Jacob desciende largamente, y en su camino Dios habla a Israel “en las visiones de la noche; y dijo: Jacob, Jacob; y él dijo: Aquí estoy. Y Él dijo: Yo soy Dios, el Dios de tu padre: no temas bajar a Egipto; porque allí haré de ti una gran nación: descenderé contigo a Egipto; y ciertamente también te resucitaré, y José pondrá su mano sobre tus ojos” (Génesis 46:2-4).