se preocupa, Él entiende, Él va a proveer lo necesario para mí”.
El gozo de la relación es nuestro. No importa cuáles sean las circunstancias del momento, nuestra relación con el Padre y con el Hijo son para gozarnos permanentemente.
El gozo de la comunión
El segundo gozo lo encontramos en las palabras de Señor: “el que permanece en Mi”. Voy a usar estas palabras en el sentido de comunión. Todos los días hay un gozo de estar en comunión que podemos disfrutarlo en cada momento. De nuevo digo, este gozo es nuestro, a pesar de las circunstancias. Podemos caminar los momentos de nuestro día con el Padre y con el Hijo estando en común comunión, el uno con el otro y disfrutando del gozo que esto conlleva.
En Lucas 15, hay un ejemplo de esto donde tenemos la siguiente observación: “Así os digo que hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente”. Este versículo no está hablando del gozo de los ángeles, sino del gozo en la presencia de los ángeles. Es el gozo del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo cuando se arrepiente un pecador. Es su gozo compartido acerca de algo. Dios desea que tú y yo caminemos cada día, compartiendo los intereses comunes y teniendo y disfrutando gozos comunes con Él. Esto es el gozo de comunión.
El gozo de pedir y recibir
“Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho” (Juan 15:77If ye abide in me, and my words abide in you, ye shall ask what ye will, and it shall be done unto you. (John 15:7)) y “En aquel día no me preguntaréis nada. De cierto, de cierto os digo, que todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo dará. Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido” (Juan 16:23-2423And in that day ye shall ask me nothing. Verily, verily, I say unto you, Whatsoever ye shall ask the Father in my name, he will give it you. 24Hitherto have ye asked nothing in my name: ask, and ye shall receive, that your joy may be full. (John 16:23‑24)). Este versículo ilustra un resultado maravilloso del gozo de la relación y de la comunión. Cuando los discípulos tuvieron una necesidad, fueron al Señor. Él se encargó de asumir la responsabilidad de solucionar esas necesidades. Ellos sabían que Él tenía una relación con el Padre que ellos no tenían. Él se presentó a Sí mismo ante ellos como el Hijo del Padre.
El Señor, justo antes de que resucitara a Lázaro de entre los muertos, dijo: “Padre, gracias te doy por haberme oído. Yo sabía que siempre me oyes ... ” (Juan 11:41-4241Then they took away the stone from the place where the dead was laid. And Jesus lifted up his eyes, and said, Father, I thank thee that thou hast heard me. 42And I knew that thou hearest me always: but because of the people which stand by I said it, that they may believe that thou hast sent me. (John 11:41‑42)). Él quiso que ellos entendieran el privilegio de ser alguien que conoce a Dios como Padre y quien en esta relación podía pedirle a Él. Él anticipó la cruz en lo que dijo. En la mañana de la resurrección Él les permitió saber por medio de María que ellos también estaban en esa relación con el Padre. Ellos ahora podían llamarle Su Padre, el Padre de ellos. Ellos podían ir al Padre en Su nombre y pedirle a Él y Él les daría a ellos.
El gozo que puede ser experimentado en la oración, se basa en el gozo de la relación y el de la comunión. Podemos ir directamente a Dios nuestro Padre en el sentido de una relación asegurada y de confianza. Cuando hay una necesidad, podemos decir: “Padre, necesito”.
Muchas veces hemos oído a un niño que va a su madre y le dice: “mamá, tengo hambre”. ¿Qué involucran en estas cortas palabras? Sencillamente expresan una relación entre hijo y madre, al usar el término de cercanía mamá. Este sentido de relación del niño con su madre le da la confianza para hacerle conocer su necesidad. En el corazón de la madre, hay un deseo de suplir la necesidad y un gozo en el poder hacerlo. Así es con nuestro Padre y nosotros. Nuestro Padre se deleita cuando nos acercamos con confianza para pedirle lo que necesitamos.
El gozo de la obediencia
“Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor. Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido. Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado” (Juan 15:10-1210If ye keep my commandments, ye shall abide in my love; even as I have kept my Father's commandments, and abide in his love. 11These things have I spoken unto you, that my joy might remain in you, and that your joy might be full. 12This is my commandment, That ye love one another, as I have loved you. (John 15:10‑12)).
