Capítulo 5:6-21: El epílogo

Confirmación de la obra de Dios en los creyentes, por la cual saben que tienen vida eterna*
Los santos en los días de Juan estaban siendo bombardeados por maestros anticristianos que buscaban quebrantar su confianza en la verdad que habían recibido de los apóstoles y en la relación que tenían con el Padre y el Hijo a través de la vida eterna*. Por tanto, Juan fue guiado a cerrar la epístola con una serie de testigos y pruebas que confirman la realidad de estas cosas a las que ellos habían sido traídos. J. N. Darby dijo: “Viendo que habían seductores que procuraban desviarlos como estando deficientes en algo importante, y que se presentaban como si poseyesen una luz superior, Juan les señala las marcas de la vida eterna*, para reafirmarlos; desarrollando la excelencia de esta vida y la posición que ellos tenían como aquellos que la disfrutaban; y, para que comprendiesen lo que Dios les había dado, para que de ninguna manera fueran perturbados en sus mentes” (Synopsis of the Books of the Bible, edición Loizeaux, vol. 5, página 536).
A través de la epístola, Juan ha dado una serie de pruebas y contrapruebas para ayudar a los santos a identificar a los que son verdaderos y a los que no lo son. Ahora, antes de cerrar la epístola, toma un poco más de tiempo para darles una serie de testimonios que confirman la realidad de la obra de Dios en sus propias almas, y así darles la seguridad de que poseen la vida eterna*.
El triple testimonio del agua, la sangre y el Espíritu
Capítulo 5:6-8.— Juan comienza señalando el triple testimonio de la obra de Dios en el alma de cada cristiano, diciendo: “Este es Jesucristo, que vino por agua y sangre: no por agua solamente, sino por agua y sangre. Y el Espíritu es el que da testimonio: porque el Espíritu es la verdad. Porque tres son los que dan testimonio: el Espíritu, y el agua, y la sangre: y estos tres concuerdan en uno” (versículos 6-8, traducción J. N. Darby). (El versículo 7, que aparece en las versiones Reina-Valera, tiene muy poco apoyo en los manuscritos griegos y no debería estar en el texto. Habla de un testimonio en el cielo, pero los que están en el cielo no necesitan testimonio).
Venir por “agua” y “sangre” significa que el Señor Jesús vino a realizar una limpieza moral y judicial para los hombres, que es lo que significan el agua y la sangre. Estas dos cosas fluyeron del costado del Cristo muerto, mostrando que la purificación de la humanidad solo puede obtenerse a través de lo que Él logró en Su muerte. El relato histórico en Juan 19:3434But one of the soldiers with a spear pierced his side, and forthwith came there out blood and water. (John 19:34) menciona la sangre primero, porque él mira las cosas desde la perspectiva de lo que se necesitaba para quitar el pecado de delante de Dios. Solo la sangre (lo que ella significa) puede hacer esto y necesariamente debe ser lo primero, ya que sin ella no se podría aplicar el agua.
