Capítulo 47

 
El capítulo 46 comenzaba con un pronóstico de que los dioses babilonios caerían en la ruina y el cautiverio. El capítulo 47, de principio a fin, pronuncia un juicio sobre la propia Babilonia. Así como la Babilonia mística de Apocalipsis 17 y 18 es vista como una mujer, así aquí, solo que la imagen no es tan oscura. Aquí, por ejemplo, se habla de Babilonia como “hija virgen”, y no como “la gran ramera” y como “la madre de rameras”. Es un pensamiento solemne que la Babilonia mística, a la cual una cristiandad apóstata se está esforzando, es más inmunda a los ojos de Dios que la Babilonia literal de los tiempos del Antiguo Testamento.
La antigua Babilonia fue, en efecto, por un corto período “la señora [señora] de los reinos”, pero su caída está predicha. El versículo 6 nos parece muy notable, ya que las cosas que se alegan contra ella no habían sucedido realmente y no sucedieron hasta los días de Nabucodonosor. Entonces la ira de Dios contra los males de su pueblo los condenó a ser arrebatados, y a que su herencia contaminada por el templo fuera destruida. Dios lo permitió; el monarca babilónico lo hizo con mano dura, y sobre Babilonia vendrá la mano pesada del juicio de Dios, en un día en que se ejecutaría “la venganza de Jehová nuestro Dios, la venganza de su templo” (Jer. 50:2828The voice of them that flee and escape out of the land of Babylon, to declare in Zion the vengeance of the Lord our God, the vengeance of his temple. (Jeremiah 50:28)), Así que Isaías fue llevado a profetizar lo que Babilonia le haría a Jerusalén un siglo antes de que sucediera, y para predecir también cómo Babilonia sería derrocada más tarde, puesto que Jehová es “nuestro Redentor... el Santo de Israel” (versículo 4). También habló de la manera inesperada en que la destrucción vendría sobre ellos, como vemos en el versículo 11, cuyo cumplimiento encontramos en Daniel 5.
El versículo 13 habla de los hombres que practicaban las artes oscuras del espiritismo, en las cuales Babilonia confiaba, porque esa ciudad aparentemente era el hogar original de la idolatría, que significa la adoración de los poderes demoníacos. Todos esos poderes malignos colapsan cuando Dios actúa en juicio. Pero es esta característica, creemos, la que explica que Babilonia, más que cualquier otra ciudad antigua, sea llevada a Apocalipsis con una aplicación espiritual; porque de esa Babilonia leemos que había “llegado a ser morada de demonios, y seuario de todo espíritu inmundo”, y también que por sus “hechicerías fueron engañadas todas las naciones” {Apocalipsis 18:2,23}.
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