Notemos que el versículo 11 habla de dos gozos: Su gozo y nuestro gozo. El Señor Jesucristo les dice a los discípulos y ahora en espíritu a nosotros: “En la tierra, tuve Mi gozo, y el gozo que he tenido en Mi vida es el gozo que quiero que experimentes y tengas en tu vida”. Es un gozo pleno. No puede haber mayor gozo que el gozo que Él experimentó y quiere que nosotros lo tengamos también.
El Señor Jesús vivió con una plenitud de gozo. Sí, Él fue el varón de dolores y experimentado en quebranto. Él tuvo tristeza constante en su vida, al tener que tratar con el pecado, con una creación degenerada y con Satanás. Todo pesaba diariamente en Su espíritu, mientras que simultáneamente, Él experimentaba un gozo que ningún hombre podía quitarle. Era un gozo que ahora Él lo da a conocer a sus discípulos: “Quiero que Mi gozo diario sea tu gozo diario”.
Ese gozo tiene un “si” conectado con ello, porque dice: “Si guardareis mis mandamientos”. En el Salmo 40:8,8I delight to do thy will, O my God: yea, thy law is within my heart. (Psalm 40:8) el Señor Jesús, al hablar proféticamente, dice: “El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado”. El gozo del Señor Jesús, en cada momento de cada día de Su vida (motivado por amor) fue el hacer la voluntad de Su Padre. Fue el gozo de la obediencia.
Mucha de la amargura y tristeza que experimentamos en la vida cotidiana es porque no nos deleitamos en hacer la voluntad de nuestro Padre. En lugar de hacer Su voluntad buscamos encontrar nuestro gozo y deleite en hacer nuestra propia voluntad. Ponemos a nuestras mentes y corazones a hacer lo que no es la voluntad de nuestro Padre. Nuestra felicidad está ligada a esto, y como consecuencia, cuando no sucede como esperábamos, nos produce infelicidad o frustración.
El Señor Jesús nunca tuvo que experimentar ese tipo de gozo en la carne. Encontró su complacencia diaria en el gozo de la obediencia, una obediencia motivada por amor. El gozo fue reciproco, también. La vida del Señor Jesús en este mundo, fue una complacencia perfecta al corazón del Padre. Cotidianamente cuando el Padre miró a su Hijo en este mundo, viviendo obedientemente en medio de toda la maldad y miseria, Él encontró complacencia en la vida obediente de su amado Hijo. Estaba tan complacido que Él abrió el cielo solamente para decir: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia; a Él oíd” (Mateo 17:55While he yet spake, behold, a bright cloud overshadowed them: and behold a voice out of the cloud, which said, This is my beloved Son, in whom I am well pleased; hear ye him. (Matthew 17:5)).
Su gozo estaba en hacer la voluntad de Su Padre, y Él desea que cada día pasemos disfrutando del amor del Padre, para que el Padre pueda deleitarse en nuestra obediencia a Su voluntad. Nuestra nueva vida, la vida en Cristo, se deleita en la naturaleza de Dios y se deleita en hacer Su voluntad. Es el gozo que el Espíritu de Dios produce en nosotros, como lo tenemos especificado en Gálatas 5:22: “El fruto del Espíritu es amor, gozo ... ”.
Al hablar de la oración, notamos que si pedimos al Padre, Él nos oye. Pensemos en la experiencia del Señor Jesús, viviendo en espíritu de obediencia por amor, acaso Él pidió algo que el Padre tuvo que contestar: “Lastima, Hijo mío, no entiendes bien Mi o Mis propósitos, y por eso tengo que decirte no. Necesito explicarte donde Tus pensamientos son diferentes con los míos”. ¡No! ¡Él nunca obró así! Dios, por el Espíritu, desea y se deleita en obrar en nosotros, para que lo que queramos del Padre sea siempre de acuerdo con Su voluntad. Cuando Su voluntad es nuestra voluntad y Sus deseos nuestros deseos; entonces, y solamente entonces, tendremos plenitud del gozo.
