PUNTO SEGUNDO: ¿Cuál postura se debe tomar?

 
CITAMOS TODO SU ENUNCIADO PARA RECORDARLO: “ENTONCES PUES, SI TENEMOS PRUEBAS EVIDENTES DE QUE ESTOS NOCIVOS PRINCIPIOS JAMÁS HAN SIDO JUZGADOS, Y QUE EL TERRENO SOBRE EL CUAL SE ENCUENTRAN BETHESDA Y SUS ADEPTOS EN EL DIA DE HOY ES EL MISMO TOMADO EN 1848, ¿CUAL DEBE SER LA ACTITUD O POSTURA A TOMAR RESPECTO CON ELLOS, PARA LOS QUE DESEAN OBEDECER LA PALABRA DE DIOS?
Dejando de lado muchos detalles dudosos del libro al cual nos hemos referido y que presenta las doctrinas y la conducta de los Hermanos Libres, estudiaremos únicamente los principios esenciales que caracterizan el sistema de los tales, y cuál debe ser nuestro comportamiento con respecto a ellos según la Palabra de Dios nos enseña.
La declaración fundamental adoptada en 1848 por Bethesda y confirmada por cuantos autores hemos citado es que, LA COMUNIÓN EXPRESADA POR EL PARTIMIENTO DEL PAN CON LOS QUE TIENEN UNA MALA DOCTRINA NO CONTAMINA MIENTRAS QUE LA TAL PERSONA NO COMPARTA LA MALA DOCTRINA.
Que una decisión tomada en el Nombre del Señor para juzgar el mal, como la tomada por los hermanos de Plymouth, para separarse de Newton y sus adeptos NO LIGA A LAS OTRAS ASAMBLEAS. Es por esto que Bethesda se sintió con derecho de recibir a estos últimos a la Mesa del Señor como lo hiciera en 1848, a pesar del juicio que había sido ejercido y pesaba sobre éstos. Las asambleas, en vez de ser una expresión local de la unidad universal del cuerpo, ACTÚAN POR SUPUESTO EN UNA COMPLETA INDEPENDENCIA LAS UNAS RESPECTO DE LAS OTRAS. Estos son los dos principios esenciales de la carta de los diez adoptados por la asamblea de Bethesda, habiendo sido y siendo la expresión de la postura en la que se ha situado desde 1848 sin que jamás la haya abandonado desde aquél entonces.
Para tratar el apartado a), limitémonos, por el momento a examinar lo expuesto en él, a saber: que la comunión con los que tienen una mala doctrina no ensucia a condición de que el individuo no comparta esta mala doctrina. Destaquemos que este principio conduce prácticamente a los Hermanos Libres a recibir al partimiento del pan a personas que, sabiéndolo y queriéndolo, están en comunión con falsas doctrinas con tal que personalmente no tengan ellas tales doctrinas. La razón de ser como una comunidad de cristianos separados de los otros es la afirmación y la defensa de este principio. Es lo que expone el autor del libro del cual hemos hecho mención. Conviene que tengamos tocante a este principio, una convicción bien decidida y fundada sobre la Palabra de Dios. Examinémoslo pues con toda seriedad en su luz. La comunión con un maestro que enseña herejías contamina y sitúa a la persona que practica tal comunión bajo la misma responsabilidad que el falso enseñador. ¿Lo enseña así la Palabra de Dios? Ved la respuesta: “Si alguno viene a vosotros y no trae esta doctrina [la verdad en cuanto a la Persona del Hijo de Dios], no lo recibáis, ni le digáis ‘bienvenido’, porque el que lo saluda comunica con sus malas obras” (2 Juan 10, 11). Este pasaje contempla a dos clases de personas: la una teniendo malas doctrinas respecto a la persona de Cristo, y la otra saludando a la primera y recibiéndola en su casa. No vemos que el pasaje nos diga que la segunda persona comparte las 'Isas doctrinas de la primera, sino que se identifica con ellas por un acto de comunión. Dios celara que por este hecho la persona COMUNICA CON SUS MALAS OBRAS, y por eso es ensuciada o contaminada, no porque haya recibido la mala doctrina, sino porque de su voluntad y agrado se ha asociado al herético que trae la mala doctrina. Ante esta solemne y clara declaración de la Palabra inspirada por Dios, cuán grave es la afirmación del Sr. G. Muller que establece que los Hermanos Libres reciben para el partimiento del pan a los que vienen de entre personas “que enseñan herejías reprobables”, mientras que los primeros se hallen fundados en las verdades esenciales. Esto nos demuestra de nuevo que se den cuenta de ello o no, los Hermanos Libres reciben al partimiento del pan a personas que Dios considera como participantes en las malas obras de los instrumentos que Satanás se sirve para corromper el templo de Dios (1 Corintios 3:17).
