Paul Wilson
(continuación del número 154)
Padres cristianos, ¡cobren nuevo aliento! encomienden a sus pequeñitos al Señor con fe; protéjanlos de malas influencias; llenen sus mentes receptivas con la sabiduría de la Palabra de Dios; instrúyanlos acerca de la vanidad y del carácter pasajero de todo lo de aquí, y a la vez recuérdenles de las glorias celestiales que esperan a todos los que ponen su confianza en el Señor Jesús.
Repetimos nuestra amonestación con respecto a los muchos libros y revistas que están de venta en las librerías comerciales, los cuales ofrecen consejos para la crianza de los niños. En su mayoría estos libros y revistas no sólo enseñan cosas erróneas, sino también perjudiciales. Procedan de las enseñanzas incrédulas del día que dicen que un niño no tiene una naturaleza mala, sino que es inherentemente buena y sólo el ambiente es malo. Esta es una mentira descarada que tuvo su origen con el “padre de la mentira”, el diablo.
Según este “consejo de malos” (Salmo 1:11Blessed is the man that walketh not in the counsel of the ungodly, nor standeth in the way of sinners, nor sitteth in the seat of the scornful. (Psalm 1:1)), un niño solamente precisa de un poco de instrucción, pero no de corrección ni de disciplina. El método moderno es dejar que el niño se desarrolle sin ser controlado, y llamar a toda su maldad por otro nombre diminutivo o disimulado. Él ha de seguir su propia inclinación natural sin restricción. Un nombre eufemístico se ha inventado para ello —“expresión propia”— pero, llámenla como quieran, es una de las causas principales de toda la delincuencia juvenil en el mundo. Por medio de la “expresión propia” Satanás está echando el cimiento para los días de desorden total que pronto vendrán.
Padres cristianos, no sean mal guiados por el así llamado método psicológico para la crianza de los niños. Es mucho mejor aprovechar la sabiduría que viene de lo alto. Se halla en ese inestimable tesoro, la Palabra de Dios; y si se les presentan problemas que no saben solucionar, tienen un recurso inagotable en donde se puede encontrar la sabiduría perfecta —en Dios mismo—. “Si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, demándela de Dios” (Santiago 1:55If any of you lack wisdom, let him ask of God, that giveth to all men liberally, and upbraideth not; and it shall be given him. (James 1:5)).
Estén seguros de esto, Dios sabe mejor cómo deben de criarse a los niños.
Su Palabra dice: “El que detiene el castigo, a su hijo aborrece: mas el que lo ama, madruga a castigarlo” (Proverbios 13:2424He that spareth his rod hateth his son: but he that loveth him chasteneth him betimes. (Proverbs 13:24)). ¿Desearíamos nosotros ser privados del castigo de nuestro Padre Dios? ¿Quisiéramos que se nos dejase a nuestra propia inclinación? No, pues nosotros mismos somos castigados a veces, y ¿por qué? “Porque el Señor al que ama castiga” (Hebreos 12:66For whom the Lord loveth he chasteneth, and scourgeth every son whom he receiveth. (Hebrews 12:6)). Otro versículo dice: “Castiga a tu hijo en tanto que hay esperanza; mas no se excite tu alma para destruirlo” (Proverbios 19:1818Chasten thy son while there is hope, and let not thy soul spare for his crying. (Proverbs 19:18)). El uso de la vara (ramo delgado, largo y limpio de hojas y liso) es una de las recomendaciones de la Biblia que se ha echado muy a menos. Hay creyentes que la usan con muy buenos resultados.
Pero la vara no debe de usarse con ira, ni con brutalidad, sino en el temor de Dios y verdadero amor para con el niño. La disciplina es una solemne responsabilidad que no se puede pasar por alto sin perjuicio del niño y aun con deshonra al Señor. Cualquier manera áspera e insensible en aplicar la disciplina puede desanimar a los niños, de modo que es preciso ejercerla con corazón vivamente deseoso de su bien.
Podemos aprender algunas lecciones importantes en disciplinar a los niños, al considerar cómo nuestro Padre, con toda sabiduría y todo amor, nos disciplina a nosotros. Leemos que nuestros padres “nos castigaban como a ellos les parecía” (Hebreos 12:1010For they verily for a few days chastened us after their own pleasure; but he for our profit, that we might be partakers of his holiness. (Hebrews 12:10)), pero a ellos les podría haber faltado sabiduría; pero no es así con nuestro Padre Dios quien nos castiga “para lo que nos es provechoso, para que recibamos Su santificación”. Así que la disciplina debe de hacerse para el bien del niño, con sabiduría y con oración, y con el fin de glorificar a Dios. La irreflexión y la dureza en la disciplina debe evitarse cuidadosamente. El niño debe sentir que a los padres no les gusta castigarlo y que si lo hace es hecho con amor y a fin de criarlo bien.