El gozo de la sujeción
En los primeros capítulos de Mateo, vemos al Señor Jesús que sube a la montaña y allí predica lo que llamamos el sermón del monte, nos da las bienaventuranzas, etcétera. Luego le vemos que sale y hace lo bueno, sana y da vida a algunos que han muerto. Al llegar al undécimo y duodécimo capítulo, que es el resultado de toda la predicación y hacer lo bueno, diríamos: “Espero que sea un resultado maravilloso por hacer todo el bien y dar bendición al hombre”. Pero, la realidad es que fue completamente rechazado por Su propio pueblo, los judíos. Todo cuanto Él obró y todo el amor que mostró no produjo un resultado exterior en las almas de los hombres. En vez de esto ellos dijeron: “Deshagámonos de este hombre”.
Pero ¿cómo reaccionó al ser Él mismo rechazado y sentir el rechazo a Su amor? ¿Estuvo desalentado, desanimado, y derribado? ¡No! Se regocijó en espíritu y dijo: “Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños. Sí, Padre, porque así te agradó” (Mateo 11:25-2625At that time Jesus answered and said, I thank thee, O Father, Lord of heaven and earth, because thou hast hid these things from the wise and prudent, and hast revealed them unto babes. 26Even so, Father: for so it seemed good in thy sight. (Matthew 11:25‑26)). ¿De dónde podía obtener un gozo así? ¡Todas Sus enseñanzas y predicaciones y el hacer el bien aparentemente no produciría nada, tan solo odio y animosidad! Aun así Él podía regocijarse y decir: “Te doy gracias a Ti, Oh Padre”. Fue el gozo de Su sujeción a la voluntad del Padre. De este punto en adelante el Padre Le envió para hacer lo bueno a todos los hombres, ya no restringiéndole tan solamente a los judíos. Él dijo a toda la humanidad: “Venid a Mí ... ”.
El primer descanso en esa invitación se puede llamar el descanso del evangelio. Él dijo: “Venid a Mí ... y Yo os haré descansar”. El segundo descanso en la invitación está conectado con el gozo: “Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de Mí ... y hallaréis descanso para vuestras almas”. Nos hace recordar que para nuestros corazones el sendero verdadero del descanso y el gozo es el camino que el Señor Jesús tomó. Él acepto todo, toda circunstancia y todo resultado, en sujeción perfecta de la mano del Padre. Fue el camino de la sujeción humilde. Él bajó a esta tierra y cuando estuvo en la tierra descendió aún más. ¿Iremos en espíritu al lugar donde Él está en Mateo 11 y aprenderemos de Él para así hallar descanso, gozo y paz? “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas” (Mateo 11:28-2928Come unto me, all ye that labor and are heavy laden, and I will give you rest. 29Take my yoke upon you, and learn of me; for I am meek and lowly in heart: and ye shall find rest unto your souls. (Matthew 11:28‑29)).
El gozo de la posesión
El Señor dijo a los Suyos: “¿Preguntáis entre vosotros acerca de esto que dije: Todavía un poco y no me veréis, y de nuevo un poco y me veréis? De cierto, de cierto os digo, que vosotros lloraréis y lamentaréis, y el mundo se alegrará; pero aunque vosotros estéis tristes, vuestra tristeza se convertirá en gozo” (Juan 16:19-2019Now Jesus knew that they were desirous to ask him, and said unto them, Do ye inquire among yourselves of that I said, A little while, and ye shall not see me: and again, a little while, and ye shall see me? 20Verily, verily, I say unto you, That ye shall weep and lament, but the world shall rejoice: and ye shall be sorrowful, but your sorrow shall be turned into joy. (John 16:19‑20)). ¡Qué gozo tan miserable consigue el mundo: su gozo está en las lágrimas de otro! Luego dijo: “La mujer cuando da a luz, tiene dolor, porque ha llegado su hora; pero después que ha dado a luz un niño, ya no se acuerda de la angustia, por el gozo de que haya nacido un hombre en el mundo. También vosotros ahora tenéis tristeza; pero os volveré a ver, y se gozará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestro gozo” (Juan 16:21-2221A woman when she is in travail hath sorrow, because her hour is come: but as soon as she is delivered of the child, she remembereth no more the anguish, for joy that a man is born into the world. 22And ye now therefore have sorrow: but I will see you again, and your heart shall rejoice, and your joy no man taketh from you. (John 16:21‑22)). Creo que el Señor está hablando de ir a la cruz. Ellos van a verle allí muerto con Su cabeza inclinada y van a bajarle de la cruz y llevarle a la tumba. Ellos llorarán y lamentarán, como los dos discípulos en el camino a Emaús que dijeron: “Pero nosotros esperábamos ... ”. Sus esperanzas quedaron en la tumba. Su tristeza sería: “Le hemos perdido! ¡Ya no Le tenemos!”. Pero, qué día maravilloso habrá sido para ellos, el día de la resurrección, cuando María se les acercó y dijo: “Al Señor hemos visto”. Entonces, ellos también, luego le verían y experimentarían un gozo que ningún hombre podría quitarles.
