Apocalipsis 10 en las trompetas responde a Apocalipsis 7 en los sellos. Forma un paréntesis importante, que viene entre la sexta y séptima trompetas, así como el capítulo de sellamiento, Apocalipsis 7, vino entre el sexto y séptimo sellos: así de ordenado es el Apocalipsis. En consecuencia, tenemos aquí de nuevo al Señor, como me parece, con atuendo angelical. Como antes en la función sacerdotal, Él es el ángel con reclamo real aquí. Un ángel poderoso desciende del cielo, vestido con una nube, la señal especial de la majestad de Jehová: nadie más que Él tiene un título para venir así vestido. Y, además, el arco iris está sobre Su cabeza; No se trata ahora de dar la vuelta al trono: aquí hay un paso adelante. Se está acercando a la tierra; Él está a punto de reclamar rápidamente lo que es Su derecho. “El arco iris estaba sobre su cabeza, y su rostro era como el sol"—autoridad suprema; “y sus pies como columnas de fuego”, con firmeza de juicio divino. “Y tenía en su mano un librito abierto, y puso su pie derecho sobre el mar, y su izquierda sobre la tierra, y clamó a gran voz, como ruge un león”.
Juan iba a escribir, pero está prohibido. Las revelaciones debían ser selladas por el momento. “Y el ángel a quien vi de pie sobre el mar y sobre la tierra, levantó su diestra al cielo, y desafía por el que vive por los siglos de los siglos, que creó el cielo, y las cosas que en él son, y la tierra, y las cosas que en él son, y el mar, y los tiempos que hay en él, que no debería haber más demoras”. No había más que se permitiera ningún lapso de tiempo; pero Dios terminaría con el misterio de su aparente inacción actual en cuanto al gobierno. Ahora está permitiendo que el mundo, con un ligero control, siga su propio camino. Los hombres pueden pecar, y, en lo que respecta a la intervención directa, Dios no aparece, aunque puede haber interferencias excepcionalmente. Pero viene el tiempo en que Dios ciertamente visitará el pecado, y esto inmediatamente, cuando no habrá tolerancia por un momento de nada que sea contrario a Él mismo. Esta es la bendita era a la que todos los profetas miran hacia adelante; Y el ángel aquí jura que el tiempo se acerca. No habrá más retrasos; “pero en los días de la voz del séptimo ángel, cuando esté a punto de sonar, el misterio de Dios también se terminará”. El misterio aquí no es Cristo y la iglesia, sino que Dios está permitiendo que el mal continúe en su curso actual con aparente impunidad.
Y luego se le dice a Juan al final del capítulo que debe “profetizar de nuevo delante de los pueblos, y las naciones, y las lenguas, y muchos reyes”. El significado de esto aparece más claramente pronto. Hay una especie de apéndice de profecía donde renueva su curso por razones especiales.
Mientras tanto, quisiera llamar su atención sobre el contraste entre el pequeño libro que el profeta aquí toma y come, y el gran libro que hemos visto ya sellado con siete sellos. ¿Por qué un librito? ¿Y por qué abrir? Un pequeño libro, porque trata de una esfera comparativamente contraída; y abierto, porque las cosas ya no deben describirse con el disfraz misterioso en que los sellos y aún más las trompetas las colocan. Todo va a quedar perfectamente claro en lo que cae bajo él aquí. Este es el caso en consecuencia en Apocalipsis 11.