Génesis 31

Genesis 31
 
Al final, cuando los hijos de Labán murmuran y el semblante de su padre no era hacia Jacob como antes, Jehová le ordena que regrese a la tierra de sus padres (Génesis 31:3). Su mente está hecha de inmediato. Da una explicación conmovedora a Raquel y Lea, y parte en secreto; porque no había tal confianza en Dios con una conciencia pura como despojarse del temor.
Estaba la mano invisible de Dios; pero el poder y el honor de Dios no podían ser encontrados con rectitud en tal curso. La gracia les daría otro día: todavía no podían serlo. Por lo tanto, roba tímidamente, perseguido como si fuera un ladrón por su suegro, a quien sin embargo Dios toma seriamente en la mano, viniendo a él en un sueño por la noche.
Al sirio (Labán) se le advierte que tenga cuidado con lo que dice o hace a Jacob, e incluso se le obliga a confesarlo él mismo. Mientras Jacob pone su protesta ante él, Labán, después de todo, no puede sino buscar su ayuda, y entra en un pacto especial con el mismo hombre que había alcanzado en su huida.