Paul Wilson
(continuación del número anterior)
Ese niñito precioso que abrió las fuentes del afecto paternal en el corazón de los jóvenes padres, también les ha traído nuevas y grandes responsabilidades. Como la madre de Moisés fue comisionada por la hija de Faraón para que le criase a Moisés (véase Éxodo 2:5-105And the daughter of Pharaoh came down to wash herself at the river; and her maidens walked along by the river's side; and when she saw the ark among the flags, she sent her maid to fetch it. 6And when she had opened it, she saw the child: and, behold, the babe wept. And she had compassion on him, and said, This is one of the Hebrews' children. 7Then said his sister to Pharaoh's daughter, Shall I go and call to thee a nurse of the Hebrew women, that she may nurse the child for thee? 8And Pharaoh's daughter said to her, Go. And the maid went and called the child's mother. 9And Pharaoh's daughter said unto her, Take this child away, and nurse it for me, and I will give thee thy wages. And the woman took the child, and nursed it. 10And the child grew, and she brought him unto Pharaoh's daughter, and he became her son. And she called his name Moses: and she said, Because I drew him out of the water. (Exodus 2:5‑10)), así los padres cristianos han de criar a sus hijos para el Señor. Esta es una ocupación que requiere mucho tiempo y dependencia del Señor.
En un mundo impío, que está empeorándose cada día más, la carga de bien criar a los niños es una cuestión seria. Soplarán muchos vientos contrarios. Solamente por medio de la sabiduría divina que se encuentra en las Sagradas Escrituras podrán los jóvenes padres dirigirse por el buen camino. Los santos de Dios en todas las edades han precisado de un camino marcado por Dios, pero es especialmente importante al criar una familia.
No conviene que los padres cristianos demoren en desempeñar sus responsabilidades paternas, perdiendo años valiosos para la formación moral de sus hijos. Hay que aprovechar todo el tiempo que sea disponible: “redimiendo el tiempo, porque los días son malos” (Efesios 5:1616Redeeming the time, because the days are evil. (Ephesians 5:16)).
Una madre joven fue a consultar a un anciano siervo del Señor. Le preguntó a qué edad debieran ella y su esposo empezar a enseñar a su hijo. Él le contestó,
—¿Qué edad tiene el niño?
Ella se la dio a saber. Entonces él le dijo,
—Ustedes han perdido todo ese tiempo.
Es difícil aceptar que el inocente y tierno infante tenga dentro de sí la raíz de una naturaleza mala; pero nació con una naturaleza caída capaz de producir los tristes frutos del alejamiento de Dios. Las inclinaciones ya están allí, y a la medida que el niño se desarrolle, también se desarrollará la habilidad de manifestarlas. Hay que acordarnos de que hemos transmitido a nuestra prole el corazón impío y la voluntad perversa que heredamos de nuestros antepasados. “Como un agua se parece á otra, así el corazón del hombre al otro” (Proverbios 27:1919As in water face answereth to face, so the heart of man to man. (Proverbs 27:19)).
“Lo que es nacido de la carne, carne es” (Juan 3:66That which is born of the flesh is flesh; and that which is born of the Spirit is spirit. (John 3:6)). A nuestros hijos hemos pasado la misma carne que tenemos nosotros mismos —ni un ápice mejor, ni una partícula peor—. No podemos darles una vida nueva. Ellos deben recibir esa del mismo modo que nosotros la recibimos; deben nacer de nuevo. El Espíritu de Dios debe obrar en sus corazones, engendrando una vida nueva con nuevos deseos. Entonces, por ser todo ello cierto, ¿nos hemos de sentir incapaces? ¿Hemos de cruzar los brazos y decir que no podemos hacer nada hasta que el Espíritu de Dios haya obrado en ellos? ¡No! ¡no!
Sería bueno que los padres doblasen las rodillas juntos y dieran gracias a Dios por su primogénito, y entonces y allí hicieran una sincera súplica de que el niño pueda ser traído a un conocimiento salvador del Señor Jesucristo en su temprana edad. Esta debe ser una petición nacida en el corazón de todos los padres cristianos, una que debe ascender constantemente a nuestro Dios y Padre. Debemos hacerlo en fe, contando con Él; pues es una cuestión de suma importancia incluida en nuestras oraciones desde el día del nacimiento del niño. “¿Qué orden se tendrá con el niño, y qué ha de hacer?” (Jueces 13:1212And Manoah said, Now let thy words come to pass. How shall we order the child, and how shall we do unto him? (Judges 13:12)).
El mundo ofrece muchos libros sobre la educación del niño. Para el padre cristiano, estos no son dignos de confianza y pueden ser de carácter hasta peligroso. Concedido que presentan ciertos aspectos de la sabiduría humana, pero la sabiduría de este mundo no se puede comparar con la sabiduría divina. Es mucho mejor con oración buscar la sabiduría de Dios quien “da a todos abundantemente, y no zahiere” (Santiago 1:55If any of you lack wisdom, let him ask of God, that giveth to all men liberally, and upbraideth not; and it shall be given him. (James 1:5)). Si nos falta la sabiduría (y ciertamente que sí), pidámosla a Dios. Él nunca dejará de ayudar al corazón que confía en Él. Es mucho mejor sentir nuestra completa dependencia de Dios que ir al mundo para consejo.
