Josué

Joshua
 
Los grandes principios establecidos en el Pentateuco en cuanto a las relaciones de Dios y el hombre
Hemos pasado, por la bondad de Dios, los cinco libros de Moisés. Han puesto ante nosotros, por un lado, los grandes principios sobre los cuales se fundan las relaciones del hombre con Dios, y de Dios con el hombre, en sus grandes elementos, tales como la redención, el sacrificio y similares; y por otro, la liberación de un pueblo apartado para sí mismo, y las diferentes condiciones en las que fueron colocados, ya sea bajo la gracia en forma de promesa, bajo la ley o bajo el gobierno de Dios establecido sobre ellos por la mediación especial de Moisés.
Hemos tenido ocasión en ellos de examinar la historia de este pueblo en el desierto; y el modelo presentado, por el tabernáculo, de cosas que se revelarían después; sacrificios y sacerdocio, medios de relación con Dios concedidos a los pecadores, en los que realmente se quiere la imagen de nuestra perfecta libertad para acercarnos a Dios, no siendo entonces rasgado el velo, sino en el que la sombra de las cosas celestiales se coloca ante nuestros ojos con el detalle más interesante.
Finalmente, hemos visto que Dios, habiendo pronunciado al final del viaje, en el desierto, la justificación definitiva de Su pueblo, e hizo que Su bendición descansara sobre ellos a pesar de los esfuerzos de sus enemigos, declara bajo qué condiciones el pueblo debe retener la posesión de la tierra, y disfrutar de Su bendición en ella, en la libertad y gracia del don gratuito de Dios en relación inmediata consigo mismo; y cuáles serían las consecuencias de la desobediencia; revelando, al mismo tiempo, Sus propósitos con respecto a este pueblo, propósitos que Él cumpliría para Su propia gloria.1 Esto nos lleva a la toma de posesión de la tierra prometida por el pueblo bajo la guía de Josué.
(1. Sus revelaciones típicas en estos libros, que aunque entrelazadas con la historia son su verdadero tema, son invaluables para nosotros; sólo los privilegios especiales de los cristianos y de la asamblea de Dios, en gracia soberana, no se comunican.)
El alcance del Libro de Josué
Así como el Libro de Números establece el viaje espiritual a través del desierto en el cual la carne fue probada y probada, así este libro está lleno de interés e instrucción, como presentando ante nosotros en tipo los conflictos de los herederos del cielo con la maldad espiritual en los lugares celestiales, cuando hemos entrado en ellos, con un título seguro, sino tener que tomar posesión de ellos por la energía que vence a los enemigos que nos mantendrían fuera, que es la otra parte de la vida cristiana. Los cristianos son bendecidos con todas las bendiciones espirituales en lugares celestiales, como Israel debía disfrutar de bendiciones temporales en lugares terrenales. Es fácil entender que, si podemos usar correctamente (como no dudo) el nombre de Canaán como una expresión figurativa del resto del pueblo de Dios, lo que tenemos que ver aquí no es el resto en sí, sino el conflicto espiritual que asegura el disfrute de las promesas de Dios a los verdaderos creyentes. El final de la Epístola a los Efesios presenta lo que precisamente responde, de hecho alude, a la posición de Israel en este libro. Los santos en la asamblea, habiendo sido vivificados y resucitados con Jesús, tienen su conflicto en los lugares celestiales, como es para aquellos que moran allí que la asamblea es un testimonio, el testimonio de la multiforme sabiduría de Dios.
Jordania y Canaán como tipos
Es digno de notar, si el Jordán representa la muerte, y el descanso y la gloria de Canaán, cuán cortos puntos de vista cristianos comunes deben venir de alguna posición cristiana intencionada; por el efecto del cruce de Jordania, y lo que caracterizó lo que siguió, fue la guerra. El ángel de Jehová viene con una espada desenvainada como capitán de las huestes de Jehová. Nos lleva a ver que el cristiano debe aprender que está muerto y resucitado mientras está aquí, y tiene su lugar en el cielo, yace en Cristo, y que es en esta posición que tienen lugar sus verdaderos conflictos.
Josué, un tipo de Cristo guiando a su pueblo
Josué, entonces, representa a Cristo, no como descendiendo en persona para tomar posesión de la tierra, sino como guiando a su pueblo a través del poder del Espíritu Santo, que actúa y mora en medio de este pueblo. Sin embargo, en Josué, como en todas las demás personas típicas, se encuentran esos errores y pecados que traicionan la debilidad del instrumento y la fragilidad de la vasija en la que, por el momento, Dios ha condescendido a poner Su gloria.