Ud. nunca podrá arreglar el mundo; no tiene ni los principios ni el poder para hacerlo. Ud. puede dominar a un hombre no convertido con principios no convertidos, pero no puede tratar con él como cristiano. Si he de arreglar al mundo, debo unirme con el mundo, y yo no puedo tener ningunos principios sin los suyos. Entonces debo dejar el cristianismo; porque ellos no tienen ningún cristianismo por el cual gobernarse. Puede Ud. usar una influencia benigna como lo hizo Cristo, y eso es lo que tenemos que hacer.
El cristiano ha de dejar su luz brillar; el testimonio de lo que son sus principios es tan distinto y positivo que ellos “ven sus buenas obras”. Si se une con un incrédulo él sostiene que la incredulidad puede arreglar al mundo. El cristiano en sí mismo tiene sus propios benignos y piadosos principios por medio de los cuales obrar; el testimonio puede estar allí de lo que sus principios pueden hacer (el cristianismo ha reformado al mundo en un sentido; porque trajo el modelo de cosas mejores, y se avergüenzan de hacer en la luz lo que hacían en las tinieblas). Un hombre no hará lo que es indigno de un hombre; pero “indigno del Señor”, eso no lo encuentran; y allí es donde el cristiano ha de andar.
Pablo dice a los amos: “Tenéis un Amo en el cielo” el cual se fijará y tomará nota de todo lo que hagan. Su parte es demostrar lo que el cristianismo es y hace, y eso es para un infiel ser bueno, o para cualquiera que sea. Su confesión de Cristo ha de ser tan positiva, que deberán saber a qué atribuir esas cosas. Deje que el mundo se vaya por su propio camino, y Ud. por el suyo —esto es, el camino de Cristo—. Si no lo hace, corrompe al cristianismo, en vez de retener su testimonio.