En este pasaje, Juan menciona el agua primero porque está hablando del orden en que nosotros entramos en la bienaventuranza de estas cosas. Cuando Dios obra los hombres, la limpieza con agua tiene lugar primero. Esto se efectúa por medio del nuevo nacimiento, en el cual una persona es lavada de su estado inmundo, y “está todo limpio” (Juan 3:5; 13:10; 15:35Jesus answered, Verily, verily, I say unto thee, Except a man be born of water and of the Spirit, he cannot enter into the kingdom of God. (John 3:5)
10Jesus saith to him, He that is washed needeth not save to wash his feet, but is clean every whit: and ye are clean, but not all. (John 13:10)
3Now ye are clean through the word which I have spoken unto you. (John 15:3)
; 1 Corintios 6:1111And such were some of you: but ye are washed, but ye are sanctified, but ye are justified in the name of the Lord Jesus, and by the Spirit of our God. (1 Corinthians 6:11)). La limpieza de la sangre es algo más; se produce cuando una persona, que ha nacido de Dios, descansa en fe en la obra consumada de Cristo en la cruz. El creyente es así lavado judicialmente de sus pecados (1 Juan 1:77But if we walk in the light, as he is in the light, we have fellowship one with another, and the blood of Jesus Christ his Son cleanseth us from all sin. (1 John 1:7); Apocalipsis 1:55And from Jesus Christ, who is the faithful witness, and the first begotten of the dead, and the prince of the kings of the earth. Unto him that loved us, and washed us from our sins in his own blood, (Revelation 1:5)) y su conciencia es limpiada de su culpa (Hebreos 9:1414How much more shall the blood of Christ, who through the eternal Spirit offered himself without spot to God, purge your conscience from dead works to serve the living God? (Hebrews 9:14)). El “Espíritu” que “es la verdad” da testimonio de estas cosas en el creyente al venir a morar en él, y así es “sellado” para el día final de redención cuando el Señor venga (Efesios 1:13; 4:3013In whom ye also trusted, after that ye heard the word of truth, the gospel of your salvation: in whom also after that ye believed, ye were sealed with that holy Spirit of promise, (Ephesians 1:13)
30And grieve not the holy Spirit of God, whereby ye are sealed unto the day of redemption. (Ephesians 4:30)
; 2 Corintios 1:21-2221Now he which stablisheth us with you in Christ, and hath anointed us, is God; 22Who hath also sealed us, and given the earnest of the Spirit in our hearts. (2 Corinthians 1:21‑22)). Por lo tanto, el agua tiene que ver con la purificación y la sangre con la expiación. La consagración de los sacerdotes en el Antiguo Testamento ilustra este mismo orden tipológicamente. Primero fueron bañados en “agua” (Éxodo 29:44And Aaron and his sons thou shalt bring unto the door of the tabernacle of the congregation, and shalt wash them with water. (Exodus 29:4)), luego rociados con “sangre” (Éxodo 29:2020Then shalt thou kill the ram, and take of his blood, and put it upon the tip of the right ear of Aaron, and upon the tip of the right ear of his sons, and upon the thumb of their right hand, and upon the great toe of their right foot, and sprinkle the blood upon the altar round about. (Exodus 29:20)) y finalmente ungidos con “aceite”, una figura del Espíritu Santo (Éxodo 29:2121And thou shalt take of the blood that is upon the altar, and of the anointing oil, and sprinkle it upon Aaron, and upon his garments, and upon his sons, and upon the garments of his sons with him: and he shall be hallowed, and his garments, and his sons, and his sons' garments with him. (Exodus 29:21)).
Juan luego repite estas tres cosas en el versículo 8, pero aquí el orden es diferente; el Espíritu es colocado antes que el agua y la sangre. Esto se debe a que, a la hora de conocer y disfrutar estas bendiciones, es el Espíritu de Dios (nuestro Guía y Maestro) el que nos conduce a su bien, convirtiéndolas en una realidad viva en nuestras almas (Juan 16:1313Howbeit when he, the Spirit of truth, is come, he will guide you into all truth: for he shall not speak of himself; but whatsoever he shall hear, that shall he speak: and he will show you things to come. (John 16:13)). Entonces, con el Espíritu de Dios morando en nuestros corazones, sabemos que somos nacidos de Dios porque tenemos un interés en las cosas divinas que nunca tuvimos en los días antes de nuestra conversión. Tal habilidad solo puede resultar de tener una nueva vida y naturaleza que se transmite a través de un nuevo nacimiento. También sabemos que Dios quitó nuestros pecados. Esto se prueba por el hecho de que tenemos paz en nuestras almas con respecto al asunto de nuestros pecados; esto es algo que solía perturbarnos antes de ser salvos. Además de estas dos cosas, ahora vivimos en el disfrute diario de estas maravillosas verdades en comunión con el Padre y el Hijo. Esto solo podría ser posible mediante la obra del Espíritu de Dios que habita en nosotros (Juan 4:1414But whosoever drinketh of the water that I shall give him shall never thirst; but the water that I shall give him shall be in him a well of water springing up into everlasting life. (John 4:14)). Juan dice: “Estos tres concuerdan en uno”.