Yo dudo que podamos imaginarnos bien lo que significó para esos discípulos, los cuales habían seguido el Señor Jesús por tres años y medio, mirar lo que sucedió en la cruz y luego en el día de la resurrección verle cara a cara. Qué gozo debe haber inundado sus almas cuando vieron al Señor y creyeron. Acerca de algunas cosas solemos decir: “Tienes que experimentar para apreciarlo”. Respecto a conocer al Señor Jesús, les decimos a otros: “gustad y ved” (Salmos 34:88O taste and see that the Lord is good: blessed is the man that trusteth in him. (Psalm 34:8)). Pues cada uno tiene que experimentar a Cristo individualmente para entenderlo.
Sin duda, aquel gozo que no se les podía quitar no se detuvo en la resurrección; pues les había dicho que iba a venir otra vez y llevarles al cielo; también que iba a venir y establecer un reino y reinar. Pero a través de la resurrección, esos discípulos recibieron un gozo que perduró para el resto de sus vidas en la tierra y absolutamente nadie podía robarles eso. Su gozo fue tan intenso que pudieron sufrir la muerte como un mártir con una canción en su corazón. A ese gozo le llamamos el gozo de la posesión.
Dios nos ha dado posesiones, de la casa de tesoros de Su amor, que son nuestras, cuyo valor sobrepasa cuanto se puede describir. Ningún hombre, ninguna circunstancia, absolutamente nada puede quitarnos eso; ni siquiera nuestros fracasos pueden quitarnos estas posesiones. Sí, se puede perder el regocijo de estos gozos, pero la posesión misma no se puede perder. Para ellos el gozo de su Señor resucitado fue tal posesión: ¡Él fue de ellos!, ¡Él conquistó la muerte!, ¡Y ellos le pertenecían! Y Él dijo: “Tú eres Mío eternamente”.
Supongamos que nosotros empezamos a describir las posesiones que tenemos en el Padre y en el Hijo y como miembros del cuerpo de Cristo. Sería una lista que no podríamos terminar. Sería una lista de cosas eternas para nuestro regocijo porque nadie nos las puede quitar. Sería una lista de gozos que no terminan. Hagámoslo, empezamos nuestra lista, y debe ser para que “ ... os alegráis con gozo inefable y glorioso ... ” (1 Pedro 1:88Whom having not seen, ye love; in whom, though now ye see him not, yet believing, ye rejoice with joy unspeakable and full of glory: (1 Peter 1:8)).
El gozo de la apreciación
El otro día estuve mirando un video con algunos de mis nietos. Era respecto a un paleontólogo (persona que excava para encontrar fósiles y estudiarlos) y el lugar donde estaban excavando era al oeste de los EE. UU. El video era sobre el descubrimiento de algunos tipos de huesos de dinosaurios. Una de las personas que trabajó en el proyecto mostró algunos de los huesos luego que habían sido limpiados y arreglados para formar un esqueleto. Mientras se mostraba tan buena apariencia, comentaron que en el campo fue muy difícil distinguir entre los huesos raros y las piedras comunes. Cuando mostraron en el video el momento en que descubrieron un fósil muy raro, quienes entendieron lo que estaban mirando, estaban muy emocionados, pues demostraron un gozo extremo. Otros aparentemente no tenían idea de lo que estaba pasando, ni cuál era el motivo para que se produjese dicha felicidad. Para los paleontólogos era solamente ver algo de rocas.