Este mismo principio expuesto anteriormente lo hallamos en 1 Corintios 5:5. La asamblea en Corinto fue exhortada en este pasaje en que “un poco de levadura leuda toda la masa”. Tal aseveración hecha a los corintios ¿significaba que todos se habían convertido en adúlteros al mantener comunión con un hombre reconocido como tal? Evidentemente que no. Lo que sucedía que por tener comunión con tal persona en la Mesa del Señor, se habían ensuciado todos por igual, como lo hemos visto por el pasaje anterior, al respecto del falso doctor, colocando a la persona que mantiene comunión con él en la misma posición de éste delante de Dios. No era necesario que los corintios cometieran el pecado de incesto para quedar manchados por dicho pecado, ni que nosotros recibamos una falsa doctrina para hacernos responsables de ella delante de Dios. En ambos casos es el ACEPTAR CONSCIENTES COMUNIÓN CON EL MAL LO QUE ENSUCIA. Una vez que los corintios actuaron correctamente en el caso de disciplinar al culpable bajo la amonestación del Apóstol Pablo, éste les pudo decir: “En todo os habéis mostrado limpios en el negocio” (2 Corintios 7:11). Entre tanto que los corintios no se habían purificado del mal por la exclusión del “malo” entre ellos, y esto acompañado por el arrepentimiento de la asamblea por su consentimiento anterior, eran todos culpables ante los ojos de Dios por el mal no juzgado en el seno de la asamblea.
Aunque con las anteriores citas de las Escrituras consideramos que es bastante para probar que toda asociación con un mal conocido, sea doctrinal o moral, ensucia, ante este asunto tan serio que estamos tratando, deseamos una más amplia confirmación de este principio santo, y para ello citamos una escritura del Antiguo Testamento a continuación: “Así dice Jehová de los ejércitos: preguntad a los sacerdotes sobre la ley, diciendo: si llevare alguno las carnes sagradas en la falda de su ropa, y con el vuelo de ella tocare el pan, o la vianda, o el vino o el aceite, u otra cualquier comida ¿será santificado? Y respondieron los sacerdotes, y dijeron: No. Y dijo Hageo: Si un inmundo a causa de cuerpo muerto tocare alguna cosa de éstas, ¿será inmunda? Y respondieron los sacerdotes, y dijeron: inmunda será” (Hageo 2:11-13). Dos cosas son las que tenemos aquí: En primer lugar, ¿santificará una cosa santa otra cosa que no lo sea por el contacto con ella? La respuesta de los sacerdotes instruidos por Dios es: No. Y en segundo lugar, ¿contaminará cualquier cosa inmunda a otra limpia por su contacto con ella? Aquí los sacerdotes respondieron: Sí. Esta segunda cuestión es la que nos concierne y la que afecta directamente a nuestro asunto. Según la ley, cualquiera siendo impuro por causa de un cuerpo muerto, todo cuanto tocaba era contaminado y hecho impuro, de modo que hacía impura a cualquiera persona que tocase, sin ser necesario que ésta última entrase en contacto directo con el cuerpo muerto. EL SIMPLE CONTACTO CON EL HOMBRE INMUNDO ERA MÁS QUE SUFICIENTE. Compárese Números 19:13-16.