Dígasele a un hijo de Dios, que tiene estos tres testimonios, que lo que él ha creído no es cierto, y descartará la idea de inmediato. Él sabe que ha nacido de nuevo y que sus pecados han sido quitados. Además, está genuinamente feliz en su relación con el Señor y disfruta de sus bendiciones. Estas cosas prueban que se convirtió y nadie puede convencerlo de lo contrario.
El testimonio de los hombres y el testimonio de Dios
Capítulo 5:9-12.— Juan trae algo más, diciendo: “Si recibimos el testimonio de los hombres, el testimonio de Dios es mayor; porque éste es el testimonio de Dios, que ha testificado de Su Hijo. El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo: el que no cree á Dios, le ha hecho mentiroso; porque no ha creído en el testimonio que Dios ha testificado de Su Hijo”. Juan señala dos testigos más: “el testimonio de los hombres” y “el testimonio de Dios”. El testimonio de los hombres es el testimonio objetivo que nos ha llegado a través del evangelio acerca de Jesús, el Hijo de Dios (Lucas 24:4848And ye are witnesses of these things. (Luke 24:48); Hechos 1:8; 3:15; 5:32; 10:398But ye shall receive power, after that the Holy Ghost is come upon you: and ye shall be witnesses unto me both in Jerusalem, and in all Judea, and in Samaria, and unto the uttermost part of the earth. (Acts 1:8)
15And killed the Prince of life, whom God hath raised from the dead; whereof we are witnesses. (Acts 3:15)
32And we are his witnesses of these things; and so is also the Holy Ghost, whom God hath given to them that obey him. (Acts 5:32)
39And we are witnesses of all things which he did both in the land of the Jews, and in Jerusalem; whom they slew and hanged on a tree: (Acts 10:39)
). Los hombres nos han anunciado las buenas nuevas y nos han dicho que, si recibimos a Cristo como nuestro Salvador, tendremos la salvación eterna. Habiendo recibido su testimonio y creído en Cristo, probamos que es verdad, porque fue confirmado en nuestras almas por un testimonio aún mayor: el testimonio de Dios. Dios ha dado testimonio de Su gracia salvadora en Su Hijo, dándole al creyente un sentido profundo e innegable en su alma de que ha pasado de muerte a vida (Juan 5:2424Verily, verily, I say unto you, He that heareth my word, and believeth on him that sent me, hath everlasting life, and shall not come into condemnation; but is passed from death unto life. (John 5:24); 1 Juan 3:1414We know that we have passed from death unto life, because we love the brethren. He that loveth not his brother abideth in death. (1 John 3:14)). Esto es lo que Juan quiere decir cuando dice que los creyentes tienen este testimonio “en sí mismos”. Es un testimonio subjetivo confirmado en nuestra alma por el disfrute de la vida eterna*, que es tener comunión consciente con el Padre y el Hijo (Juan 17:33And this is life eternal, that they might know thee the only true God, and Jesus Christ, whom thou hast sent. (John 17:3)). Por eso, Juan dice: “Y este es el testimonio: Que Dios nos ha dado vida eterna*; y esta vida está en Su Hijo”. Por tanto, la vida eterna* que se disfruta en el alma es una prueba práctica de la salvación de nuestras almas.
Nuevamente, dígasele al creyente, que vive en feliz comunión con el Padre y el Hijo, que lo que está experimentando no es verdad y la sugerencia de tal opositor será rechazada de inmediato. Todo creyente que anda en el Espíritu en comunión con Dios sabe por experiencia práctica que la sugerencia es falsa; él tiene la prueba viviente en sí mismo.
