Epístola a los Gálatas

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UN VERSÍCULO PARA MEMORIZAR
“Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez
sujetos al yugo de esclavitud.” Gálatas 5:1
El gran tema de esta epístola es la justificación del pecador ante Dios por la fe. El apóstol Pablo pone énfasis especial en el contraste existente entre la ley y la gracia, y condena al judaísmo hasta sus raíces. Lamentaba que tan pronto los creyentes se hubieran cambiado del que les llamó a la gracia de Cristo, a otro evangelio: “Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema (maldito)” (Gl. 1:9)
Pablo deseaba convencer a los creyentes de que su apostolado no era de los hombres, sino dado por el Señor Jesucristo y Dios el Padre; que el evangelio que él predicaba era por revelación de Jesucristo. Él tuvo que reprender a Pedro, quien por miedo a los judíos no fue firme en defender la verdad de que el hombre no es justificado ante Dios por las obras de la ley, y que por las obras de la ley del judaísmo nadie será justificado. Véase detenidamente los capítulos 2:16-21 y 3.
Pablo termina esta enseñanza en esta epístola con las siguientes palabras: “En Cristo Jesús, ni la circuncisión vale nada, ni la incircuncisión, sino una nueva creación.” “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura (creación) es; las cosas viejas pasaron: he aquí todas son hechas nuevas” 2 Corintios 5:17.
El capítulo 5:19-26 trata de la gran diferencia entre las obras de la carne y el fruto del Espíritu. El creyente tiene dos naturalezas:
(a) La naturaleza vieja, o el hombre viejo. (5:19-21)
Esta naturaleza vieja nunca cambia, tampoco se reforma, nos acompaña siempre, pero en la epístola a los Romanos, capítulo 6 versículo 6 se lee: “que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con Él (Cristo), para que el cuerpo del pecado sea destruido” “consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro”. “Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia” (Romanos 6:11, 14).
(b) La naturaleza nueva o el hombre nuevo:
Recibimos esta naturaleza el momento que creemos en Cristo. En un estudio bíblico, un creyente preguntaba: “¿Puede un creyente practicar los pecados enumerados en el capítulo 5:19-21: adulterio, fornicación, inmundicia, disolución, etcétera, etcétera? Un hermano dijo enfáticamente ¡No! Otro hermano dijo: ¡Sí! El primer hermano respondió: “Si fuera así, entonces, yo haría lo que me da la gana”. El otro inmediatamente replicó: “Hermano, si fueras tú un creyente nacido de nuevo, no tendrías deseos de practicar semejantes iniquidades, y si, por la obra de Satanás, cayeras en semejante iniquidad, tendrías tanto dolor en tu alma que te llevaría al arrepentimiento inmediato."
Poseemos, por la fe en Cristo, una naturaleza nueva, una naturaleza divina, y el Espíritu de Dios mora en nosotros: “el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos” (Gl. 5:22-24).
UN PENSAMIENTO PARA LA JUVENTUD
Gálatas 4:31
“De manera, hermanos, que no somos hijos de la esclava, sino de la libre.” Aquí tenemos una alegoría acerca de la ley y la gracia. La ley para nosotros ha servido para mostrarnos nuestra culpabilidad. Es como un espejo: puede mostrar que una cara está sucia, pero no sirve para lavarse la cara. Ahora, nosotros somos libres de la ley. Vamos a cumplir con el contenido moral de la ley si tenemos a Cristo como el objeto en nuestras vidas y seguimos las instrucciones de la Biblia. El motivo es diferente porque no es un asunto de cumplir con una ley, sino de hacer la voluntad de Dios. ¿Hay gozo verdadero en tu vida cristiana o estás viviendo bajo una ley?