Así pues, si queremos ser sinceros en vista a estas escrituras citadas, ¿podremos admitir que un conductor conocido por su mala doctrina, cuyas enseñanzas deshonran a la bendita Persona de nuestro Señor Jesucristo, no contaminará a cualquiera persona por estar en comunión con él, bien que no comparta sus falsas enseñanzas? ¡En manera ninguna! Tal persona queda contaminada por su asociación con el falso maestro.
Pasemos a considerar el apartado b), por un examen breve sobre este segundo gran principio que caracteriza el sistema de los Hermanos Libres: LA INDEPENDENCIA DE LAS ASAMBLEAS ENTRE SI. Tal principio puesto por obra en 1848 para la recepción a la Mesa del Señor de personas de las cuales los hermanos fieles tuvieron que separarse, jamás ha sido juzgado y aun menos desechado, pues habiendo sido formalmente establecido por la declaración escrita por los conductores de Bethesda que tal asamblea adoptó, ha sido continuamente reiterado desde entonces, y continúa la misma práctica el día de hoy entre sus asambleas. En esta materia tales asambleas obran cada una por sí mismas con independencia total de las demás. Los principales conductores entre los Libres que defienden esta independencia afirman que no hay otro camino que este, o la alternativa posible sería una confederación total de las asambleas gobernadas por una autoridad central. Tal sistema fue propuesto en una gran conferencia celebrada por dichos Hermanos Libres en 1876, pero a tenor de sus propios escritos más recientes, parece ser que la idea no prosperó, al menos en toda la extensión de la totalidad de sus asambleas.
Mas LA SOLUCIÓN DE TAL PROBLEMA ESTÁ EN LA APLICACIÓN DE LA VERDAD EN CUANTO A LA ASAMBLEA, cuya verdad no se halla fundada sobre un sistema de asambleas independientes, como tampoco sobre el de una confederación de asambleas con una autoridad humana centralizada. Cuanto a este último, es el que rige a muchas grandes denominaciones religiosas del cristianismo, pero éste es un principio de sectarismo y mundanalidad. De otro lado el sistema de independencia de las asambleas conduce a contaminarse con el mal, dejando el camino despejado a la voluntad propia del hombre, y dejando de lado todo ejercicio de conciencia ante Dios.
Así que es oportuno ahora preguntarse ¿cuál es pues, la verdad de la asamblea y sus funciones sobre la tierra según la Palabra de Dios? En la Epístola a los Corintios tenemos mucha instrucción y enseñanzas divinas sobre el orden de una asamblea local. Y todas estas enseñanzas se centran en una gran realidad y es que HAY UN SOLO CUERPO de Cristo aquí abajo, cuya expresión local se halla allí donde los santos están reunidos al sólo Nombre del Señor. El cuerpo es formado por un sólo Espíritu y abarca a todos los creyentes en la manera que está escrito: “Porque de la manera que el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, empero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un cuerpo, así también Cristo. Porque por un Espíritu somos todos bautizados en un cuerpo, ora judíos o griegos, ora siervos o libres; y todos hemos bebido de un mismo Espíritu” (1 Corintios 12:12-13). Después de haber demostrado que el cuerpo incluye a todos los santos y cuáles son los resultados prácticos, poniendo por obra esta verdad, el Apóstol dice: “Pues vosotros sois el cuerpo de Cristo, y miembros en parte” (versículo 27), lo cual significa que la asamblea de los corintios ubicada en su ciudad es la expresión local del UN CUERPO que abarca a todos los creyentes esparcidos sobre la tierra. Si la asamblea local obra según la luz de las Escrituras, la tal representa la unidad del cuerpo de Cristo. Es verdad por cierto que una asamblea local es responsable directamente ante Cristo quien es la Cabeza del cuerpo; pero sea en recibiendo un miembro del cuerpo o que ejercite sobre él la disciplina en lo que a ella se relaciona, hecho en el Nombre del