Por otro lado, la persona que simplemente profesa ser un hijo de Dios no tendrá este testimonio en él, porque no ha creído verdaderamente en el “testimonio” que Dios ha dado de Su Hijo (versículo 10). De acuerdo con el estilo abstracto de Juan, da la conclusión simple: “El que tiene al Hijo, tiene la vida: el que no tiene al Hijo de Dios, no tiene la vida” (versículo 12).
Tres verdades fundamentales sobre la vida eterna*
•  Es un don; no es algo merecido (versículo 11a).
•  Solo se encuentra en el Hijo (versículo 11b).
•  Es la posesión actual del creyente (versículo 12).
El testimonio de la epístola de Juan divinamente inspirada
Capítulo 5:13.— Juan presenta otro testimonio de la realidad de la obra de Dios en nuestras almas, mediante el cual sabemos que tenemos vida eterna*: lo que él había escrito bajo inspiración divina. Él dice: “Estas cosas os he escrito para que sepáis que vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios tenéis vida eterna*” (traducción W. Kelly). En el lenguaje más claro, afirma por qué escribió la epístola; fue para que los santos tuvieran un documento escrito, inspirado por Dios, al que pudieran acudir y tuvieran la certeza de poseer la vida eterna*. Este es un testimonio aún mayor que el que Dios produce subjetivamente en nuestros corazones, porque la Palabra de Dios divinamente inspirada es más grande que los sentimientos y experiencias personales, incluso si esos sentimientos y experiencias fueron producidos por Dios mismo.
La Palabra de Dios le da al creyente un fundamento sólido sobre el cual puede descansar en fe. Se puede confiar en lo que Dios escribió por el Espíritu en Su Palabra más allá de toda duda porque es imposible que Dios mienta (Tito 1:22In hope of eternal life, which God, that cannot lie, promised before the world began; (Titus 1:2); Hebreos 6:1818That by two immutable things, in which it was impossible for God to lie, we might have a strong consolation, who have fled for refuge to lay hold upon the hope set before us: (Hebrews 6:18)). El escritor de la Epístola a los Hebreos dice que el Espíritu “atestíguanos” (Hebreos 10:15-1715Whereof the Holy Ghost also is a witness to us: for after that he had said before, 16This is the covenant that I will make with them after those days, saith the Lord, I will put my laws into their hearts, and in their minds will I write them; 17And their sins and iniquities will I remember no more. (Hebrews 10:15‑17)). Cita Jeremías 31:33-3433But this shall be the covenant that I will make with the house of Israel; After those days, saith the Lord, I will put my law in their inward parts, and write it in their hearts; and will be their God, and they shall be my people. 34And they shall teach no more every man his neighbor, and every man his brother, saying, Know the Lord: for they shall all know me, from the least of them unto the greatest of them, saith the Lord: for I will forgive their iniquity, and I will remember their sin no more. (Jeremiah 31:33‑34) para mostrar que cuando Dios trae a las personas a la bendición, quita sus pecados e iniquidades, y que ya no se acordará más de ellos. Lo que el Espíritu ha escrito en relación con los pecados del creyente se puede consultar dondequiera que se encuentre una biblia. Cuando se abre y se leen pasajes sobre la salvación y seguridad del creyente, recibimos el testimonio del Espíritu sobre nuestra relación eterna en Cristo. ¡Todo lo que tenemos que hacer es creer en el testimonio! Esto lo hará el verdadero hijo de Dios, porque no solo cree en Dios, sino que cree en Su Palabra. Esto se ilustra en Abraham; él “creyó ... á Dios” y esto le fue considerado como justicia (Romanos 4:33For what saith the scripture? Abraham believed God, and it was counted unto him for righteousness. (Romans 4:3)). Por lo tanto, tenemos en la infalible Palabra de Dios la mayor prueba de todas, porque en el Salmo 138:22I will worship toward thy holy temple, and praise thy name for thy lovingkindness and for thy truth: for thou hast magnified thy word above all thy name. (Psalm 138:2) dice: “Porque has magnificado Tu Palabra más allá de todo Tu Nombre” (traducción J. N. Darby).