Debemos siempre recordar que la Palabra de Dios contiene la sabiduría que viene de arriba; de ahí proceden estas palabras dirigidas a los padres: “No provoquéis a ira a vuestros hijos; sino criadlos en la disciplina y amonestación del Señor” (Efesios 6:44And, ye fathers, provoke not your children to wrath: but bring them up in the nurture and admonition of the Lord. (Ephesians 6:4)). La Biblia tiene también muchas lecciones objetivas. Vemos ejemplos de hombres y mujeres de fe quienes criaron a sus hijos en el temor de Dios. Leemos amonestaciones solemnes en las historias de aquellos que fracasaron en esta responsabilidad.
En su día Abraham tenía una casa bien ordenada. No solamente anduvo por fe él mismo, sino que disciplinó a sus hijos y a su casa “después de sí”, y por esto tuvo la aprobación especial del Señor: “Y Jehová dijo: ¿Encubriré Yo a Abraham lo que voy a hacer ... ? Porque Yo lo he conocido, sé que mandará a sus hijos y a su casa después de sí, que guarden el camino de Jehová, haciendo justicia y juicio, para que haga venir Jehová sobre Abraham lo que ha hablado acerca de él” (Génesis 18:17-1917And the Lord said, Shall I hide from Abraham that thing which I do; 18Seeing that Abraham shall surely become a great and mighty nation, and all the nations of the earth shall be blessed in him? 19For I know him, that he will command his children and his household after him, and they shall keep the way of the Lord, to do justice and judgment; that the Lord may bring upon Abraham that which he hath spoken of him. (Genesis 18:17‑19)). De esta manera obtuvo el título de “amigo de Dios” (Santiago 2:2323And the scripture was fulfilled which saith, Abraham believed God, and it was imputed unto him for righteousness: and he was called the Friend of God. (James 2:23)).
Amram y Jocabed fueron fieles en su día, y sus tres hijos, María, Aarón y Moisés, fueron grandemente devotos al Señor. En la época en que Moisés nació, el pueblo de Israel se hallaba en circunstancias muy difíciles. Eran esclavos maltratados en Egipto, y un mandato del Faraón condenó a muerte a los niños varones que habían de nacer. Pero los padres de Moisés obraron en fe delante de Dios y protegieron su precioso encargo hasta donde pudieron. Este es verdaderamente un buen ejemplo para los padres. No son muchos los años en que pueden proteger la “heredad de Jehová” (Salmo 127:33Lo, children are an heritage of the Lord: and the fruit of the womb is his reward. (Psalm 127:3)) de la influencia perniciosa de este mundo impío. Es muy importante, por lo tanto, aprovechar toda oportunidad para fortalecer a los hijos contra las malas influencias que los amenazan.
No podemos dar a nuestros hijos fe para que anden en el camino de la fe, como tampoco podemos darles una vida nueva, pero al criarlos en la disciplina y amonestación del Señor aprenderán lo que agrada al Señor. Moisés fue instruido tan cabalmente por sus padres en los caminos y en los propósitos de Dios hacia Israel que, cuando su madre tuvo que entregarlo a la bienhechora real para ser enseñado en las escuelas de Egipto, él pudo andar por fe de sí mismo, pues aun cuando Moisés “fue enseñado en toda la sabiduría de los egipcios; y era poderoso en sus dichos y hechos” (Hechos 7:2222And Moses was learned in all the wisdom of the Egyptians, and was mighty in words and in deeds. (Acts 7:22)), sin embargo él unió su suerte con el despreciado pueblo de Dios: una gente esclavizada. “Dejó a Egipto”, porque por la fe él “miraba a la remuneración” (Hebreos 11:26-2726Esteeming the reproach of Christ greater riches than the treasures in Egypt: for he had respect unto the recompence of the reward. 27By faith he forsook Egypt, not fearing the wrath of the king: for he endured, as seeing him who is invisible. (Hebrews 11:26‑27)).
La exhortación de criar a los hijos en la disciplina y amonestación del Señor es dirigida a los padres; ellos son tenidos por responsables inmediatos. Sin embargo las madres tienen una grande influencia en las vidas de sus hijos, porque en la temprana edad las madres están más constantemente con ellos. Es imprescindible que el padre y la madre sean de una misma mente en el Señor en estas cuestiones. Nada sino sólo el mal puede suceder cuando el padre tira para un lado, mientras la madre tira para el otro. “Jocabed” parece haber sido prominente con especialidad en la educación de Moisés. Es también de notarse que en la historia de los reyes de Judá y de Israel a menudo leemos así: “y el nombre de su madre fue ... ”. Es como si el Espíritu de Dios nos llamase la atención a la parte que la madre desempeñó en la primera educación de los hijos.
“Timoteo” fue pronto instruido en los caminos del Señor. Desde la niñez había conocido las Sagradas Escrituras. Se menciona la piedad de su madre y de su abuela. Tal instrucción es como la leña colocada en el hogar. Sólo falta el fósforo (o cerillo) para encenderla; luego hay fuego. Y cuando la mente del niño está abastecida con la Palabra viva y eficaz de Dios, todo lo que se necesita para implantar vida nueva en su ser es la operación vivificadora del Espíritu de Dios. Entonces todas las riquezas de la Palabra de Dios acumuladas ya en su mente le sirven como “lámpara” a sus pies, y “lumbrera” a su camino (Salmo 119:105105NUN. Thy word is a lamp unto my feet, and a light unto my path. (Psalm 119:105)).
(seguirá, Dios mediante)