La separación de las familias de Dios y del enemigo: Caín y Abel
Pero la gracia podía obrar: la gracia de un Dios por encima de la maldad del hombre, y Abel se acerca a Él por fe.
Aquí sigue la separación de las familias de Dios y del enemigo, del mundo y de la fe. Abel viene como culpable y, incapaz como es de acercarse a Dios, estableciendo la muerte de otro entre él y Dios, reconoce el juicio del pecado, tiene fe en la expiación. Caín, trabajando honestamente externamente donde Dios lo había puesto para hacerlo, externamente un adorador del Dios verdadero, no tiene la conciencia del pecado; trae como ofrenda los frutos que son señales de la maldición, prueba de la ceguera completa del corazón y del endurecimiento de la conciencia de una raza pecadora expulsada de Dios. Supone que todo está bien; ¿por qué Dios no debería recibirlo? No hay sentido de pecado y ruina. Así es traído al pecado, no sólo contra Dios, que Adán había hecho plenamente, sino contra el prójimo, como se ha demostrado en el caso de Jesús; y Caín mismo es un tipo sorprendente del estado de los judíos.
El pecado y sus consecuencias actuales
En estos dos capítulos tenemos el pecado en todas sus formas, como una imagen puesta ante nosotros, en la conducta de Adán y Caín, el pecado en su carácter apropiado y original contra Dios, y luego más particularmente contra Cristo (en figura) en la conducta de Caín, con sus consecuencias actuales establecidas con respecto a la tierra. Podemos notar, tanto en el caso de Adán como en el de Caín, cómo el gobierno de Dios en la tierra se pone en prominencia en cuanto a los efectos del pecado. La separación de Dios de un ser capaz de, y naturalmente formado para, la comunión con Él está ahí, pero dejada más bien para el peso moral del alma. El juicio revelado públicamente es el de las consecuencias en la tierra. Se dice claramente sin duda: “Expulsó al hombre” con quien debía haber tenido la comunión (cap. 3); y “de tu rostro”, dice Caín, “soy expulsado” (cap. 4). Pero lo que se desarrolla es la condición terrenal. Adán es excluido de un paraíso pacífico y poco laborioso, para trabajar y labrar la tierra. Caín es maldecido de la tierra en esta misma posición, y un fugitivo y un vagabundo; pero allí será tan feliz como pueda, y frustrará el juicio de Dios tanto como pueda, y se instalará en la comodidad en la tierra como la suya, donde Dios lo había hecho vagabundo;1 y ese es el mundo. Aquí se representa por primera vez en su verdadero carácter.
(1. Nod es “vagabundo”. Dios le había hecho asentir; Y se establece, llama “la tierra según su propio nombre”, o al menos el nombre de su hijo, como herencia, y embellece su ciudad con artes y las delicias de la música, una imagen notable. )
El estado del hombre y el pecado aparte de Dios
Observa también las dos preguntas solemnes de Dios: “¿Dónde estás?” -el propio estado del hombre aparte de Dios-comunión con Él perdido; y, “¿Qué has hecho?” -pecado cometido en ese estado; de la cual la consumación y el testimonio pleno están en el rechazo y la muerte del Señor.
Lamec
En la historia de Lamec tenemos, por parte del hombre, voluntad propia en la lujuria (tenía dos esposas) y venganza en defensa propia; pero, entiendo, una insinuación en el juicio de Dios de que como Caín era el judío preservado aunque castigado, su posteridad al final, antes de que el heredero fuera levantado y los hombres invocaran a Jehová en la tierra, sería siete veces vigilada por Dios. Lamec reconoce que había matado para su dolor, pero será vengado.
Resumen de los capítulos 2 a 4; Set, el heredero del consejo de Dios
En el segundo capítulo, entonces, tenemos al hombre en el orden de la bendición creada, el estado en el que se encuentra; en el tercero, la caída del hombre de Dios, por la cual su comunión con Dios en este terreno es excluida; en el cuarto, su maldad en relación con la gracia en el estado malo resultante de su caída; en lo que el mundo se convirtió entonces; el hombre siendo expulsado de la presencia de Aquel que aceptó por sacrificio en gracia, y ordenando sus comodidades y placeres sin Dios, pero llevado con; y un remanente preservado, y el heredero de los consejos de Dios, Set, se estableció, y los hombres invocaron el nombre de Dios en relación con ellos, es decir, con Jehová.
Alejado de la presencia de Dios, Caín busca, en la importancia de su familia, en las artes y en los placeres de la vida, el consuelo temporal, y trata de hacer que el mundo, donde Dios lo había enviado como un vagabundo, una morada establecida y lo más agradable posible, esté lejos de Dios. El pecado tiene aquí el carácter de olvido de todo lo que había pasado en la historia del hombre; de odio contra la gracia y contra aquel que era objeto y vaso de ella; de orgullo e indiferencia; y luego la desesperación, que busca consuelo en la mundanalidad. También tenemos al hombre de gracia (Abel, tipo de Cristo y de los que son suyos) rechazado, y dejado sin herencia aquí abajo; el hombre, su enemigo, juzgado y abandonado a sí mismo; y otro (Set) el objeto de los consejos de Dios, que se convierte en heredero del mundo por parte de Dios. Debemos recordar, sin embargo, que son sólo figuras de estas cosas, y que en el antitipo el Hombre que es heredero de todo es el mismo que Aquel que ha sido condenado a muerte.