En este punto, Juan usa una palabra diferente para “conocer” de la que había estado usando en el capítulo 4. Estaba usando la palabra “ginosko” en griego (capítulo 4:2,6 [dos veces],7,8,13,16; 5:2), que es el conocimiento objetivo derivado de hechos sobre alguien o algo. Pero ahora cambia a “oida” en griego (capítulo 5:13,15 [dos veces],18,19,20a). Esta palabra traducida como “saber” se refiere a un conocimiento consciente de algo o de alguien que se adquiere a través de una relación y comunión íntima y personal. Usar “oida” como lo hace Juan aquí indica que él quería que ellos supieran la verdad de estas cosas no solo por lo que había escrito, sino por experiencia personal con el Señor.
Denuedo en la oración
Capítulo 5:14-17.— Juan presenta otra prueba de la bienaventuranza de la vida eterna*. Tener comunión íntima con el Padre y el Hijo a través de esta vida resulta en conocer la mente y la voluntad de Dios. Esto produce nuestra confianza en Dios, que se traduce en una vida de oración con denuedo que recibe las cosas que uno pide. Juan dice: “Y esta es la confianza [denuedo, traducción J. N. Darby] que tenemos en Él, que si demandáremos alguna cosa conforme á Su voluntad, Él nos oye. Y si sabemos que Él nos oye en cualquiera cosa que demandáremos, sabemos que tenemos las peticiones que le hubiéremos demandado”. El apóstol Pablo nos dice que este acceso con denuedo a la presencia de Dios es el resultado de haber recibido “el Espíritu de adopción”. Esto nos da libertad para clamar: “Abba, Padre” (Romanos 8:1515For ye have not received the spirit of bondage again to fear; but ye have received the Spirit of adoption, whereby we cry, Abba, Father. (Romans 8:15)), lo que indica intimidad y comunión inteligente con Dios. También dice que, al entrar en la presencia de Dios con tal denuedo santo, el Espíritu de Dios “da testimonio á nuestro espíritu que somos hijos de Dios” (Romanos 8:1616The Spirit itself beareth witness with our spirit, that we are the children of God: (Romans 8:16)). Es una prueba viviente de que somos Sus hijos porque solo aquellos que son Sus hijos pueden acercarse a Él con tanta libertad y recibir las peticiones que piden.
Juan no está diciendo que todas las peticiones de oración que hagamos serán concedidas. Es muy posible que un creyente pida algo que solo ministra a su carne y, por supuesto, tal solicitud no será concedida (Santiago 4:33Ye ask, and receive not, because ye ask amiss, that ye may consume it upon your lusts. (James 4:3)). Juan, por lo tanto, califica su observación diciendo que nuestras peticiones de oración deben ser “conforme á Su voluntad”. Él nos da lo que pedimos solo cuando “el Padre” es “glorificado en el Hijo” en lo que Él concede (Juan 14:13-1413And whatsoever ye shall ask in my name, that will I do, that the Father may be glorified in the Son. 14If ye shall ask any thing in my name, I will do it. (John 14:13‑14)). Juan, de acuerdo con su estilo abstracto de lo absoluto, no considera que un creyente pida algo más que la voluntad de Dios, porque ve al creyente viviendo en una condición ideal de alma. Por eso dice: “En cualquiera cosa que demandáremos, sabemos (oida) que tenemos las peticiones que le hubiéremos demandado”.
