Fred John Meldau
(continuación del número 148)
Las aves son criaturas “milagrosas” que manifiestan la evidencia más patente de un diseño especial; son la obra de un maestro de construcción.
Los huesos y esqueletos de las aves
El hueso de un animal es pesado y denso; pero los huesos de las aves son formados por dentro de una materia esponjosa y diseñada con dos propósitos: para dar fuerza y para retener aire. Mientras el ave respira, ¡el aire penetra hasta el meollo! Las cavidades para el aire en los huesos son conectadas directamente con sus pulmones. Sin embargo, no se ha sacrificado la fortaleza, pues los huesos livianos y huecos son atiesados con “costillas” ubicadas conforme a los principios más modernos de la ingeniería. Hemos visto un grabado de la sección longitudinal del hueso metacarpiano de un buitre, mostrando la estructura interna. “El sistema de reforzamiento dentro del hueso es casi idéntico en proporción geométrica con la estructura [armazón] usada comúnmente en construcciones de acero”. “Aunque el esqueleto de un ave es extremamente liviano, no obstante es también muy fuerte y elástico, características imprescindibles en una armazón aérea sujeta a las tensiones grandes y repentinas de la acrobacia aérea” (Carl Welty).
Los evolucionistas —según su teoría— no pueden explicar el fenómeno de la liviandad de la estructura del hueso del ave. C. H. Waddington, escribiendo en la revista SCIENTIFIC AMERICAN, dice: “Hay adaptaciones de tal suerte que es difícil ver cómo se producirían jamás reacciones a las circunstancias externas. Por ejemplo, las aves tienen huesos huecos, por lo cual se reduce el peso sin perder la fortaleza. Es imposible ver cómo las condiciones externas podrían producir el hueco de sus huesos”.
(Traducido e impreso con permiso, de WHY WE BELIEVE IN CREATION, NOT IN EVOLUTION [POR QUÉ CREEMOS EN LA CREACIÓN, NO EN LA EVOLUCIÓN], por Fred John Meldau, páginas 151-152).
(seguirá, Dios mediante)