Aleluya; el llamado a celebrar a Jehová como todopoderoso y como ahora morando en Jerusalén
Los Salmos 135-136 celebran a Jehová, quien ha liberado a Israel y ahora mora en Jerusalén, y dan gracias a Aquel cuya misericordia ha perdurado para siempre, el Creador de todas las cosas en bondad que primero las liberó y las recordó para redimirlas cuando fueron humilladas.
El Salmo 135 es un salmo muy característico, que da una clave notable para la interpretación del libro, y lo vincula con las primeras declaraciones de Jehová en cuanto a Su relación con Israel, a fin de unir su historia en un todo. El tema es Aleluya: alabado sea el nombre de Jehová. Él es bueno: es agradable hacerlo; porque Él ha escogido a Jacob e Israel por su peculiar tesoro. Él es entonces (vs. 6) celebrado como el Dios Todopoderoso, haciendo lo que Él quiso, disponer diariamente de la creación; luego como el que ejecutó juicio sobre los opresores de Israel, y los liberó, y expulsó a los paganos y les dio su tierra. Ahora viene Su nombre en relación con Israel y en contraste con los ídolos; y los dos pasajes, en uno de los cuales primero tomó a Israel para siempre bajo el nombre de Jehová, y, en el otro, anunció proféticamente su liberación cuando deberían haber fracasado total y completamente, se citan de Éxodo 3:15 y Deuteronomio 32:36. El primero toma el nombre del Señor Dios de sus padres, Dios de Abraham, Isaac y Jacob, cuando envía a Moisés para liberarlos, y declara que este es Su nombre para siempre, Su memorial para todas las generaciones, y luego promete liberación y traer a la tierra; luego toma el nombre de Jehová. La segunda está en la canción profética de Moisés, cuando les ha dibujado su imagen como apóstata, su lugar, no la mancha de los hijos de Dios, cuando abandonaron a Dios que los hizo, y lo provocaron a celos con dioses extraños, y Jehová ocultó Su rostro de ellos, y, sino por temor al orgullo del hombre, había hecho cesar el recuerdo de ellos de entre los hombres. Entonces, cuando estuvieran indefensos y sin esperanza en sí mismos, Jehová juzgaría a Su pueblo y se arrepentiría de Sus siervos, ejecutaría juicios sobre los paganos y luego los haría regocijarse con Su pueblo. Para que estos dos versículos den la primera liberación y propósito de Dios, y el juicio y los caminos de Dios en los últimos días, a los que los Salmos nos han llevado. Por lo tanto, dan una clave clara para la aplicación de los Salmos mismos. Luego tenemos (vss. 15-18) el juicio actual de los ídolos de los que se habla en Deuteronomio 32, y a los que se habían apartado. El salmo termina con el llamado a aquellos ya generalmente especificados -las diversas partes de Israel y todos los que temen a Jehová- para bendecir a Jehová; la casa de Israel, de Aarón, de Leví y todos los que temen a Jehová; y esto ahora de Sión, sí, Jehová, de quien ahora podrían decir que habitó en Jerusalén.