Ciro se levantó para derrocar la idolatría; Israel, el siervo elegido de Dios
El capítulo 41 Comienza los detalles históricos que prueban esto. ¿Quién levantó a Ciro para derrocar la idolatría? Pero en medio de los estragos que hizo de ella, Israel es el siervo elegido de Dios, la simiente de Abraham.1 (Este título de “siervo” es una clave para el resto del libro). No debe temer: Dios lo sostendrá; y los que luchan con él perecerán. Dios escuchará a Sus pobres y ministrará a sus necesidades. Los idólatras enamorados de las naciones no saben nada de lo que Dios está a punto de hacer en el juicio y para la liberación de Su pueblo.
(1. Se observará que, aunque hay el descubrimiento más completo del pecado de Israel, sin embargo, estos capítulos son la expresión de la gracia y la bondad soberana, y un remanente preservado; no la responsabilidad de la nación y el juicio.)
El verdadero Siervo en medio de la desobediencia del pueblo
Pero aunque Ciro es el instrumento de Jehová para infligir juicio y liberar a Su pueblo, esto no es más que una cosa pasajera y parcial. Por encima de todo esto hay un siervo de Dios, sus elegidos, que aparecerá con humildad y sin pretensiones, pero que no fallará ni se desanimará, hasta que haya puesto juicio en la tierra; y las islas de los gentiles recibirán su ley (cap. 42). Este testimonio era necesario y asegura la bendición de Israel por el propósito infalible y la gracia de Dios; pero nada más se dice del Mesías en esta parte de la profecía. El resultado de traer la obra del Mesías es la gloria de Jehová, quien de hecho será el único que de hecho será glorificado, y eso hasta los confines de la tierra. En la manifestación de esta gloria, Aquel que durante mucho tiempo había mantenido Su paz, liberará a Su pueblo ciego y sordo Israel, que no había entendido Sus caminos. Él magnificará Su ley. Pero, ¿por qué entonces la gente es robada y mimada? Jehová los había abandonado a causa de su desobediencia.
Liberación y perdón para la propia gloria de Dios
Pero ahora Él los libera y los salva (cap. 43). Él los creó para Su gloria. Los ciegos tienen ojos; los sordos, oídos; son testigos de que sólo Jehová es Dios. Los juicios sobre Babilonia -el comienzo y la figura de los juicios finales1- lo demuestran. Jehová había formado este pueblo para sí mismo, y el pueblo se había cansado de su Dios; y, por así decirlo, lo habían hecho para servir con sus pecados. Pero ahora Él lo perdona todo para Su propia gloria. ¡Testimonio glorioso y sorprendente de Aquel que, en gracia al pecador cuando el pecado se vuelve insoportable, quita el pecado en lugar del pecador! Esto es lo que Dios ha hecho a través de Cristo.
(1. Es decir, juicios terrenales.)