Capítulo 5:16.— Sobre el tema de la oración, Juan agrega que debemos tener discernimiento cuando intercedemos por los demás. Dice: “Si alguno viere cometer á su hermano pecado no de muerte, demandará y se le dará vida; digo á los que pecan no de muerte. Hay pecado de muerte, por el cual yo no digo que ruegue”. La circunstancia que Juan tiene en mente es cuando uno de los hijos de Dios ha pecado, y como resultado, Dios lo ha afligido con enfermedades, en Sus tratos disciplinarios. En circunstancias normales, Juan dice que debemos orar por su restauración espiritual y sanidad física. El amor divino hará eso. Sin embargo, si la naturaleza del fracaso es un curso de cosas que deshonra públicamente el nombre del Señor de una manera marcada, su pecado puede ser lo que Juan llama un “pecado de muerte”. Es decir, puede ser que el Señor saque a la persona de la tierra mediante la muerte (Juan 15:22Every branch in me that beareth not fruit he taketh away: and every branch that beareth fruit, he purgeth it, that it may bring forth more fruit. (John 15:2); 1 Corintios 5:2; 11:302And ye are puffed up, and have not rather mourned, that he that hath done this deed might be taken away from among you. (1 Corinthians 5:2)
30For this cause many are weak and sickly among you, and many sleep. (1 Corinthians 11:30)
; Santiago 5:2020Let him know, that he which converteth the sinner from the error of his way shall save a soul from death, and shall hide a multitude of sins. (James 5:20); Eclesiastés 7:1717Be not over much wicked, neither be thou foolish: why shouldest thou die before thy time? (Ecclesiastes 7:17)). En tales casos, debemos discernir no orar por su sanidad, sino dejarlo en las manos del Señor. Ananías y Safira son un ejemplo de creyentes con pecado de muerte, excepto que en su caso no involucró enfermedad (Hechos 5:1-111But a certain man named Ananias, with Sapphira his wife, sold a possession, 2And kept back part of the price, his wife also being privy to it, and brought a certain part, and laid it at the apostles' feet. 3But Peter said, Ananias, why hath Satan filled thine heart to lie to the Holy Ghost, and to keep back part of the price of the land? 4Whiles it remained, was it not thine own? and after it was sold, was it not in thine own power? why hast thou conceived this thing in thine heart? thou hast not lied unto men, but unto God. 5And Ananias hearing these words fell down, and gave up the ghost: and great fear came on all them that heard these things. 6And the young men arose, wound him up, and carried him out, and buried him. 7And it was about the space of three hours after, when his wife, not knowing what was done, came in. 8And Peter answered unto her, Tell me whether ye sold the land for so much? And she said, Yea, for so much. 9Then Peter said unto her, How is it that ye have agreed together to tempt the Spirit of the Lord? behold, the feet of them which have buried thy husband are at the door, and shall carry thee out. 10Then fell she down straightway at his feet, and yielded up the ghost: and the young men came in, and found her dead, and, carrying her forth, buried her by her husband. 11And great fear came upon all the church, and upon as many as heard these things. (Acts 5:1‑11)).
Ser sacado de la tierra de esa manera no significa que el creyente haya perdido su salvación, sino que está siendo llamado al cielo y quitado de su lugar de testimonio en la tierra. Se le quita el privilegio de representar a Cristo en la tierra, porque se ha portado muy mal al llevar el nombre de Cristo ante el mundo. Como cristianos, estamos aquí en la tierra como “embajadores en nombre de Cristo” (2 Corintios 5:2020Now then we are ambassadors for Christ, as though God did beseech you by us: we pray you in Christ's stead, be ye reconciled to God. (2 Corinthians 5:20)). Nuestras vidas deben recomendarlo al mundo, pero si nos comportamos de una manera que perjudica seriamente el testimonio del Señor, es posible que se nos llame al cielo por medio de la muerte.
Para ilustrar el punto aquí, supongamos que los niños de una familia salen a jugar al patio después de la cena, y uno de ellos comienza a pelear con los demás y se desarrolla un gran alboroto. La madre llama al niño que causó el problema y le dice que, si no se porta bien, tendrá que entrar. El niño acepta la advertencia y vuelve a jugar con los demás. Poco después, la confusión vuelve a estallar y la madre llama al mismo niño a la puerta y le da otra advertencia. Pero después de que comienza a jugar de nuevo, se encuentra en medio de otro lío. La madre lo vuelve a llamar, y esta vez le dice al niño que entre y se ponga el pijama, porque el juego se acabó para él esa noche.