Se cuenta que un padre sabio que daba un paseo con su hijo observó un viejo árbol torcido. Se detuvo, llamó la atención de su hijo al árbol mal formado y sugirió a su pequeño hijo que entre los dos procurasen enderezar ese árbol. El hijo ya tenía suficiente edad para saber que no podía hacerse y dijo a su padre que era muy tarde ya para hacerlo. Eso le dio al padre una admirable oportunidad para explicar que era necesario corregir a los hijos cuando eran pequeños, y que esa era la razón por la cual él mismo a menudo le corregía, porque él no quería que él creciera como ese árbol torcido.
Es cierto que los hijos deben obedecer a sus padres sin hacerles preguntas, pero no es sabio que los padres ejerzan su autoridad arbitrariamente sin razón o explicación. El niño se da cuenta prestamente si la disciplina fue hecha con peso y consideración, o tal vez fue injusta.
Un padre puede tener ocasión de prohibir al niño que haga algo o que vaya a alguna parte; pero ¿no es mucho más efectivo incorporar el temor de Dios en la amonestación? ¿No sería mejor darle una cita apropiada de las Escrituras como la base de su amonestación?
Pablo, escribiendo a los tesalonicenses, dijo: “Así como sabéis de qué modo exhortábamos y consolábamos a cada uno de vosotros, como el padre a sus hijos” (1 Tesalonicenses 2:1111As ye know how we exhorted and comforted and charged every one of you, as a father doth his children, (1 Thessalonians 2:11)). Pablo mostró un corazón paterno a los santos, y su declaración muestra la actitud que un padre debe exhibir al instruir a sus hijos. La manera paterna de Pablo con aquellos creyentes era exhortarlos o animarlos, aplicando la Palabra de Dios a su conducta; él también los consolaba, y ¿cómo podía hacerlo aparte de hablar del “Dios de toda consolación”? Como un apóstol, él podía encargarles y testificar cuáles debían de ser sus caminos para la gloria de Dios. Lean Uds. su exhortación: “Resta pues, hermanos, que os roguemos y exhortemos en el Señor Jesús, que de la manera que fuisteis enseñados de nosotros de cómo os conviene andar, y agradar a Dios, así vayáis creciendo” (1 Tesalonicenses 4:11Furthermore then we beseech you, brethren, and exhort you by the Lord Jesus, that as ye have received of us how ye ought to walk and to please God, so ye would abound more and more. (1 Thessalonians 4:1)).
Si los padres leyeran las epístolas de Pablo, aprenderían cómo él, cual padre, amonestaba e instruía a los santos. Quiera Dios conceder a los padres jóvenes más de su espíritu en la disciplina de sus hijos.
Pablo también desempeñaba el deber de una madre cariñosa hacia aquellos santos: “Fuimos blandos entre vosotros como la que cría, que regala a sus hijos” (1 Tesalonicenses 2:77But we were gentle among you, even as a nurse cherisheth her children: (1 Thessalonians 2:7)). ¿Quién puede tener la ternura de una madre, sino una madre? Sin embargo Pablo en su medida tenía tal afecto para con aquellos queridos cristianos.
¿No hay padres que habiendo criado hijos reconozcan que han fracasado en el desempeño de su responsabilidad paterna? ¿Y no confesarán todos que su fracaso ha sido en gran parte debido a la falta de atención a esos principios divinos expuestos en las Sagradas Escrituras? Por lo tanto, es importante que los padres jóvenes escudriñen la Palabra de Dios para recibir la sabiduría que viene de arriba, para que puedan resguardar a sus queridos hijos de las temibles influencias que hay en el mundo. La corriente del mundo se está corrompiendo más y más; se ven por todas partes los rasgos característicos del mundo antediluviano y de Sodoma, tal como el Señor mismo predijo que sucederían (véase Lucas 17:26-3026And as it was in the days of Noe, so shall it be also in the days of the Son of man. 27They did eat, they drank, they married wives, they were given in marriage, until the day that Noe entered into the ark, and the flood came, and destroyed them all. 28Likewise also as it was in the days of Lot; they did eat, they drank, they bought, they sold, they planted, they builded; 29But the same day that Lot went out of Sodom it rained fire and brimstone from heaven, and destroyed them all. 30Even thus shall it be in the day when the Son of man is revealed. (Luke 17:26‑30)).
Quiera Dios conmover los corazones de Su pueblo a darse cuenta de la gravedad de los tiempos en que vivimos y de los peligros que acechan a nuestros hijos.
(seguirá, Dios mediante)