Su experiencia puede ser similar a la nuestra en las cosas espirituales. Pues si no vivimos por la Palabra de Dios, no entenderemos el valor de nuestras posesiones; y, en consecuencia, no vamos a disfrutarlas como aquellos que sí aprecian su valor. Todo esto lo obtenemos de la Palabra de Dios y por eso vivimos. El autor de Salmo 119 dijo: “Me he gozado en el camino de tus mandamientos más que de toda riqueza ... Y me regocijaré en tus mandamientos, los cuales he amado” (Salmo 119:14,4714I have rejoiced in the way of thy testimonies, as much as in all riches. (Psalm 119:14)
47And I will delight myself in thy commandments, which I have loved. (Psalm 119:47)
). Él amó la Palabra y la obedeció. Al hacer esto, pudo disfrutar de las posesiones que eran suyas.
Estorbos para el gozo
Muchos de nosotros diríamos que no vivimos con estos gozos todo el día, ni todos los días de nuestra vida. Pero ni el Padre, ni el Señor Jesús nos lo impiden; sin embargo, lo que impide que nuestro gozo sea constante es algún obstáculo en nuestras almas. Empecemos con el gozo de la relación: Si una persona no tiene la seguridad de esa relación, entonces no va a disfrutar del gozo que hay en ella.
Cuando era joven, no estaba seguro de mi salvación durante algunos años. Solamente mi Señor sabe el momento en que en verdad creí; y por estar inseguro, muchas veces le dije al Señor que yo creía en Él como mi Salvador. Una vez estuve sentado en una sala como ésta, y un hermano llamado Ernesto estaba predicando el evangelio. Él tenía una forma de sacudir tu alma sobre el hoyo del infierno. Estaba sentado en una fila de muchachos, y cuando miré a los otros en la fila, vi que había cruzado mis piernas de una forma distinta a los demás. Inmediatamente crucé mis piernas en la “forma correcta”, ¡para estar seguro de que todo estaba bien! Mi temor y acciones eran la consecuencia de no haber resuelto mi paz con Dios y por eso no tenía el gozo que viene de esta paz.
Si vamos por nuestro camino y no por el camino de Dios, no podemos tener el gozo de Su comunión. Alguien replicará ¡podemos! Pero: “¿Andarán dos juntos si no se estuvieren de acuerdo?” (Amós 3:33Can two walk together, except they be agreed? (Amos 3:3)). Sencillamente no podemos tener comunión con Dios bajo nuestras condiciones.
¿Qué hay acerca del gozo de la obediencia? “Si no obedecemos, no disfrutamos”. Muchas veces, se ha dicho que “la felicidad y la obediencia van juntas”. Si andamos por nuestro camino, podemos decir: “Voy a tener mi propia diversión”. Podemos tenerla por un tiempo, pero no vamos a disfrutarla con nuestro Padre. Recordemos también que se cosecha lo que se siembra.
El gozo de la anticipación
Cuando estuvimos en la carretera para venir a estas reuniones, hubo más de cien vehículos y camiones detenidos en la vía. Cuando nos detuvimos en el lugar, un niño empezó a conversar con mi esposa. El pequeño estaba muy contento y animado. Le comentó que en el vehículo de sus padres estaba un juguete muy bueno que le habían comprado y que cuando su familia llegase a casa él iba a disfrutarlo! Tenía tanto gozo anticipadamente que solo al pensarlo comunicaba y compartía su gozo con alguien que ni siquiera conocía. No estaba preocupado por las condiciones en la vía para continuar el viaje; pues ese era el problema de su padre. Él se estaba regocijando en lo que habría de hacer cuando llegue a su hogar al final del viaje.
¿Podemos nosotros tener el mismo gozo anticipado que tuvo el niño? Tal vez el padre del niño estaba preocupado porque podían quedarse en la vía y ni siquiera llegar pronto a su destino. Entonces, sería destrozada su esperanza. Pero nuestro futuro es seguro, así que no hay razón alguna para preocuparse por eso. Nuestro Señor Jesús estará con nosotros cada paso del camino y nos llevará al hogar del Padre en la gloria. Mientras esperamos con confianza y gozo, podemos decir con el Espíritu: “ ... sí, ven, Señor Jesús” (Apocalipsis 22:2020He which testifieth these things saith, Surely I come quickly. Amen. Even so, come, Lord Jesus. (Revelation 22:20)).
“Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido” (Juan 15:1111These things have I spoken unto you, that my joy might remain in you, and that your joy might be full. (John 15:11)).