Habiendo hablado de las formas de gobierno de Dios en el juicio con Sus hijos (1 Pedro 1:16-1716Because it is written, Be ye holy; for I am holy. 17And if ye call on the Father, who without respect of persons judgeth according to every man's work, pass the time of your sojourning here in fear: (1 Peter 1:16‑17)), no debemos pensar que cada enfermedad que viene a los hijos de Dios es porque Dios les esté castigando gubernamentalmente debido a algún pecado en sus vidas. Lázaro es un ejemplo; su enfermedad era para la gloria de Dios, no porque estuviera viviendo de una manera descuidada en pecado (Juan 11:44When Jesus heard that, he said, This sickness is not unto death, but for the glory of God, that the Son of God might be glorified thereby. (John 11:4)). Juan también admite la posibilidad de que la mano de Dios en la disciplina no llegue a la muerte, afirmando: “Toda maldad es pecado; mas hay pecado no de muerte” (versículo 17). Es decir, toda injusticia es pecado y tiene sus consecuencias gubernamentales, pero estas consecuencias no siempre llevan a la muerte.
Resumen de los testimonios de la vida eterna*
•  El testimonio del “agua”.— El efecto purificador del agua resultante del nuevo nacimiento produjo en nosotros una capacidad para las cosas divinas por el hecho de tener una nueva vida. El estar genuinamente interesado en las cosas de Dios es prueba de que tenemos vida y naturaleza nuevas.
•  El testimonio de la “sangre”.— El efecto limpiador de la sangre (una señal de la obra consumada de Cristo) es testificada en el hecho de que tenemos paz con Dios y paz en nuestras almas en relación con nuestros pecados, y así declara que poseemos vida eterna*.
•  El testimonio del “Espíritu” que mora en nosotros.— El hecho de que vivamos en el gozoso disfrute de nuestras bendiciones en Cristo es una prueba del testimonio del Espíritu de que tenemos vida eterna*.
•  El testimonio de los “hombres”.— Los siervos de Dios que salieron anunciando el evangelio nos dijeron que al creer, tenemos vida eterna*, y hemos probado que su testimonio es verdadero.
•  El testimonio de “Dios”.— Dios mismo confirma el testimonio de los hombres, dando a los creyentes el gozo de la vida eterna*, que es tener comunión consciente con el Padre y el Hijo.
•  La Palabra de Dios “atestíguanos”.— Las Escrituras dan testimonio del hecho de que los creyentes tienen vida eterna*.
•  El Espíritu de adopción da testimonio “a [junto con]” nuestro espíritu de que somos hijos de Dios (traducción J. N. Darby). Nuestra libertad en Su presencia y el poder de la oración testifican del hecho de que tenemos vida eterna*.
Comentarios finales
Capítulo 5:18-21.— Juan concluye reiterando algunas de las grandes verdades que mencionó en la epístola. Al resumir las cosas, menciona tres elementos particulares, cada uno de los cuales comienza con la palabra “sabemos” (“oida”):
Primero, Sabemos que cualquiera que es nacido de Dios, no peca; mas el que es engendrado de Dios, se guarda á sí mismo, y el maligno no le toca” (versículo 18). Aprendemos de esto que, aunque hay muchos maestros anticristianos en acción, sembrando sus semillas malignas en los hombres, ellos no pueden frustrar la obra de Dios en las almas. Aquellos en quienes Dios ha obrado han nacido de Dios y, por lo tanto, tienen vida y naturaleza nuevas que no pueden pecar (capítulo 3:9). Viviendo en el disfrute de esa vida, en comunión con el Padre y el Hijo (la esencia de la vida eterna*; Juan 17:33And this is life eternal, that they might know thee the only true God, and Jesus Christ, whom thou hast sent. (John 17:3)), no es posible que el maligno influya en el creyente, porque la nueva vida no responderá a sus ataques malvados. Entonces, no importa cuán oscuros puedan llegar a ser estos últimos días y cuán espiritualmente peligrosos puedan ser los tiempos, los cristianos aún pueden vivir vidas piadosas para la gloria de Dios. Por lo tanto, no tenemos excusa para no andar bien con el Señor.
