El clamor del remanente proporcionado, y el testimonio dado que Jehová ha oído
El judío piadoso suplica, en el tiempo de angustia venga sobre la nación, para que no sea confundido con los malvados. Si Jehová no aparecía en su favor, estaba tan angustiado con ellos, que la muerte lo arrastraría a sus fauces. Él busca juicio sobre los malvados. Desprecian a Jehová. Jehová debe recompensar sus obras. El salmo proporciona al remanente no sólo el clamor, sino el testimonio profético de que Jehová lo ha oído. El corazón confía en Jehová, ha encontrado ayuda y, por lo tanto, gozo y alabanza. Entonces el Mesías está completamente unido con los justos. Jehová es su fuerza, Él es el Mesías. Una vez resuelto, el deseo profético de los piadosos, según el Espíritu de Cristo, expresa que Jehová debe tener a Su pueblo y bendecir Su herencia (porque la fe de la bendición del pacto y la relación corre a través de toda esta parte de los Salmos), que Él también debe alimentarlos y levantarlos para siempre. Liberación, bendición, alimentación y exaltación inalterada, tales son los frutos que se esperan de la venida de Jehová en poder.
El alcance y la conexión entre los Salmos 25, 26, 27 y 28
En los Salmos 25-26 hemos visto los grandes principios morales de confianza en Jehová (incluso al confesar pecados) e integridad. En estos últimos tenemos más el sentido personal de condición, y el camino o fundamento de la relación con Dios, bellamente mostrado en la primera parte del Salmo 27 en el único deseo del corazón; y en la segunda parte, en la conmovedora súplica, me enseñaste a buscar tu rostro; mi corazón, en aquellos tiempos de instrucciones divinas, dijo: Lo buscaré: Señor, ¿lo rechazarás ahora que estoy en problemas, cuando me enseñaste a buscarlo y confiar en él? La verdad es la misma, pero en la primera parte es el único deseo moral del corazón; en el último, la exhortación de Dios a hacerlo se convierte en un recurso para el alma. Jehová mismo es su refugio, y les ha enseñado a buscarlo.
En el Salmo 28 se siente más la presión del mal, y se espera el juicio venidero y la separación del remanente. Esta separación caracteriza todo el testimonio de Dios relacionado con la venida del Mesías, una circunstancia que nos ayudará a ver la unidad del remanente en la mente de Dios. No sólo fue anunciado proféticamente, como en Isaías 65, sino que Juan el Bautista caracteriza la venida del Mesías por ello, siendo inútiles que sean hijos de Abraham (Mateo 3:9); como de hecho sucedió espiritualmente: solo que Él fue rechazado y aún no había llegado al poder, fueron agregados como el σωζομενοι (sozomenoi) a la asamblea. Por eso, sin embargo, Pedro lo toma (Hechos 2:40). El Señor mismo los recibe como Sus ovejas (Juan 10). Pablo basa su argumento en Romanos 11 sobre él también.