Señor Jesús, la asamblea no obra independientemente de las demás asambleas, sino en comunión total con todas las demás asambleas reunidas al Nombre del Señor Jesús. Las actuaciones de una tal asamblea tienen un alcance que abarca a todas las demás asambleas en su conjunto, y en manifestación de la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz, tales actuaciones son aceptadas por todos cuantos reconocen la autoridad del Señor estando reunidos a Su Nombre. Así, cuando los creyentes de una localidad se reúnen para partir el pan, lo cual es su privilegio, no actúan como siendo miembros de una congregación local independiente, sino como miembros del UN CUERPO de Cristo (1 Corintios 10:16-17). En esta epístola Pablo exhortó a la asamblea a que ejerciera la disciplina para excluir al “malo” entre ellos; pero en ese hecho solemne, como en todo otro los santos de Corinto estaban vinculados con “todos los que invocan el Nombre de nuestro Señor Jesucristo en cualquier lugar” (1 Corintios 1:2). Cuando Pablo escribió acerca de “DENTRO” y “FUERA” (1 Corintios 5:12, 13), no quería decir solamente dentro o fuera de la asamblea en Corinto, sino se refería a la asamblea universal. Por lo que el “malo” al ser excluido de Corinto, lo fue de todas las asambleas universalmente. Además, a pesar del estado dividido y de ruina de la Iglesia en los tiempos actuales, el Señor ha trazado un camino de separación del mal para los que desean agradarle, y ha dado a los “DOS O TRES” reunidos en Su Nombre la facultad para recibir, excluir, restaurar, según sea la necesidad y dentro de la esfera de su propia responsabilidad. (Véase Mateo 18:18).
Considerados, pues, a la luz de la Palabra, los puntos que teníamos ante nosotros, podemos constatar por consiguiente que los dos grandes principios los cuales son la base de reunión de los Hermanos Libres, son gravemente erróneos y con tendencia a trastornar todo el testimonio colectivo de la Asamblea de Dios aquí en la tierra, cuyos principios son:
1.- La asociación con el mal por medio de mantener comunión con los que lo poseen no contamina a los que forman parte de tal compañía, si tales individuos no comparten el mal.
2.- Las asambleas locales son completamente independientes las unas de las otras, dejando por consiguiente de ser la expresión de la unidad del cuerpo de Cristo, que es la Iglesia.
Como resultado de tales procedimientos, los Hermanos Libres no tienen en vista más allá de su asamblea local cuando se trata de excluir a uno de entre ellos. Y queda limitado al testimonio personal propio de la persona que pide ocupar un lugar a la Mesa del Señor, el acto de admisión a la misma. De lo que resulta que, el primer principio mantenido por el citado grupo de hermanos abre la puerta PARA QUE ENTRE TODA CLASE DE MAL, y por el segundo de sus principios SE HACE IMPOSIBLE LA EXCLUSIÓN DEL MAL UNA VEZ ESTE HA ENTRADO.
Ante todo esto, ¿cuál debe ser la actitud de los que desean ser fieles al Señor, al discernir estos principios tan desordenados que atentan contra el testimonio de la asamblea y la gloria del Señor? En la Palabra de Dios, la Palabra de verdad, se nos muestra de una manera muy clara y precisa tal actitud: “Pero el fundamento de Dios está firme, teniendo este sello: Conoce el Señor a los que son Suyos; y: apártese de iniquidad todo aquel que invoca el Nombre de Cristo. Mas en una casa grande, no solamente hay vasos de oro y de plata, sino también de madera y de barro: y asimismo unos para honra, y otros para deshonra. Así que, si alguno se limpiare de estas cosas, será vaso para honra, santificado, y útil para los usos del Señor, y aparejado para toda buena obra... y sigue la justicia, la fe, la caridad, la paz, con los que invocan al Señor de puro corazón” (2 Timoteo 2:19-22). “Si sacares lo precioso de lo vil, serás como Mi boca. Conviértanse ellos a ti, y tú no te conviertas a ellos” (Jeremías 15:19).