D.E. Rule, W. Carrion, N. Vega
En ocasiones, quienes profesan ser creyentes en el Señor Jesucristo dicen que si Adán y Eva fueron esposos sin casarse; entonces, por qué es necesario que una pareja se case hoy en día. ¿Tienen razón? Si leemos la Biblia es claro que no. Empezando con Adán y Eva, la Biblia dice que una pareja es una sola carne. Ella literalmente fue formada de él en una forma que nadie más ha sido hecho por Dios. Dudo que alguien vaya a decir que debemos vestirnos públicamente como ellos antes de su caída en pecado. Ellos empezaron en el jardín en inocencia; pero ya no estamos en inocencia, sino que tenemos una conciencia. Además, en aquel entonces en el mundo no había otro hombre u otra mujer. Pero en la actualidad hay más de tres mil millones de varones y una cantidad mayor de mujeres. En ese entonces, no había gobiernos; pero ahora hay gobiernos, cuya autoridad es permitida por Dios, pese a que muchas veces no gobiernan en el temor del Señor. Considera que no había otro ser humano que pueda casarse o que pueda registrar el matrimonio o que sirva como testigo, pero actualmente sí los hay. La Biblia dice que es necesario discernir los tiempos y bien vale considerar esto, pues no estamos en el mismo tiempo o dispensación que Adán y Eva vivieron. Ellos empezaron en inocencia, pero luego de comer del fruto de árbol del conocimiento del bien y del mal, recibieron una conciencia.
Después del diluvio, Dios instituyó gobiernos (ve Génesis 9). ¿Y qué dice la Biblia acerca de nuestras responsabilidades a los gobiernos, y qué autoridad tienen ellos? En Romanos 13:11Let every soul be subject unto the higher powers. For there is no power but of God: the powers that be are ordained of God. (Romans 13:1) leemos: “Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos”. Las autoridades establecen en un país lo que consta en un matrimonio legal. No son los hermanos, ni las congregaciones, ni los individuos quienes deciden lo que constituye un matrimonio. Tenemos el privilegio y la responsabilidad de orar por quienes están en puestos de autoridad y someternos a las leyes que no van en contra de la Palabra de Dios; pues en tal caso: “Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres” (Hechos 5:2929Then Peter and the other apostles answered and said, We ought to obey God rather than men. (Acts 5:29)). Así que solo cuando las leyes van en contra de lo que enseña la Biblia, entonces tenemos que obedecer a lo que Dios nos dice en Su Palabra y sufrir las consecuencias.
Por lo general, las leyes de un país son claras respecto al matrimonio entre un hombre y una mujer. Pues cuando un varón y una mujer tienen relaciones sexuales antes de casarse es fornicación. Hay aquellos que dicen que no es necesario cumplir la ley; mientras que otros pregonan que después de un tiempo se convierte en matrimonio por la ley de “unión de hecho”. Sin embargo, quienes caen en estas trampas son culpables de fornicación, la cual tiene efectos en sus vidas hasta que el Señor venga. Recordemos que cosechamos lo que sembramos.
Cabe señalar que la “unión de hecho”, legalmente tan solamente constituye una sociedad de bienes, sin que esto por ningún concepto signifique o equivalga al matrimonio; lo cual se estableció para proteger a uno de los convivientes de la irresponsabilidad del otro. Pero lamentablemente esta relación empieza cuando se ha consumado el pecado de fornicación.
Muchos hablan del matrimonio civil y el matrimonio eclesiástico, y preguntan cuál de los dos es válido. La respuesta es: el que cumpla con las leyes donde se vive. Si la ley dice que el matrimonio válido es el que se lleva a cabo en el registro civil, no hay inconveniente en seguido a este evento tener un tiempo o ceremonia ante los hermanos, familiares y otros. Lo que no es correcto es pensar que el uno reemplaza el otro.
Cuán bueno es tener una conciencia limpia ante Dios y ante los hombres, para tener un testimonio que glorifica a Dios, y una relación donde se ha mantenido la pureza antes de casarse y ser esposos. Es algo que traerá consecuencias durante el resto de su vida mientras esté aquí en la tierra. Así que no conviene que permitamos cosas en nuestras vidas que nos dejarán huellas permanentes. Y cuánto mejor es obedecer y gozar de todo lo que nuestro Padre tiene para nuestro bien.
Amados hermanos, creo que es importante recordar que quienes hemos creído en Jesucristo como nuestro Salvador lo consideremos también como nuestro Señor; pues la vida cristiana no consiste en adaptarnos al mundo sino en vivir conforme a lo que le agrada a nuestro Señor, pues ahora Él es el dueño de nuestras vidas ya que nos compró con Su preciosa sangre.
Consideremos lo que dice 2 Corintos 3:2: “Nuestras cartas sois vosotros, escritas en nuestros corazones, conocidas y leídas por todos los hombres”. La última parte del versículo menciona que somos conocidos y leídos por todos los hombres. ¡Inclusive los analfabetos pueden leer lo que dice nuestra vida no por lo que decimos, sino por la manera en que nos conducimos!
En Hebreos 13:1818Pray for us: for we trust we have a good conscience, in all things willing to live honestly. (Hebrews 13:18) leemos: “Orad por nosotros; pues confiamos en que tenemos buena conciencia, deseando conducirnos bien en todo”. Vale orar por los demás y por nosotros mismos y por la situación que individualmente cada uno estamos viviendo; sin embargo, es necesario que a la luz de lo que mira la gran nube de testigos a nuestro alrededor y nuestros amados hermanos procuremos tener una “buena conciencia” y que estemos “deseando conducirnos bien en todo”.
En una relación de unión libre en la que se sobreentiende que “si las cosas van bien siguen juntos y si no se separaran”, vale considerar las siguientes preguntas: ¿Crees que esto da seguridad a la pareja y a los hijos? ¿Consideras que esto es un compromiso para toda la vida? ¿Se entiende que hay lealtad y pureza para el conviviente? Pues bien vale recordar que el matrimonio es figura de Cristo y de la Iglesia, así que considera seriamente lo que estás proyectando a los demás: “Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos. Porque Cristo para esto murió y resucitó, y volvió a vivir, para ser Señor así de los muertos como de los que viven” (Romanos 14:8-98For whether we live, we live unto the Lord; and whether we die, we die unto the Lord: whether we live therefore, or die, we are the Lord's. 9For to this end Christ both died, and rose, and revived, that he might be Lord both of the dead and living. (Romans 14:8‑9)).
Consideremos también 1 Pedro 3:15-16: “ ... Santificad a Dios el Señor en vuestros corazones ... Teniendo buena conciencia, para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, sean avergonzados los que calumnian vuestra buena conducta en Cristo. Porque mejor es que padezcáis haciendo el bien, si la voluntad de Dios así lo quiere, que haciendo el mal”. El deseo del Señor es que nuestro corazón sea cautivado por Él y que en respuesta a ello tengamos una buena conducta; además si Él desea que padezcamos debe ser por hacer el bien, no el mal.
Finalmente, vale recordar la advertencia de Pablo sobre la buena conciencia y el impacto que ella tiene en la fe como lo leemos en 1 Timoteo 1:19: “manteniendo la fe y buena conciencia, desechando la cual naufragaron en cuanto a la fe algunos”. Así que procura mantener una buena conciencia y no permitas que tu vida se convierta en un naufragio. Si estás viviendo en una situación que no es conforme a lo que desea el Señor, creo que es el momento oportuno para desear conducirte bien en todo y poner manos a la obra.