Un remanente traído de la cautividad

 
Los libros de Esdras y Nehemías abren una nueva página en la historia de los caminos y tratos de Dios: la intervención de Su gracia hacia un remanente que Él ha traído de la cautividad al país de Israel. Estos dos libros nos presentan los dos lados de la obra de Dios en bondad. No encontramos aquí el poder, sino la gracia; no la institución de un nuevo estado de cosas, sino la gracia de Dios interviniendo para sostener a un remanente. La ausencia de instrucciones particulares de Su parte y de una autoridad establecida según Su pensamiento, Dios conducía a aquellos que gozaban de Su secreto —a aquellos que tenían fe— a confiarse en Él en todas las circunstancias. Esto está lleno de enseñanzas para nosotros que nos encontramos ahora en una situación sorprendentemente análoga y similar a aquella del remanente de Israel o Judá que ha vuelto de Babilonia. De esto hallaremos abundantes pruebas en la corta exposición que me propongo hacer ahora.
Comencemos naturalmente por el primer libro —Esdras— cuyo tema es la Casa de Dios. En Nehemías, veremos que el gran tema y sujeto de este es la ciudad. Aunque se trate de la construcción del templo o de las murallas, es la relación del remanente con Dios lo que constituye el objeto principal de cada uno de estos libros.