En segundo lugar, Juan dice: Sabemos que somos de Dios, y todo el mundo está en el maligno” (versículo 19, traducción J. N. Darby). Usando las pruebas y contrapruebas que Juan dio en la epístola, podemos identificar a los que son verdaderos creyentes y a los que son falsos. No solo “sabemos que somos de Dios”, sino que también conocemos a los que son del mundo y están bajo el poder del “maligno”. Esto nos da una comprensión clara de con quién debemos andar (2 Timoteo 2:2222Flee also youthful lusts: but follow righteousness, faith, charity, peace, with them that call on the Lord out of a pure heart. (2 Timothy 2:22)) y a quién debemos evitar (2 Timoteo 3:1-51This know also, that in the last days perilous times shall come. 2For men shall be lovers of their own selves, covetous, boasters, proud, blasphemers, disobedient to parents, unthankful, unholy, 3Without natural affection, trucebreakers, false accusers, incontinent, fierce, despisers of those that are good, 4Traitors, heady, highminded, lovers of pleasures more than lovers of God; 5Having a form of godliness, but denying the power thereof: from such turn away. (2 Timothy 3:1‑5)).
Tercero, para asegurarse de no dejarlos con dudas acerca de la verdad de la Persona de Cristo (que fue atacada por falsos maestros; capítulos 2:22-23; 4:1-3), Juan declara: “Empero sabemos que el Hijo de Dios es venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero: y estamos en el verdadero, en Su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios, y la vida eterna*” (versículo 20). Al decir esto, Juan nos trae de regreso al punto donde comenzó la epístola: a la encarnación de Cristo. Con la venida de Cristo, hubo una revelación completa del Padre y del Hijo. Juan llama a esto “entendimiento”. Como resultado, por la fe podemos tener una relación viva con “el que es verdadero”. Juan luego afirma enfáticamente que el Hijo de Dios, “Jesucristo”, es “el verdadero Dios, y la vida eterna”. Esto confirma Su divinidad y el hecho de que Él es la personificación de la Vida Eterna*.
Versículo 21.— Juan termina la epístola de una manera muy inusual. No hace salutaciones finales, ni menciona que desea la gracia de Dios para con los santos, como lo hacen Pablo y Pedro en sus epístolas. (La palabra “Amén”, como en las versiones Reina-Valera, no debería estar al final del texto). En cambio, da una exhortación de advertencia: “Hijitos, guardaos de los ídolos”. Juan no se refiere a los objetos literales de adoración que los paganos hacen de madera y piedra, etc., sino al principio de la idolatría. Un ídolo, en principio, es cualquier cosa que captura los afectos de nuestro corazón y desplaza a Cristo del lugar que le corresponde allí. Puede ser un pasatiempo, una recreación, un deporte, una actividad empresarial, etc. Cualquiera que sea el interés, si consume nuestra atención, nuestro tiempo y nuestra energía, es un ídolo. Un rasgo característico de la idolatría es que quien está practicándola se vuelve ciego a ella (Salmo 115:4-84Their idols are silver and gold, the work of men's hands. 5They have mouths, but they speak not: eyes have they, but they see not: 6They have ears, but they hear not: noses have they, but they smell not: 7They have hands, but they handle not: feet have they, but they walk not: neither speak they through their throat. 8They that make them are like unto them; so is every one that trusteth in them. (Psalm 115:4‑8)). ¡Nos roba el corazón y no nos damos cuenta! Por lo tanto, prestemos atención a la advertencia de Juan.